EL AUTISMO EN LA ÉPOCA[1]
Por Iván Ruiz
2022-10-28
Luz Elena Gaviria:
Buenas tardes a todos. Es un gusto que estemos aquí celebrando con ustedes hoy, llegando a este acto inaugural del ESIAPP. Es alrededor del tema del autismo cuyo título es “Arreglos y desarreglos sinthomáticos”. Esto es el resultado de años de trabajo, de un lazo transferencial tejido alrededor de la convocatoria de parte de la FAPOL, de la conformación del Observatorio Sobre Políticas de Autismo en todo el ámbito geográfico que compone la NEL.
Quiero resaltar la contingencia que, en ese momento de la FAPOL, la presidente Viviana Berger, quien nos acompañó en todo este recorrido de trabajo con la FAPOL. Luego de trabajar en el espacio del Observatorio vino la necesidad de ir más allá y de responder a las inquietudes de cada uno de los responsables de los observatorios de autismo de los distintos ámbitos geográficos de la NEL, de los espacios de investigación y poder investigar -cosa que a través del Observatorio del Autismo no íbamos a poder dar respuesta-. Entonces de ahí nació el Espacio de Investigación de Autismo y Psicosis en Psicoanálisis. Queda inscrito, a partir de ese momento, en el marco del INES y del Campo Freudiano. Nace entonces de la necesidad de investigar -y esto es muy importante para nosotros- sobre temas clínicos, epistémicos -propios de estas condiciones del parlêtre- y dejarse enseñar por esta clínica bajo la modalidad de investigación propia del psicoanálisis.
Para ello, unas palabritas de Viviana. La invitamos en este momento a decirnos algo en relación con esta orientación del INES y del ESIAPP. Bienvenida, Viviana, y gracias por acompañarnos en esta contingencia de ser la directora del INES.
Viviana Berger:
Sí. Así es. Bueno, buenas tardes a todos. Verdaderamente es un placer y un honor haber podido ser invitada de este seminario. Como bien decías, Luz, el ESIAPP surge del deseo y del empuje de los integrantes del Observatorio del Autismo en ponerse a investigar, a hacer lecturas, hacer jornadas y publicaciones…en fin, verdaderamente el deseo de los integrantes del Observatorio sobrepasaba en mucho las funciones del Observatorio. Entonces, de alguna manera, ese deseo fue escuchado y alojado en lo que es hoy en día el ESIAPP -que es uno de los espacios de investigación del INES-. Evidentemente, tiene un motor muy potente que también llegó al ESIAPP a participar de la Semana del Autismo, una reunión tan alegre en la cual el ESIAPP estaba todo reunido con todos aquellos interesados en estudiar y aprender del autismo -que es un campo muy novedoso y cada vez convoca más y más deseo de involucrarse en esta clínica-. Con lo cual estoy segura de que también el ESIAPP también se verá desbordado y sobrepasado por el vasto campo que necesita y ofrece esta clínica y ante los cuales los psicoanalistas responden.
Entonces, creo que han hecho un programa extraordinario, verdaderamente muy interesante. Creo que no hay nada mejor que iluminar la clínica con los casos, la conversación y con la convocatoria a las lecturas. Con lo cual tienen a Iván Ruiz para abrir este trabajo. Así que bueno, estoy segura de que tendrán una muy fructífera tarea, que serán encuentros muy valiosos. Trataré de estar en la mayoría de los que pueda. Es un horario que me va a forzar a conectarme desde el carro, pero bueno, allí lo haré. Así que les deseo un muy buen trabajo y adelante con estas iniciativas.
Luz Elena Gaviria:
Bueno. Gracias, Viviana.
Ahora sí pasamos a nuestra inauguración del seminario a partir de nuestro invitado, Iván Ruiz, que inmediatamente lo invitamos. Como siempre nos dijo que sí, que con gusto nos acompañaría en este acontecimiento.
Voy a dar una reseña acerca de quién es Iván Ruiz. Ejerce su práctica clínica -bueno, todos lo conocen, pero diré unas cositas- en Barcelona. Es miembro de la ELP, de la AMP. Es director de un documental que se titula “Otras voces”. Es una mirada diferente sobre el autismo.
Aprovecho otra contingencia que no quiero dejar pasar. Es que Elida Ganoza en Lima este sábado va a pasar este documental y lo van a trabajar. Elida también es secretaria del INES y está trabajando para el sábado el virtual. Quienes quieran se pueden inscribir para disfrutar algo que es imperdible porque enseña no solo qué es el autismo, sino como los psicoanalistas lacanianos abordan la cuestión del autismo. Quiero señalar que se pueden inscribir en el link que mandarán. Es mañana a las cuatro de la tarde.
Entonces, vamos a seguir presentando a Iván. Es coordinador el grupo de investigación que se titula “Para una clínica entre varios” en la Sección Clínica de Barcelona. También es responsable de los espacios terapéuticos de la asociación TEAdir -de padres, madres de personas con autismo-. Me gustaría, Iván, en un momento unas palabritas sobre ese título, TEAdir, que me parece que es muy enseñante y cómo fue que eligieron eso. Me parece que enseña ese título, que no es un significante solamente para ponerlo ahí, sino vivificarlo con esa elección que hicieron ustedes. Publica regularmente en revistas de psicoanálisis. Tiene varias publicaciones. Entre ellas es coautor con Neus Carbonell del libro titulado No todo sobre el autismo y su más reciente publicación -que también tuvimos el gusto de hacer en la biblioteca de la NEL-Bogotá una apertura y conversación con él- el libro Evidencia científica y autismo – una burbuja de certidumbre. Iván estuvo con nosotros hace unos meses en la Semana del Autismo. Fue allí donde nos abrió todo ese trabajo en relación con la contemporaneidad del autismo.
La conferencia de hoy se va a llamar “El autismo en la época”. Y en ese artículo publicado llamado “Evidencia científica y autismo”, él nos ofrece perspectivas amplias y rigurosas de la atención que hay en el campo del autismo con esa expresión que pareciera ser aceptada por muchos –evidencia científica-. Uno conversando con la gente a veces uno se encuentra con esto: “Oiga, y los neurólogos, ¿qué dicen? ¿Pero qué dice la ciencia?”. Entonces es muy interesante y permite abrir reflexiones diversas acerca de distintos tipos de ámbitos que aportan acerca de la mirada sobre el autismo. Sabemos que el psicoanálisis trabaja en otra dirección, tal vez la opuesta, y entonces esperamos que Iván nos dé un panorama de lo que es el autismo hoy, lo que el psicoanálisis lacaniano tiene para ofrecer con respecto a su tratamiento.
La propuesta de trabajo del seminario es dar cuenta del desafío del psicoanálisis en nuestra práctica actual. Por ello, este seminario trata sobre las formas en que hemos aprendido -los analistas- a abordar y leer por medio de la clínica sin par los arreglos y desarreglos de los sujetos autistas, sus soluciones, o lo que se ha llamado también el bricolaje de su anudamiento. El encuentro con el autista es inolvidable en muchos sentidos. Uno de ellos es su aporte a la formación del analista, qué lo orienta para encontrarse con la soledad del autista en tanto el ser hablante. Para ello el analista debe leer la manera singular en que el autista se relaciona con el cuerpo, el lenguaje, el otro y sus objetos. Es a partir del encuentro bajo transferencia con un analista que el autista puede consentir a los efectos de un nuevo arreglo que, a veces, puede tomar la forma de un sinthome. El seminario está dirigido a los interesados que rigen el trabajo clínico con el autismo y la psicosis desde la orientación lacaniana. Es importante recalcarlo. Las clases fueron planeadas atesorando el trabajo clínico que cada uno de los docentes tiene. Es un trabajo que hemos venido años realizando, encontrándonos. Nos dimos un primer tiempo de reuniones simplemente un poco en solitario. Dijimos: “Cuando tengamos algo para decir, para transmitir y queramos contarlos, abrámoslo”. Entonces, éste es un poco nuestro tercer tiempo, como el de concluir y de inaugurar, poder hablar y compartir con otros y poder aprender también con otros algunas de las investigaciones que hemos venido realizando con algunos hallazgos. Entonces, junto a los desarrollos conceptuales del seminario trabajaremos los casos clínicos de Temple Grandin, Donna Williams, de Owen Suskind. Los docentes nos darán recorridos singulares de cada uno de ellos sirviéndose de los conceptos psicoanalíticos como herramientas de trabajo. También los docentes harán uso de su clínica para mostrar algunas viñetas, algunos conceptos de lo que les han enseñado a ellos los autistas.
