LA DIFERENCIA AUTÍSTICA[1]
Por Jean-Claude Maleval
2022-03-21
Hervé Castanet:
Buenas noches. Estoy contento de acogerlos para este encuentro organizado alrededor del libro, del gran libro, del libro muy importante de Jean-Claude Maleval que se llama “La diferencia autística” que todos conocen ya en la colección Arguments psychanalytiques que fue publicado en la Presse Universitaire de Vincennes. Esto recordará a la joven generación evidentemente que París VIII-Saint-Denis solo existe porque Vincennes fue destruida como dispositivo espacial.
Jean-Claude escribe desde hace varios años acerca del autismo una serie de obras publicadas que dan cuenta de su trabajo, de sus intervenciones, etc., y hoy La diferencia autística viene a agrupar sus investigaciones, sus trabajos y sus tesis que despliega en relación con esto. Tienen la particularidad de ser tesis fuertes, tesis construidas y argumentas, las que llamamos en epistemología «tesis duras», una epistemología dura y no términos aproximativos empleados en diferentes campos y que no sirven sino a alimentar a los peces. Entonces, van a escuchar las tesis que va a desplegar y que son operadores clínicos para orientarse en la clínica con los autistas. Y responde que lo esencial es cómo tratamos el autismo.
Este libro tiene un prefacio que es también importante de Jacques-Alain Miller. En este prefacio, en la página 11, encontramos esta fórmula que ha permanecido porque luego Éric Laurent la retomó en el encuentro del CERA que tuvo lugar hace poco, a saber, la expresión «magnum opus», una obra capital, una obra importante. Por otro lado, este prefacio de Miller que es la vez postfacio, comienza así: “Si leo a Maleval es para instruirme”. Encuentro que es una fórmula que puede hablar a cada uno ya que si Jean-Claude Maleval puede instruir a Jacques-Alain Miller acerca del autismo y los conceptos que utiliza en referencia a Lacan, etc., evidentemente lo va a hacer para todos aquellos que lo vayan a leer.
Entonces, en este encuentro se organizó que Jean-Claude va a hacer una presentación de su trabajo y las tesis que articulan su investigación y sobre el término que emplea, el de «diferencia», que es un término de nuestra época que hace referencia al sujeto de derecho y de la salida del autismo de una terminología despreciativa. Este término tiene un campo semántico mucho más fuerte que en referencia simplemente al sujeto de derecho ya que se introduce en la clasificación en términos de estructura. Luego, habrá una discusión con Nicole Guey y yo mismo quienes plantearemos preguntas a Jean-Claude y trataremos de que sea verdaderamente una discusión, una conversacion para poner en primer plano su trabajo. No estamos aquí para rivalizar o plantear preguntas contrarias, sino para tirar los hilos que serán útiles a todos los que han asistido. Luego habrá un tiempo para todos aquellos quienes quisieran plantear preguntas. Es una discusión abierta. Veo a personas de la Escuela quienes podrían intervenir si lo desean y que pueden aclarar el uso de los conceptos, pero la discusión puede ir más allá si es necesario.
Entonces, Jean-Claude, te agradezco vivamente por tu venida en cierta manera, aunque sea virtual, a Marseille. Te paso la palabra.
Jean-Claude Maleval:
Agradezco primeramente por esta invitación a hablar de mi trabajo. Cuando abordamos los abundantes datos clínicos que se disponen del autismo, uno se encuentra en presencia de elementos dispersos que nada parece organizar. De ahí la conclusión más expandida de que todo eso no tiene sentido ni lógica. La prueba de ello es que se trata de un disfuncionamiento de los genes y del cerebro.
La hipótesis psicoanalítica es más bien que la sintomatología tan diversa del autismo responde a un psiquismo en movimiento y que existe una lógica que permite esclarecer los datos clínicos. En cuanto a la causalidad, para hacer eco a la discusión inicial, no me pronuncio en lo absoluto acerca de la causalidad del autismo porque no hay nada sólidamente establecido en ese dominio, ni del lado de la genética, ni del lado de la psicogénesis. Lo más probable es que haya una intrincación de los dos.
En La diferencia autística, trato de dar una consistencia nueva a esta hipótesis de la existencia de una lógica en el psiquismo del autismo apoyándome en nociones tan esenciales que han sido extraídas por algunos autores capitales que han abordado la cuestión del autismo. La primera noción que me ha permitido poner en serie todas las otras -noción que no inventé y que es capital- es la de “retorno del goce sobre el borde” que introdujo Éric Laurent en los años ’90. Durante un largo tiempo me pregunté de dónde viene ese retorno. No se ha precisado tanto. De hecho, me parece que se puede decir que hace retorno sobre el borde porque es evacuado del cuerpo. Hay un congelamiento de los afectos y una contención de lo viviente[2]. El sujeto autista en formas severas se presenta sin volición, sin iniciativa, salvo ciertas excepciones cuando se atacan a sus defensas, pero en general tienen poca iniciativa. Las emociones, como en el caso de Joey -el niño máquina de Bettelheim-, no se ven. Entonces, hay pocas de esas emociones, pero se cortan de lo que experimentan en sus cuerpos -de ahí es que tienen dificultades en comprenderlas-. Se cortan proyectando lo que se trata de su goce en el borde.
El ejemplo más simple de esto, del hecho de que su “centro vital” -si podemos decir- está situado en su borde y no en su cuerpo es de los niños autistas que toman a un adulto -en el que confían- por la mano para hacerles hacer un gesto que ellos mismo podrían hacer solos. Pero ¿por qué no lo hacen? Porque tienen la idea sobre todo de que -Bettelheim comentó esto-, si no hace el gesto, no será responsable del gesto. Hay una defensa en marcha sobre el hecho de situar su centro vital sobre un borde. Algunos dicen que su manera es a través de una máquina. Muchos autistas se apoyan en un artefacto que les permite hablar. Entonces, su centro vital es su primera aproximación del borde.
Este borde no es un caparazón como se ha creído durante mucho tiempo, como lo creía Tustin. El autista no es tan solitario como eso. Muchos estudios muestran que ellos se interesan en los otros, pero con un sesgo indirecto. Aprenden mucho examinando a los otros, pero el contacto directo les es muy desagradable. Entonces, la imagen del borde -más que la imagen de un caparazón- es la imagen que utiliza Kanner. Decía que los autistas desarrollan pseudópodos. Un pseudópodo es algo que parte de sí, que va al mundo exterior permitiéndole al mismo tiempo protegerse detrás de este objeto. Entonces, el borde es un concepto que introduce Éric Laurent y que es absolutamente capital -a mi modo de ver- para abordar el autismo porque es allí donde se localiza el goce, no solamente se localiza el goce, también es el lugar donde se lo va a regular.
Entonces, es necesaria una extracción de goce. No todos los autistas tienen un borde. Una extracción de goce es necesaria. No estamos en la parte inferior del espectro. En el nivel de los autistas de Kanner para que haya esa extracción de goce que se localiza en un borde y el borde puede ser un objeto -objeto concreto o imaginario-. Diría que para mí ese objeto es el objeto a que se lo guarda en mano, es decir que hay una extracción, pero no hay una separación. La pérdida está esbozada, pero no está lograda. Entonces, en la medida que puede dominar su goce, eso es algo tranquilizador para el autista.
El segundo punto que quería desarrollar es uno -me parece- que es algo problemático. Es una indicación capital que nos dio Lacan y Lacan nos dio pocas indicaciones sobre la estructura del autismo: 2 o 3. Nos dice: “Hay algo que se congela en el autista”. Nos dice eso en la “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. No precisa muy bien qué es lo que se congela, pero en el Seminario I -cuando comenta el caso Dick de Mélanie Klein, que es un caso de autismo- dice que algo está coagulado[3] y ahí es más preciso -congelamiento y coagulado están muy próximos-: lo que está coagulado es una simbolización anticipada. Cuando no se tenía la noción de S1 en el Seminario I, creo que era una buena manera de aprehender el S1. Eso anticipa la simbolización del S2. Es una primera simbolización, primera mortificación del goce -el S1-. Pienso que hay un congelamiento del S1 en tanto que significante-amo en el funcionamiento autístico. Lacan dice también que hay un sujeto allí y que no responde. Entonces, plantea la existencia de un sujeto. La existencia del S1 y del sujeto son indisociables ya que en Aún considera que el S1 es el signo del sujeto.
