Síntoma y Sinthome – por Fabián Schejtman – 2022/10/27

SÍNTOMA Y SINTHOME

Por Fabián Schejtman

2022-10-27


Alejandra Hornos:

Vamos entrando a una pequeña previa mientras se van terminando de conectar. Así que bueno, Fabián, muchas gracias por acompañarnos. Muy animados y entusiasmados. Otros temas también, pero este del Sinthome realmente tu trabajo es una referencia para muchos.

Quiero contarles un poco el contexto de la invitación que cursamos y que invitamos a Fabián. Inclusive estaba dispuesto a viajar, pero presencial con mucho gusto en otra oportunidad. Todavía seguimos por Zoom. Acá ya estamos empezando a abrir. Bueno, agradecerte muchísimo. Y contarles que la invitación fue cursada en el contexto del Espacio de Investigación Clínica que tenemos en la Sección NEL-Santa Cruz a partir de que trabajamos en módulos durante el año. Tuvimos un primer módulo. Este es el segundo y el tema es “Síntoma y sinthome”. Entonces, “Evolución y progreso” que lo tomamos como título de otra colega. Entonces, al final de un módulo hacemos pequeñas investigaciones y elaboraciones, compartimos y conversamos ese trabajo presentando también viñetas clínicas o casos. Al final invitamos a algún colega de la AMP que haya publicado sobre el tema que nos ocupa y, en ese contexto, es que Raúl Arancibia, Edgar Marcelo Guzmán -desde Sucre- y yo -que estaba coordinando también ese módulo decidimos invitar a Fabián. Ese es el contexto.

Un breve video del trabajo que realizamos porque no queremos quitar mucho tiempo al invitado. Nos interesa la conversación. Nos interesa que puedan hacer las preguntas y la mayor cantidad de reflexiones y mover este tema tan importante para la clínica.

Evelyn Schejtman, tocaya de Fabián en el apellido, pasemos el video.

Evelyn Schejtman:

Lo comparto, Ale.

Video

Alejandra Hornos:

Bien, gracias. Es un poco de un breve recorrido del trabajo que hemos realizado hasta hoy que nos encontramos con Fabián. Y bueno, voy a hacer la presentación formal de Fabián. Es psicoanalista, Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y la Asociación Mundial de Psicoanálisis, profesor titular plenario de la Cátedra 2 de Psicopatología y director de la Maestría de Psicoanálisis de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, docente del Instituto Clínico de Buenos Aires -ICdeBA- y de la Maestría en Clínica Psicoanalítica de la Universidad de San Martín, la UNSAM, premio nacional argentino de cultura 2011-2014 por el libro Sinthome – Ensayos de clínica psicoanalítica nodal[1] en el 2015, distinción a la excelencia académica UBA en 2016, autor -entre otros- de los siguientes libros: La trama del síntoma y el inconsciente en el 2004, Elaboraciones lacanianas sobre las psicosis en el 2012, Elaboraciones lacanianas sobre la neurosis en el 2012 también, Psicopatología clínica y ética de la psiquiatría y el psicoanálisis en el 2013, Sinthome – Ensayos de la clínica psicoanalítica nodal en 2013 y Philip Dick con Jacques Lacan – Clínica psicoanalítica como ciencia ficción en 2018.  

Bueno, le damos la palabra a Fabián. Fabián, te escuchamos.

Fabián Schejtman:

Bueno, comienzo por agradecer muy calurosamente a mis colegas de la Sección Santa Cruz de la NEL, a los miembros del ESIC -Espacio de Investigación Clínica- y muy especialmente a Alejandra Hornos quien tuvo la amabilidad de invitarme.

Entonces, voy a hablarles del sinthome, lo que va a ser una especie de excusa para conversar sobre lo que he llamado -siguiendo a Lacan, por supuesto- «clínica psicoanalítica nodal». Tengo unos 17 puntos. No sé si voy a tomarlos todos. En todo caso voy a ser breve en cada uno de ellos.

Años

El primero se llama Años. 1972, febrero del ’72, es decir 50 años han pasado de una noche muy especial en la que Jacques Lacan se encuentra con el nudo borromeo. En su Seminario …o peor en 1972, comenta que una noche cenando con una persona maravillosa -no nos dice quién era, pero después se sabe-, ella que era compañera de un grupo de estudio de Lacan, de un grupo de estudio de matemática, le muestra la cadena borromea. En realidad, los anillos borromeos son una cadena. Es una cadena de tres anillos, de tres círculos. Y desde allí, Lacan no los suelta nunca más en su enseñanza. Esa última enseñanza de Lacan lo tiene a Lacan trabajando con el nudo por lo menos 9 años, los últimos nueve años de su enseñanza y también de su vida.

Bueno, salvando las distancias, yo en 1994 por una razón muy particular es que me interesé en la sentencia, en la afirmación de Lacan de que una mujer podría ser un síntoma para un hombre o un sinthome. Y lo dice de modos distintos en el Seminario XXII y el Seminario XXIII. En el Seminario XXII, todavía no tiene una noción de sinthome y dice: “Una mujer es un síntoma para un hombre”. En el Seminario XXIII dice que es su sinthome. A partir de allí me intereso en la cuestión del sinthome y en la clínica nodal. Junto con unos colegas armamos un cartel. Recuerdo que el más-uno de ese cartel era Roberto Mazucca. Mis colegas, además de Roberto, por supuesto, eran Fabián Naparstek, Alejandro Daumas y Manuel Schlotnik. Bueno, armamos ese cartel sobre la última enseñanza de Lacan y la clínica nodal. Cinco años después, en 1999, y después de dictar un curso en la EOL, publicamos con Roberto y Manuel nuestro libro Las dos clínicas de Lacan. Se llama Introducción al nudo como subtítulo. Es decir que ya estábamos trabajando allí esas cuestiones y es en ese contexto que hago mis primeras publicaciones en torno del tema del sinthome y la distinción crucial, a mi juicio, entre sinthome y síntoma e introduzco ya elementos de la teoría de los nudos, siguiendo a Lacan, en el psicoanálisis. En 2013, defiendo y publico mi tesis de doctorado. El ratoncito que está en el cartelito que hicimos para hoy está extraído de la tapa de mi tesis de doctorado que se llama -como lo recordó muy bien Alejandra recién- Sinthome – Ensayos de clínica psicoanalítica nodal.

Yo les diría que los resultados de una investigación que para entonces llevaba unos 20 años en curso, ahora ya lleva unos 30 años en curso, están publicados en ese libro. Yo me voy a referir a algunas cuestiones de ese libro. Y ya en ese libro hay ya varios casos abordados sirviéndome del nudo y de la trenza, pero me parece a mí que la aventura más linda respecto de ese asunto fue abordar a uno de mis amores de la adolescencia, el escritor de ciencia ficción Philip Dick que fue en el año 2018. Ese libro se llama Philip Dick con Jacques Lacan – Clínica analítica como ciencia ficción es una especie de mixto entre una novela porque hay un análisis breve que tiene Philip Dick con Lacan y el abordaje del caso Dick sirviéndome del nudo y de la trenza.

Es decir que llevo algunos años trabajando este tema e intentando transmitir a mis colegas de la AMP lo que me ha enseñado el trabajo que he hecho con la última enseñanza de Lacan. Me ha llevado a rectificar algunas nociones que están en el mainstream, en la carretera principal, en el curso medio por donde va el pensamiento general de la AMP -si es que existe algo así-. Y espero hablarles un poco de eso porque todavía sigo intentando rectificar lo que llamo la «desviación de la noción de sinthome», el desvío que se ha producido siempre en la medida en que se deja de leer o no se ha leído el modo en que Lacan ha concebido la noción de sinthome cuando la introdujo en la conferencia “Joyce el síntoma” en junio de 1975 y la estabilizó -los términos son míos- entre las clases 5 y 6 del Seminario XXIII.

La tesis en la tesis

Éste es el segundo punto. En mi tesis de doctorado, la tesis que yo sostengo fuertemente apunta especialmente -insisto- a destacar y luego rectificar una desviación. A esa desviación yo la llamo «reduccionismo realista» y «reduccionismo teleológico» de la noción de sinthome. Se ha creído que el sinthome sería la vertiente real del síntoma. Se ha creído que un análisis iba de los síntomas al sinthome; de los síntomas que serían metafóricos e interpretables a esa dimensión real del síntoma que sería el sinthome. Eventualmente se llega a un fin de análisis y se alcanza ese hueso del síntoma, esa dimensión real del síntoma -que Lacan habría llamado sinthome- y que eventualmente se sabría-hacer-ahí con ese real síntoma -que Lacan habría llamado sinthome-. Y es aquello que en el Seminario XXIV Lacan habría -escuchen el potencial del tiempo del verbo porque enseguida lo voy a criticar- llamado «identificación al síntoma» -primera clase del Seminario XXIV-.

La verdad es que el sinthome no es la dimensión real del síntoma. Basta abrir brevemente el Seminario XXIII para ver que, lejos de ser real -pero tampoco simbólico o imaginario-, el sinthome es un cuarto elemento, una cuarta cuerda que impide que lo real, lo simbólico y lo imaginario se vayan cada uno por su lado. No hay que confundirlo con la dimensión real del síntoma. El sinthome no es la dimensión real del síntoma. El sinthome permite que lo real, lo simbólico y lo imaginario se anuden, se enlacen.

Y lejos de concebir al sinthome como un producto exclusivo del fin del análisis al que habría que llegar, cuando Lacan introdujo la noción de sinthome en su enseñanza lo hace apuntando al caso no solo de alguien que no llegó al final del análisis, sino de alguien que no se analizó nunca, que no se acostó en un diván: James Joyce. Vayan a leer el Seminario XXIII. Es un seminario que Lacan dedica al escritor James Joyce y ubica el ego en una posición que Lacan no duda en llamar de sinthome. El ego de Joyce, su deseo de ser el artista anudando los registros. Y en el caso de Joyce particularmente -quizá tengamos tiempo de explorarlo- impidiendo que lo imaginario que en él tiende a fugarse no se suelte. No es la dimensión real del síntoma en Joyce, ni siquiera su escritura. Es hacerse un nombre a través de la publicación de su obra. Su ego anuda, repara el lapsus del nudo, de la cadena que se produce entre real y simbólico impidiendo que lo imaginario se suelte.

Destaco esos dos reduccionismos: el reduccionismo realista que cree que el sinthome es la dimensión real del síntoma -y lo critico-, y el reduccionismo teleológico. El teleos es el fin. Éste es el reduccionismo que cree que el sinthome es aquello que te entregan en la última sesión de tu análisis. Suenan las trompetas, bajan los ángeles del cielo y el analizado que termina su análisis es coronado con un sinthome. Nada más lejos, mis estimados, de la enseñanza de Lacan que una idea del sinthome idealizada porque finalmente -hay que decir- se trata de esto: de la idealización del sinthome que, en última instancia, esteriliza esa noción para que podamos valernos de ella clínicamente.

Una de las razones por las cuales no se ha desplegado, no se ha desarrollado la clínica nodal del último Lacan ha sido el desvío, el desconocimiento del modo en cómo Lacan planteó la noción de sinthome. Queriéndolo equivalente a la dimensión real del síntoma, queriéndolo producto exclusivo de un análisis llevado hasta su término, es imposible trabajar con el sinthome en nuestros casos de todos los días. Eventualmente algún AE podría hablarnos de su sinthome como aquel que terminó su análisis. Pero Lacan -insisto- no redujo la noción de sinthome al producto exclusivo de un análisis. Más aún, consideró a aquellos sinthomados como inanalizables. El sinthome está sobre todo antes del análisis. Está en Joyce, inanalizable; está en el católico verdadero, inanalizable; porque el sinthome es una solución. Y para que haya un análisis, las soluciones, mis estimados, tienen que trastrabillar.