Entre clase y clase seguiremos trabajando cierta bibliografía que cada docente enviará y en el intermedio podremos encontrarnos, conversar, estudiar juntos. Veremos cómo lo vamos a armar. Quedan pues todos invitados al trabajo, a conversar, a seguir dándole consistencia a todos los dispositivos que el psicoanálisis se ha inventado para el parlêtre autista. Y qué mejor ocasión que sea Iván el que nos acompañe en este recorrido. Gracias, Iván. Bienvenido y te doy la palabra para seguir con nuestro acto de inauguración en nuestro seminario. Bienvenido.
Iván Ruiz:
Muchas gracias, Luz Elena. Buenas tardes a todos y a todas. Es realmente un gusto para mí estar en este momento de inauguración de un nuevo espacio de investigación, de una investigación cerca de la clínica -como decía Luz- y estar al lado de colegas, docentes del INES -de este elenco de docentes- que han preparado este seminario. Es para mí un honor realmente.
Luz Elena lo decía ahora de manera muy claro. Creo que es muy importante la apuesta por la investigación en este momento. Lo ha sido siempre para el psicoanálisis, pero creo que es en este momento todavía más porque todas las plataformas reconocidas por las administraciones, por las políticas sanitarias, por los lobbies profesionales están dirigidas todas a la demostración por medio de cifras de lo que es evaluable para todas estos grupos. Es la idea de que la subjetividad podrá ser evaluable y cuantificable en cifras y, por tanto, no hará falta la transmisión, sino simplemente un intercambio de datos. Entonces, en este momento es muy importante que, desde el psicoanálisis, nosotros nos autoricemos a la transmisión de lo que aprendemos en la clínica del autismo -en este caso-, pero también a la transmisión desde una posición muy particular. Es la posición que Lacan consideraba que era la única en la que se producía un efecto de transmisión. Para Lacan la transmisión no era de un sujeto a otro, sino que era del inconsciente al propio sujeto. Eso es la verdadera transmisión para Lacan. Eso significa que nosotros no podemos abordar la clínica como una serie de datos, de reacciones y de cuantificar las reacciones del sujeto: si ha reído, si no ha reído, cuántas palabras dice, cuántas palabras ha dicho de más en los últimos meses, etc. Nosotros hablamos de un «encuentro», de un encuentro con el sujeto. Y eso es lo que propongo para reflexionar hoy: de qué manera nosotros podemos transmitir lo que ha sido un encuentro, lo que resulta ser un encuentro con el sujeto que llamamos «autista».
He preparado algunas cuestiones, pero me gustaría que pudiéramos improvisar una conversación a partir de algunas viñetas o de algunas situaciones de la práctica que ustedes tengan. No hace falta que sean casos armados. Es la primera sesión. Seguramente va a haber la posibilidad de hablar de casos más armados en las siguientes sesiones del seminario, pero seguro que cada uno de ustedes tiene alguna viñeta, algún caso que no hace falta ir a buscar la historia clínica. Se lo que se trata es de hablar del encuentro con ese sujeto y podamos, entonces, poner a prueba la teoría a partir de la clínica que nos encontramos.
Quería decir unas palabras sobre el título de este seminario porque me parece realmente muy interesante: “La clínica de los arreglos y de los desarreglos”. Por supuesto, es un título que está implícitamente orientado a partir de la última enseñanza de Lacan. Eso para los que hemos entrado en este laberinto sensacional que es la última enseñanza de Lacan. Podemos suponer que los arreglos y desarreglos tienen que ver con lo que Lacan trabajó en relación con el anudamiento.
En el título del seminario no está dicho así, en forma de anudamiento. Está dicho en forma de arreglo y de desarreglo. Me parece que eso es una orientación muy interesante de la organización de este seminario el poder diferenciar a lo largo de las sesiones de este seminario qué diferencias hay entre un anudamiento y un arreglo. Y para la clínica del autismo ver de qué se trata cuando hablamos de arreglos y de desarreglos. Quizá tenemos la tendencia a considerar que un arreglo es aquello que para el otro es cómodo, es decir, el arreglo del autista es aquello que para el adulto -el sujeto que está con él- es cómodo; y el desarreglo de un sujeto autista es aquello que para un adulto se presentan todas las dificultades. Y esto quizá podemos ponerlo en cuestión. Hay arreglos muy importantes para un sujeto autista que son tremendamente molestos para el otro. Propongo reflexionar sobre esto porque esto establecería una clínica en la que convendrían arreglos y no convendrían desarreglos. Eso finalmente es a lo que se ven confrontadas ciertas posiciones psicológicas o profesionales -digamos-, o terapéuticas a veces, educativas también, que es la autorización a ir contra un supuesto desarreglo del sujeto porque eso es disruptivo o es molesto para la institución o para la familia o para los profesionales. La posición del psicoanálisis a partir de la última enseñanza de Lacan es muy clara en este punto. Nosotros trabajamos con aquello con lo que el sujeto se las arregla. Y eso puede ser tremendamente dificultoso abordarlo en la escuela, en la institución terapéutica, en la familia, incluso en la consulta. Planteo esta cuestión desde el punto más radical porque éste es el punto más radical que el psicoanálisis aborda en estos momentos, ese autismo -que voy a llamar en el encuentro de hoy- que siempre fracasa. El autismo que siempre fracasa puede presentarnos un arreglo muy sólido en ese sujeto autista.
Después está el título propuesto para la apertura de hoy. Es un título maravilloso. Me parece extraordinario. Para mí ha sido una invitación a pensar en este momento después del trabajo -como recordaba Luz Elena- que se lleva haciendo desde hace tiempo en el Campo Freudiano -en Latinoamérica con un ímpetu y una fuerza extraordinaria que pude captar en el mes de agosto- después de todo este tiempo de investigación y después de todo este tiempo en relación con los diagnósticos y a las mutaciones del diagnóstico de autismo hasta lo que hoy se llama el TEA, el trastorno des espectro autista. Todo este tiempo permite hoy pensarse retroactivamente de una manera muy interesante. Es lo que he intentado hacer para el encuentro de hoy.
Decía que “El autismo en la época” me pareció excelente como propuesta porque está el autismo, en efecto, pero está el Otro también -que es la época precisamente-. Entonces, el autismo no funciona solo. De nuevo nos encontramos con que, para pensar el autismo, debemos pasar por el Otro. Y el Otro es también la época en la que hablamos de autismo.
Si ustedes han podido leer el texto que envié a Rosa Elena para distribuir a los inscritos, el prefacio de Jacques-Alain Miller al libro de Jean-Claude Maleval, La diferencia autística, ustedes van a encontrar ahí un estado de la situación -digámoslo así- que me parece extraordinario. Es un texto de Jacques-Alain Miller realmente impactante. Hay una tensión muy clara en lo que plantea Jacques-Alain Miller ahí. De hecho, lo recoge del trabajo de Jean-Claude Maleval, de este libro. Supongo que debe estar traduciéndose. Es el libro La diferencia autística. Debe estar traduciéndose al castellano. No me cabe ninguna duda. En este trabajo de Jean-Claude Maleval, Jacques-Alain Miller recoge varias piezas para ponerlas en tensión. Les recomiendo que vayan al texto.
Voy a hacer algunas referencias a este prefacio de Jacques-Alain Miller a este libro de Maleval porque hay ahí una tensión muy interesante de entrada entre el autismo -tal como fue descubierto, cernido o investigado por Kanner y por Asperger- con el trastorno del espectro autista que conocemos hoy -el que tiene una expansión a nivel mundial, el autismo como la denominación de todo aquello que tiene que ver con la desinserción del Otro-. Es decir, todos aquellos casos -lo vimos en la conversación clínica en Bogotá en agosto- que presentan de una manera límite la no-relación entre los sexos, es decir la no-posibilidad de incidir de un sujeto de llegar al Otro, de tener la experiencia de que algo de lo propio llega al Otro y de este Otro vuelve a uno. Bueno, cuando esta experiencia no se tiene en un sujeto, eso lleva a un punto de aislamiento que pueden ser todas las modulaciones y gradaciones de ese aislamiento -lo que se llama hoy el aislamiento social, la no-capacidad para socializar, etc.-. Hay varios nombres que van apareciendo y que vienen a nombrar eso, vienen a nombrar la no-posibilidad de incidir sobre el Otro, es decir, de no producir lo que Lacan situó como la subversión del esquema de la comunicación. Si ustedes recuerdan, Lacan subvierte muy pronto el esquema de la comunicación como tal, el esquema propuesto por la lingüística: hay un emisor, el emisor por medio del canal y gracias al código elabora un mensaje y ese mensaje es recibido al receptor; el receptor recibe ese mensaje y ahí se cumple el esquema de la comunicación. Lacan subvierte esto al punto de decir que este esquema no termina con la recepción del mensaje por parte del receptor, sino que el sentido del mensaje lo va a dar finalmente el receptor. Es decir que el sentido de lo que dice alguien que habla lo va a dar aquel que escucha. Con lo cual, dice Lacan, el sujeto recibirá su propio mensaje en forma invertida. Es decir, invertida quiere decir que lo recibirá del otro.