Entonces, ese S1 -a mi modo de ver- es proyectado en el borde. Es el borde que contiene[4] el goce del sujeto. El ejemplo más simple es Joey, el niño-máquina, que debe conectarse a su máquina para tener electricidad. Cuando se desconecta, él se deja caer. Vemos ahí bien que su energía, su dinámica le viene de su máquina. Es su ilusión, pero eso funciona para él.
En cuanto al hecho de que el borde puede interpretar el goce del sujeto, la mayoría de los autistas dicen que tienen emociones, pero que no las comprenden, que experimentan cosas en el cuerpo, pero que no logran interpretarlas. Y algunos piden que se las interpreten en su lugar. Un niño pide a su terapeuta: “Dime lo que siento”. Sobre todo, le dice: “Decide por mí. Que tú decidas me reconforta”. Es lo mismo de eso de tomar la mano del otro. Es el lugar en dónde el goce es contenido e interpretado. Eso va de la mano con lo que Donna Williams insistía mucho, que lo fundador en el autismo es un trabajo para cortarse de sus afectos y sus emociones. Ella dice que contrariamente a la esquizofrenia, el esquizofrénico lucha contra la disociación -es la idea de ella-, el autista hace un trabajo de corte del cuerpo en relación con los afectos y hay un intelecto separado de los afectos en el autista y el goce que es proyectado en el borde.
Entonces, primera noción: el retorno del goce sobre el borde; segunda: el congelamiento del S1 proyectado en un borde. Tercera noción, una que tomo de Asperger. Es una que no se toma a menudo. Es la noción de hipertrofia compensatoria. A menudo, la noción que va a venir más bien en el abordaje del autista es la inmovibilidad. Es un sujeto inmutable. Tiene conductas de inmovilidad. Tiene rutinas. Es verdad, pero no pienso que sea eso lo que permite comprender al autismo. Es una función de apaciguamiento porque el autista busca reglas. Lo encuentra en esas reglas inmutables, pero eso trata más bien su condición de goce -desde mi visión-. Entonces, el autista es un sujeto al trabajo. Asperger dice que tiene una hipertrofia compensatoria. Kanner nos dice que es un sujeto que hace progresos, que hace esfuerzos para reunirse con el mundo, pero Kanner los vio duramente menos tiempo que Asperger; los vio 3 o 4 años a esos primeros autistas -hablo de su primer artículo-. En el primer artículo de Asperger, éstos tenían unos 10 años. Eso le permitió darse cuenta de esta noción de hipertrofia compensatoria, de sujetos que están verdaderamente al trabajo para compensar sus dificultades.
Un ejemplo de hipertrofia compensatoria puede ser en el trabajo de borde. Una vez más, Joey -el niño-máquina de Bettelheim- construye primeramente una máquina en cartón que le sirve para proporcionarle electricidad. Después, esto evoluciona. Hay todo un trabajo. Luego construye un papoose[5] eléctrico -un niño indio- que imagina encerrado en una caja de cristal. Es un doble también de sí mismo. Luego abandona la máquina, abandona el papoose eléctrico y encuentra a un niño para construirse, Kenrad -un niño de la institución-, que toma como doble, que va a tomar como modelo para él -Kenrad, el maloso-. Luego, Kenrad se va y Joey se apoya en Mitchell quien es más bien la buena. Luego abandona a Mitchell e inventa a Valvus. Valvus es un compañero imaginario. Hay varios autistas que inventan compañeros imaginarios -otra forma de borde-. Luego, ha evolucionado mucho y parte de su estancia con Bettelheim. Se convierte en un electricista. Hace un oficio ligado a su interés específico que estaba relacionado con la máquina a la cual se interesaba mucho. Luego cuando regresa 3 años después con Bettelheim, ha construido una máquina pesada que es un alternador eléctrico. Así, se ve que hay toda una evolución con una creatividad alrededor del borde.
Entonces, una hipertrofia compensatoria es la tercera noción que me parece capital.
Cuarta noción es la que debemos a Lorna Wing, la noción de espectro del autismo que introduce en 2001, que fue adoptado por el DSM-5 en el 2015. Fue adoptado porque un cambio de perspectiva radical en los años ’90 en cuanto al abordaje del autismo; cambio de perspectiva en relación con la película Rain man -una película de 1988- que mostraba una imagen muy novedosa del autismo. El problema de Rain man es que su modelo no es un autista. Era un sujeto con dificultades neurológicas graves, pero era un modelo compuesto -bueno, poco importa-, pero se dijo que era un autista. En los años ’90, la aparición de la obra de Donna Williams y la de Temple Grandin modificaron nuestra óptica de lo que podía ser el autismo. Ya no era una patología gravísima, sino personas que son capaces de ser universitarias, como Grandin. Luego en los ’90 se tradujo la obra de Asperger. El artículo de Asperger antes era casi completamente desconocido. Estaba en alemán y fue necesario que se traduzca al inglés para que de golpe se interesaran por él y que Lorna Wing -quien tenía una niña autista- se dé cuenta de que es extremadamente frecuente que los autistas de Kanner se vuelvan autistas de Asperger. Está ahí el núcleo de la idea de espectro del autismo.
Lo que es interesante es que Lorna Wing no conocía en el 2001 el devenir de Donald Triplett. Donald Triplett es el primer caso de Kanner de su artículo del ’43. Se descubrió entre el 2005-2008 en lo que se había convertido. Pasó toda su vida como un cajero en un banco. Ahí también hizo un oficio de su interés específico porque los números eran su interés específico. Luego se jubiló. Era totalmente autónomo. Tenía su casa, su carro y dos pasiones: el golf y los viajes. Lo que es sorprendente es que se tiene la idea de que el autista es un sujeto inmutable, pero a él le apasiona viajar. Él organiza sus viajes por sí mismo, lo que no va en el sentido de la inmutabilidad.
Entonces, hay un espectro del autismo. A ese espectro lo sitúo rápidamente en cuatro etapas -que son una orientación simplemente-:
Los prekannerianos: los sujetos más severos quienes, en general no tienen borde. Por ende, el goce está más bien en el cuerpo. Es difícil diferenciarlos de los esquizofrénicos, en general.
Los kannerianos: los sujetos con una inteligencia y que tienen un borde autístico y a menudo un doble.
Los Asperger: cuyo borde está a menudo encarnado por el interés específico.
Los autistas de alto nivel: hay discusiones acerca de si hay que distinguirlos de los autistas Asperger. Digo esto netamente. Por un rasgo simple, los autistas de alto nivel son sujetos capaces de independencia, mientras que los Asperger son capaces de autonomía, pero no de independencia. La independencia es la capacidad de plantear un acto sin el sostén de quienquiera que sea. Daré ejemplos después.
Muchos psicoanalistas impugnan la existencia del espectro autista. Hay una razón válida para impugnarla: que es un comodín[6]; que es un comodín en el que se ha agrupado las psicosis infantiles. Por ende, es demasiado amplio, pero al mismo tiempo es una idea interesante que yo sostengo a condición de reservarla estrictamente a los autistas.
En la IPA se impugna al espectro y se considera que los autistas de alto nivel no son ya autistas, sino “personalidades post-autísticas”. Eso planteó problemas recientemente en una obra que se publicó con Patrick Landman que se llama Lo que los psicoanalistas aportan a las personas autistas. En esta obra había un artículo muy interesante sobre un autista y Landman con Ribas -miembro de la IPA- escribieron en la página de guarda que los autistas de alto nivel ya no eran autistas. Esa era la idea. Esto escandalizó mucho a ciertos autistas. Entonces, efectivamente ¿con qué derecho se va a decir a los autistas que ya no son autistas? ¿A partir de qué saber se les podría decir eso? Me parece que no es justificable. Más bien habría que escuchar lo que dicen y los autistas de alto nivel nos dicen: “Siempre seré autista”. Si se les pregunta por qué responden que porque saben de dónde vienen, cómo llegaron a eso -su recorrido autista- y luego porque permanecen rasgos: cierta inmutabilidad, dificultades a comprender el humor -aun si lo logran-, algunas dificultades en el contacto humano… Hay toda una serie de rasgos que permanecen. Entonces, creo que hay que escuchar cuando los autistas de alto dicen que son autistas siempre aun si lo son de manera muy diferente a las formas severas.