Googleen en la web el sintagma “Del síntoma al sinthome” y van a encontrar no menos de 2.000 o 3.000 trabajos de gente que cree que en un análisis se va del síntoma al sinthome. Yo planteo un poco a contracorriente que para que un análisis comience -cuando lo hace- hay que ir más bien del sinthome al síntoma. Porque el síntoma es lo que pone en cruz e impide que las cosas anden mientras que el sinthome es un modo de funcionamiento, de estabilidad de la estructura nodal. Es lo que impide el desencadenamiento porque impide que lo real, lo simbólico y lo imaginario se vayan cada uno por su lado. Antes que repetir como loros que en un análisis se va del síntoma al sinthome, hay que concebir que un análisis comienza cuando se produce el paso que lleva del sinthome -que nos adormece y en todos los casos el sinthome nos adormece, y podemos discutirlo- y se eleva, surge lo que Lacan llama sin dudar a dudas el síntoma.

Pero bueno, ¿por qué razón es que tanta gente ha pensado que hay que terminar un análisis con un sinthome? Nosotros que somos los paladines de la singularidad, por todos lados encontramos que hoy en día todo el mundo termina identificado al síntoma como un sinthome. ¿Por qué se desconoce esta perspectiva? Insisto que está en el Seminario XXIII: el sinthome no es ningún producto final del análisis. Lacan lo concibe por fuera del campo del análisis, antes del análisis, durante el análisis. Lo vamos a ver enseguida. Le preguntan en el Seminario XXIII: “¿Es el psicoanálisis un sinthome?”. Lacan dice: “No. El psicoanalista es un sinthome”. Capítulo 8 o capítulo 9 del Seminario XXIII. ¿Por qué el psicoanalista es un sinthome? Porque allí donde la estructura nodal se ha desinthomatizado -con «th»-, donde se ha perturbado el sinthome, el psicoanalista es una suplencia. Y los efectos terapéuticos del análisis provienen del analista-sinthome que reanuda lo que se ha desencadenado. Entonces, insisto en ¿por qué se ha concebido el sinthome de esta manera? En español es bastante prevalente en la web, búsquenlo. Aunque no deja de estar presente también en inglés, en francés, en portugués el sintagma «Del síntoma al sinthome». O quizá sea un poco más “cheto” -como se dice acá en Buenos Aires- terminar un análisis con un sinthome, un sinthome francés. Pero no es la idea de Lacan. Insisto. Cuando tiene que tomar a alguien para introducir un caso clínico, para introducir la noción de sinthome en su enseñanza, toma el caso de James Joyce, alguien que no se analizó nunca. El sinthome no es la dimensión real del síntoma -crítica al reduccionismo realista-. El sinthome no es un producto exclusivo del final de análisis. Cuando digo “exclusivo”, por supuesto que puede haber un síntoma al final del análisis, pero también lo hay antes, durante y por fuera.

Y, por último, agregaría -porque en mi tesis no está tan subrayada esta idea- el «reduccionismo singularista» que pretende que el sinthome sería lo más singular que alguien tiene. Pues no, mis amigos, no desde mi perspectiva y podemos discutirlo si ustedes quieren. Miren, tomen un texto de Lacan que se llama “Exposición tras la presentación de André Albert sobre el placer y la regla fundamental” y van a ver a Lacan trabajando con una triada -que es aristotélica y que Lacan lo tira por la borda por más singular que sean sus fines- que es la tríada universal, particular, singular. Por supuesto que en un análisis apuntamos a la singularidad, pero no sin pasar, sin sudar -dice Lacan- por una serie de particulares.

Voy a ser más explícito. El sinthome tiene una dimensión singular, una dimensión particular y una dimensión universal. Y si hay singularidad en el sinthome, también lo hay en el síntoma, en el fantasma y en las identificaciones. El sinthome no es en sí mismo algo singular. Por supuesto que hay singularidades en el sinthome, pero si somos serios -y la seriedad Lacan lo pensaba a partir de lo que hace serie- es porque hay tipos de síntomas, tipos de sinthomes, tipos de nudos, tipos clínicos. Lean la “Presentación a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos”. Por supuesto que hay lo que no hay, no hay relación sexual, pero hay una clínica y hay tipos de síntomas para Lacan. Y el síntoma obsesivo no es el síntoma histérico. Y los modos psicóticos de estabilizar la relación entre los registros son particulares. El sinthome en la psicosis no es el sinthome en la neurosis. Y no estoy hablando del nivel singular. Estoy hablando del nivel particular. Ser la mujer de Dios que puede concebirse como una metáfora delirante que tiene función de sinthome en Schreber puesto que anuda la estructura, puesto que anuda sus registros, sin duda es una solución singular. Si ustedes la ubican en el nudo, es una solución psicótica, no borromea, particular.

El sinthome es singular, es particular y también es universal porque todos tenemos que inventar alguna chifladura sinthomática -con «th»- para suplir la relación sexual que no hay. El sinthome tiene función de reparación, función de suplencia y esa es una función universal. “Todo el mundo es loco” es una sentencia universal de Lacan. Podemos tener delirios singularistas los psicoanalistas que creemos que nos ocupamos exclusivamente de lo singular. Lacan se ocupó de lo singular, de lo particular y de lo universal. Y cuando afirma en los años ’70 que “Todo el mundo es loco” es que todo el mundo delira, todo el mundo sueña, todo el mundo tiene que inventarse una chifladura y esto función de sinthome, de anudamiento, de encadenamiento para vérselas con lo que no anda. Hay también en psicoanálisis proposiciones universales. Las hay particulares, las hay singulares. Tener la fantasía de que el Capitán Cruel está torturando en el más allá al padre del Hombre de las Ratas y a la amada con una tortura que ustedes conocen muy bien -meterle las ratas por el trasero a alguien- es algo muy singular. El sinthome no es lo más singular que alguien tiene. El fantasma también tiene un aspecto singular, único de ese sujeto, del Hombre de las Ratas. Y también tiene una dimensión particular porque no es lo mismo un fantasma en la histeria que en la obsesión. Y tiene una función universal: taponar la falta radical que Lacan escribe S(Ⱥ) en el grafo. Cualquier noción en psicoanálisis puede ser leída en esas tres dimensiones: lo singular, lo particular y lo universal. El reduccionismo singularista cree que el sinthome es lo más singular que tenemos. Pues no. En el fantasma también hay una dimensión singularísima. En las identificaciones que sostienen nuestra existencia también cada una de ellas pueden ser leídas en el nivel de lo singular, de lo particular y de lo universal.

Les he contado lo que a mi entender no es el sinthome. El sinthome no es real. Por lo menos no es exclusivamente real, sino que es lo que viene a reparar el cruce de dos registros. Nunca es solamente real. Se ubica entre real y simbólico, por ejemplo, en Joyce. El ego viene a reparar el lapsus del nudo entre real y simbólico. El sinthome se produce siempre entre dos registros para Lacan, ahí donde se produjo el lapsus de anudamiento. El sinthome no es la dimensión real del síntoma. Que un síntoma en su dimensión real pueda tener función de sinthome, por supuesto, pero puede no tenerla. El sinthome no es en sí mismo lo real del síntoma. El sinthome es función de anudamiento para Lacan.

El sinthome no es producto exclusivo del final del análisis. Existe antes del análisis y tiene que perturbarse su funcionamiento para que alguien consulte, para que alguien tenga una demanda, para que algo se haya desencadenado y surja un síntoma -que es donde se apoya una pregunta-. Una verdadera pregunta que lleve a un análisis no se apoya en el sinthome -que es una respuesta, que es un funcionamiento-, se apoya en un síntoma -que es signo de lo que no anda en lo real para Lacan-. El sinthome está antes, está durante, está después y está por fuera del psicoanálisis. No es exclusividad del AE. Esto abre la posibilidad de que nosotros podamos hacer un uso instrumental del sinthome en nuestros casos. Lean mi tesis de doctorado. Tengo allí por lo menos 6 o 7 casos que trabajo sobre el tema del sinthome y, por supuesto, el libro mío sobre Philip Dick es quizá el abordaje más extenso que he dedicado al asunto.

Y, finalmente, el sinthome no es singular. Es singular, es particular y universal. Tiene funciones universales. Por supuesto que en cada uno puede tener un rasgo propio, singular, pero también tiene una dimensión particular. Pero si somos serios, las ideas obsesivas del Hombre de las Ratas pueden eventualmente tener función de sinthome. No siempre son perturbadoras. Pueden tener función de anudamiento. Habría que desarrollarlo. Pero siguen siendo ideas obsesivas. Son ideas obsesivas. No son síntomas histéricos. Ahí una particularidad ahí en el sinthome. Lo que ejemplifiqué recién con la metáfora delirante: “Ser la mujer de Dios” que, leyendo retroactivamente del Seminario XXIII, tiene función de sinthome, de anudamiento. Porque el sinthome tiene función de anudamiento. No hay ninguna maravilla que se entrega al final del análisis. Y si lo idealizamos de esa manera, hemos perdido la posibilidad de servirnos de esa clave -Miller la llama así-: “La clave de la clínica de la última enseñanza de Lacan es la noción de sinthome”. Si es que leemos a eso siguiendo a Lacan, pero a veces a Lacan ya no se lo lee más. Se repite ecolálicamente algunas frases sueltas: “El sinthome sería lo real”, “El sinthome es aquello que apuntamos al final de un análisis” o “El sinthome sería lo más singular de cada uno”. Podemos discutirlo. Yo les he dado mis argumentos de lo que no es el sinthome.

Pero ¿qué es lo que es el sinthome? Es ya mi sexto punto. El sinthome introducido por Jacques Lacan en junio de 1975 en la conferencia “Joyce el síntoma”, meses antes del Seminario XXIII, ya ahí el sinthome -es en esa conferencia donde Lacan introduce esa noción que en realidad es una grafía antigua con la que antiguamente en francés se refería a lo que se escribe en la actualidad symptôme– es reflotado por Lacan en esa versión antigua y la hace heredera de una función que en el Seminario XXII se llamaba «función de la nominación». ¿Qué es la función de la nominación al final del Seminario XXII de Lacan? Hay que hacer un estudio de la génesis de la noción de sinthome en Lacan. Proviene de la noción de nominación. El padre que nombra, el padre como nombrante, la función anudante del padre que nombra -no del Nombre-del-Padre-, tal como Lacan lo propone en las últimas clases de su Seminario XXII. ¿Por qué función de anudamiento? Porque Lacan llama «Padre del nombre», «función de nominación» a cada uno de los miembros del trío freudiano de 1925 -la inhibición, el síntoma y la angustia- que al final del Seminario XXII son propuestos como capaces de anudar lo real, lo simbólico y lo imaginario que, para esa altura de la enseñanza de Lacan, ya no se anudan por sí mismos. Hay un desarrollo que hacer -que no lo voy a hacer hoy aquí ciertamente con ustedes- para mostrar cómo Lacan en el Seminario XXII, Lacan va de la cadena de tres a la cadena de cuatro. Tiene un comienzo en el seminario que es crítico respecto de Freud. Dice que Freud no era lacaniano, Platón sí, Tolstoi sí, pero Freud no. ¿Por qué? Porque Freud no podía prescindir del cuarto elemento. Y para ser lacaniano, al comienzo del Seminario XXII, hay que tener una cadena de tres y Freud era un cuaternario, un paternalista. Bueno, si se lee el Seminario XXII en detalle -en mi tesis de doctorado hago ese recorrido-, se va a ver cómo Lacan se va volviendo cada vez más freudiano hasta que dice: “Del cuarto no se puede pasar. El cuarto es necesario. El cuarto elemento es la función de la nominación que redoblando lo imaginario, lo simbólico o lo real los mantiene enganchados, anudados”. Y llama «nominación imaginaria» a la inhibición, llama «nominación simbólica» al síntoma y llama «nominación real» a la angustia -última clase del Seminario XXII-. Estos tres son propuestos como pasibles de anudar a sus tres registros que no son capaces -a esa altura de la enseñanza de Lacan- de anudarse por ellos mismos. ¿Por qué? Porque el nudo falla. Porque no hay relación sexual -lo que se ha extendido como un virus a toda la enseñanza de Lacan- y ahora no solamente no hay relación entre los sexos, ¡no hay relación entre los registros! Y la función de nominación es una función de suplencia que viene a anudar allí donde los registros no se anudan.