En los vínculos sociales está todo preparado para obtener de la comunicación con el otro la idea de que el esquema de la comunicación funciona, pero lo que presentan los sujetos que llamamos «autistas» es esta imposibilidad radical. Es decir que no hay semblantes posibles para tener las garantías de que el esquema de la comunicación se produce como tal. Y eso lo que hace es desinsertar al sujeto del vínculo que regulan las relaciones entre los seres humanos.
Esta tensión que Jacques-Alain Miller plantea en este prefacio es justamente el punto en el que nos encontramos en este momento en relación con el diagnóstico de autismo con respecto a lo que era el autismo para Kanner y para Asperger. Y, de algún modo, lo que plantea Jacques-Alain Miller en este prefacio es una especie -lo voy a decir así- una operación de civilización a partir del S1 autista. Es decir, lo que encontramos en estos momentos son sujetos que se identifican de manera masiva al S1 autista hasta el punto de llevar esta identificación -como decía Lizbeth Ahumada en una conversación- hasta el punto de convertirlo en una identidad. Es decir, el autismo es hoy una nueva identidad. Por eso digo que es una operación de civilización. El aporte que la civilización hace, la oferta identificatoria en forma de identidad -digamos- a aquellos sujetos es insertarlos en un significante; incluso lo que en otras épocas se denominaba «personas frikis», por ejemplo, en el sentido de que sostienen sus vidas en un rasgo de rareza y que hacen de ese rasgo su modus vivendi -incluso la posibilidad de compartirlo en comunidades frikis-. Bien, en este momento -al menos en lo que yo escucho en los últimos años- es un término en desuso el término «friki». Ahora hay muchos sujetos que han encontrado el uso del significante «autista» para decir eso que les impide el vínculo y, a la vez, para poderse reunir en comunidades. En estos momentos -como ustedes sabrán- hay colectivos de sujetos autistas que se autodenominan «ASPIS», sujetos autistas que han accedido al lenguaje, que tienen sus dificultades en la comunicación, pero que eso no les impide -bajo el significante «autismo»- encontrarse, incluso establecerse como grupo de presión. Y hay en estos momentos algunas batallas encendidas entre colectivos de sujetos autistas adultos y colectivos de padres y madres.
El otro día en TEAdir -esta institución que dirijo, como recordaba Luz Elena-, tuvimos una reunión de un grupo de adultos con autismo -que he creado recientemente- para captar este movimiento que se está produciendo en estos momentos y poderlo escuchar desde cerca. En este grupo -ahora está integrado por 7 adultos-, hay una de las chicas -tiene 23 años- que ella ha sido diagnosticada como autista este verano pasado por una psicóloga -ella misma- autista. Esta aclaraba esto, que su psicóloga era ella misma autista y era por ello que había podido diagnosticar el autismo de esta chica. Y ella explicaba la discusión que tuvo con una madre de un colectivo que ella denomina «Mamis azules» -por el color azul del autismo y el colectivo de madre que es-. Es una discusión en torno a la reivindicación de su condición autista y, por tanto, la no-necesidad de la patologización de su condición. Este es un tema que vamos a presencia un cambio de paradigma -me parece- en el diagnóstico de autismo y me parece muy interesante que pudiéramos observar de cerca y podamos tomar una posición -como decía Lizbeth- en relación con estos movimientos que avanzan como lobbies de presión.
¿Cuál es el punto de discordia entre los colectivos de adultos autistas y los colectivos de padres? Es una cuestión muy clara. Es que si los colectivos de autistas, por medio de este S1 se autonomizan de la zona de los padres, estos padres -muchos de ellos- pierden su causa -digámoslo así-, pierden la causa de estar trabajando por el cuidado y la mejora de sus hijos y de sus hijas a partir de lo que implica la despatologización del diagnóstico. Y esta chica lo que decía es una cosa que decía con mucha rotundidad: “Es una condición y por lo tanto no hay que ir al psicólogo por tener el diagnóstico de autismo”. Para los colectivos de padres es muy complicado esto porque pierden la condición de padres de hijos con problemas y, por tanto, hay un riesgo de pérdida de fondos económicos y de ayudas de otro tipo.
Entonces, me parece que hay un efecto que podríamos asemejar al movimiento trans en el sentido de una generalización del autismo como diagnóstico, auto-diagnóstico, para todo aquello que implica la imposibilidad de insertarse en el Otro. Y eso sabemos, los psicoanalistas, que todo sujeto está des-insertado en relación con el Otro. No hay de una operación sin resto. En el momento de la entrada de un discurso común, lo identificatorio del discurso apoya, pero provoca la pérdida en lo más singular. Es porque en el discurso del inconsciente, la pérdida está ahí abajo a la derecha en el lugar del objeto a. Eso es lo que se pierde. Eso es el nombre de la des-inserción. Es esa letrita a que está desconectada del sujeto en el discurso del inconsciente.
Entonces, podemos decir que hay en este S1 de «autismo» como operación de civilización un cierto éxito. Es decir, produce la creación de comunidades que se agrupan en torno a este significante amo.
Ahora bien, de la misma manera que nos corresponde seguir de cerca este movimiento civilizatorio en relación con el significante amo «autismo», también nos corresponde -me parece de una manera que toca más la clínica que sostenemos- ver lo que de todo ello va a resultar el fracaso del parlêtre, del ser hablante que no llega a insertarse, a incluirse en uno de los discursos, en uno de los vínculos sociales. Esta cuestión del fracaso es la que podemos tomar en la enseñanza de Lacan de los años ’70 cuando decía que lo real siempre fracasa. Este fracaso es el que, desde el psicoanálisis, podemos abordar para encontrarnos con el hecho de no saber cuáles son los índices de ese fracaso, pero también para estar, para acompañar al sujeto a un arreglo con ese real que fracasa. Entonces, es una época -diría yo- mucho más importante para tomar a cargo los fracasos, la clínica del fracaso en el autismo. De hecho -algunos de ustedes lo saben-, para el psicoanálisis desde Freud, la enseñanza proviene de los casos que precisamente no fueron un éxito terapéutico. Las enseñanzas provienen de los casos en los que hay el fracaso porque eso es lo que lleva al terapeuta, al psicoanalista, al profesional que está ahí a sostener la pregunta por el sujeto -la pregunta necesaria que tenemos que situar con el sujeto que tenemos frente a nosotros-.
Entonces, sería interesante que en este seminario se pudieran trabajar casos de fracasos en los que no hemos sabido, no hemos podido encontrar hasta el momento una vía de salida, la vía del arreglo -digamos-.
Entonces, llegado a este punto, quería plantear cuatro cuestiones en relación con la propuesta del psicoanálisis en este momento que mencionaba:
En primer lugar, en relación con el diagnóstico de autismo.
En segundo lugar, en relación con los padres.
En tercer lugar, en relación con el tratamiento que proponemos desde el psicoanálisis.
Y, finalmente, decir alguna cuestión acerca del tema de las invenciones. La invención, creo que está íntimamente vinculada con la cuestión de los arreglos y los desarreglos.
Primer punto: el diagnóstico de autismo.
El tema del diagnóstico me parece que es en estos momentos un tema fundamental. Les hablaré de cuál es mi posición en este momento, mis interrogaciones en este momento en la clínica –en mi consulta, pero también en la institución- en relación con el diagnóstico de autismo. Hace algunos años, hace algunas décadas -lo sabemos por trabajos que hemos podido leer de colegas psicoanalistas de hace 30, 40, 50 años- se podía sostener un trabajo con sujetos con autismo sin necesariamente entrar en la cuestión del diagnóstico o sin necesariamente tenerlo que hacerlo de manera inmediata. Creo que estamos en un momento de un cambio muy importante a este nivel. En estos momentos es muy complicado, es muy difícil -no sé si estarán de acuerdo conmigo-, pero yo lo encuentro como algo muy difícil en muchos casos iniciar un trabajo sin que haya una cierta orientación diagnóstica.