Entonces, la quinta noción a la que me refiero es la de los Lefort de la estructura autística. Habría una estructura subjetiva autística. Es una noción que se introduce en los años ’80-’90. Yo tengo una aproximación muy diferente a la estructura autística a la de los Lefort. Para ellos, el rasgo mayor es la división por el doble. El autista se apoya en un doble. Es verdad que es un punto importante. Estoy de acuerdo sobre eso, pero hay que ir mucho más allá. No hay únicamente el doble. Ellos hablan muy poco del interés específico, muy poco del objeto autista. Hay una estructura autística como lo muestra la evolución de Triplett. El autismo evoluciona hacia el autismo y no hacia la psicosis -como lo sostenía un tiempo los Lefort y después abandonaron esa idea cuando concluyeron en la estructura autística-. Voy a retomar a los Lefort después.
El último autor en el que no podía dejar de apoyarme, por supuesto, es Kanner. Lo que me parece más interesante en Kanner es que el fundamento del autismo es un trastorno del contacto afectivo. Decir que es un trastorno del contacto afectivo es decir otra cosa que lo que dice hoy en día acerca de que el autista tendría otra inteligencia. Es verdad que es otra inteligencia, pero ¿por qué? A mi modo de ver porque la afectividad es diferente y ellos la ven de manera diferente. Para los cognitivistas es al revés. Kanner al igual que Asperger ven bien que el punto capital es la dificultad -con la soledad de Kanner- de contacto con los otros, contacto afectivo. Cuando se dice esto a los cognitivistas, ellos dicen: “No, a los autistas les gusta el contacto. Muchos dicen que les gusta que se les haga cosquillas, por ejemplo, que se les haga juegos corporales”, es verdad, pero de eso no se trata la noción de «contacto afectivo». Hay que precisarlo: es la del deseo del Otro. El deseo del Otro les angustia. Es muy difícil de abordar. Es lo que pudo condensar Donna Williams diciendo: “Para mí es extremadamente difícil dar y recibir”. Es decir, introducir un objeto en el intercambio, confrontarse a la espectativa del Otro; eso es tan difícil que tienen tendencia a cortarse radicalmente de los afectos. Si el Otro se interesa en ellos, hay una coerción de reciprocidad y, por ende, hay sentimientos que se introducen en la relación. Ciertos autistas son muy claros en este punto. Joe, por ejemplo, puede decir en cierto momento: “Es necesario que esto cese. Es necesario ya no amarme.”, contrariamente a la idea que hay de que hay que amarlos. Los autistas no soportan que se los ame. Lo pueden soportar a veces de una persona que sea un doble, pero con la mayoría de las personas es muy difícil cuando éstas se interesan en los autistas. Williams explica muy bien que no se trata solamente de amor, sino también de la gentileza, la simpatía. Todo eso es muy difícil de soportar para ellos. Es angustiante para los sujetos autistas, salvo con algunas personas en particular con los que tienen una relación fusional. Eso es la excepción. Entonces, hay un trastorno del contacto afectivo como fundamento en el autismo.
Todas estas nociones se ordenan a partir de la primera: el retorno del goce sobre el borde. El congelamiento del significante-amo se opera de diferentes maneras, pero esencialmente en su proyección sobre el borde. El espectro del autismo se ordena por la evolución del borde: ausencia de borde en los autistas prekannerianos; borde encarnado en el objeto autistístico o el doble en los kannerianos; borde encarnado en el interés específico para los Asperger; y borde que se borra o que se vacía o que se abandona -a veces- en los autistas de alto nivel.
La evolución sobre el espectro se hace gracias a la hipertrofia compensatoria, pero esta hipertrofia compensatoria se aplica sobre todo al borde para que el sujeto se construya; borde que primeramente debe ser puesto en marcha -no está siempre ahí-; que luego se complejifica; y que finalmente se vacía. Es todo un trabajo complejo sobre ese borde.
La estructura autística se funda esencialmente en una defensa contra el deseo del Otro que es operado mediante la construcción del borde y que se añade al congelamiento del S1. El borde es el objeto con el cual el autista introduce una mitigación protectora frente al deseo del Otro. Pero no es solamente eso. También es un objeto con el cual puede regular su goce. Y también es un objeto mediador con el cual se puede abrir a los otros, a veces incluso para poner en marcha una actividad profesional, un lazo social. Y la angustia suscitada por el contacto afectivo, por el deseo del Otro, es fundamentalmente mediante el borde que el autista se protege.
Entonces, la tesis que propongo es aprehender al sujeto autista como un sujeto creativo. En esta perspectiva existe un debate importante en nuestro campo. ¿El S1 en tanto significante-amo está forcluido o congelado? No hay acuerdo en este punto. Les voy a explicar por qué sostengo más bien el congelamiento. Los Lefort y Jacques-Alain Miller se inclinan por la forclusión del S1. A mí me parece que las indicaciones de Lacan van más bien en el sentido de un congelamiento. Lacan no habló de forclusión del S1 en el autismo, sino que habló de algo que se congela. Entonces, las dos hipótesis -forclusión y congelamiento- concuerdan al menos en un punto: que hay disfuncionamiento del S1 en el autismo. Ciertamente es eso. Es algo afectado en la estructura borromea. La función del padre está afectada. Las divergencias recaen sobre el proceso del cambio que se observa en el espectro del autismo: ¿se produce por imitación? -esa sería la tesis de los Lefort-; ¿por iteración? -es la tesis de Jacques-Alain Miller-; ¿o por invención? -aquella sería la mía-.
Si hay forclusión del S1 en el autismo, hay que concluir lógicamente que como dicen los Lefort -en lo que concierne a un autismo de alto nivel como aquel de Temple Grandin-, cito: “Hay una exclusión de toda metáfora y de todo pensamiento creador”. Entonces, no habría pensamiento creador inclusive en los autistas de alto nivel -tesis que me parece bastante difícil de sostener-. Continúan los Lefort: “Cuando los autistas toman la palabra, es aquella del otro -del cual hacen su doble-.” Habría, según los Lefort, con esta forclusión del S1, esencialmente ecolalia. Imitarían a partir del doble. Es verdad. Hay esa dimensión en los autistas severos. La ecolalia es la manera en la cual muchos autistas entran en el discurso. Es una parte de la clínica del autismo, pero que me parece difícil de sostener para los autistas de alto nivel. Ya les voy a decir por qué. El doble en el autismo puede hacer función de suplencia para los Lefort y el cambio provendrá de la imitación del doble.
La tesis de la iteración en el autismo se apoya en la importancia de las conductas de inmutabilidad que ponen en primer plano la repetición de lo mismo. Escribe Jacques-Alain Miller: “¿No es la propiedad de amo[7] que hace retorno bajo la forma pluralizada de reglas absolutas y de ordenamientos rígidos frente a los cuales todo testimonio atestigua que todo autista aspira?”. Efectivamente, el autista sostiene a menudo reglas absolutas para tratar su cognición. Continúa Jacques-Alain Miller: “En esta óptica, la forclusión del S1 tendría como efecto su metamorfosis multiplicativa en un enjambre[8]”-que escribe en una sola palabra-, en una multiplicación de S1.
La iteración es como lo que indició Grandin, como cuando ella considera que ciertos autistas son incapaces de asimilar la menor distancia en relación con las imágenes que están acumuladas en su memoria. Efectivamente, habría una iteración de las imágenes -ella describe acerca de ello, el Pensar en imágenes-. Habría esa dimensión, pero no solamente es eso. Grandin subraya que “la inmensa capacidad de conservar una imagen fija contribuye al comportamiento rígido e inflexible de los autistas”. Su comportamiento y su modo de pensar -incluso- estaría anclado en una situación inicial de aprendizaje -es lo que a menudo se subraya- que estaría coercida[9] a iterar. Iterar quiere decir que hay repetición de un significante aislado, un S1 completamente solo[10], lo que testimoniaría de la forclusión del significante-amo. Si el significante-amo no funciona, hay por lo menos un enjambre -como dice Miller- de S1s completamente solos. En eso estamos de acuerdo, en que hay S1s completamente solos. Entonces, el S1-completamente-solo no podría sino repetirse sin ligarse a un S2 y entonces el cambio se produciría por iteración en el autista. Es verdad que también hay esa dimensión en el autismo. Indudablemente hay muchos de aspectos iterativos en el autista, pero a mi modo de ver hay mucho más que eso también.