Ahora bien, en la conferencia “Joyce, el síntoma” de junio de 1975, a esa función anudante de la nominación paterna Lacan dice: “Voy a llamarla desde hoy: sinthome”. El sinthome en 1975 es lo que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario.

¿Qué agrega el capítulo 5 y el capítulo 6 del Seminario XXIII que permite que se dé inicio a la clínica nodal? El sinthome ya no es solamente lo que anuda lo real, lo simbólico y lo imaginario tal como Lacan lo expone en la conferencia de junio del ’75. Entre febrero y marzo del año ’76, Lacan agrega la función del sinthome -que ya era una función de anudamiento- a esta función capital de la clínica nodal que es la función de reparación. Porque el sinthome va a ser definido como aquello que viene a reparar el lapsus que ha dejado suelto a los tres registros o que ha dejado suelto a uno de ellos mientras que los dos pueden quedar interpenetrados como ocurre en el caso de James Joyce; que un solo lapsus deja interpenetrados, es decir enganchados cada uno pasando por el agujero del otro real y simbólico, y lo imaginario tiende a soltarse. Un solo lapsus en la cadena borromea interpenetra dos registros y suelta uno. ¿Y el sinthome qué es? Es un cuarto anillo que agregado viene a reanudar lo que se ha desanudado. Ya no solamente es lo que anuda, es lo que repara una falla en la escritura nodal.

El sinthome no es necesariamente real. No digo que tenga prevalencia en algunos casos en el registro de lo real. Pero en la metáfora delirante de Schreber es lo simbólico lo que prevalece. En la compensación imaginaria del Edipo ausente en el Seminario III mantiene compensada una psicosis sin contar con el Nombre-del-Padre. Es lo imaginario lo que prevalece en eso que también tiene función -leyéndolo desde el Seminario XXIII- de sinthome. El sinthome no es ninguna maravilla. Es una cosa de todos los días. ¿Cómo nos lo arreglamos en la vida? ¿Cómo tratamos lo que falla? El nudo, eso falla. Los humanos estamos mal hechos.

¿Vieron la película, ustedes, Edward Scissorhands? En Argentina se tradujo “El joven manos de tijera” de Tim Burton, con Johnny Depp. Recuerdan a ese pobre muchacho abandonado en ese castillo solo con unas manos de tijera. Cuando lo llega a ver esa mujer que lo viene a traer a la ciudad del discurso, esa ciudad de casitas pasteles. Avon´s lady viene a venderle cosmético. Lo encuentra al muchacho éste y él solo puede decir: “I’m not finished”. “No estoy terminado”. Los humanos somos Edward Scissorhands. No estamos terminados. Estamos mal hechos. Necesitamos inventar artificios para anudar lo real, lo simbólico y lo imaginario. Y eso que se llamaba «función de la nominación» puede ser más imaginario si redobla lo imaginario; más simbólico si redobla lo simbólico; más real si redobla lo real, se llama sinthome en la enseñanza posterior de Lacan que, como ven, no es real, simbólico o imaginario, pero puede tener función, estatuto más de prevalecer algún registro sobre otro.

En el Seminario IV, Lacan habla del caso Juanito. Hay una falla en Juanito. Es la falla del padre real dice Lacan allí. ¿Cómo se suple? Con un artificio simbólico. Es la metáfora fóbica. Es un sinthome -leído desde el Seminario XXIII-. Sinthome es función de solución, función de reanudamiento. La fobia de Juanito no se desencadena. Lo que se desencadena en Juanito es la angustia. El sinthome fóbico reanuda. Es una solución por problemática que sea.

Entonces, lo que se agrega entre los capítulos 5 y 6 del Seminario XXIII es la pareja que hace el sinthome con esta noción que es fundamental en la clínica nodal, que es el lapsus del nudo o el lapsus de la cadena, o el lapsus de la trenza. Porque el sinthome ya no es solamente lo que anuda. Es lo que repara. Y lo que llamo «clínica nodal» es la clínica de los anudamientos y los desanudamientos. Es una clínica de los modos de los tratamientos de lo real, lo simbólico y lo imaginario por el sinthome que es un cuarto nudo que los ata y, eventualmente -porque el sinthome no es eterno- eso caduca. La clínica atiende al lugar donde está ubicado el sinthome, se puede reparar en el lugar donde se produjo el lapsus o se puede reparar en otro lugar -capítulo 6 del Seminario XXIII-. Se puede introducir reparaciones no en el lugar donde se produjo el lapsus, sino en algunos otros puntos de cruce. Hay reparaciones sinthomáticas -con «th»- y reparaciones no-sinthomáticas. Habría que considerar la potencia, la estofa con los que están hechos nuestros sinthomes. Ninguno es eterno. Pero es cierto que hay soluciones más poderosas que otras.

¿Conocen el cuento de los tres chanchitos? El lobo sopla, sopla y sopla. Y al primer chanchito se le desarma la casa-sinthome porque es una casa hecha de paja. Y hay sinthomes que son más endebles. No hay que ser psicótico para tener un sinthome endeble. En muchas neurosis el sinthome es endeble. Entonces, el chanchito va corriendo a la casa del segundo hermano, que tiene la casa hecha de madera. Y el lobo tiene unos pulmones terribles va y tira la casa de madera. Y van a la casa de cemento.

Lacan no considera que Joyce era un psicótico. No se pregunta por la psicosis de Joyce en ningún momento del Seminario XXIII. La da por hecho. Verwerfung de hecho, dice Lacan. Se pregunta si estaba loco, si desencadena una psicosis. Hay una respuesta. Lacan dice -lo cito de memoria en el capítulo 5-: “Voy a considerar el caso de James Joyce como un modo de suplir un desanudamiento del nudo”. El caso de Joyce no es el caso de una psicosis desencadenada como el caso de Philip Dick -a la que yo me dedico y me he dedicado por años-. No saben la satisfacción que me dio finalmente después de 20 años de leer a Dick -más, de 30 años de leer a Dick y ya unos 20 años de trabajo con la clínica nodal de Lacan- haberme podido dedicar a Philip Dick -uno de mis amores- ese libro. La psicosis de Philip Dick era una psicosis desencadenada. Y los sinthomes que consiguió armar eran bastante más endebles que el de Joyce. El sinthome de Joyce y su deseo de ser artista son poderosos. Es del orden de esta casa de cemento del tercer chanchito. Tampoco es eterno.

Algunos testimonios de algunos AEs quizá les pueden llegar a hacer entender que ahora saben-hacer-ahí. Espero que no sean testimonios evangélicos del estilo de: “Hermano, ¡me he curado!”. En general, nuestros AEs, como son sujetos del inconsciente, se vuelve a analizar porque eso duró lo que tuvo que durar. Nuestros sinthomes no son eternos. Si hay una idea que Lacan critica en el Seminario XXIII -Miller lo destaca en sus cursos- es que no hay eternidad. Nuestros sinthomes son efímeros. Duran lo que tienen que durar. Tienen todos fecha de vencimiento. Pero la versión idealizada del sinthome lo quiere para siempre. Bueno, la verdad es que nuestros análisis -los que conducimos y los nuestros- nos muestran hasta qué punto los resultados de un psicoanálisis son mucho más modestos. Y Freud era mucho más modesto respecto de esto. Lean un texto de Freud que se llama “Lo perecedero”. Se trata de eso. Lean al modesto de Lacan que decía que el psicoanálisis servía para introducir una tregua. Lo único que justifica nuestra intervención como analistas es el «penar de más» por el que alguien viene a consultarnos. Y debemos darnos por satisfechos si podemos introducir una tregua respecto de eso. ¿Soluciones eternas? No. No existen en nuestro mundo.

La clínica nodal es una clínica de las suplencias, de los modos, de los arreglos que se pueden inventar para vérselas con el hecho de que estamos mal hechos; de que lo real, lo simbólico y lo imaginario no se anudan por sí mismos y hay que inventar. Y, eventualmente, el sinthome neurótico que se conmovió en el desencadenamiento de una neurosis -porque por eso nos consultan los neuróticos- no los anuda más. “Fracaso de la defensa” dice Freud. ¿Cuál es la noción en Freud que mejor anticipa la noción de sinthome en Lacan? La noción de defensa. Lo que Freud llamaba, por ejemplo, en 1896 -miren la época- «síntomas defensivos primarios». Tienen función de sinthome. No son síntomas de retorno de lo reprimido. No son síntomas del fracaso de la defensa. Es lo que pone término a lo que llama ahí «el período de predisposición infantil a la enfermedad», salud aparente. Es el moño que arma la neurosis y la deja como un paquete cerrado. La infancia para Freud es un aparato en el que el sinthome se construye. Y, en algún momento de la fase adulta sino antes -porque, por supuesto, también hay desencadenamientos infantiles- fracasa la defensa, es decir, fracasa el sinthome, y entonces alguien hace una consulta. El sinthomanalista -estoy adelantando un punto que pensaba desarrollar, pero no voy a estar desarrollándolos uno a uno- reanuda lo que el trauma del desencadenamiento de la neurosis ha desencadenado, ha desatado. Analizar inicialmente en el nivel de lo que son los efectos terapéuticos del análisis tiene que ver con que la transferencia es sinthomática, reanuda. Por supuesto que, si uno deja las cosas así, ese sinthome analítico es un tan buen remedio para la relación sexual que no hay que los análisis se infinitizan. Esto porque la pareja analítica es un buen remedio para tratar el hecho de que no hay relación, pero he aquí que hay el deseo del analista. El deseo del analista opera a contramano de la transferencia-sinthome, opera a contramano del sinthomanalista. Lo propiamente analítico no es la terapéutica del sinthome. Es la perturbación de la defensa -Seminario XXIV-. El deseo del analista desencadena, desata. Construye un sinthome un poco menos tonto que el sinthome neurótico -el que, por años, lo mantuvo a distancia de cualquier encuentro con lo real- y menos tonto también que el sinthome transferencial. Hay sinthome al final del análisis. Claro que lo hay. Esto no quiere decir que no lo haya antes, no lo haya durante y no lo haya después.

La clínica del psicoanálisis tiene dos vertientes. Es, por una parte, retomar la herencia de la clínica psiquiátrica y producir diagnósticos. La clínica, por una parte, formaliza diagnósticos. Es la vertiente nosológica de la clínica. La clínica del psicoanálisis también es formalizar diagnósticos y formalizamos -leemos- la dirección de la cura. ¿Por qué es necesario formalizar el psicoanálisis? Luego vamos a ver por qué es necesario o conveniente formalizar en términos nodales. Pero formalizamos porque el psicoanálisis no es magia, porque queremos estar a la altura de la época, porque el psicoanálisis no es un esoterismo. No nos alcanza -a Freud ni a Lacan les alcanzó, a ninguno de ellos les ha alcanzado- que el psicoanálisis tenga una eficacia. De esa eficacia hay que dar razones. Puede ser eficaz un shamán, un mago. Si en algo el psicoanálisis participa del espíritu de las luces, es decir del espíritu científico es que nos distinguimos de los esoterismos que se venden en todas las esquinas. Y, entonces, tenemos que dar razones. Necesitamos formalizar. Por supuesto que eso no le toca al psicoanalista. Le toca a lo que yo llamo «el clínico». ¿Recuerdan el Seminario XXII? Lacan dice que el analista tiene que ser dos: el analista del acto y el que teoriza los efectos del acto. Ese es el clínico. Yo no estoy teorizando los efectos del acto mientras estoy dirigiendo una cura. Freud lo decía ya en “Consejos al médico”. La investigación -que es lo que yo estoy llamando ahora «formalización»- no se superpone con el ejercicio de la función del analista, pero es imprescindible. ¡Es imprescindible! Lacan conmina a que se salga del diván y que dé cuenta, que dé razones. La formalización clínica se produce como un redoblamiento de lo que acontece en la experiencia en estos dos niveles: en el nivel del diagnóstico y en el nivel de la dirección de la cura.