Es la demanda que cargan los padres, que ellos mismos piden -un diagnóstico sobre lo que le pasa a su hijo-, pero es un diagnóstico que es a partir de un diagnóstico ya hecho por ellos mismos, ya hecho por la escuela o ya hecho por muchos lugares por los que han pasado. Entonces, hay casos en los que esto puede quedar en un segundo plano y para algunos padres no es crucial, pero hay una presión muy fuerte a nivel institucional y social para diagnosticar lo antes posible a un niño con el diagnóstico de TEA cuando hay una mínima sospecha de que la sintomatología que presenta va en esta dirección.
Y yo recibo niños de un año y medio con el informe de la institución que sea donde dice: “Sospecha de autismo”. Esta sospecha de autismo es un diagnóstico en sí mismo. Los padres no reciben esta frase escuchando “sospecha”, la reciben escuchando “autismo”. Por tanto, ya hay ahí, desde muy pronto, antes de que el sujeto haya podido movilizar mínimamente los recursos de los que dispone, haya podido comenzar a construirse como sujeto, ya hay el diagnóstico que viene dado, aunque sea dado en forma de sospecha o de señales de alerta -como se dice-.
Entonces, el diagnóstico es un elemento que para los psicoanalistas en estos momentos nos plantea un cambio importante porque para el psicoanálisis cuando el diagnóstico -hablo de años atrás- debía aparecer en escena, debía introducirse bajo alguna razón, era bajo transferencia que se producía. Es decir, que el diagnóstico tenía un peso en la transferencia establecida entre el analista y el paciente, o los padres del niño o la niña. En estos momentos, el diagnóstico viene antes de que se produzca la transferencia y, por tanto, eso nos plantea preguntas que antes no se presentaban y es: ¿qué hacemos con la cuestión del diagnóstico en cada caso? Tendrá que ser en cada caso que eso se calcule. Hay que hacer un cálculo sobre eso, pero no podemos trabajar -en la mayor parte de los casos- sin un cálculo sobre qué uso del diagnóstico hacer: el que ya viene hecho y el que se le demanda al analista -o al profesional que recibe un caso-.
Esto plantea cuestiones muy diversas. Seguramente ustedes tienen en mente algunos casos o situaciones en las que esto se ve bien cómo no es fácil. ¿Por qué? Porque el diagnóstico siempre viene o demasiado pronto o demasiado tarde. No hay el diagnóstico de autismo -digamos- que venga en el momento adecuado por más cálculos que nosotros podamos hacer o que hayan hecho otros de cuándo hay que hacer el diagnóstico, siempre va a ser o demasiado pronto o tarde. ¿Por qué? Por una razón fundamental, porque el diagnóstico viene a cerrar la pregunta sobre el sujeto. El diagnóstico viene a borrar la barra que Lacan escribe encima del sujeto: $. Es decir, viene a dar desde afuera una certeza sobre el vacío de significación que hay en un sujeto.
Digo «vacío de significación», aunque eso desde muy pronto no va a mantenerse en estado puro. Si ustedes la reescritura que hace Lacan a finales de los años ’50 cuando dibuja el grafo del deseo, hay ahí un primer sujeto que es el viviente -que está escrito con un triángulo-, es decir antes de ser atravesado -digámoslo así- por el lenguaje -podríamos decir su estado de parlêtre, de ser hablante-, pero antes de haber entrado en el discurso del inconsciente, de haber entrado en la marca, antes de haber sido marcado por el rasgo identificatorio, inicialmente Lacan escribe a ese viviente con un triángulo y, enseguida, una vez el trayecto de la demanda, el trayecto de la pulsión pasa por el Otro, a partir de ahí ese viviente deja de serlo como tal para ser denominado por Lacan como sujeto, pero como un sujeto barrado, es decir un sujeto que pierde algo siempre. Así entendemos al sujeto desde el psicoanálisis, como alguien que crecer, vivir, desarrollarse, implica pasar por una pérdida y después otra y después otra. Evidentemente no son solo pérdidas. Hay ganancias también ahí.
Esto es fundamental tenerlo en cuenta cuando vemos qué efectos del diagnóstico en un sujeto. El diagnóstico es un elemento que viene desde afuera a borrar la barra sobre el sujeto. Por tanto, borrar la barra de ese sujeto que es -o debería ser- para los padres. Es decir, cerrar la pregunta sobre quién es ese niño o esa niña que tienen frente a sí.
Segundo punto: la relación con los padres.
Ahí, entonces, entramos en la cuestión de los padres y el trabajo que, desde el psicoanálisis, nos corresponde hacer en este momento. Quizá podemos encontrar autores, podemos encontrar posiciones de algunos analistas en la historia del psicoanálisis en las que la cuestión de los padres ha sido -de algún modo- soslayada, tomada como algo de que quizá había que ocuparse, pero que no era imprescindible. Tampoco no todos los psicoanalistas han tenido esta posición. Hay trabajos muy importantes que podemos repasar, que podemos leer en los que el trabajo con los padres ha sido crucial para algunos psicoanalistas. Pero puede mantenerse todavía en algunos momentos la idea es que hay que decirles a estos padres: “No, no, no. Ustedes, déjenme al niño y ya hablaremos del progreso”. En este momento el trabajo con los padres y con las madres, por supuesto, en relación con lo que he dicho hasta ahora es crucial, es fundamental. ¿Por qué? Porque sobre los padres hay en este momento colocada una carga que es insoportable para muchos de ellos. Deben responder a los profesionales que trabajan con sus hijos en relación con el diagnóstico -para traer el diagnóstico de su hijo lo antes posible-; deben responder a la impotencia en la que se sitúan algunos profesionales para trabajar con ellos cuando presentan sintomatologías muy complejas; deben, además, ocuparse del día a día de sus hijos que sí están en una posición autística y lo que se van a encontrar es un sujeto que no los reconoce como padres, es decir, que de entrada no los sitúa en la función.
Si ustedes toman tal como en la lógica se escribe una función, una función es siempre una función de una variable. Es una función: f(x). Entonces, para que la función paterna y materna puedan funcionar, debe hacerlo en función de una variable que es esta x. Bien, en esta x podemos situar tanto a ese hijo o a esa hija como al enigma que es ese niño o esa niña, como también podemos situar en esa x la x del deseo del padre y de la madre. Es decir, hay una correspondencia entre la pregunta por el deseo de ser padre o de ser madre, la que es una pregunta muy difícil de responder, lo vemos en la clínica al preguntar: “Usted, ¿por qué quiso ser padre o madre?”, es muy difícil responderlo. La idea para cualquiera es que el objeto de deseo está adelante -digamos-, en el hecho de tener un hijo: cuidarlo, transmitirle valores, procurarle todo, etc. Pero en realidad nosotros, a partir de Lacan, sabemos que el objeto del deseo está antes. El objeto de deseo no está al final, sino que está al inicio. Con lo cual es muy difícil, si no es por un análisis, responderse a la pregunta sobre el deseo de ser padre o ser madre.
Entonces, hay una correspondencia de este deseo de ser padre o de ser madre y el enigma sobre ese hijo o esa hija: ¿quién es este sujeto? ¿Por qué reacciona de una manera y no de otra? ¿Por qué si nosotros le hemos procurado esta educación nos sale de este modo que no tiene nada que ver con la educación que le hemos dado? Y es ahí, entonces, donde aparece la culpabilidad. Podemos situar exactamente en este punto la culpabilidad de toda madre y todo padre. Viene en el pack -digamos así- de ser padre y madre la culpabilidad que aparecerá en un momento o en otro. Y es justamente en ese momento en que se produce la confrontación entre el deseo de ser padre o madre y el enigma de ese sujeto cuando se presenta como sujeto, es decir cuando dice “No”, cuando plantea sus objeciones, cuando se constituye como alguien que es claramente diferenciado del otro. En ese momento aparece la culpabilidad de qué ha hecho el padre, qué ha hecho la madre para que su hijo se presente de este modo, que “haya salido así” -como se dice-.