Si el proceso de cambio en el autismo se reduciría a procesos de imitación y de iteración, estos deberían necesariamente ser pobres y no podrían permitir una apertura a una verdadera capacidad de invención. Al contrario, la hipótesis de congelamiento[11] del S1 se acompaña de una posibilidad de su descongelamiento que se observa en los autistas de alto nivel. En varias páginas de mi libro están las descripciones que hacen los autistas de una manera desconcertante para ellos y hay verdaderamente una modificación muy notable de su posición subjetiva.
Los autistas de alto nivel no solamente tienen acceso a la ambigüedad significante, a la comprensión de las palabras[12]. Dicen que tienen dificultades con esto, pero que sin embargo lo logran. Y su posicionamiento subjetivo se caracteriza por una adquisición de una capacidad para ser independiente. Es decir que es capaz de tomar decisiones importantes sin referirlas a alguien. Muchos autistas de Asperger logran una autonomía, pero la independencia da cuenta de un funcionamiento subjetivo mucho más complejo. El ejemplo más simple de un acto de independencia planteado sin garantías, sin imitación, sin iteración -si es verdaderamente un acto-, aporta algo nuevo.
Por ejemplo, la elección de la homosexualidad hecha por Tammet aun cuando nadie ni nada ni ningún personaje de la familia lo predispusiera a ello. Igualmente, su elección de ir a enseñar inglés en Lituania -aunque nunca había dejado su hogar antes-, decisión de la cual sus padres tenían muchas dudas de que sea capaz de hacerlo, pero él le fue muy bien y tuvo éxito. Él tenía la idea que era posible. También podemos hablar acerca del viaje de Williams dejando su Australia natal para venir a Europa e instalarse luego en los EE.UU.; o la elección de Grandin de abandonar sus estudios de psicología para orientarse hacia la biología animal.
La decisión de Julien Mark de dejar a los testigos de Jehová es muy interesante porque dice que es el autismo que lo condujo a aceptar a los testigos de Jehová -que eran parte del ambiente en que creció- ya que le daban a un marco a su pensamiento, pero también fue el autismo el que lo condujo a dejarlos porque su interés específico era García Lorca. García Lorca era homosexual y, por ende, los testigos de Jehová le prohibían leer a Lorca. Entonces hay hizo un acto: dejó a los testigos de Jehová para continuar a leer a Lorca ya que su modo específico de goce le permitió plantear un acto. Y a hí me parece que es difícil proponer una forclusión del S1 para estos sujetos cuando plantean estos actos.
Además, los ejemplos de creación original producidos por los autistas de alto nivel son múltiples. Aquí les doy algunos.
La creación tecnológica, por ejemplo. Grandin inventó instalaciones novedosas de tratamiento del ganado para guiarlos hacia el matadero. Ella es alguien extremadamente innovadora en su campo. Es una referencia.
Mary Robinson inventó las guitarras con efectos especiales para la banda de hardrock KISS e inventó sobre todo una guitarra que echaba humo -esa que lanzaba luces con humos, etc.-. Las personas de la banda estaban muy entusiasmadas por esto. Jamás había visto eso.
Creaciones pictóricas. ¡Cuántos autistas tienen creaciones pictóricas! Les aconsejo ver aquellas de Iris Grace. Es una obra magnífica. Las pinturas de este niño -que es un autista severo- tienen un estilo que es incomparable. Son muy bellas. No son copias, no son imitaciones, no son iteraciones. Por otra parte, hay muchas obras pictóricas de autistas.
Las creaciones gráficas. Carlos Casacas ha creado afiches panorámicos de las ciudades y de paisajes idílicos. Han sido objeto de pedidos por parte de organismos oficiales.
Las creaciones musicales. Antoine Ouellette es una compositora de música que nunca había sido escuchada antes.
Creaciones literarias. Las numerosas autobiografías de autistas son totalmente originales, son completamente diferentes entre sí. Por ejemplo, Tammet se convierte en una suerte de filósofo. Ha escrito varios libros que no son de autismo y que son libros bastante originales. Su obra Every word is a bird we teach to sing es un libro sobre una reflexión acerca del lenguaje que es muy interesante y original.
Creaciones de mundos imaginarios estructurados. Gil Tréhin ha creado una ciudad llamada Urville en la cual él ha hecho todos los cálculos, todos los dibujos. Es extremadamente rica y compleja. La lotterie es también un mundo creado por una familia de autistas, un mundo que tiene su bandera, su geografía, su producción, etc.
Donna Williams no solo se consideraba como escritora sino también como compositora, escenarista y escultora. Entonces, era muy creativa.
Bueno, no voy a insistir más en esto. A mi modo de ver, las capacidades de invención puestas en marcha por ciertos autistas de alto nivel no podrían reducirse a conductas imitativas o iterativas. Me parece necesario considerar que en ellos se opera un descongelamiento del S1.
Muchos tienen la tendencia inclusive de sostener que los autistas son genios creadores -idea que está muy expandida en Internet-. Esos autistas que cambian al mundo es un libro de Norm Ledgin, prefacio de Temple Grandin, publicado en el 2002. Este libro hizo expandirse la idea de que muchos genios son autistas. En este libro, Marie Curie, Einstein, Mozart, Farewells, Glen Wood y algunos otros son considerados autistas. En Internet -es una opinión que se impone hoy en día- se añade a la lista a Bill Gates, Steve Jobs, Wittgenstein, Satoshi Tajiri -el creador de Pokemón-, etc. E, incluso, según un informe del Pentágono redactado en 2008, Putin sería autista.
Ven que la lista sigue creciendo. Hay muchos falsos autistas entre la población infantil porque ya no se lo distingue de la psicosis infantil, pero también la psicosis ordinaria y el autismo son muy mal diferenciados en muchos. Yo pienso que Einstein no era ni psicótico ni autista. Bueno… En cuanto a Glen Wood hice un estudio para demostrar que era un psicótico y no autista, un psicótico ordinario -aunque tuvo momentos paranoicos-.
Son diagnósticos que son tomados de la metodología del DSM que se basan en rasgos de comportamiento cortados de su sentido. La emergencia de falsos autistas es un fenómeno contemporáneo. Lo atractivo de un diagnóstico de autismo como asimilado a una forma de genio y convertido en tal hace que muchos sujetos psicóticos se regodeen de ser autistas hoy en día.
Sea lo que fuere, la forclusión del S1 en tanto que significante-amo es difícil de sostener en vista de las capacidades creadoras de autistas alto nivel, aun si es preciso que las lenguas verbosas estén constituidas de S1 completamente solos [S1-touts-seuls] y que las lenguas fácticas tiendan a permanecer ancladas en las situaciones de aprendizaje. Hay que precisar que hay dos aproximaciones de la forclusión del S1 en el autista. Aquella de los Lefort -de la que hemos hablado-, quienes no retroceden en considerar que esta forclusión está presente en los autistas de alto nivel. La obra La distinción del autismo no deja duda acerca de este punto. Jacques-Alain Miller lleva la hipótesis de la forclusión del S1 hasta los autistas de alto nivel. Indica claramente en el prefacio de La diferencia autística que él estaría inclinado a recortar el espectro del autismo. Parece que opera una escisión en medio del espectro entre los autistas de Kanner y aquellos de Asperger. Hay un cierto número de clínicos -no solamente él- que sostienen que no hay un autismo, sino autismos. Yo sostengo más bien que es un autismo. Bueno, puede haber un debate en este punto.
Sin embargo, la tesis del congelamiento del S1 en el autismo parece poder sostenerse no solamente en su descongelamiento en los autistas de alto nivel, pero también en una clínica de su congelamiento en los autistas que presentan formas más severas sobre el espectro. El congelamiento del S1 toma varias modalidades. La principal consiste en su proyección en el borde. El sujeto habla a través del intermediario de su borde, del cual puede a veces decir que es el portador de su voz. Por ejemplo, cuando es una máquina que habla en su lugar o cuando es una caja de cartas que manipula para expresarse. A menudo sucede que el autista hace de su borde su portavoz. Por ejemplo, cuando es un doble quien se expresa en su lugar. Donna Williams estaba escondida detrás de sus dobles -de Alice, Carole y Willie- quienes hablan; o bien, hay autistas que se expresan por medio de títeres o marionetas, pero que no hablan en su nombre, sino que pueden hablar si hallan ese portavoz.