Hay quien ha pretendido la idea milleriana de que la última enseñanza de Lacan sería una clínica continuista en el sentido de que Lacan ya no se ocuparía en la distinción, por ejemplo, entre neurosis y psicosis, que habría continuidad. Lean bien, por favor, mis estimados, Los inclasificables de la clínica[2] y La psicosis ordinaria[3] para ver muy bien cómo Jacques-Alain Miller responde a quienes están diciendo: “Ah, bueno, no nos ocupamos del diagnóstico” y él dice: “No, de ninguna manera”. La clínica continuista no es que no haya más diferencia entre neurosis y psicosis. Que “Todo el mundo es loco” proviene del hecho de que no hay relación o de una forclusión generalizada -de la que, si ustedes quieren, podemos hablar- no quiere decir que todas las locuras sean iguales e equivalentes. No es lo mismo estar loco en la neurosis que estar loco en la psicosis. Si leen mi Sinthome – Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, verán ustedes que yo intento transmitir que Lacan retoma, profundiza la oposición neurosis y psicosis que introdujo en su primera enseñanza con los nudos y que no hay nada más discontinuo que la diferencia entre el nudo borromeo neurótico y el nudo no-borromeo psicótico. Es una discontinuidad que está planteada en el campo más grande de ese “Todo el mundo es loco”. Pero que todo el mundo sea loco no quiere decir que no distinguimos la locura neurótica de la locura psicótica. Hay analistas, por supuestos, muy modernos -vamos a decirlo así-, muy postmodernos a los que les da vergüenza el diagnóstico. Se suben en un discurso que no es el nuestro; ceden en las banderas nuestras a lo políticamente correcto y se suman al discurso de la despatologización. Nada más alejado de la perspectiva freudiana que la perspectiva despatologizadora. “Todo el mundo es loco” no quiere decir despatologización. “Todo el mundo es loco” quiere decir que no hay más que patología, que estamos enfermos del lenguaje. Lean “Tres ensayos” y se van a dar cuenta de que lo que no hay es normalidad. En el ser hablante no hay más que patología porque estamos mal hechos. No vamos a ceder -porque si no, bajamos todas nuestras banderas- al higienismo contemporáneo que nos quiere a todos normalitos. ¡No! Para Lacan estamos todos loquitos. Estamos enfermos del lenguaje. Y antes que patología -porque podemos decirlo así-, neurosis, psicosis y perversión -el diagnóstico se sostiene en la última enseñanza de Lacan- son respuestas, tratamientos subjetivos diferentes frente al hecho de la enfermedad lenguajera que nos afecta. Son modos de anudamientos realmente diferentes frente al hecho de que real, simbólico e imaginario están desatados. La clínica nodal en el nivel del diagnóstico en su texto de “Introducción a la versión alemana de los Escritos”, él pensaba que la perspectiva nodal con la que él estaba empezando a abordar el síntoma en psicoanálisis iba a traer alguna luz nueva a los diagnósticos psiquiátricos que nosotros heredamos precisamente de la psiquiatría clásica.

Vayan a leer mi texto sobre Philip Dick. Yo lo diagnostico como psicosis parafrénica. El nudo nos permite hacer un diagnóstico más preciso de la variedad clínica de la psicosis. La parafrenia es la psicosis en la que simbólico e imaginario quedan enganchados y lo real se suelta. Eso da cuenta de numerosos episodios de la vida y obra de Philip Dick cuya pregunta es: ¿qué es lo real? Todo el tiempo se pregunta qué es lo real. Porque lo real para él está suelto. Y no sabe, cuando desencadena su psicosis si él está en California en siglo XX o si está en Roma en el siglo I porque el semblante de la realidad no tiene ningún real que lo fije. Eso es una psicosis parafrénica del tipo que Lacan propone para una paciente que se llama Sra. B a la que presenta y dice Lacan que es como un vestido que anda por la calle porque le falta un real que lo ancle. La parafrenia lacaniana -a diferencia de la esquizofrenia, de la psicosis maniacodepresiva y la paranoia- supone una variedad clínica de la psicosis donde el nudo es no-borromeo -insisto que la psicosis es no-borromea- donde lo real se suelta y lo simbólico y lo imaginario están enganchados. No es el caso de Joyce, donde lo imaginario se suelta y lo simbólico y lo real quedan enganchados. La clínica nodal nos permite ese tipo de matiz, ese tipo de acercamiento matizado a la variedad clínica.

Vos me dirás, Alejandra, hasta qué hora tengo. Tendría que ir terminando ya para comenzar a discutir o a conversar. ¿No?

Bueno, ahora voy a sacar algunas consecuencias ahora no desde la perspectiva del diagnóstico en psicoanálisis -una de las dimensiones de la clínica nodal psicoanalítica-, sino de la dirección de la cura.

Para empezar, la entrada en análisis ya no concebida como lo hace Lacan en el ’67 a partir de la producción del significante de la transferencia, del algoritmo de la transferencia; concebida a partir del reanudamiento que el sinthomanalista introduce toda vez que el analista viene a reanudar la relación entre real, simbólico e imaginario que se ha desatado en el desencadenamiento de una neurosis y que hace al sufrimiento que nos trae al paciente. Pero no hay muchos desarrollos respecto de esto, de cómo abordar con el nudo los efectos de una interpretación, el levantamiento de un síntoma, cómo una angustia puede amortiguarse por el trabajo analítico. Esa es nuestra tarea.

Y, finalmente, cómo pensar el final de análisis en estos términos. Si uno aborda con estos términos, es decir con los términos de la clínica nodal, seguramente al lado de la identificación al síntoma, lo que supone un nuevo arreglo, un arreglo un poco menos tonto, pero efímero -como les digo-, es decir un sinthome novedoso, construido allí donde el sinthome neurótico ya no funciona. Al lado de la identificación al síntoma de la clínica nodal va a subrayar sobre todo la identificación del síntoma. Si nosotros nos quedásemos solamente con la identificación al síntoma -que es saber establecer un saber-hacer-ahí, conocer el síntoma, saber manipularlo, desembrollarse con él-, tenemos un fin de análisis hollywoodense, edulcorado que no se distingue en nada de lo que yo llamé antes el «testimonio evangélico». Para Freud había en todo análisis llevado hasta su término restos sintomáticos con el que el sujeto analizado no sabe-hacer-ahí. El síntoma persiste al fin del análisis dando testimonio de que ningún psicoanálisis nos cura del hecho de que no hay relación porque el síntoma grita que no hay relación. Al fin del análisis vale la pena de que el analizado, además de vendernos qué bien le va en la vida porque tiene un sinthome con el que sabe-hacer-ahí, pueda aislar aquello con lo que no sabe hacer ahí: los restos sintomáticos que le van a seguir dando trabajo en la existencia. En nuestro mundo, el psicoanálisis no nos cura de la neurosis, no nos cura de la psicosis. Nos saca un poco del lustre. Nos da una tregua respecto a algunas cuestiones.

Tengamos una posición más modesta respecto de lo que son los efectos analíticos y vamos a tener entonces, por otra parte -porque se podría aplicar también el nudo a la relación entre analistas- una relación más interesante en nuestras Escuelas. El lazo entre analistas debería ser interrogado con el nudo también.

Bueno, estamos en eso. Me voy a detener acá porque tengo más cosas para decirles, pero me podría pasar toda la noche. Me gustaría más conversar con ustedes, así que, agradeciéndoles de nuevo, me detengo aquí y los escucho.

Raúl Arancibia:

Bueno. Muchas gracias, Fabián por el recorrido tan preciso que nos presentas. Abre muchas líneas de trabajo sobre lo que denominas «la clínica psicoanalítica nodal». En particular desde la Sección de la NEL en Santa Cruz lo tomamos como un trabajo muy orientador sobre esta cuestión fundamental de la última enseñanza de Lacan. Por supuesto, gracias por tu transmisión tan clara con la posibilidad de encontrar al escucharte una constante ampliación, actualización con las novedades y sorpresas respectivas.

A continuación, pasamos a la conversación y las preguntas. Quienes quieran participar pueden hacer clic en el ícono. También tenemos una pregunta. Se formuló anticipadamente. Fátima Escobar con la que quisiéramos comenzar.

Fátima Escobar:

Gracias, Fabián, por esa exposición tan rigurosa, tan clara. Le confieso que he leído su libro varias veces. Hay tres aspectos que me tienen ahí agarrada, vamos a decir. Uno es el redoblamiento de la angustia, del síntoma y de la inhibición, o sea estas dobles funciones que le das. Lo otro es: ¿cómo y qué utilidad tendría que distingamos el fantasma y le sinthome? No encuentro un desarrollo en tu libro donde haces referencia a que ambos tendrían función de anudamiento. Y, por último, me interesa esta noción de neurosis ordinaria. Si hacemos una analogía entre la neurosis ordinaria con la psicosis ordinaria que en muchas ocasiones te oído decir que es una psicosis no desencadenada, cuando hablas de neurosis ordinaria como aquella polisinthomada, o sea que tiene muchísimos anudamientos en varios cruces de los registros y que no se van a desencadenar. ¿Cuál sería nuestra función ahí como analistas?

Fabián Schejtman:

Bueno, vamos a dar todo un curso sobre todas las preguntas de Fátima. La voy a tratar de responder de un modo muy breve. Es un gusto para mí darme cuenta de que hay gente que lee lo que yo escribo. Y Fátima me ha leído. Me ha leído bien.

Voy a empezar por la del medio que es la pregunta más polémica, la pregunta sobre la relación entre sinthome y fantasma. Se desprende de lo que yo planteo -y en esto sigo a Jacques-Alain Miller- que lo que Lacan llama sinthome en su última enseñanza lo había llamado fantasma en su enseñanza intermedia. No hay gran diferencia. Es un modo de abordar aquello que adormece en la estructura. Lo voy a plantear así para que ustedes entiendan lo que yo digo. El fantasma es al significante de la falta en el Otro, S(Ⱥ), lo que el sinthome es al lapsus del nudo. El agujero en la estructura que en los años ’60 se llama «significante de la falta en el Otro» es tratado fantasmáticamente. En el fantasma, el neurótico encuentra una respuesta anticipada para no llegar al punto en donde lo simbólico hace agua. Ese punto se escribe en el grafo del deseo como «S(Ⱥ)». En la última enseñanza de Lacan, el sinthome tiene la misma función que el fantasma: tratamiento del agujero, tratamiento de lo que no anda, tratamiento de lo que ha fallado. El nombre de la falla es lapsus del nudo, lapsus de la cadena, lapsus de la trenza. Entonces, estoy diciendo que hay una función análoga u homóloga del sinthome respecto del fantasma.

Pero si no alcanzara esto que yo digo, Lacan dicta una conferencia nueve días antes de comenzar el Seminario XXIII donde dice lo siguiente: “El sinthome es la psicopatía”. Escuchen bien. ¿Dónde van a agarrarse los lacanianos que creen que el sinthome es la dimensión real del síntoma o que el sinthome es algo a lo que vamos a llegar a final de análisis? Cuando Lacan dice que el sinthome es la psicopatía… ¿Qué es la psicopatía para Lacan? Psicopatía es el sufrimiento por tener un alma, el pathos de la subje que, en griego, es alma. Pero Lacan ya había defino el alma en el Seminario XX como el fantasma. El sinthome es sufrir por tener un fantasma, por tratar el agujero fantasmáticamente.