Entonces, es fundamental en la clínica del autismo cómo trabajamos con la función materna y paterna, cómo vinculamos al padre o a la madre a esta función, a esta f(x); y cómo, efectivamente, operamos para producir en la medida de lo posible el surgimiento de esta x en el paréntesis. Voy a escribirlo en el chat:
f(x)
Es esto: la función de una incógnita. Entonces, hay un trabajo que en muchas ocasiones debemos hacer -de un modo o de otro- que es llevar -que nos corresponde hacer con algunos padres y madres- al niño o a la niña con autismo en el lugar de objeto -que es la posición en la que el sujeto se encuentra atrapado- a despejar ese lugar para que ahí aparezca la x, la x de: “¿Quién es ese sujeto? Tiene nombres y apellidos. ¿Quién es? ¿Por qué hace eso? ¿Por qué me rechaza? ¿Por qué ha encontrado esta cosa? ¿De dónde viene?”. La pregunta es sobre quién es ese hijo o esa hija para poderlo vincular a un relato nuevo sobre los padres sobre ese deseo que hay implícito de hijo o de hija o que no lo hay. Es decir que, en algunas ocasiones, justamente lo que nos encontramos -y no solamente en la clínica del autismo-, que cuando exploramos esta cuestión de qué deseo de ser padre o de ser madre, que no lo había, no lo hubo. Y lo que presenta el caso del hijo o de la hija es el retorno de ese rechazo fundamental en el deseo del padre o de la madre de tener un hijo. Evidentemente aquí nos vamos a encontrar con toda la casuística y es por eso por lo que, por supuesto, el trabajo es caso por caso explorar qué f(x) hay en cada caso, qué función de padre y de madre hay y en qué lugar estaría colocado ese hijo, esa hija, para poder despejar ese lugar. Finalmente, esta x es como si nosotros pudiéramos llegar a producir una especie de vacío en el que alojar las preguntas, en el que alojar una nueva significación sobre el sujeto. Es decir que ese hijo, esa hija, a través del trabajo que hacemos pueda acceder a una nueva significación que va a venir del Otro -de ese padre o esa madre- sobre quién es.
Esto es para decirles que me parece fundamental el trabajo con los padres, no solamente con hijos pequeños, sino el trabajo con los padres para incluirlos en la transferencia. Es decir, si no hay la transferencia de los padres hacia el analista, hacia la institución, pero sobre todo hacia su propio inconsciente, es decir hacia su propia pregunta acerca de este ser padre o ser madre, el trabajo con el sujeto como tal puede ver muy limitado, incluso impedido en algunos casos.
Tercer punto: en relación con el tratamiento.
Evidentemente sería muy extenso ahora hablar de toda la variedad y la riqueza que conocemos en estos momentos en el Campo Freudiano del trabajo con los sujetos autistas y la diversidad de posiciones y el debate epistémico y clínico que existe en el Campo Freudiano y que es fundamental para avanzar.
Pero querría detenerme en un punto en el que estoy ahora investigando en relación con el tratamiento y es la cuestión del encuentro. ¿A qué llamamos nosotros «encuentro» con el sujeto? Esa es la palanca para un trabajo posible. ¿Cómo podemos hablar de «encuentro» en la clínica del autismo cuando muchas veces no es evidente el lugar en el que estamos situados para el sujeto autista. Eso no es evidente. En muchas ocasiones conviene ponerlo a trabajar. En esos casos, ¿cómo hablamos de encuentro? ¿Qué es un encuentro para el sujeto autista para quien el otro tiene un estatuto al menos problemático?
Diré de paso que si ustedes se han fijado en el prefacio de Jacques-Alain Miller, al que mencionaba, hay un retorno a los Lefort. Miller propone un retorno a los Lefort. Es desde ahí que Miller plantea el debate con Maleval. Es un debate Lacan-Maleval, como dice Miller ahí, a partir de lo que los Lefort habían situado como la forclusión del significante amo. Esto es un poco complejo. No voy a entrar ahora, pero es para decirles que tenemos cuestiones frente a nosotros que ya fueron planteadas por los Lefort, el estatuto del Otro, por ejemplo. Hay otros temas a volver a investigar, el estatuto del sujeto, por ejemplo. Esto en los encuentros en Bogotá en agosto estuvimos hablando de esta cuestión: ¿qué estatuto del sujeto en el autismo? O la relación con el significante Uno, con el significante amo en el autismo, o los vínculos entre la forclusión del agujero -a la que se refiere Éric Laurent- y este significante forcluido que toma Jacques-Alain Miller de los Lefort para volver al autismo de Kanner y Asperger. Esto es un apunte aparte para señalar algunas cuestiones de investigación que me parece que son absolutamente actuales.
En relación con lo que me refería del «encuentro». ¿Cómo hablar del «encuentro» si el estatuto del sujeto es problemático y si el estatuto del Otro lo es también? Creo que, desde la última enseñanza de Lacan, hay un «encuentro» que es posible y es el encuentro de los cuerpos más allá del sentido, más allá de los objetos fantasmáticos, más allá de la mirada, más allá de la voz, más allá de los objetos trabajados por Lacan a partir de los desarrollos de Freud sobre la pulsión. Hay un encuentro posible -ésta es la hipótesis que sostengo- con el autismo más allá del sentido y, por tanto, es un encuentro entre los cuerpos, pero tal como está tratado el cuerpo a partir del Seminario XIX de Lacan. Esto es para elaborarlo realmente, es para trabajarlo. Es un tema -digamos- de alto calado y para el que conviene entrar en la última enseñanza de Lacan. Creo que hay un elemento desde el que entrar en esta cuestión y es lo que Lacan llamó la lalengua en referencia a esa relación del infans con la materia sonora, con la propia voz, el uso de la propia voz que está ya atravesada por lalengua del otro donde ese niño nació y crece. Digo esto porque es posible encontrar, por supuesto, casos de autismo que no han accedido a la palabra, pero es muy extraño que estos autistas que no han nacido a la palabra no tengan una cierta relación con lo sonoro: o bien lo sonoro producido por el propio cuerpo, o bien lo sonoro producido por medio de objetos manejados por el propio niño o que el adulto maneja. Es decir, hay una proximidad muy importante -me parece- entre e autista y lo sonoro. Y eso creo que hay que investigar desde esta propuesta de Lacan de la lalengua, desde esta constatación de Lacan de la lalengua que podemos avanzar en este punto. Es en este punto en la proximidad del sujeto autista con lo sonoro desde donde podemos explorar un «encuentro» posible. ¿Y por qué digo que es un encuentro fuera-de-sentido? Porque es un encuentro que está por fuera del lenguaje, por fuera de la significación. Es más bien un encuentro a partir de los cuerpos y de lo sonoro que atraviesa esos cuerpos.
Les voy a explicar muy brevemente -para ir terminando- lo que sucedió hace dos semanas en un taller de conversación que tenemos en TEAdir, al que asiste un chico que tiene ahora 12 o 13 años que no habla, que no tiene un uso del lenguaje, pero viene al taller de conversación. Lo invitamos. Es un chico grande, voluminoso, con el que hemos hecho un trabajo ya desde hace bastantes años en TEAdir en relación con el impacto de los objetos contra las paredes o contra otros objetos. Es un trabajo muy largo que no puedo explicar ahora, pero ha sido siempre un trabajo siempre con un interviniente y él. A partir del momento en que entra en el taller de conversación, la pregunta para nosotros es cómo producir algo del estar entre varios cuando es un sujeto con el que hemos trabajado siempre -digamos- un interviniente con él.
