El Juego Fantasmático 1 – por Yves Vanderveken – 2024/11/20

EL JUEGO FANTASMÁTICO 1

Por Yves Vanderveken

2024-11-20


Enfóquense en el lugar central del juego para los niños. La vía regia del material psíquico del niño. Lejos de estar marcado por algún tipo de desvalorización, es a través del despliegue de lo imaginario que el niño busca construir su realidad psíquica.

Para situarnos en el nivel de esta realidad psíquica, debemos recordar el descubrimiento de Freud del carácter estructuralmente alucinado del deseo en el ser hablante. No en vano Freud se permite tomar la psicosis alucinatoria como ejemplo del carácter infantil del deseo. Por supuesto, se trata de distinguirlos en la estructura -esto es fundamental-, pero, hasta cierto punto, Freud se permite poner las alucinaciones y los sueños en una serie como característica de lo que él llama formaciones psíquicas. Manteniéndonos en este nivel, nos permitimos añadir: jugar y fantasear.

Freud repasa las primeras experiencias de la infancia. Más allá de la satisfacción de la necesidad que encuentra su apaciguamiento y saciedad, el niño prolonga y extrae de esta satisfacción de la necesidad, otra satisfacción, un más allá, del que encuentra, del que recupera un sucedáneo en la alucinación del objeto de deseo. Pensemos en redescubrir el placer de chuparse a sí mismo, chupándose el pulgar o el chupete, o el sueño de la pequeña Anna. Se trata de redescubrir, pero más fundamentalmente de prolongar, apuntalando (esto es importante) sobre los objetos de la necesidad, un plus-de-goce, que incluye una dimensión de insaciabilidad. Hay, por tanto, desde el principio una erotización del objeto, ya no de necesidad, sino de pulsión, que hace que los orificios del cuerpo sean de ahí en adelante erógenos. Es una lógica de recuperación del placer, a través de un deseo alucinado, sobre el fondo de un objeto perdido.

Der Dichter und das Phantasieren[1] es en este sentido un texto muy bello de Freud, un poco desconocido, que puede servir de referencia importante para la 8va Jornada del Instituto del Niño. En él, se desarrolla que la fantasía es el paso al inconsciente del juego del niño y de la imaginación en la que le gusta desarrollarse. Lacan se apoya en este texto al comienzo de su enseñanza[2]; Jacques-Alain Miller subraya que encuentra en él material para desarrollar una «doctrina simplificada del fantasma.»[3]

Podemos seguir a Freud, lápiz en mano, tan poderosas son sus palabras que resuenan con lo que hemos desarrollado hasta ahora:

  • «¿No deberíamos buscar los primeros rastros del quehacer poético, ya en el niño? La ocupación más apreciada e intensa del niño es el juego. Tal vez se nos permita decir: cada niño que juega se comporta como un poeta, en la medida en que crea su propio mundo, o, para hablar más exactamente, ordena las cosas de su mundo de acuerdo con un nuevo orden, a su conveniencia. Sería un error pensar cuando no se toma en serio este mundo; por el contrario, se toma muy en serio su actuación, se involucra en grandes cantidades de afecto. Lo contrario del juego no es la seriedad, sino…la realidad. El niño distingue muy bien su mundo lúdico, a pesar de cualquier inversión emocional, de la realidad, y le gusta apoyar sus objetos y situaciones imaginadas con cosas palpables y visibles en el mundo real. »[4]

Y continúa:

  • «No es otra cosa que este apoyo lo que todavía distingue el ‘jugar’ del niño del ‘fantasear’.»[5]
  • Este es un punto crucial, ya que Freud desarrolla que cuando el adolescente deja de jugar, «no abandona nada más sino apoyarse en objetos reales; en lugar de jugar, ahora se entrega a su fantasía. Construye castillos en España, crea lo que se llama sueños diurnos«.[6]. Aquí encontramos una de las vertientes del fantasma que Jacques-Alain Miller ha aislado[7]: ensoñaciones diurnas, en breves historias imaginarias que nos contamos a nosotros mismos mientras estamos despiertos.

Freud sitúa así un pasaje del juego a la fantasía, un camino que continúa hasta la edad adulta:

  • «La fantasía de los hombres es menos fácil de observar que el juego de los niños. El niño, es verdad,también se juega solo, o forma un sistema psíquico cerrado con otros niños con fines lúdicos, pero incluso si no juega nada para adultos, no les oculta su juego. Por otro lado, el adulto se avergüenza de sus fantasías y las oculta a los demás, las cultiva como su vida íntima más personal. »[8]

Freud indica lo que el psicoanalista sabe muy bien, así como el analizante: «Preferiría confesar sus defectos antes que comunicar sus fantasías.»[9]

Y concluye:

  • «Esta diferencia de comportamiento entre el que juega y el que se entrega a su fantasía tiene su base en los motivos de las dos actividades una de los cuales es, empero, continuación de la otra[10]

El adulto se avergüenza de su fantasía como algo infantil y prohibido. Tratemos de entender por qué. Una vez más, Freud nos da algunas pistas sencillas:

  • 1. Del juego del niño se desliza su «creación de un mundo propio» en el que «dispone las cosas de su mundo según un nuevo orden, según su conveniencia», se produce algo que le permite «proporcionar [el] goce»[11], donde muchas cosas como reales no pueden.
  • 2. La «renuncia» que comienza en la adolescencia sólo concierne al abandono del apoyo en objetos reales, por otro lado, lo cito y es crucial: «el adolescente por lo tanto deja de jugar, aparentemente renuncia a la ganancia de placer que derivaba del juego. Pero cualquiera que conozca la vida psíquica del hombre sabe que nada es tan difícil para él como renunciar a un placer que una vez ha conocido. A decir verdad, no podemos renunciar a nada, solo reemplazamos una cosa por otra; Lo que parece ser una renuncia es en realidad una formación sustitutiva o un sustituto».[12]

Aquí estamos en el corazón del descubrimiento de Freud. Lo abordaría de otras maneras a lo largo de sus publicaciones. Nos interesa tomar su punto de partida de lo infantil y del placer añadido al juego de la imaginación. ¿Qué lecciones se pueden aprender sobre el juego del niño, su imaginación y sus «fantasías»? Para ello podemos partir del Seminario IV, donde Lacan se ocupa de la fobia al pequeño Hans.


*Vanderveken Y., Le jeu fantasmatique 1 – JIE8 – Rêves et fantasmes chez l’enfant %

[1] Freud S., “El creador literario y el fantaseo” (1908 [1907]), Obras completas, tomo IX, Buenos Aires, Amorrortu, 2003.

[2] Lacan J., “El psicoanálisis y su enseñanza”, Escritos, tomo 1, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2018.

[3] Miller J.-A., Del síntoma al fantasma y retorno, Buenos Aires, Paidós, 2018, p. 53.

[4] Freud S., “El creador literario y el fantaseo”, op. cit., p. 127.

[5] Ibíd., p. 128.

[6] Ídem.

[7] Miller J.-A., Leer a Lacan Hoy – Entrevista a Jacques-Alain Miller – 2023/02/03 – PSICOANÁLISIS LACANIANO

[8] Freud S., “El creador literario y el fantaseo”, op. cit., p. 129.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

[11] Ibíd., p. 130.

[12] Ibíd., p. 128.

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