Dos referencias de Jacques-Alain Miller. Miller dice en Los signos del goce: “El sinthome es síntoma más fantasma”. Es decir que la dimensión real del síntoma en el sinthome está amortiguada fantasmáticamente. En ese mismo curso, Miller dice: “Hay una curva elegante en Lacan que va del falo, la identificación, el fantasma, el sinthome”. Son todas funciones defensivas. Lacan tiene una lógica que es la misma de un extremo al otro de su enseñanza, pero conceptualiza esa lógica de modos diversos. El Lacan intermedio al problema lo llama «significante de la falta en el Otro», punto angustiante -ese es el punto de la angustia- que le fantasma no rescata. El fantasma es solución, respuesta anticipada para que el neurótico no se encuentre con ese punto de sinsentido que en el Seminario X Lacan escribe: Che vuoi? El fantasma anticipa una respuesta al Che vuoi? El sinthome tiene función de encadenamiento, tiene función dormitiva, incluso en el fin del análisis porque nadie termina el análisis despierto. Termina el análisis con un anudamiento un poquito más novedoso que el anudamiento neurótico, un poquito menos tonto que el anudamiento neurótico, pero la función del sinthome al final del análisis es una función dormitiva. Síntoma es otra cosa. Síntoma es lo que viene de lo real e impide que las cosas anden.

Vayan a otra conferencia de Lacan. Yo lo que les estoy aconsejando es algo que no se hace muy frecuentemente en la actualidad: leer a Lacan. Lean una conferencia que Lacan da el 9 de julio de 1978[1]. Ahí Lacan toma la etimología del término francés symptôme y dice que sum es «con» y ptoma en griego es «caída». El síntoma es una caída. Es lo que cae conjuntamente. Alguna contingencia nos enfrenta a la caída del síntoma. El síntoma, para Lacan, es sintraumatizado -es un neologismo que inventa “Joyce y el síntoma”-. «Sintraumatizado» es que el síntoma es traumatismo. Y dice: “El sinthome puede parecer una caída. Puede parecer una caída, pero es una reparación”. El síntoma es problema. El sinthome es solución -por problemática que sea-.

He publicado en esta tesis de doctorado casos de anorexia donde la anorexia tiene función de sinthome. La anorexia puede estabilizar una estructura psicótica. ¿Y cuántas toxicomanías tienen función de sinthome? El sinthome no es el mejor de los mundos. Puede ser bien problemática la solución sinthomática, pero es el modo de anudamiento que alguien tiene. Pero un modo de anudamiento puede llevarlos a ustedes a la muerte. Estar encadenados no es siempre el mejor de los mundos. La perturbación analítica de la defensa muchas veces introduce un desanudamiento saludable. No vayan a creer que todo desencadenamiento es crítico. A veces -Freud lo sostenía-, las crisis provienen de una defensa que se ha anquilosado. Freud decía: “Los neuróticos son a veces como esos japoneses. Son gente que tiene una defensa extemporánea que ya pasó”. Son esos japones -ya no porque se murieron todos- que seguían peleando la II Guerra Mundial en las islas del Pacífico porque nadie les había venido a decir: “War is over. Se terminó, flaco. Suelta las armas”. No. La gente estaba así. Eso es el sinthome. Es estar encadenados. Hay gente que viene a consulta no porque algo se ha desencadenado sino porque el encadenamiento se ha vuelto tan problemático que están pidiendo a gritos que alguien venga a ayudarles a soltarse. Y analizar proviene del griego analio que quiere decir «desatar».

Entonces, el sinthome es función de anudamiento, pero no impide el sufrimiento. Hay sufrimientos por estar anudados. Y Lacan dice en esa conferencia de nueve días antes del Seminario XXIII: “Sinthome es sufrir por tener un alma, por tener un fantasma”. Sinthome y fantasma son funciones análogas. Entonces, hay una relación entre sinthome y fantasma. Yo digo que el sinthome la hereda. Por supuesto que quien cree que el sinthome es real y quien cree que el sinthome es lo que se consigue a final del análisis no puede suscribir a lo que yo digo. Pero basta leer el capítulo 1 del Seminario XXIII. Lean a Lacan, mis amigos. Van a tener más que una satisfacción. Lacan dice así en el capítulo 1: “La interpretación es un arma contra el sinthome”. ¿Pero cómo? Si el sinthome es real, si el sinthome es lo que está al final del análisis, ¿por qué la interpretación sería un arma contra el sinthome? Porque el sinthome para Lacan no es ni real ni es exclusivo del fin del análisis. La interpretación analítica -en un sentido fuerte- perturba la defensa, desata, desencadena, abre a una pregunta que uno no se quiere formular. El sinthome es una respuesta como el fantasma.

No se entiende nada de lo que Lacan propone como sinthome si lo se cree que el sinthome es real o que se lo consigue solo al final del análisis. No es lo que propone Lacan.

Difundan las malas nuevas.

¿Saben lo que dice Lacan en la conferencia de 9 de julio de 1978?  Dice que “el significante es un sinthome”. ¿Pero cómo lo va a entender alguien que cree que el sinthome es real? El significante tiene poder de encadenamiento. El significante supone S1àS2, hace cadena. Por eso es un sinthome. El sinthome es un encadenamiento. Y se puede sufrir encadenado. Hay gente que viene muy encadenada. El fantasma es un modo de encadenamiento. Miller dice tantas cosas, cosas tantas distintas como Lacan, pero yo trato de orientarme. Miller dice: “El sinthome es síntoma más fantasma”. Bueno.

¿Qué es una neurosis ordinaria? ¿Qué propongo yo como neurosis ordinaria en ese capítulo 6 de mi tesis doctoral? Creo que en la actualidad los sinthomes en el Nombre-del-Padre -la inhibición, síntoma y angustia que son los padres del nombre- no son en los neuróticos de la actualidad -porque hay declive de la imago paterna o evaporación de padre termina diciendo Lacan- lo que anuda Real, Simbólico e Imaginario. No. Pueden tener algunos otros órdenes de anudamientos -el anudamiento borromeo es neurótico- y varios sinthomes. Y si se les pincha uno, siguen andando. Y son irreventables como Lacan los concebía en el Seminario XXI. Lacan decía en el Seminario XXI que los neuróticos son irreventables. Yo lo retomo de modo muy particular, pero Lacan en el Seminario XXI todavía está trabajando con cadenas olímpicas para la neurosis. Yo lo retomo con el nudo borromeo que es el que me parece que en el Seminario XXII está aplicado por Lacan para las neurosis. Y digo: “Hay neurosis ordinarias, irreventables, idesencadenables -por decirlo así”. ¿Me permiten el neologismo? Son gente que lleva muchas ruedas de auxilio y son tan permeables al discurso del capitalismo que los quiere productivos y funcionando como impermeables al discurso analítico.

Y Fátima me pregunta: “¿Cómo intervenimos en estos casos?”. El psicoanalista tiene que disputarle el lugar a alguno de estos sinthomes, eventualmente estos gadgets de la actualidad, o a estos síntomas actuales. En la actualidad adormecen en su función de sinthome a un “no” en el sentido clásico. Que haya declive de la imago paterna o evaporación del padre no impide que haya polisinthomatización o polirreparación y que el psicoanalista tenga que a veces servirse de algunos pequeños resquicios para introducir allí una pregunta porque hay gente que no quiere preguntarse nada. El discurso del capitalismo -que es el que promueve la existencia de lo que llamamos usualmente «síntomas actuales» o «contemporáneos»- no quiere que nos hagamos preguntas, quiere que eso funcione, que eso marche. No hay mejor aliado de la noción de sinthome que el discurso capitalista porque el discurso capitalista quiere funcionar y el sinthome lo mismo. El deseo del analista va a contramano de eso.

Lacan tiene una idea delirante en “Televisión”. Decía que el discurso analítico posibilita una salida uno por uno del discurso capitalista. ¿Qué es esto? Una puesta en cuestión de los sinthomes contemporáneos que nos adormecen: nuestra relación con el gadget, nuestras anorexias, nuestros cortes, nuestras depresiones. ¡«Nuestras»! No vaya al psicoanalista a creer que él está exento de eso. ¡No! Nosotros seríamos neuróticos clásicos y la gente que nos consulta sería solo gente del sistema capitalista. ¡Interroguen al analista qué tiene él! Porque el discurso capitalista está en nosotros antes que en nuestros pacientes. ¡Interroguen el ser analista en algo en lugar de encerrarse en ese refugio contra el malestar en la cultura que Lacan llamó «Escuela» -donde todos seríamos supuestamente neuróticos clásicos-! ¡No mis amigos! Síntomas actuales: efecto del discurso capitalista en nosotros. ¡Eso es lo que nosotros tendríamos que estar estudiando! No en nuestros pacientes sino en nosotros. Esto que, además, afecta nuestros lazos, nuestras Escuelas.

Y ahora muy breve a la pregunta de Fátima. El psicoanalista tiene que disputar el lugar del sinthome. Porque no hay lugar para el sinthome-analista para aquel que está tan polisinthomado, por supuesto. A los revoltosos del mayo ’68 francés, Lacan introducía: “¿No les da vergüenza?”. Pues esta intervención que va a contramano del adormecimiento revolucionario. ¿Qué se creen despiertos los revolucionarios? Lacan les dice que están dormidos. ¡Avergüéncese! Y, además, les dice para escándalo del progresismo de esa época: “Lo que ustedes quieren es un amo”. Eso es lo que decía Lacan. Y luego ustedes veían -¿vieron ustedes en algunos videos?- a tirarle agua en el escritorio cuando daba clase. Y bueno…

No tenemos que ser el discurso políticamente correcto y estar con la despatologización y hacer del “Todo el mundo es loco” una bandera de la despatologización. ¡No mis amigos! ¡No hay despatologización para nosotros! Estamos enfermos del lenguaje. Difundámoslo. No nos vamos a curar de eso.

¿Cuál era la primera pregunta, Fátima? Porque me olvidé ya.

Fátima Escobar:

 Ha sido muy buena la respuesta.

Fabián Schejtman:

¡Ah, sí! Las seis versiones de la inhibición, síntoma y angustia que yo doy ahí como respuestas clásicas, nombres del padre… Bueno, habría que desarrollar todo aquello que en ese seminario Lacan no dictó. Ustedes saben que yo en esa tesis -yo tengo mis delirios- trato de reconstruir un seminario que Lacan nunca dictó, el seminario inexistente de Lacan. Es por supuesto el Seminario El nombre del padre que hubiera de 1963-64 porque en su lugar dicta Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, el Seminario XI. Pero también el Seminario 4,5,6 que Lacan había anunciado en la última clase del Seminario XXII, el que iba a dictar al año siguiente. Y no dicta ese. Dicta el Seminario 4, el seminario que subraya el sinthome que es el cuarto. No llega a contar hasta 6. Cuenta hasta cuatro. Yo tengo el delirio de tratar de construir lo que hubiese sido el Seminario 4,5,6 si Lacan lo hubiese dictado. Y hubiese sido un seminario sobre los modos con los que se anudan Real, Simbólico e Imaginario con inhibición, síntoma y angustia. Y como dices -te agradezco por haberme leído-, hay dos modos en que la angustia anuda lo Real, Simbólico e Imaginario; dos modos en que lo hace la inhibición y dos modos en que lo hace el síntoma -en función de sinthome, como modo de anudamiento-. No hay ningún problema que el síntoma sea sinthome, tampoco para la angustia para Lacan -cosa más extraña para nosotros-.

Y como veo a Sebastián aquí en la pantalla, él recordará que me invitó hace poquito a hablar sobre la angustia que anuda y la que no anuda, la que desencadena. Me explico. Alguna vez vamos a publicar eso, Sebastián, porque me parece que estuvo lindo. Pero lo vamos a dejar para otra oportunidad.

