DUELAR
Por Isolda Arango-Álvarez
2025/04/18
Usualmente, nos referimos a la transferencia en términos de amor, pero sabemos que el odio también puede ser parte de ella, lo que comúnmente se llama transferencia negativa. Sin embargo, creo que la transferencia puede entenderse como una forma de amor doloroso. Al final del análisis, hay una ruptura importante, aparentemente con el analista, pero a un nivel más profundo, la ruptura es con uno mismo (o lo que quede de esto). Cuando la experiencia analítica se lleva hasta sus últimas consecuencias, cualquiera que sea el objeto que el analista haya ocupado durante el tratamiento, el duelo y la separación se convierten en experiencias centrales que deben ser navegadas.
«Quería terminar el análisis, pero no quería soltar al analista». Esta es una expresión que se encuentra a menudo en los testimonios del pase. Así, la transferencia como experiencia puede ser vista como un amor doloroso. Si bien el establecimiento de la transferencia implica una nueva experiencia de amor, un nuevo tipo de lazo formado con el analista, hay una tendencia a restablecer formas previas y familiares de formar lazos. A lo largo del tratamiento, este nuevo amor abre un espacio para la presencia del analista en el inconsciente, permitiendo intervenciones que tocan y eventualmente transforman el estado masivo de goce. Una vez que las identificaciones caen y se atraviesa el fantasma fundamental, aún persiste otra forma de satisfacción.
Este es el espacio en el que sitúo el doloroso amor de la transferencia. ¿Qué se lamenta aquí? ¿De qué se trata realmente la ruptura? ¿Cómo puedes perder algo que nunca tuviste realmente?
Eric Laurent hizo una intervención sobre este tema durante un Congreso en Barcelona, España, donde se refirió a este proceso como duelar. Duelar es una combinación de duelo y dolor. Lo cito:
«Después de haber sido confrontado [el analizante] sin la mediación de su fantasma fundamental con el deseo del analista, entonces, durante cierto tiempo, el analista persiste -y esta palabra persiste es fundamental porque implica que el deseo ya se ha evaporado… Los encantos del deseo, encarnados en el fantasma fundamental, se han evaporado, pero la persistencia que causa el deseo permanece. […] Esto no dura toda la vida. Dura el tiempo del intenso deseo del luto por el objeto. Si se me permite el neologismo, el duro deseo de duelar. Llorar por este objeto que era el milagro del fantasma fundamental».[1]
Este es el momento que defino como el rostro del amor doloroso en transferencia. ¿Cuál es el punto de inflexión de este duelo al final de un análisis? Aunque sabemos que es contingente y que las salidas del análisis son singulares y únicas, propongo que este duelo marca un punto de inflexión en la transferencia, que nunca se reduce a cero, sino que se desplaza y se vincula a la institución, a la Escuela. Esto crea un nuevo tipo de vínculo, un nuevo amor, que inevitablemente incluirá momentos dolorosos. Sin embargo, en este nuevo amor, el deseo del analista se sostiene sin velo, desnudo y solo.
*Arango-Álvarez I., NLS-Congress 2025 — Duelar
[1] Mi traducción de un comentario dado por el Dr. Éric Laurent en el XI Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis titulado “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”, Barcelona, 2018.
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