Varios autistas situados en la parte inferior del espectro -de los cuales uno de los más conocidos en Francia es Birger Sellin o Babouillec- se han mostrado capaces de producir obras completamente originales, testimoniando de una aptitud para poner en juego su modo específico de goce en producciones escritas capaces de desarrollarse usando significantes del Otro. Igualmente, creaciones pictóricas inventivas son a veces compatibles con formas severas de autismo.
El congelamiento del S1 -que puede traducirse por un bloqueo de la enunciación vocalizada- deja sugerir en ciertos autistas capacidades de expresar una enunciación original mediante lo escrito. Se dan cuenta de sus capacidades creativas hasta en autistas muy deficitarios.
El borde puede estar constituido por un objeto ya listo[13] elegido por el sujeto, pero en otras circunstancias el borde es una invención del autista. Un ejemplo. Bettelheim subraya un rasgo decisivo de Laurie -uno de sus tres grandes casos-. Laurie es un caso grave de autismo. Él la describe como una muñeca flácida y muda de 7 años. Resalta como decisivo en su progreso el momento en que comienza a rasgar papeles en largas tiras y hace fronteras con ellos. Bettelheim dice: “Es una de sus primeras actividades espontáneas deliberadas y sobre todo simbólicas”. Añade: “Eran realmente su invención, su creación a partir de materiales externos con el fin de dominar las tensiones internas”. Esta actividad comienza un día inmediatamente después que ella fue a defecar. Durante horas, a partir de papel higiénico, producía largas tiras al rasgar las bandas hasta llegar al centro. Ella iba perfeccionando su procedimiento comenzando por un recorte del centro seguido de su rechazo, acompañado de una expresión de disgusto -que Bettelheim liga a la analidad-. Y con esas bandas hace una frontera entre el mundo de ella y el resto del mundo generando así un borde protector.
Incluso en un objeto autístico tan pobre, tan rudimentario se dibuja una invención del sujeto que no tiene nada de iterativo. Un objeto fabricado por Roland quien se arrancaba cabellos bastante largos mientras que recogía de su ano un poco de materia fecal del tamaño de una lenteja, la cual podía trizar entre sus dedos con un poco de saliva. Unía así en una bola constituía de sus cabellos y heces que ponía entre su pulgar y su dedo índice y lo hacía oscilar muy rápidamente delante de sus ojos y durante horas se perdía en la contemplación de esa ilusión de movimiento perpetuo -totalmente indiferente al mundo exterior-. Me parece que ya hay allí un trabajo compensatorio de sus dificultades que recurren a modalidades específicas ancladas en un trabajo inventivo y no iterativo. Él nunca había visto eso antes.
Demostraciones que prueban la utilización espontánea del borde para protegerse, construirse y socializar son a menudo relatadas por padres que se sublevaron contra los métodos que los especialistas les habían recomendado, padres que testimonian haberse apoyado en las pasiones de sus hijos. Que esto pueda conducir a éxitos espectaculares ha sido constatado por estos padres y han hecho prueba de eso. La chispa De Kristine Barnett, Nos mondes entremêlés de Valérie Gay-Corajoud, Une vie animée de Ron Suskind y À côté de l’autisme de Annie Doux-Tibet son testimonios de los más conocidos y probatorios. Revelan cuán preciosos pueden ser los juguetes, los dibujos animados y los diversos objetos para la construcción del sujeto autista cuando ellos los invisten y cuando se los deja a su disposición -lo que no siempre no es el caso-. La gran mayoría de padres han tomado la misma difícil decisión como aquellos de Kristine Barnett: irse en contra de la opinión de los especialistas, dejando a su hijo su objeto autístico y alimentando sus pasiones. Esto no es para nada la apuesta terapéutica cognitivo-conductual -estos conciben que el objeto autístico es un objeto de autoestimulación y que es una traba a su desarrollo, de igual forma que no hay que estimular sus pasiones-.
El autista no busca ni un hermeneuta, ni un educador. No cree en lo absoluto en lo inconsciente. La cura psicodinámica del eventual malestar autístico no pasa por interpretaciones de las formaciones de lo inconsciente, ni por la búsqueda de un sentido histórico escondido de los síntomas -como hacía Bettelheim-, sino por un sostén a menudo indirecto de las funciones terapéuticas del borde. La investidura del borde puede ser fuertemente estimulada por la entrada del sujeto autista en una relación transferencial con un psicoanalista. Sin embargo, sucede también que el desarrollo del borde se da en otras formas de intervenciones dinámicas e incluso sucede que ese desarrollo terapéutico del borde se haga en el medio familiar -cuando los padres saben poner en marcha situaciones propicias-.
La cura psicoanalítica que se apoya en el borde no es el tratamiento privilegiado del malestar del autista. Muchos otros métodos psicodinámicos -a veces espontáneamente inventados por el propio sujeto- logran resultados significativos. Hay trabajos interesantes, así como métodos psicodinámicos sobre ello. Pero además existen fuertes convergencias entre la aproximación de un investigador cognitivista como Motron y aquellos que se orientan por la evolución del borde. No obstante, solo el psicoanálisis aporta un marco teórico para abordar las angustias y el funcionamiento específico del autismo. Motron va un poco en el mismo sentido con su preconización, pero él piensa que el autista no está angustiado -salvo por azar, pero es secundario-. Evidentemente, ahí hay una divergencia importante entre nosotros.
Entonces, el psicoanálisis da un marco teórico para abordar las angustias y la especificidad del funcionamiento afectivo del autismo. Por esto, el psicoanálisis es indispensable. La demanda de psicoanálisis comienza cuando el sujeto constata que hay actos que lo sobrepasan; a veces incluso lo dicen: “Es más fuerte que yo”, y no pueden impedir repetirlos.
La elección regular de los objetos autísticos, de los dobles y de los intereses específicos están comandados por el funcionamiento autístico y exceden la elección individual, incluso si cada uno los encarna a su manera. Igualmente, la mayor parte de los autistas tienen comportamientos de inmutabilidad. Son esfuerzos para crear carencias locales que son precursoras de los intereses específicos. Responden al mismo objetivo que éste último. Todos estos fenómenos competen de un funcionamiento inconsciente propio del funcionamiento del autista. Nadie les habrá enseñado acerca del objeto autístico, del interés específico, etc. Nadie les habrá enseñado y casi todos ponen en marcha estas conductas. Pero la dinámica viene de una fuente que no dominan, un saber insabido para ellos los determinan mucho más que lo suponen -porque piensan que no tienen inconsciente en general-. La manera compleja de tratar el borde para protegerse, se construirse y socializar se impone espontáneamente al autista con la condición de que no se pongan trabas a sus esfuerzos -lo que no siempre es el caso-.
El funcionamiento autístico se abre sobre un campo aún poco explorado del descubrimiento freudiano del inconsciente. Es un inconsciente, sin embargo, un poco diferente.
Es lo que quería decir como introducción de esta obra, sobre este trabajo de La diferencia autística. Hervé, me has planteado una pregunta sobre la diferencia hace un instante. ¿Quieres que la responda ahora?
Hervé Castanet:
Sí quisiera porque no es simplemente un término entre otros, sino que tiene un estatuto conceptual en tu trabajo.
Jean-Claude Maleval:
Sí. ¿Por qué he titulado esa obra La diferencia autística? Tuve algunas dudas. En un primer momento lo iba a llamar La estructura autística. Luego, pienso que primeramente la diferencia en referencia a Jacques-Alain Miller que lo dice a propósito del espíritu de la época. En parte es verdad que los autistas están más inclinados a interesarse en una obra que hable de su diferencia -ya que incluso a veces la revindican- que a una obra que hable de la estructura -ya que sabemos que el psicoanálisis no es ningún santo para ellos-. Pero lo más fundamental no es eso. Es que, en una obra anterior sobre la psicosis ordinaria, me di cuenta de que el término psicosis es muy molesto hoy en día, así como el término de autismo, o el de neurosis. Son términos que vienen a partir de la psiquiatría del siglo XIX y que han cambiado desde ahí en sus connotaciones patológicas. Entonces me dije que habría que inventar otra cosa. Antes que hablar de neurosis se podría hablar de estructura represora; en vez de hablar de perversión se podría hablar de estructura fetichista; hablar de estructura con suplencias para la psicosis. Pero al mismo tiempo me digo que eso no sucederá. Los términos de neurosis, psicosis, perversión, etc., están muy arraigados en el vocabulario corriente que no se puede decidir remplazarlos por otra cosa así de rápido.