Pero lo que yo propongo en mi tesis es efectivamente esto: que hay efectivamente 6 nudos neuróticos básicos, clásicos donde inhibición, síntoma y angustia tienen función de sinthome. Luego 7,8,9 -miren que no dije 6,7,8- son los modos en que la angustia, el síntoma y la inhibición desencadenan. 1,2,3,4,5,6 son seis modos neuróticos del anudamiento. Es la exhausión de todos los modos posibles matemáticamente de los anudamientos neuróticos clásicos, no los polisinthomados. Y luego 7,8,9 son los tres modos del desencadenamiento. Léanlo. Hagan como Fátima y lean a este pobre tonto que les viene hablando hoy.

Fátima Escobar:

Gracias, Fabián. Muchas gracias.

Raúl Arancibia:

Bueno, gracias. Hay muchas preguntas. ¿Quieres escucharlas todas o vamos una por una?

Fabián Schejtman:

Por supuesto. Estoy para eso, no para que me escuchen a mí. Quiero escucharlos a ustedes para darles algún tipo de respuesta.

Jader Florez:

Hola, buenas noches. Muchas gracias por este espacio. Muy gratificante poder preguntarle personalmente a él. La pregunta es esta: en lo particular de lo nodal en la psicosis, es decir, como aclaraste en estos nudos no-borromeicos, ¿qué particularidades se pueden dar en los goces? Es decir, en el goce del sentido, el goce fálico, el goce Otro al desanudarse una de las dimensiones. Como bien dices, al darse el lapsus en los puntos de cruce de un solo registro, los otros dos quedan interpenetrados. O sea, ¿qué particularidades en esos goces? Porque si mal no recuerdo, en tu tesis no logré encontrar algo sobre eso.

Fabián Schejtman:

Está, pero está escondido. Es la búsqueda del tesoro, pero está ahí. Está desplegado, pero sí está.

Jader Florez:

De pronto algo sobre. ¿Qué particularidades sobre esos goces?

Fabián Schejtman:

La pregunta es muy buena. Si hubiese tenido tiempo, hubiese desplegado uno de los puntos para demostrarles que la clínica nodal es una clínica de los goces. Es una clínica de los goces en dos sentidos -por lo menos-. Por una parte, el clínico nodal no ubica una reparación en cualquier lado. Cuando Lacan ubica para Joyce, por ejemplo, una reparación que es el ego, que es la publicación de su obra -no tanto su escritura porque la escritura para Joyce es más bien sintomática (sin “th”), algo se le impone, es un síntoma eso-. Luego está el tratamiento que él hace de eso, artístico, pero la epifanía, por ejemplo, da cuenta de que algo allí de Real y Simbólico ha quedado interpenetrado. No es el sinthome. El sinthome de Lacan responde más bien a la pregunta de por qué Joyce publica su obra. Es un sinthome que Lacan ubica entre Real y Simbólico. No toca el goce del cuerpo -que es algo que acontece entre Real e Imaginario-.

Entonces, en mi libro sobre Philip Dick, cuando yo comparo la relación que tenía Dick con las mujeres…Dick era una especie de monógamo serial: se casó 5 veces, tuvo una cantidad de novias, siempre con una cantidad de mujeres siempre distintas que se le volvían persecutorias muchas veces. El tipo era un psicótico desencadenado.

Esto en oposición a Joyce para quien había una única mujer: Nora. Y Lacan en el Seminario XXIII le da a Nora una función muy precisa. No dice que Nora es un sinthome para Joyce. Sí dice que lo ajusta, que le ajusta el cuerpo. Y es una función esa de ajustar el goce corporal que no tiene la publicación de su obra. Y es un sinthome que yo me animo a escribirlo de otro modo, no sobre el sinthome ego, sino que es un sinthome que va a tocar los puntos entre Real e Imaginario -donde se ubica el goce del cuerpo-. El clínico nodal no ubica las reparaciones en cualquier lado. Son reparaciones que afectan a los goces del serhablante. Y no es lo mismo el tratamiento que hace Joyce con su literatura, su arte y con hacerse un nombre y escribir para una manada de universitarios que por 300 años van a estar descifrando. Eso está muy bien, en efecto, frente a algunas cosas, pero no le ajusta el cuerpo como lo ajusta con su relación con Nora, con alguna gente, además. Incluso llegamos a establecer la función de sinthome que tenía para Joyce su hermano Stanislaus. Joyce es un polisinthomado en cierto sentido.

Estoy diciendo que el clínico nodal tiene en cuenta cuáles son los goces afectados porque por algún lugar va a pasar -por alguna de las intersecciones donde Lacan escribe «goce»- el sinthome y por otras no. Y si hay lo Imaginario que se suelta, vamos a tener ahí dificultades al menos con el campo del goce del sentido y con el campo del goce del Otro porque estos solo se presentan cuando lo Imaginario se articula con lo Simbólico -goce del sentido- o con lo Real -goce del Otro-. Es por eso por lo que va a estar cerca de la esquizofrenia la suelta de lo Imaginario. La paranoia es lo que identifica el goce en el lugar del Otro como tal -dice Lacan-. Evidentemente, la paranoia no puede ser concebida como una entidad en la que se suelte lo Imaginario. No voy a meterme en cómo considera Lacan la paranoia ahora, pero se ve muy bien que tiene que haber alguna relación entre lo Imaginario y Real en la paranoia porque la paranoia es lo que le da consistencia del goce del Otro en el nivel del delirio.

Entonces, como yo trabajo algunos casos clínicos en mi tesis, yo ubico algunos casos clínicos en mi tesis, ubico algunos sinthomes en determinados lugares porque algunos goces están tocados por eso. Y planteo algunos casos como «parafrénicos» o «esquizofrénicos» o «psicosis maniacodepresivas». Vean la comparación en el contrapunto que hago entre un caso de Marcelo Barros y un caso de Pablo Muñoz en  mi tesis. Lo hago de modo trenzado. Van a ver que en algunos casos prevalecen algunos goces y en algunos casos prevalecen otros goces y eso se escribe de modo distinto por el nudo.

Es en esto que el nudo tiene una precisión respecto de las relaciones entre Real, Simbólico e Imaginario y el sinthome que no necesariamente tienen los aparatos de formalización anteriores de Lacan. Y es distinto ese aparato de formalización que los otros. El nudo para Lacan es de lo Real. No es lo mismo que el grafo, no es lo mismo que los esquemas ópticos, no es lo mismo que el esquema Rho. Entonces, es crucial para el clínico nodal la consideración de esa clínica como una clínica de los goces -en plural-.

Tienen un artículo mío en la web que lo pueden leer. Se llama “Locura del último Lacan”. Tiene que ver algo con esto porque ahí trabajo con el nudo de trébol y cómo el nudo de trébol puede desanudarse ya sea que se parta lo Real y lo Imaginario -entonces allí se le deja de dar consistencia al goce del Otro y eso es el goce femenino-; se abre entre Real y Simbólico -y se le deja de dar consistencia al goce fálico y eso es la esquizofrenia-; y se abre ese nudo de trébol entre Simbólico e Imaginario -y se deja de dar consistencia al sentido y eso es el psicoanálisis-. Esa es la continuación mía de un artículo de Miller que se llama “Ironía”. Miller propone ahí la clínica universal del delirio de la excluye la esquizofrenia. Bueno, yo agrego ahí al goce femenino como algo que se excluye de la clínica universal del delirio y también al psicoanálisis -si éste es otra cosa que una paranoia dirigida-. El sinthome-analista le da consistencia al goce del Otro, pero el deseo del analista -que va a contramano de eso- desata eso. Léanse mi articulito. Está en la web: Ancla #6 “Locura del último Lacan”. Y después me escriben a fschejtman@gmail.com y conversamos.

Bien, no sé si te contesto la pregunta, Jader. En mi tesis está por ahí. Hay que hacer una búsqueda del tesoro. Por supuesto que no lo desarrollo explícitamente. Hay tantas cosas que están implícitas ahí que me va a llevar años darles algún tipo de explicitación, pero está ahí.

En todo caso en mis “Principios de clínica psicoanalítica nodal” que es un capítulo de Philip Dick con Jacques Lacan, yo ubico la clínica nodal como una clínica de los goces. Eso ya se explicita mínimamente ahí. Es un capitulito de mi libro.

Mi querida Zulema, ¡qué bueno verte aquí! Me parece que sigues tú.

Zulema Buendía:

Sí. ¿Qué tal? ¿Cómo les va? Qué bueno que te hayan invitado. Un gusto ver a los colegas de la NEL de Santa Cruz. Mi pregunta es sobre el fin de análisis que planteas del sinthome al síntoma…

Fabián Schejtman:

No esperaba otra pregunta tuya que no esa… Adelante.

Zulema Buendía:

¿Cómo pensar esa versión del final de análisis del lado del sinthome? Porque ya es un trabajo realizado. Porque también hay síntomas al inicio del análisis y no solo sinthomes -como planteas-. Y si estaría del lado de eso que dices de “saber aislar con lo que no se sabe hacer-ahí”. Ese ahí con lo que no se sabe hacer-ahí, ¿estaría del lado de lo irreductible? Me parece interesante esa cuestión. No digo para desarrollar hoy.

Me quedé pensando en la otra cuestión que trajiste muy al pesar que es esa otra relación con la Escuela -la Escuela de psicoanálisis- que no estaría del lado del refugio sino que se podría pensar del lado de los nudos.

Gracias.

Fabián Schejtman:

Bueno. Voy a tratar de ser breve. Ustedes saben que cuando Joyce se quedó ciego, quien lo ayudaba en sus dictados era Samuel Beckett. Yo creo que el psicoanálisis es beckettiano. Háganse esta máxima de Beckett: “Fallen mejor”, “Fail better”. Yo no sé por qué lo llamaron al trabajo que han hecho “Evolución y progreso”. Yo les voy a decir que Lacan no creía mucho en el progreso. No era un tipo progresista. No, no. Lacan era beckettiano.

Entiendo que en una Escuela de psicoanálisis, uno tenga que ceder al sentido común: “¿Cuánto éxito han tenido nuestras Jornadas? ¿Cuánto éxito hemos tenido nosotros?”. La verdad tengo que decirles que eso no tiene que ver en nada con la ética del psicoanálisis. La ética del psicoanálisis es beckettiana.

Entonces, el fin del análisis no es un éxito. En todo caso, el fin del análisis es saber-hacer con algunos fracasos. El psicoanálisis lo que nos enseña -si nos enseña algo- es que no somos más que fracasos. Podemos ser fracasos más o menos exitosos, fracasos más o menos interesantes, pero  estamos todo el tiempo trastabillando. La Una-equivocación -el término que Lacan introduce en el Seminario XXIV-, el traspié, la patinada, la Une-bévue, eso es lo que nos constituye -no el éxito-. Con el psicoanálisis podemos caernos de un modo más digno -puede ser-, de un modo más creativo -puede ser-, peor no vamos a dejar de caernos. El sinthome es un remedio para las caídas, pero luego vamos a seguir cayendo y vamos a seguir cayendo porque restan síntomas con los que no sabemos hacer-ahí. Miren, cuando Lacan propone en el Seminario XXIV lo que se llama -es un galicismo- «identificación al síntoma» -así se lo llama usualmente, en castellano se lo hubiera debido llamar «identificación con el síntoma»-. La identificación al síntoma sería conocer su síntoma, saber-hacer con él, desembrollarse con él, “como un hombre conoce a su mujer en el sentido bíblico” dice Lacan. ¿Cuándo han visto un hombre que conoce a su mujer? ¿Cuándo han visto un hombre que sepa-hacer con su mujer? La mujer persiste siendo un síntoma. La pueden dejar como sinthome en la mañana, pero como “La donna é mobile”, aparece síntoma en la noche. El sinthome es un saber-hacer ahí, es un funcionamiento. Pero Lacan dice en el Seminario XX y también en la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma”: “Con la verdad y con la mujer es algo con que yo no sé desembrollarme”. Por supuesto que hay una posición más optimista en el Seminario XXIV cuando dice: “Sí, pero con la garantías y una suerte de distancia”. Eso ya es otra cosa. Y cuando agrega: “Eso no va muy lejos”. La identificación al síntoma no va muy lejos. Esto quiere decir que eso termina a encallar y con lo que nos quedamos son restos sintomáticos con los que no se sabe-hacer-ahí.