No ha sido evidente, pero el otro día se produjo un momento de «encuentro». Había en medio de la sala -la sala es muy grande- una caja con muchas piezas de legos que estaban ahí. Y cuando yo vi esa caja donde debía haber unas 600 o 700 piezas de lego, pensé: “Voy a retirar esta caja porque si este chico quiere impactar contra esta caja, vamos a estar horas recogiendo piezas de lego de la sala”. Entonces, por una cuestión práctica recogí esta caja y la llevé a guardarla. Cuando él se dio cuenta de esto, vino inmediatamente donde yo había guardado la caja y cogió la caja y la volvió a situar en el lugar donde estaba en el medio de la sala. Pensé que quizá se trataba de plantear las cosas desde otro lugar que no fuera por cuestiones prácticas -digamos-. Entonces, él situó la caja en medio de la sala y él estaba jugando con unos neumáticos muy grandes, neumáticos de plástico duro que, al chocar contra las paredes o los objetos, hacen un impacto fuerte y un ruido fuerte. Entonces, él daba un golpe con el pie a este neumático y el neumático recorría toda la sala hasta chocar con la pared del frente. Entonces, me puse a hacer eso mismo con otros neumáticos y, en algún momento, chocaba el suyo -otros no-, pero él, de manera natural, se impuso este orden: primero él daba el golpe, luego lo daba yo y él esperaba a que el neumático terminase el recorrido y él lo hacía. Y, en un momento, él lanzó el neumático contra la caja ésta de piezas de lego. Evidentemente, un montón de piezas saltaron de la caja y quedaron en el piso. Entonces, yo -sin decirle nada- fui ahí y empecé a recoger las piezas que habían caído y las guardé en la caja. Y él me esperaba a que yo guardase todas las piezas en la caja. Una vez guardadas, me alejaba y él volvía a buscar otro neumático, daba otro golpe, daba el golpe en la caja, saltaban las piezas y yo iba ahí, recogía las piezas y él me esperaba. Lo divertido es que hubo un momento en el que, al lanzar un neumático y yo lancé el que yo tenía, hubo una interferencia -digamos- del recorrido de su neumático y chocó con el mío y no se produjo este choque contra la caja. Eso le interesó y empezó a ver las maneras de lanzar el neumático para que chocase efectivamente con la caja y no fuera interceptado por mi neumático. Digamos que se volvió algo más compleja esta operación.
Y el punto final que les quería transmitir que para mí fue, bueno para nosotros porque se fueron añadiendo algunos intervinientes que escuchaban estos ruidos fuertes de impacto cada vez que había un choque y, además, no entendían cómo este chico no quería salir al supermercado a comprar -es la actividad que hace siempre, sale 2, 3, 4 veces al supermercado a comprar con algún interviniente-. Entonces, vamos como 20 minutos así y fueron entrando cada uno con sus neumáticos chocando, etc. Pero lo interesante es que las piezas que yo recogí en un momento se las di a él sin decirle nada. Él las tomó, las llevó a la caja y las guardó adentro. Y así recogimos todas. Chocó la caja, saltaron las piezas, fuimos a recogerlas, se las daba a él y él las llevaba a la caja. Y en un momento chocó contra la caja, saltaron las piezas, cogí las piezas, se las di a un interviniente, este interviniente se las dio a él y él las llevó a la caja y las guardó ahí. Entonces se produjo una especie de circuito en el que se sostenía algo del interés de este sujeto en el impacto. Ese día fue muy clara la relación de este sujeto con el impacto, pero del impacto fuerte, no cualquier impacto. Tiene que ser fuerte con un sonido grande y un choque importante. Hay algo del arreglo de este sujeto con los objetos y con el real que lo invade -porque es un caso muy complicado: no podía estar en la escuela, no podía estar ingresado, un caso de mucha complejidad-, hay algo que le sirve a él para tratar ese real y tiene que ser con un impacto muy fuerte.
Y en una discusión con algunos colegas, Éric González en concreto me recordó que hay una referencia en Lacan en el Seminario XIX a lo que impacta como un modo de nombrar lo real. Evidentemente está el impacto del significante sobre el cuerpo. Así que todo esto -si lo tomamos desde la última enseñanza de Lacan- tiene toda su importancia. De hecho, Rubén Tourinho -que está conmigo también en el taller-, recordó en un momento de La batalla del autismo -el libro de Éric Laurent- cuando se refiere a encontrar un real que trate lo real. No he encontrado la cita, pero ya la voy a buscar, pero me parece que en este caso para mí esto es exactamente lo que pasaba. Es decir, ¿dónde se produjo este encuentro con este chico? Se produjo estando en el mismo lugar del impacto, es decir colocándose como un partenaire del impacto, es decir del nombre de lo real para este sujeto.
Éste es un encuentro, efectivamente, fuera-de-sentido e, incluso, difícil de soportar porque no en cualquier lugar podemos colocarnos a trabajar con un sujeto así con un sonido fuerte y contundente. Esto puede ser complicado para muchas instituciones, incluso soportarlo para los propios adultos que están ahí. Pero es un encuentro efectivamente fuera-de-sentido. Y es un encuentro que produce un impacto en los cuerpos.
Entonces, ya para entrar en el último punto, el de la cuestión de la invención. Creo que la cuestión de la invención puede funcionar como elemento tercer a la cuestión de los arreglos y desarreglos. ¿Qué arreglos y desarreglos tienen que ver con la invención y con el tiempo que dura una invención para un sujeto autista? La cuestión de las invenciones en algunos momentos puede caer bajo el efecto de la idealización también. Es decir que no todas las invenciones tienen un margen para el Otro en el autismo. Entonces, se trata de una invención en que el adulto, el terapeuta, el analista, el profesional que trabaja ahí lo pueda hacer desde un real que toque el real del sujeto autista. Si no es así, seguro que vamos a recorrer el campo del sentido que, por otro lado, no es que haya que descartarlo ni mucho menos, pero el campo del sentido corre el riesgo de entrar rápidamente en el campo de la demanda del adulto hacia el sujeto autista. Y si entramos en el campo de la demanda, en algunos casos vamos a encontrar lo reactivo -digamos-, la reacción de rechazo hacia la posición demandante del adulto. Entonces, conviene explorar en estos de nuestra civilización -digamos- el campo del sinsentido, el campo de ese real que siempre fracasa para explorar una invención en la que estemos nosotros incluidos -una invención con el autista en la que se incluya algo del otro que está con él-. Esa es una cuestión -por supuesto hay otras- que quería traerles hoy para pensar el tratamiento del autismo desde el psicoanálisis de orientación lacaniana.
Bien, hasta aquí. Si les parece, podemos entrar en preguntas, cuestiones o comentarios o, también, en casos, en viñetas, en cuestiones puntuales -como les parezca-.
Luz Elena Gaviria:
Listo. Gracias, Iván. Me parece que provocaste unas referencias de investigación que las tendremos en cuenta. Para comenzar, cuando al principio dijiste la pregunta de: ¿por qué arreglos y desarreglos y no anudamientos? Tuvimos que darle muchas vueltas. Dijimos arreglos y desarreglos. Más bien, cuando sea anudamiento seamos muy finos en el autismo. Y los casos nos daban cuenta más bien de arreglos y desarreglos.
Otra parte que es muy importante en los aportes que nos haces en las referencias es ésta sobre el Seminario XIX donde muestras las referencias a los cuerpos, donde nos provocas trabajo para investigar.
Yo quisiera abrir una pregunta. De pronto, en el prefacio lo nombraste, como que venía ahí, pero de pronto no me lo encontré como lo nombraste. Dijiste el S1 como “una operación de civilización a partir del S1 autista”. Una operación de civilización. Es algo que estamos viendo últimamente en ciertos espacios con grupos de autistas donde el “Soy autista” les está dando su lugar e hiciste un desarrollo que no voy a repetir, pero la operación de “civilización” me pareció en relación con algo a ese S1. De todas maneras, más que pregunta, es una ampliación de esa operación de S1 de civilización.
Dejo ahí como para que otros intervengan con sus preguntas, pero realmente nos haces un recorrido con cada cosa enseñante y agradeciendo las referencias que anotamos. Tenemos la grabación para volver porque me parece que abres muchos campos de investigación sobre lalangue. A veces la gente se empieza a retirar y sí quisiéramos que antes que se empiecen a retirar, algunos que tengan una resonancia, inquietud, puedan aprovechar este tiempo.
Patricio está por ahí que se animó.
Patricio Moreno Parra:
Buenas tardes con cada uno. Muchas gracias por la organización. Buenas noches, Iván. Gracias por la exposición. Quería hacer un comentario. Hablaste del diagnóstico. Creo que a veces cuando recibimos niños, tenemos una cierta tensión en el diagnóstico. El diagnóstico que recibimos está hecho a partir de ciertas observaciones y de los manuales, es decir desde descripciones de conductas. Esto me hace pensar en un punto en referencia a la clínica lacaniana. Hace once días hubo una conferencia de la Asociación de Psicólogos Freudianos en Francia. Ahí participó François Leguil y Maleval. Maleval hacía hincapié en que había que hacer siempre un diagnóstico del lado psicoanalítico desde la estructura.