Al contrario, para atenuar esa connotación patológica de estos términos, me parece que se podría decir diferencia neurótica, diferencia psicótica y diferencia autística. Esto porque escapando a uno de esos modos de funcionamiento, por una parte, -bueno, hay una discusión por la operación en sus 2, 3 o 4 modos de goce específicos- y luego porque no son patologías en sí. Hay la normalidad que es la estabilización no solo de la neurosis, también en las psicosis. Con los psicóticos ordinarios nos codeamos todos los días, trabajamos con ellos, hay analistas psicóticos, etc. En cuanto a los autistas, es igual. Los autistas de alto nivel son personas que podemos codearnos, a veces sin darnos cuenta de que son autistas. Entonces, la normalidad es la estabilización en cada una de esas diferencias. Es por esto por lo que me parece que sería mejor hablar de diferencia neurótica, psicótica, autística, incluso perversa. Es lo que quería decir como respuesta.
Hervé Castanet:
Te agradezco mucho. Quisiera comenzar planteando una pregunta casi de observación epistemológica y sobre todo del poder de los conceptos en el campo de investigación. Vemos que algunas investigaciones recusan el interés del psicoanálisis para abordar el autismo, empujándolo más bien del lado de la genética o de arquitectura neuronal. Enseguida, Nicole Gay intervendrá con preguntas de la clínica y vamos a hablar mucho de eso.
La primera observación que quisiera hacer y plantear una pregunta, incluso si ya la abordaste, es el interés de definir el autismo como una estructura, inclusive -como dices- “una auténtica estructura subjetiva”. En mi generación, es decir al final de los años ’70 y el debut de los años ’80, cuando comenzábamos a trabajar los textos de Lacan, etc., era evidente para nosotros -era el consenso- que el autismo era una psicosis. Seguro recuerdas esa época. Creo que aún permanece a veces en nuestras maneras de hablar y de pensar. De ahí, creo que uno de los intereses capitales de tu libro es definir es autismo como una estructura subjetiva. Sobre todo, consagras un capítulo absolutamente apasionante al principio del libro: “¿Por qué el autismo no es una psicosis?”. Esta observación la haces por el sesgo del concepto -ya que elaboras 4 elementos para permitir esa distinción-. Son distinciones teóricas, pero que son cruciales para la clínica. Si te planteo las preguntas es porque sé que aquellos que nos escuchan son clínicos, que tienen relación con instituciones, en hospitales donde trabajan, en sus prácticas privadas como psiquiatras, psicológicos y psicoanalistas. Así, ellos dan cuenta de ese tema. Entonces, el interés que una observación conceptual tiene para reordenar la posibilidad de una clínica.
Jean-Claude Maleval:
¿Es una pregunta?
Hervé Castanet:
¿Por qué tu interés en distinguir el autismo de la psicosis? ¿Por qué esto es crucial para la clínica? Si nos puedes decir algo para los clínicos que nos escuchan.
Jean-Claude Maleval:
Sí, por supuesto. Es el interés del diagnóstico estructural desde mi modo ver. Es que no conducimos la cura de un neurótico como la de un psicótico, ni la de un autista como la de un psicótico. Es todo el interés. Con un autista -intenté desarrollarlo antes-, hay que intentar construir un borde cuando no lo hay. Sucede en los casos más graves que el borde no está. Hay ciertos sujetos que describen que en el momento en que descubrieron un borde, sobre todo cuando eran autistas severos y que no hablaban ni tenían posibilidad de expresarse, y de repente se les da un objeto con letras -a veces sabían leer, pero no podían escribir- y pueden ponerse a escribir y a expresarse, lo que es una revelación para ellos. Esta investidura del borde cambia enormemente su mundo.
Después, cuando el borde está ahí, se trata de ayudar al sujeto a expandirlo. No se trata de retirarle su objeto autístico como se hace en muchas instituciones. Al contrario, hay que tratar de hacer con eso; tampoco dejarle pasar todo su tiempo con él. Es necesario tener la posibilidad de limitar su goce desde este punto de vista. A veces va a hacerlo solo, va a abandonar un objeto autista para luego tomar otro y luego; así, hay fenómenos de pérdida que se producen en ese momento. En una palabra, la cura del autista se orienta en la construcción de un borde.
Aquella del psicótico es sobre la construcción de una suplencia -en la mayoría de los casos- o a veces en un apuntalamiento en un prójimo en algunos casos. Luego, también se trata de hacer con el goce irruptivo, los delirios, las alucinaciones; lo que no es el caso en el autista, salvo casos excepcionales. No hay delirios constituidos en el autista. Alucinaciones pueden darse, igualmente en un neurótico, pero son mínimas en el autista. Por ende, las alucinaciones -cuando las hay- son diferentes de las del psicótico.
Básicamente, la idea es que la localización de la estructura es esencial para la conducción de la cura.
Hervé Castanet:
Gracias. Te voy a plantear una segunda pregunta. Después que hayas respondido será Nicole Guey que intervendrá.
El trabajo que tú haces es inseparable del último Lacan y de los conceptos que él aísla. No es seguro que podrías haber construido tu investigación usando solamente como brújula el Seminario III, por ejemplo, con la presencia o ausencia del Nombre-del-Padre.
Jean-Claude Maleval:
Ciertamente. El Seminario III no hubiera sido suficiente. Lo que me permite de construir esta aproximación del autismo es la noción del retorno del goce en el borde. Y esto, efectivamente, no es del primer Lacan. Luego, también es que Lacan nos dice que hay un congelamiento de algo, pero no precisa qué. Congelamiento del S1 en tanto significante-amo -a distinguir del S1 completamente solo-, todo eso no es del primer Lacan tampoco. También puedo decir que la estructura del autismo no es probablemente borromea. El congelamiento del S1, a mi modo de ver, es compatible con la forclusión del Nombre-del-Nombre, que se traduce por la no-borromeidad de la estructura. Pero congelamiento no es forclusión. En el interior de la forclusión del Nombre-del-Padre, hay varias posibilidades y modalidades; y la psicosis y el autismo no son el mismo modo de defensa aun si hay forclusión del Nombre-del-Padre en los dos casos -a mi modo de ver-. Ahí también hay debates. Mucha gente habla de una forclusión nueva. Yo pienso que hablar de la forclusión del Nombre-del-Padre es suficiente para abordar el autismo, precisando que la defensa no es la misma que en la psicosis. No es el delirio el que está en primer plano, es el borde.
Hervé Castanet:
Te agradezco. Paso la palabra a Nicole Guey.
Nicole Guey:
Te agradezco enormemente por este trabajo y sobre todo por las aclaraciones. Es verdad que hemos traído mucho esta historia del borde, pero yo tenía muchas dificultades en aprehenderla. Con esto de los pseudópodos se ve que es para protegerse del otro. Creo que es bastante complejo.
A mí, lo que me parece interesante, es que nos permite abordar completamente la clínica del autismo de una forma diferente.
Jean-Claude Maleval:
Quisiera precisar lo que entiende por borde. Para Éric Laurent, el modelo del borde es el caparazón de Tustin. Creo que Éric Laurent está bastante de acuerdo con la evolución que he hecho al concepto de borde. Pero al principio no es el mismo. Al principio era el caparazón de Tustin, que era un objeto autístico como cualquier otro. Me parece que el borde no es solo el objeto autístico. Tiene tres formas. La más simple es el objeto autístico. Luego está el doble -tales como Carole o Willie, los compañeros imaginarios de Williams, que son los dobles más conocidos-; y luego está el interés específico. Estas las formas cada vez más complejas del borde. El interés específico es la pasión que puede tener el autista por un campo específico del saber. Durante años he visto a un autista que está apasionado por las plantas carnívoras y que se volvió florista. Entonces, hay tres encarnaciones del borde, cada vez más complejas: objeto, doble e interés específico. El punto en común es que localizan el goce del sujeto -es la pasión del sujeto-. Si uno se los retira, no soportan esto, en general.