¿Qué se hace con esos síntomas, Zulema? No con el sinthome -que es un saber hacer-. Yo no lo desprestigio ni quiero desvalorizarlo el que alguien sepa-hacer, que se haga un nombre, muy bien. El saber-hacer con el síntoma es hacerse un nombre, hacer una obra eventualmente. Pero Lacan en ese texto que les recomendé -la exposición después de la presentación de André Albert sobre la regla fundamental-, dice: “No es nuestro fin que alguien que se haga una obra, que se haga un nombre. Es acompañarlo a pasar por el buen agujero”. Fíjense lo que dice Lacan. Es hacerlo pasar por el agujero singular para él. Ese agujero en el mejor de los casos está bordeado con unas rocas, con unas piedras que son inanalizables, que son los restos inanalizables del síntoma, con lo que uno no sabe-hacer-ahí. Ustedes vieron esos policías como C.S.I. que llegan a la escena del crimen y que van poniendo banderitas donde se ha producido el crimen. Es eso: balizar el agujero. Balizar el agujero no es saber hacer con el agujero. Es saber que hay algo ahí con lo que no nos vamos a poder llevar bien ahí jamás, con lo que no hay arreglo. El sinthome es un arreglo. ¿Han escuchado la idea de que el fin de análisis es un nuevo arreglo con el síntoma? Sí, pero hay con lo que no hay arreglo. No podemos venderles a nuestros colegas, a nuestros jóvenes en formación la idea de un análisis rosa que Lacan criticó en Abraham. El análisis con un final feliz no existe en este mundo. Yo no me la creo. A mí que me cuenten cómo fallar mejor, no que me cuenten lo exitosos que son.

Bueno, eso en referencia a la cuestión del síntoma, no del sinthome. Yo llamo a eso «identificar el síntoma», no «identificarse con el síntoma» o «al síntoma». Como cuando los dicen: “Identifíquense”. Identifiquen vuestros síntomas, no identificarse con eso. Ustedes no pueden identificarse con eso porque eso es una otredad radical. Hay con lo que uno no puede identificarse al final del análisis. Hay un resto sintomático con lo que uno no se identifica porque hay algo Otro en el síntoma. Uno se identifica con lo que eventualmente conoce, pero hay lo desconocido e incognoscible del síntoma. Freud lo llamaba lo Unnerkant, lo irreconocible, lo reprimido primario en el síntoma que no se despeja por un análisis, pero se puede balizar. ¿Te contesto, Zulema, con esto?

Zulema Buendía:

Sí, me contestas un poco más.

Fabián Schejtman:

Bien. Y luego me parece que había otra pregunta en lo tuyo. Algo más habías preguntado.

Zulema Buendía:

El lazo a la Escuela si no estaría del lado del refugio, sino que se podría llegar a pensar del lado de los nudos.

Fabián Schejtman:

Va a salir una publicación brasilera que va a sacar mi amigo Bernardino Hofner y Jordan Gulguer y artículo mío que se llama “Clínica psicoanalítica nodal: que no hay”. «Que no hay» es que no hay relación, pero, además, que no hay clínica psicoanalítica nodal. Es un equívoco. Pero en uno de los desarrollos en los que me meto de por qué no se ha desplegado la clínica nodal, una de las cuestiones que señalo es que la clínica nodal es incompatible hasta cierto punto -por lo menos- con la institución analítica que deviene Iglesia.

Yo creo que ya con más de 100 años de institución psicoanalítica encima -me refiero a la creada por Freud, a la International of Psychoanalysis, pero también a las instituciones nuestras-, uno no puede menos que constatar que todas las instituciones psicoanalíticas -se quieran más o menos Escuelas de psicoanálisis en el sentido de Lacan- van a culminar, tienen una pendiente que las lleva naturalmente hacia la Iglesia. Por supuesto que tenemos que inventar dispositivos para obstaculizar esa tendencia natural que lleva a los psicoanalistas a enlazarse del modo en que Freud describió la Iglesia y el Ejército en 1921. “Psicología de las masas y análisis del yo” es un texto que nos sirve para leer cómo se enlazan los psicoanalistas. Es decir, se enlazan como humanos a través de sinthomes que los anudan.

Creo que la clínica nodal permitiría despejar si uno piensa que efectivamente hay sinthomes en la Escuela…porque otra cuestión que no pude desarrollar hoy. El diagnóstico en el último Lacan no es un diagnóstico de subjetividades individuales. Es un diagnóstico de lazo. Lo que él dice -¡cuántas veces se ha oído hablar de esto!- «ser nombrado para» -no es que se diagnostica a alguien, se diagnostica un lazo, el lazo social del ser nombrado para-: “Es el modo en que lo social hace nudo”. Creo que es capítulo 3 o 4 del Seminario XXIII donde dice: “Tres tréboles paranoicos pueden estar enlazados…” -no me voy a meter en la definición del trébol paranoico hoy- pueden estar enlazados por un cuarto -que es un sinthome y es neurótico-. Fíjense. Tres chiflados anudados por un cuarto. La paranoia ahí no es un individuo. La paranoia está constituyendo ahí lo que se llamaba en psiquiatría clásica la folie à deux, la folie à trois, la folie à quatre. Son cuatro los que están anudados. Son nidos psicóticos, anudamientos subjetivos -que no es de una sola subjetividad-.

La Escuela supone un anudamiento de subjetividades. ¿Qué piensan que es la Escuela-sujeto? ¿Cómo se anudan las subjetividades en la Escuela? Bueno, yo les estoy diciendo que se anudan por algún sinthome que los adormece al modo de la Iglesia o el Ejército. Hay que saberlo para, entonces, instituir dispositivos que marchen a contramano de eso. Lacan quería -creo que no lo hemos visto, no por nada- que el Analista de la Escuela -el AE en el pase- interpretase la experiencia de la Escuela; que haya un analista ahí que funcionase a contramano, que interpretase la Escuela-sujeto, que vaya a contramano de la dimensión dormitiva presente en las Escuelas de psicoanálisis porque naturalmente el borrego humano quiere adormecerse: en una Iglesia, en una Escuela, en un Ejército. Hay una tendencia natural al adormecimiento soportado por algún anudamiento: el sinthome.

¿La clínica psicoanalítica nodal podrá echar alguna luz sobre esto? Ésta es la pregunta que yo me hago.

Bueno, está mi querido Miguel Sicilia. ¿Cómo te va, Miguel? Creo que seguías vos.

Miguel Sicilia:

¿Qué tal? ¿Cómo estás? Y gracias por tus palabras y siempre tan claro. Pensaba en esos 20 años que tienes de trabajo con los nudos. También en la facultad hace 20 años que te escuchamos y te seguimos.

Fabián Schejtman:

Bueno, ya van siendo casi 30…

Miguel Sicilia:

Tengo la idea de que lo que es la última enseñanza hay algunos conceptos que pasan de la enseñanza anterior a la última enseñanza y algunos no pasan tanto. Por ejemplo, el concepto de «sujeto» me pareció ubicar más bien en los últimos textos que cuando Lacan se refiere a eso se refiere como «parlêtre». Y de alguna manera -y acá viene mi pregunta- lo que en relación con lo que en la primera enseñanza es el «Otro», Lacan lo ubica como lalengua.

¿Qué podemos entender de qué cosa es lalengua en la última enseñanza de Lacan? Porque me parece que eso es crucial para ubicar lo simbólico, ¿no?

Fabián Schejtman:

Se abre un debate muy peliagudo respecto de lo que estás proponiendo, Miguel. Si yo digo que no hay progreso en la enseñanza de Lacan, no creo que haya conceptos que pasen, que caigan o que no se trabajen nunca más. No creo que la noción de parlêtre venga a sustituir la noción de sujeto. Hay gente que dice que Lacan nunca más habló de deseo del analista. Vayan al Seminario XXV y lo van a encontrar. Hay gente que dice Lacan nunca más habló de la transferencia. Hay gente que dice que Lacan nunca más habló de sujeto. Yo creo que el sujeto se lo encuentra en el calce del nudo. Creo que hay que retomar la noción de «sujeto» y reformularla a partir de la red conceptual nueva con la que Lacan aborda esas nociones. No creo que el atravesamiento del fantasma sea superado, por ejemplo, por la identificación al síntoma. A mí me parece -ésta es una orientación de Miller- que hay que tomar a Lacan en bloque. «Lacan en bloque» supone que no hay ningún concepto que se eche por la borda y que venga otro en lugar como si hubiese progreso. Lacan no es conservador.

Con esto estoy diciendo: 1. Que el Seminario XXVII es mejor que el Seminario I. Si no, diría: “Ah, dejó la noción de «sujeto» porque ya no le sirve más o está caduca y es mejor la noción de «parlêtre». No. Creo que hay que tomar a Lacan en bloque y ver cómo se retoma la noción de sujeto en el último Lacan. Lacan no es progresista. “No hay progreso” quiere decir que el Seminario XXV no es mejor que el Seminario I. Aunque no haya progreso, hay avance en la enseñanza de Lacan. Y el avance se produce -me parece a mí- por un movimiento que es enrulado. Tengo un artículo que se llama “Bucles, rulos en la enseñanza de Lacan”. Está en una revista Ancla. Ahora no recuerdo en cuál.

Miguel Sicilia:

También está en tu tesis. En tu tesis haces referencia al avance.

Fabián Schejtman:

Sí, sí, sí. Ese artículo es más interesante porque es un homenaje al flaco Spinetta. Entonces, así como yo digo que hay varios Milleres, hay varios Lacanes, hay varios Spinettas. No es lo mismo el Spinetta de Almendra -no sé si en Bolivia lo siguen, pero para nosotros es un héroe nacional; no tengo muchos héroes, pocos, entre ellos el flaco Spinetta-, que parece un Spinetta Beatle que el Spinetta jazzístico de “Invisible” o el de “Más aún, más adelante”. Milleres hay Milleres. Lacanes hay Lacanes. Y el trabjo nuestro es ver de qué modo se articulan -no los diversos Spinettas- los diversos Lacanes: el Lacan del sujeto que sigue hablando del sujeto al final de su enseñanza. No es cierto que el último Lacan no habla de forclusión del Nombre-del-Padre. El último Lacan habla de forclusión del Nombre-del-Padre. ¿De qué modo se aborda con nudos eso? ¿De qué modos avanza Lacan sin progresar?

No creo que la noción de lalengua, por ejemplo, venga a tirar por la borda la noción del inconsciente estructurado como un lenguaje. Hay que ver de qué manera se relacionan lalengua y el lenguaje. No es que Lacan tira por la borda esa idea.

O, por ejemplo, hay un Lacan estructuralista y el último Lacan, ¿no sería estructuralista? Entonces, ¿qué quiere decir Lacan cuando dice: “El nudo es la estructura”[1]? Ah, bueno. Hay que ver de qué modo la noción de «estructura» se retoma en el último Lacan. No hay progreso. No hay nociones que caigan. Hay un trabajo de articulación que está esperando por nosotros. Me parece que toda la enseñanza de Jacques-Alain Miller apuntó a eso.

Bueno, tú dirás, Alejandra.

Alejandra Hornos:

Bueno, justo con esto del progreso porque entiendo el progreso como un avance.

Fabián Schejtman:

No, no.