Entiendo que hay una cuestión que es problemática en este momento en el abordamiento del autismo desde la estructura. Para Maleval hay unos puntos que ha mencionado en su libro, que mencionó este año, que tiene que ver básicamente con el retorno del goce en el borde, el congelamiento del S1 y la hipertrofia compensatoria, como lo llama. ¿No estaríamos cayendo ahí en cierta descripción? Porque Miller en el prefacio del libro de Maleval justamente escribe “estructura autista” entre comillas para decir que como tal no se ha escrito un cierto matema, el que él arriesga como (S1)0. Pero sin embargo no tenemos como tal algo establecido, es decir que nuestra clínica también cae en esto de la descripción. ¿No habría que pensar ahí que la elaboración de los nudos, a definir la estructura autista? Esa es mi pregunta.
Iván Ruiz:
La pregunta que usted hace, Patricio, le agradezco. Es una pregunta compendio. Está compendiado ahí todo el debate actual. Efectivamente, como usted lo ha dicho, el libro de Maleval plantea de manera muy sólida algunas cuestiones y la posición de Jacques-Alain Miller, escribiendo este prefacio, yo la interpreto como una posición política del autismo en el Campo Freudiano. Hay una invitación -como usted recuerda- al debate y Jacques-Alain Miller discute inmediatamente con Maleval. Le dice que la cuestión del congelamiento está dicha solo una vez por Lacan y se refiere ahí -algo muy interesante-, si ustedes recuerdan, en la “Conferencia de Ginebra” cuando dice: “el autista y el esquizofrénico está congelado”. Hay ahí toda una serie de cuestiones -como usted recuerda ahora- muy importantes.
Ahora bien, yo creo que habría que diferenciar el ámbito del diagnóstico estructural -para nosotros en los debates epistémicos y clínicos internos en el Campo Freudiano- del uso del diagnóstico bajo transferencia. Igual que usted decía que me parece que no podemos obviar ahora ningún caso ahora -padres que vienen ahora con sus hijos a tratarse, a buscar el diagnóstico- la cuestión del diagnóstico porque lo van a encontrar en un díptico en el suelo, en una vecina, o ellos mismos en Internet o la maestra. Es decir, eso va a estar de entrada. La cuestión es qué uso hacemos de ese diagnóstico. En realidad, ese diagnóstico no es un diagnóstico ni diferencial ni administrativo. No es el diagnóstico que necesita la administración para poner en marcha una serie de recursos, de ayudas, etc. Eso que traen los padres y que llaman «autismo», en realidad es un nombre de lo real de ese hijo, de esa hija. Puede ser autismo, podría ser “es un demonio”, “es un niño inocente”, “es un niño travieso”. Es decir, entra en la serie de significantes con los cuales los padres van a hablar del sujeto, ese enigma que es ese sujeto que tienen frente a ellos. Es desde ese lado, me parece, que hay que tomar el significante «autismo» aunque ellos lo traigan como diagnóstico que ha venido de no se sabe dónde.
De algún modo, se me ocurre, quizá es forzar un poco la cuestión, pero si ustedes recuerdan, Lacan algún momento habla del significante de la transferencia. Es ese significante que no es el significante que va a ocupar el analista en el análisis. Miller lo ha desarrollado de manera excelente. Un sujeto llega al encuentro con un analista, y si hay el encuentro con él como tal, ese analista pasa a ser un significante cualquiera, como dice Lacan. Esto lo encontrarán en el algoritmo de la transferencia:
Pero Lacan distingue el significante cualquiera del significante de la transferencia. Y dice Lacan -esto está desarrollado por Jacques-Alain Miller-: “un sujeto se precipita al análisis a partir del encuentro de un significante que será el significante de la transferencia”. Es decir, antes del encuentro con el analista. Lo propongo digamos como un ejercicio de forzamiento de la teoría para ver qué produce llevar esto hasta el trabajo en la clínica infantil, el trabajo con los padres. En el trabajo con los padres podemos escuchar -en el mejor de los casos- eventualmente, antes o después, un significante con un relieve especial para esos padres, con un peso especial que toca el enigma, esa x de la que he hablado, el enigma del propio deseo de ser padre y ser madre, y del enigma del sujeto que tienen delante. En la cantidad de significantes con las que unos padres pueden describir a su hijo -¿quién es? ¿de dónde viene? ¿por qué lo tuvieron? ¿cómo es? ¿qué le pasa en la escuela? ¿cómo se relaciona con los abuelos?, etc.-, todos estos significantes que sirven para hablar de este sujeto, hay siempre uno -uno, dos, algunos- con un peso específico especial que quizá podemos tomarlos como significantes de la transferencia. Es decir, esos significantes que ellos no saben que saben que tocan a la pregunta por el hijo.
Quizá, en algunos casos, el significante «autismo» es un significante de la transferencia en el sentido de que es ese significante que traen junto con sus hijos para recibir del terapeuta, del analista, una respuesta sobre eso. Hay una suposición de saber sobre eso.
Entonces, creo que hay que diferenciar el diagnóstico en tres niveles:
El nivel del diagnóstico diferencial -la cuestión de lo estructural-. Ahí hay un debate que usted ha recordado, muy importante.
El diagnóstico administrativo, que es ese diagnóstico que va a servir a la administración para poner en marcha recursos o no, pero que es un diagnóstico que sirve a la administración.
Y el diagnóstico como significante de la transferencia. Es decir, un significante que tiene que ver con el enigma que es ese hijo, esa hija para esos padres.
Entonces, creo -efectivamente- que no podemos obviar la cuestión del diagnóstico con los padres, pero no estaría de acuerdo en decir que hay que devolverles siempre un diagnóstico como diagnóstico estructural. Me parece que está en diferentes niveles.
Luz Elena Gaviria:
Gracias, Iván. Alejandra [Hornos], ¿haces tu pregunta?
Alejandra Hornos:
Sí. Bueno, buenas tardes a cada uno. Iván, un gusto escucharte.
Bueno, un poco en la línea en la que iba Luz Elena en esto de este significante que traías. Entendí que hacías una analogía con el tema del significante «trans» y preguntarte si esta operación de civilización es lo que trae Miller en “Todo el mundo es loco”, que lo nombra como “fenómeno de civilización”[2]. Quería preguntarte eso.
Y, después, me gustó mucho, me pareció que entendí algo más. Mi trabajo en la clínica no es mucho con sujetos autistas. Me llegan algunos sujetos adultos y siempre esta pregunta por el diagnóstico y esta diferencia entre autismo y psicosis. Por eso me interesó mucho este seminario que agradezco mucho el poder trabajar junto a ustedes.
Esto de “encontrar un real que trata lo real” me pareció muy claro tu ejemplo y me vino enseguida algo. Algunos tuvimos la oportunidad de estar en Guatemala hace poco y visitar el museo del Jade y ahí nos explicaban que las máscaras mortuorias de los Mayas -hay una hipótesis- que estas máscaras -porque el jade es muy duro y no había esto del diamante que pudiera cortarlo-, hay la hipótesis de que jade corta jade. Y esto que traías de un real que trata lo real me resonó, me llevó enseguida a eso. Bueno, es un comentario no más.
Iván Ruiz:
Bueno, gracias, Alejandra. Me parece que este ejemplo del jade es muy pertinente, el diamante que corta el diamante también.
Efectivamente, creo que la gran apuesta es ésta. Es una gran apuesta porque es una apuesta de cernir el real con el que se las ve un sujeto autista. Y este es un real fuera-de-sentido y no está acompañado de los oropeles del semblante, no está vestido. Es un real descarnado. Es un real que se presenta sin ninguna posibilidad de matizarlo, de esconderlo. De hecho, se empieza a esconder cuando aparece el lenguaje, cuando aparece el Otro que empieza a tener un peso -la demanda del Otro empieza a tener un efecto sobre el sujeto autista-. Por ejemplo, estos sujetos que han seguido un trabajo conductual durante un tiempo y, entonces, ya no aletean la mano tanto porque se van al lavabo a hacerlo. Es decir, saben que ya no pueden hacer eso frente a los otros y se van al lavabo a hacerlo. Ahí podemos decir que el real en el que se encuentran, es decir esta especie de S1 atrapado en el cuerpo que no puede llegar a hacer palabra -entonces, queda atrapado en la estereotipia-, cuando aparece el Otro como tal, un Otro consistente, ahí empieza a esconderse ese real. Pero si no, el real del autista es ese real que se presenta de manera franca. Entonces, el gran reto es cómo lo cernimos y cómo encontramos la manera de situarnos ahí. Porque desde ese real hay la posibilidad hay la chance de tocar el real con el que se encuentra el sujeto y, por tanto, esa es una de las vías posibles para el encuentro.