Un ejemplo para mostrar que estas tres cosas pueden estar completamente intrincadas es la máquina eléctrica de Joey. Ésta es un objeto autista. Es también un doble porque él mismo se percibe como una máquina -porque las máquinas no sufren, no tienen emociones-. Y luego que es una máquina eléctrica y su interés específico es la electricidad, la cual va a convertir en su oficio. Vemos ahí que esos tres elementos están imbricados. Entonces, es un objeto que tiene esas 3 formas, que está fuertemente investido por el sujeto y es ahí donde localiza su goce. Tiene 3 funciones. La primera función es la de protección contra el deseo del Otro. Es decir que, si uno quiere dirigirse a él, hay que pasar por esa mediación. La segunda es la regulación de los afectos. Poco a poco, trabajando en su borde, va a acceder a sus afectos de los cuales está separado. Hay un descongelamiento progresivo. Y una función de mediación social ya que el interés específico, cuando es un desinvestido un poco, puede dar un oficio. Muy a menudo, los autistas encuentran un oficio que está ligado a su interés específico.
Eso para explicar lo que yo entiendo por borde.
Nicole Guey:
En la clínica, eso permite observar los avances del sujeto. Es un trabajo -como decías-, es un trabajo encarnizado. Permite situar al sujeto en su trabajo en relación con su evolución -digámoslo así-.
Jean-Claude Maleval:
Grosso modo. Decía que, acerca del espectro, los autistas más severos no tienen borde. Los autistas de Kanner tienen un borde autístico: sea un objeto autístico, un doble -pueden estar intricados-… Puede ser un animal. Hay muchos sujetos autistas que van a elegir a un animal y eso a veces funciona. Pero la forma más elaborada es el interés específico. El 80% de los autistas de Asperger tienen un interés específico. Y luego, en los autistas de alto nivel, los intereses específicos pueden ser utilizados como lazo social, en oficios. A veces son sujetos que se vuelven independientes y que pueden encontrar inclusive actividades independientes de su interés específico. Eso puede suceder, aunque es raro.
Nicole Guey:
¿Eso puede dar una idea del tratamiento del autista? A la vez de la manera en cómo acompañar al autista en su trabajo, en sus avances al mundo y a los otros.
Jean-Claude Maleval:
El tratamiento depende del nivel en que se esté en lo que concierne al espectro. En lo que concierne la especificidad que trato de introducir, no se trata de construir una imagen del cuerpo. Evidentemente, ella se va a construir, pero no es la orientación del trabajo. No se trata de buscar un traumatismo inicial como lo hace Bettelheim. Él buscaba un sentido histórico del problema. Tampoco se trata de apoyarse en la contratransferencia. No se trata de interpretar el desmantelamiento como lo hace Meltzer. Buscar un significante, un síntoma, etc., todo eso fue propuesto, pero no. Se trata sobre todo de tratar su goce y dejarse guiar por él. Hay una hipertrofia compensatoria, hay una intuición fuerte sobre lo que exige. Hay una intuición de cómo puede estabilizarse y, al mismo tiempo, algunos (autistas) dicen que hay que empujarlos, que no va a lograrlo solo, que hay una necesidad de ayudarlos y ayudarlos a veces -¿cómo decirlo?- con la expresión que ha utilizado Di Ciaccia: un dulce forzamiento. Es necesario un forzamiento a pesar de todo. Algunos, como Donna Williams, lo dicen muy bien: “Hay que empujarnos a ir hacia el mundo porque solos es muy difícil”. Birger Sellin le dice a su madre: “Tú no eres suficientemente exigente conmigo. ¿No quieres acaso que salga de mi autismo? Si quieres que salga de mi autismo, es necesario que me empujes”. Entonces, es necesario que haya un forzamiento, pero que sea dulce. «Dulce» quiere decir que esté advertido del funcionamiento del autista. «Dulce» quiere decir sobre todo que sea indirecto. A veces se tiene una actitud educativa clásica y eso es experimentado por ellos como una violencia. Eso es una derrota. Si es violento, ellos se van a oponer. Es su primera actitud. Si uno se cautiva con ellos, hay algunos que van a ceder, pero no todos. El método educativo clásico en 70% de los casos va a producir un rechazo del sujeto. En algunos casos van a aprender de manera un poco mecánica. No están muy contentos con esos métodos educativos. Hay trabajos que muestran que hay mucho estrés postraumático. Este puede ser una consecuencia del método ABA -uno de los métodos más violentos de la educación de los autistas-. Para nosotros se trata de un dulce forzamiento y acompañar al sujeto en su tratamiento del borde. Hay ciertas exigencias en este dejarse guiar. Si se les deja por sí mismos, no van a hacer nada diferente. Entonces, son necesarias algunas exigencias. Joey quería llevar su máquina de cartón con la que trataba la defecación, que trataba la nutrición, que trataba los objetos pulsionales al comedor. Se le decía: “No. No es posible. Es demasiado grande, pero puedes traer un pequeño sustituto”. Entonces hay que acomodar la cosa, hacer que algo diferente sea posible teniendo a la vez en cuenta su modo de goce y también tomar en cuenta las condiciones del ambiente, etc. Eso obviamente le va a disgustar un poco, pero poco a poco se lo acepta en general. Y luego eso responde a esa expectativa del dulce forzamiento de su parte que puede ser no solo de su modo de tratar el goce, sino también un poco educativo. Ciertamente son niños como los otros y a veces hay que insistir un poco para que aprendan. Pero no todos. Hay algunos que aprenden completamente solos de manera absolutamente remarcable. Hay autodidactas extraordinarios. Pero no son todos.
Nicole Guey:
Lo que me parecía bastante sobresaliente en lo que hablabas de Lacan y de Freud es que es hablas del trayecto de la pulsión. Y tú hablas de ese tema del trayecto de la pulsión que se cierra[14] en el campo del Otro para contornear el objeto y ¿qué es lo que pasa? Tú dices que el trayecto no se cierra. Esto me parece importante porque me sorprende que traigas: “Opera un bloqueo en el circuito pulsional y el borde no se hace. El autista lo guarda en su mano”. Esta expresión “El autista que guarda el objeto en su mano”.
Jean-Claude Maleval:
Efectivamente me parece que no es algo que he dicho antes. El objeto a es dominado[15] por el autista si contiene[16] el goce con eso. Es totalmente específico del funcionamiento autístico. Es la diferencia con el psicótico que tiene el objeto en su bolsillo, que es una imagen que hay que matizar. Es necesario decir que a veces se sale del bolsillo a veces en el psicótico: a veces se hace escuchar en las alucinaciones, o se imponen en sujetos persecutorios que encarnan ese significante del delirio. Entonces sale del bolsillo. Pero aun así no hay separación. La separación ha advenido mal en los dos casos. Con la diferencia, no obstante, que el psicótico no tiene el dominio de ese objeto -que a veces sale del bolsillo y se le impone desde el exterior-, mientras que el autista conserva el dominio del objeto.
Temple Grandin con su máquina de abrazar, por ejemplo, que es su objeto autístico dijo: “Lo que es importante es que yo mantenga el comando del aparato”. No es para nada una máquina de influencia. Es muy diferente. Es una máquina de la cual debe mantener su control y gracias a la cual regula sus afectos, gracias a la cual va a inventar cosas que pueden ser socialmente muy valorizadas -como los establos de ganado-. Su máquina es un objeto que ella guarda en la mano que va a permitirle reanudar con el sentimiento de amor. Dice: “Es por intermediario de esa máquina que me doy al amor”. Hay grados ahí. Incluso en los autistas de alto nivel, no todos tienen el mismo posicionamiento subjetivo. Grandin no es como Williams, tienen diferencias en la compensación del autismo. Y Williams llegó a algo a lo que no muchos autistas llegan. Es decir, ella tiene una vida sexual lograda. Mientras que Grandin dice: “La sexualidad para mí es horrible. No es posible.” Y de esta manera prescinde de ella. Williams, en cambio, tiene una vida sexual muy rica. Dice: “Al principio tenía una vida de prostituta doméstica”. Es decir que iba a dejarse explotar por tipos cuando era joven y ella se ausenta de sus cuerpos mediante las relaciones sexuales. Y más tarde va a encontrar gente con quien tiene sentimientos. Se va a casar con un autista. Eso no le funcionó muy bien sexualmente. Pero después de tener una relación homosexual, la cosa funcionó mucho mejor. Y sobre todo cuando después se casa con un no-autista y ahí dice que por primera vez sintió un orgasmo. Verdaderamente hay un descongelamiento de sus afectos en su cuerpo. Esto también lo describe también acerca de su mano, cuando cesa de percibir su cuerpo desde el exterior para percibirlo desde el interior. Ahí hay una modificación de su vida afectiva que es muy importante también. Grandin en cambio tiene siempre la impresión de que sus pensamientos están cortados de sus afectos. Lo que no es totalmente cierto ya que ella es capaz de tomar decisiones importantes. Pero, en gran medida, ella tiene la impresión de que tiene sus afectos por un lado y que reflexiona todos sus actos de manera perfectamente razonada.