Alejandra Hornos:

Por eso quería comentarte un poco cuando preguntabas cuando preguntabas por qué abrimos este módulo con “Síntoma y sinthome”…

Fabián Schetjman:

El progreso es un avance para mejor. El progreso es un avance éxito. En general, Lacan dice: “No es tan seguro que avanzamos para mejor. Avanzamos. Sí avanzamos. ¿Las cosas cambian? Las cosas cambian. ¿Hay lo nuevo? Hay lo nuevo”.

Alejandra Hornos:

De alguna manera lo tomamos de un texto de Estela Pasvan que apuntaba a la evolución epistémica dentro de la enseñanza de Lacan. No se trata de un remplazo, sino más bien de una evolución y progreso…

Fabián Schetjman:

Yo a la enseñanza de Lacan no la llamaría ni evolución ni progreso. ¡Pero yo! Es una perspectiva personal.

Alejandra Hornos:

Sí, sí. Hay bastantes perspectivas. Porque tú el progreso lo entiendes del lado del exitismo.

Fabián Schejtman:

Lacan, en general, criticó cualquier progresismo y cualquier conservadurismo. Lacan era muy difícil de descifrar políticamente, pero no era ni conservador ni progresista. Era enrulado.

Alejandra Horno:

¿Enrulado?

Fabían Schetjman:

Sí, como Freud. Freud decía: “Se avanza por regresión”. Y esto es el ocho interior o el esquema del grafo -el esquema del grafo que nosotros avanzamos por regresión-. No hay progreso. Hay avance.

Alejandra Horno:

Bueno. Gracias. Carla.

Carla Bravo:

Buenas noches y muchas gracias.

Me quedo pensando en relación con lo que ya habló del fin de análisis. Me parece que sus planteamientos problematizan lo que se entiende o lo que tratamos de entender como fin de análisis. Me parece que queda problematizado, pero también queda problematizado el dispositivo del pase, de alguna manera. Entonces, mi pregunta es más bien de orden político. ¿Cómo pensar que hay un fin cuando podrá advenir un sinthome menos tonto que el anterior -allí donde siempre va a haber fracaso-?

Fabián Schejtman:

Yo no creo que haya un fin. Creo que hay fines del análisis, fines singulares y que no solamente pueden ser leídos por el dispositivo del pase que inventó Lacan en 1967. Piensen que han pasado muchos años del año ’67 ya. ¿No estaríamos los psicoanalistas a tiempo para crear dispositivos nuevos para leer el fin del análisis? ¿Será el pase el único dispositivo que podamos aplicar para leer los finales de análisis? Esos finales que sí hay y que son distintos y singulares unos de otros. Lacan no pensó el pase para todo el mundo ni pensó el pase como un dispositivo universal. Y más, Lacan habló del fracaso del dispositivo del pase. Sería bueno que leyésemos a Lacan. Sería bueno que leamos lo que Lacan propuso sobre el fracaso del pase en su Escuela.

Bueno, yo di una conferencia en 2015 en Madrid que terminó sobre ese asunto. No lo voy a explicar hoy acá. Creo que es preciso que haya lectura desde un lugar exterior al dispositivo analítico para darle cierre. Y esa lectura, Lacan inventó un dispositivo de lectura sobre el fin de análisis que es exterior al dispositivo freudiano y lo llamó dispositivo del pase. De hecho, Miller llamó a eso «pase 2» porque el pase 1 es fin de análisis en el análisis. Está redoblado -por eso Miller juega con la idea de un paso redoblado o un pase redoblado- con el fin de análisis que Lacan también llama «pase» para dificultad nuestra. Lacan llame «pase» al pase que se da en el análisis y llama también «pase» al dispositivo que propone en 1967 para leer la experiencia del final de análisis.

Yo tengo la idea de que lo es necesario no es el dispositivo del pase, sino un dispositivo de lectura del cual se lea el final del análisis. No creo que el dispositivo del pase -tal como lo inventó Lacan en el año ’67- sea para todo el mundo -Lacan no lo propuso para todo el mundo-, ni creo que sea el único dispositivo que se puede leer los finales de análisis. ¿Hay un fin de análisis? No. Aquel que terminó su análisis y que pensó que era su final de análisis de vuelta lo tienen después de 2 años reanalizándose. Y puede eventualmente tener otro final de análisis porque la idea de Lacan es que hay rulos, rizos y hay que rizar el rizo. Se pasa varias veces por el lugar del final de análisis. Si no, tenemos una idea lineal de que un análisis comienza aquí y termina allí y hay una solución final. Yo no soy el que creo en el las soluciones finales sino que repudio las soluciones finales, eternas. ¿Ustedes saben lo que es históricamente la solución final? No es la vía del psicoanálisis. No hay un fin de análisis. Hay fines de análisis y si quieren podemos ser freudianos. Hay análisis terminables e interminables. Es decir, que hay lo que en un análisis no se termina. Eso también cuestiona la idea de que el fin de análisis sería uno. La clínica nodal debiera también permitir avanzar sobre eso, cuestionando la idea idealizada y débil mental de que hay un fin de análisis. Esa idealización perturba el desarrollo de los análisis y perturba el lazo entre los analistas.

Carla Bravo:

Muchísimas gracias.

Fabián Schejtman:

Es mi idea. Podemos discutirla.

Raúl Arancibia:

Hay una pregunta en el chat de Maximiliano. Si le gusta la puede hacer. ¿Está Maximiliano también por ahí?

Maximiliano Perviú:

Muchas gracias. ¿Qué tal, Fabián? Buenas noches.

En la página 47 de “Simbólico, imaginario, real”, Lacan dice: “He aquí cómo un análisis podría escribirse matemáticamente desde su comienzo hasta su final”.

Fabián Schejtman:

¿Esa es la conferencia del año ’53 si no me equivoco? ¿Verdad?

Maximiliano Perviú:

Sí, sí, exactamente. Bueno, ahí menciona hasta su final: “Es decir, realizar el símbolo”. ¿Cómo podríamos leer esto?

Fabián Schetjman:

¿Leíste esa conferencia?

Maximiliano Perviú:

Sí, sí.

Fabián Schejtman:

Y él dice que después de llegar a ese punto, que es el punto 10 que Lacan introduce en el año ’53, que la experiencia del análisis es cíclica. Y cuando llegas a esa punto de «realización de lo simbólico», vuelves nuevamente al comienzo y es cíclico. El análisis es un bucle. Esa es una conferencia que va en el sentido del argumento que yo daba recién. La idea de Lacan allí es que el análisis es un movimiento circular. Es un grafo cíclico.

Maximiliano Perviú:

Te entiendo. Mi pregunta va en torno a esto de «realizar el símbolo». Eso es mi duda.

Fabián Schejtman:

Yo he dictado un curso entero sobre esa conferencia que les ruego que la lean. La conferencia de “Lo simbólico, lo imaginario y lo real” que es anterior al discurso de Roma. Dos meses antes de “El discurso de Roma” -que supuestamente sería el inicio de la enseñanza de Lacan-, Lacan produce esta conferencia. Miller la compiló en un librito muy chiquito que se llama De los nombres del padre. Creo que ahora salió un libro más que se llama De mi enseñanza[2] o algo por el estilo donde está incluida esa conferencia en el año ’53. Bueno, habría que explicar qué es la realización de lo simbólico que para Lacan está al principio del análisis y al final del análisis porque el principio y final de análisis se tocan los extremos. Los extremos se juntan. El análisis es un bucle.

Nuestra vida, mis estimados, es una vida que está hecho de anudamientos y reanudamientos y desencadenamientos y reencadenamientos. Un análisis los anuda por un tiempo y es una tregua temporal. Lacan habla de «porciones de análisis», «fragmentos de análisis». Ustedes se pueden desencadenar y eventualmente pueden volver a necesitar un analista. ¿Qué creen que Lacan pasa de la idea freudiana de que un analista debe analizarse cada cinco años? No, no, no. ¿Un análisis se termina? Por supuesto que se termina. Y vuelve a comenzar. Hay un fin de análisis y hay un recomienzo. Hay reanálisis. Pregunten a sus analistas con cuántos analistas se han analizaron. ¡Ojo! Porque hay gente que se analizó con varios analistas y, sin embargo, mantuvo un análisis con varios analistas. Hay gente que se analizó con un analista que no se analizó nunca. ¿Qué es un análisis? ¿Ir a ver a un analista? Para Lacan no. Tiene que demostrarse que ha habido análisis. Tiene que verificarse que ha habido un análisis ahí.

Había una época una versión muy interesante del pase. Miller la llamó «pase de entrada». Alguien tenía que verificar no el fin de análisis, sino la entrada. Era muy interesante la perspectiva. Yo voto por que se reinstituya el pase de entrada. Me parece un dispositivo de mucho interés. Eso es recrear el psicoanálisis. Que Lacan haya instituido el pase en el año ’67 no nos impide a nosotros repensar dispositivos nuevos. Cuando Miller introduce el «pase de entrada», era un dispositivo novedoso para repensar el dispositivo del pase. La Escuela tiene que ser repensada. ¿La Escuela de Lacan -instituida en el año ’64- sirve, tal como está planteada, para nuestro siglo XXI? Porque la Escuela no es un fin. La Escuela es un medio. El fin es el psicoanálisis. ¿Sirve tal como Lacan la planteó en los mismos términos? El cartel, el pase, tal como Lacan los planteó, ¿sirven para nuestro siglo XXI ya cursando la tercera década? ¿No valdría la pena que repensemos nuestros dispositivos?

Bueno, la clínica nodal permite eso, permite mover algunas cosas. ¿Se nos van a mover algunas estanterías? ¡Bienvenido! La interpretación analítica perturba la defensa. Tiene que despertarnos en algo, ¿o vamos a seguir dormidos? ¿Vamos a ir a los Congresos a escucharnos decir lo mismo siempre? ¿No vamos a pretender alguna novedad? Pregunto yo. Yo también interrogo eso. No estoy en contra del dispositivo del pase. Estoy a favor de los dispositivos del pase.

¿Qué te parece? ¿Llegamos muy lejos?

Alejandra Hornos:

Bueno, este tema de Escuela y lo que pones sobre la mesa son sumamente interesantes y me parece que, al menos en la NEL, estamos en un momento de renovación y justamente tratando de dar lugar a lo nuevo. Estuvimos en las Jornadas en Guatemala hace poco y esto que decías de los análisis también lo traía Guy Briole y toda la cuestión alrededor del dispositivo del pase, de cómo eso se está moviendo y un poco de lo que tú nos traes hoy. Así que bueno, en buena hora…

Fabián Schetjman:

Vamos a fracasar, pero nos vamos a divertir. No vamos a estar repitiendo ecolálicamente siempre lo mismo…

Alejandra Hornos:

Vamos a fallar mejor…

Fabián Schetman:

Claro, ¡fallen mejor! Esa es mi propuesta. Sean beckettianos, lacanianos también, freudianos, por supuesto.

Maggie Jáuregui:

Lo plantea así en “Una fantasía”. Es divertido fracasar como el principio de la práctica lacaniana, para no entrar en el éxito.

Alejandra Hornos:

Gracias, Fabián.

Fabián Schetjman:

Les doy las gracias a ustedes. Un beso fuerte a María Elena Nora que hace tiempo que no te veo.


* Conferencia pronunciada durante el cierre del módulo “Síntoma y sinthome” del ESIC (Espacio de Investigación Clínica) de la Sección Clínica de la NELcf-Santa Cruz de la Sierra. Transmitido vía Zoom.

[1] Schejtman F., Sinthome – Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, Buenos Aires, Grama Ediciones, 2013.

[2] Miller J.-A. et al, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2019.

[3] Miller J.-A. et al, La psicosis ordinaria, Buenos Aires, Paidós, 2017.

[1] Lacan J., 9no Congreso de la EFP sobre «La transmisión». Publicado en Lettres de l’École, 1979, n° 25, vol. II, pp. 219-220.

[1] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre. Lección del 08/03/1977.

[2] Lacan J., Mi enseñanza y otras lecciones, Buenos Aires, Paidós, 2022.

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