Y el uso de la lalangue, de esta materia sonora, estas producciones vocales, estos sonidos creo que es muy importante. De hecho, si nos quedásemos en el Lacan de los años ’60, el autista no podemos nombrarlo como sujeto como tal. Es un abuso el término sujeto para el autismo, sobre todo para esos autistas que no hacen uso de la palabra, del lenguaje. Ahora bien, ahí tendríamos los sujetos -común de los humanos- por un lado, y los autistas, por el otro. Recuerdo muy bien un foro sobre el autismo que organizamos en la ELP en España y Judith Miller dijo de una manera muy contundente que el autista era sujeto normal como los otros. Y a mí me dejó pensando mucho esta manera de decirlo. En realidad, desde la última enseñanza de Lacan, esto se puede sostener porque todo autista está en el parlêtre. Podemos encontrar al autista en el parlêtre, en el serhablante, es decir, en ese cuerpo que está afectado por el lenguaje, por lalengua. Y ahí hay una chance de encontrarnos con ese parlêtre. ¿Por qué? Porque en el parlêtre hay el goce que produce el impacto de lalengua sobre el cuerpo. Entonces, ahí podemos encontrarnos también con ese autista. Y es un campo de investigación que para mí es muy interesante.
Luz Elena Gaviria:
Bueno, Iván. No vamos a pasarnos de las tres de la tarde. Ya muy generosamente hemos tenido un tiempo largo, pero sí queremos escuchar a Luz Adriana para que nos haga su pregunta y vemos si de pronto vemos si Piedad [Ortega] se anima con su cierre para despedirnos. Luz Adriana, adelante.
Luz Adriana Mantilla:
Gracias, buenas tardes. Buenas tardes a todos. Gracias a Iván.
Es más como poner a la conversación algo que me suscitó un poco lo que planteaba Iván en función del encuentro con el autista. Pues yo tampoco no he tenido práctica, no he tenido oportunidad de trabajar con este tipo de sujetos, aunque acabas de decir que es un abuso el término «sujeto». Digamos que me interesa mucho y me parece muy orientador cuando escucho hablar de la clínica del autismo y cuando escucho hablar sobre estos temas.
Cuando tú hablabas de «encuentro» decías que “es un encuentro de los cuerpos más allá del sentido”, decías. Me hacía pensar un poquito en la práctica en general y, justamente, -porque tu decías “más allá del sentido”- me preguntaba -incluso ahora de que el encuentro puede producirse antes de ese encuentro entre los cuerpos- que si bien en la práctica con el autismo es muy mucho más radical -tú acabas de decirlo-, es un encuentro efectivamente entre los cuerpos, es algo crudo -decías-, es a partir de lo sonoro y del cuerpo como tal. Pensaba si eso -trasladado a la práctica en general-, uno puede pensar en que precisamente hay encuentro con el analista cuando aparece el sinsentido.
En esa misma vía me ponía a pensar si, para hablar de «encuentro con el autismo» uno tendría que pensar no en el sinsentido, sino el fuera-de-sentido. Creo que Miller -en un seminario que estamos trabajando ahora en mi sección- planteaba que cuando se habla del sinsentido es porque hemos partido del sentido. Y, tal cual como te escucho plantear la práctica con el autismo, pareciera que no es del sinsentido que hablamos. Entonces, es un poco dejar eso para conversar. Gracias.
Luz Elena Gaviria:
Gracias, Luz Adriana. Bueno, Iván. ¿Qué le contestas?
Iván Ruiz:
Gracias, Luz Adriana. Me parece muy interesante lo que usted plantea. En relación al campo del autista, creo que el trabajo es el recorrido inverso al que se produce en análisis mismo en el que vamos del sentido al fuera-de-sentido, a esos S1 sueltos que son el efecto del impacto de lalengua sobre el parlêtre, lo que Lacan llamaba el essaim, el enjambre de S1. Bien, en el autismo, diría que vamos justamente en la dirección opuesta. Partimos del fuera-de-sentido. Se puede partir del sentido igualmente. Hay prácticas que trabajan con insuflar sentido al sujeto. Pero si lo deseamos podemos partir del fuera-del-sentido. Vamos a encontrar al autista ahí.
Me parece muy interesante esto que ha dicho. No lo voy a encontrar ahora, pero hay un momento muy interesante en el Seminario XIX de Lacan donde él habla del primer momento del encuentro de un analizante con un analista. En la página 224 del Seminario XIX que se titula …o peor, Lacan dice -un momento muy interesante hablando de su práctica-:
“Cuando alguien viene a verme a mi consultorio por primera vez, y yo escando nuestra entrada en el asunto en algunas entrevistas preliminares, lo importante es la confrontación de cuerpos. Justamente por partir de ese encuentro de los cuerpos, estos quedarán fuera de juego una vez que entremos en el discurso analítico.”
Digámoslo así, una vez que el paciente se estira en el diván y se pierde el contacto visual.
“No obstante, en el nivel donde funciona el discurso que no es el discurso analítico, se plantea la cuestión de cómo logró ese discurso atrapar cuerpos.”
Me parece que es muy interesante esta confrontación de cuerpos que es la que conviene producir con el autismo y muchas veces con un fuerte impacto -evidentemente con un cierto cálculo previo y, por supuesto, intentando entender los efectos-. Pero a veces es esta confrontación de cuerpos que es fuera-de-sentido lo que puede -digamos- instalar algo del vínculo entre el adulto y el sujeto autista. Y sobre todo Jacques-Alain Miller lo recuerda en varias ocasiones, no solo el sujeto, sino el efecto de sujeto en el autista.
Luz Elena Gaviria:
Listo. ¿Piedad está por ahí? ¿De pronto va a decir algunas palabritas?
Piedad Ortega:
¿Se me escucha?
Es un pequeño comentario que hiciste una precisión que a mí me parece que orienta la clínica del autismo en la actualidad. Todos ya vienen diagnosticados. Si no lo hicieron por un profesional, en Google lo hacen. Entonces, ¿qué diferencia haría para que un autista entrara en la experiencia analítica -por lo menos los que hablan-? Siempre hay un efecto de cuerpo, pero me parece que lo que yo haría valer en ese encuentro de cuerpos es justamente, a propósito de que hay un uso particular, que se interrogan sobre el uso del diagnóstico bajo transferencia.
Digo un detalle. Por ejemplo, a alguien que habla, habla y habla -les hablé de ese caso- de cómo hacer dinero para casarse y tener cuatro hijos. Llegó un momento en que sigue en lo mismo y yo decidí que no iba a hablar más hasta cuando en la sexta sesión que yo no hablaba y él seguía itera e itera e itera, entonces me dijo: “Es que no has entendido, parece, nada”. Entonces, le dije: “Explícame”. “Lo que me pasa es que lo que a mí me interesa es cómo funciona mi cabeza. Lo que te puedo decir ahora es complejo y es denso. Ya vas a ver todo lo que te mando y de eso vamos a hablar”. Entonces, en esta pequeña viñeta me parece que lo importante es ese giro que se puede dar en la manera singular cómo el autista sitúa esta palabra «autista» que le cayó como sombrero. Ese es el único comentario que puedo hacer.
Luz Elena Gaviria:
Bueno, Piedad. Sé que hay muchas otras preguntas e inquietudes, pero bueno, la generosidad de Iván con su tiempo… Es tarde para él allá. Gracias, Iván, por las referencias. Realmente nos tocó a cada uno el cuerpo. Nos provocaste y nos dejaste causados para seguir trabajando -como lo dijiste al principio-: “Se autoriza no de cualquier manera con el propio trabajo de formación”, como lo dijiste, “con saber algo de su inconsciente” y hacer esta transmisión que vamos a comenzar a partir de ahora y que es a partir también de autorizarnos a entender por la clínica los conceptos.
Gracias, Iván y un aplauso para decirnos adiós.
Iván Ruiz:
Les deseo un muy buen trabajo. Hasta otra ocasión.
*Iván Ruiz es miembro de la ELP de la AMP, director del documental “Otras voces”, coordinador del Grupo de Investigación “Para una práctica entre varios” en la Sección Clínica de Barcelona, responsable de los espacios de TEAdir.
[1] Lección inaugural del Seminario del ESIAPP 2022-2023 “Clínica de los arreglos y desarreglos en el autismo” coordinado por Luz Elena Gaviria, AP de la NEL-Medellín.
[2] Miller J.-A., Todo el mundo es loco, Buenos Aires, Paidós, 2015, p. 31.

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