Hervé Castanet:
Yo tenía una pregunta que plantearte a propósito de esta discusión con Nicole sobre el estatuto que no es el mismo en el autismo y la psicosis. Hablas de “dominio del objeto” para el autismo. ¿Sacarías consecuencias de la definición del S1 que está congelado?
Jean-Claude Maleval:
Efectivamente. Si hay forclusión del S1, es difícil pensar esa extracción de goce de la cual testimonia -me parece- el borde. Ya que el borde se acompaña de un retorno del goce. Es decir, que hay vaciamiento del goce del cuerpo cuando el borde se pone en marcha. Me parece ahí que hay un efecto del S1 porque es el S1 que mortifica el goce. Entonces, el borde está ligado a un S1 que está potencialmente situado, pero está congelado; potencialmente congelado, es decir, porque el sujeto tiene muchas dificultades a tomar una posición de enunciación. Lo hace por intermedio de su borde, pero lo cuida él mismo -salvo en los autistas de alto nivel-. Entonces, cuando la función del S1 -cuando está ahí- es que hay una mortificación del goce que se traduce por esa extracción del borde. Mientras que si planteamos la forclusión del S1 es más difícil pensar esa extracción de goce por el borde -me parece-.
Lo que también podríamos decir es que los Lefort plantean una forclusión del S1 y no le dan ninguna importancia al objeto autístico. Hablan muy poco de los intereses específicos. Para ellos, la forclusión del S1 es compensada únicamente por el doble. Entonces, todo vendría de procesos imitativos, ecolálicos, con poca capacidad de invención -según su modo de ver-.
Nicole Guey:
Estoy muy interesada en la clínica diferencial que estableces. Por ejemplo, con el niño lobo. La posición autística tendría una relación de signo a signo y no de signo a significante.
Jean-Claude Maleval:
Yo sostengo que primeramente hay una entrada en el significante, que hay S1-completamente-solos en el autista. Tienen una lengua verbosa, lo que Lacan dice. Efectivamente, los autistas kannerianos y prekannerianos son verbosos. Pueden ser mudos también, pero cuando hablan lo hacen de manera verbosa. Es decir que son S1-completamente-solos. Es una lengua que sirve para el goce, pero un goce solitario porque no sirve para comunicar. A veces se comunican de manera un poco alusiva, pero sirve poco para comunicar. Incluso cuando inventan una lengua verbosa un poco estructurada, por ejemplo, hay neologismos para contar hasta 20 -como lo hace Théo, hijo de Valerie Gay-Corajoud-. Precisa muy bien cuando dice que es su propia lengua, no hay que comunicarse con él en esa lengua. Entonces, se lo puede comprender a veces, pero no hay que comunicar con eso. Es una lengua que sirve sobre todo a su goce. Esa es la lengua verbosa.
Pero los autistas -sobre todos los Asperger- cuando se ponen a comunicar, lo hacen mediante una lengua de signos. Es una idea que tengo dificultad en transmitir, no obstante, no soy el primero en decir que los autistas utilizan los signos. Una lengua de signos no es una lengua de significantes. Los signos no son significantes porque no están anclados en el goce del sujeto. Dicen que es totalmente intelectualmente. No están ligados a los afectos. “Yo pienso en imágenes”, dice Grandin. Está cortado del afecto. Esa es una de las diferencias con el significante y sobre todo, la especificidad del signo es que no borra a la cosa designada. Entonces, cuando dice “pensar en imágenes”, el signo permanece correlacionado a una imagen del referente que no es borrada -contrariamente al significante-. El significante tiene un valor diferencial con otros significantes, mientras que el signo permanece correlacionado a una imagen mental. Lo que es muy diferente es la distinción clásica entre signo y significante -que Lacan retoma de Peirce a veces-. Es un ícono, es un índice. Son signos que permanecen correlacionados al referente. Es lo que se ha indicado numerosas veces diciendo que hay en el autista una persistencia de la situación de aprendizaje. En el signo, efectivamente hay una persistencia de la primera imagen con la que el sujeto ha memorizado el signo.
Entonces, el autista cuando busca comunicar pienso con signos. Va a transmitir signos. Lo que todo el mundo acota es que habla de una manera muy poco afectiva y habla de una manera muy fáctica también. Permanece correlacionado a lo que ha constatado. No dice nada de sí mismo. Dice: “Bueno, vi esto. La maestra dijo esto a tal.”. Es muy fáctico. Creo que Williams dice “lengua fáctica” u otra expresión que es mejor, pero no recuerdo. Entonces, esta lengua de signos sirve para comunicar. Cuando se desarrolla puede volverse estructurada. Y lo que es muy interesante es que se describe su estructuración -que es muy diferente de la estructuración diacrónica y sincrónica de los significantes diferenciales-, es que se estructura esa lengua de manera visual. Eso puede ser clasificaciones en casilleros. Eso puede ser una carta geográfica. Eso puede ser la rememoración de imágenes como un video. A veces es necesario que vuelvan a ver esas imágenes para pensar en lengua de signos. Entonces, es una estructuración muy diferente del significante. Como algunos son muy puntillistas, necesitan una rememoración extrema. Eso desarrolla la memorización. Los autistas de alto nivel son genios mnémicos, mientras que se dice que los niños de 3 o 4 años son genios gramaticales -es decir que aprenden la gramática sin que se les enseñe-. Los autistas no son para nada genios gramaticales. Tienen dificultades con la gramática. Tienen dificultades con las palabras abstractas, con las palabras que no tienen imagen. A veces las aprenden, pero les es muy difícil. Entonces, hay una memorización extremadamente fuerte y generada por el hecho de que se aprende palabra por palabra, imagen por imagen. Así, algunos autistas dicen: “Puedo leer un libro entero en mi cabeza, un libro que memoricé”. Temple Grandin tenía enormes cassettes de videos en su cabeza. Entonces, es una manera muy diferente.
Y en los autistas de alto nivel hay una parte de los signos que se vuelven significantes. Los autistas de alto nivel llegan a pensar con significantes, a conectar su pensamiento con sus afectos y eso se traduce por el hecho de que comprenden las ambigüedades. La lengua de signos no tiene ambigüedad alguna; está ligada a la imagen, mientras que los autistas de alto nivel llegan a comprender la ambigüedad significante, llegan a comprender el humor, llegan a comprender los sobreentendido. Dicen que es difícil, pero lo logran poco a poco. Entonces, hay una evolución de su manera de hablar. También están las frases espontáneas…
Entonces, de entrada, una lengua verbosa; una lengua de signos para comunicar; después una intrincación de las dos en los autistas de alto nivel. No voy a ser más específico, pero grosso modo es eso.
Hervé Castanet:
Bueno, son las 22h30. Llegamos hacia el final. Entonces, no sé si hay preguntas. Pienso que se puede hacer la apertura a colegas de París, si quieren tomar la palabra, hacer una pregunta. Se los digo porque los conozco.
Cinzia Crosali:
Una pequeña pregunta. Gracias, Jean-Claude Maleval, por tu intervención. Una pequeña pregunta que concierne la clínica. Se habla a menudo de clínica entre varios o una clínica en consultorio. ¿Podría decir algo a partir de su práctica? ¿Algunas indicaciones de este tema?
Jean-Claude Maleval:
Efectivamente, la clínica entre varios es una invención lacaniana que se practica en algunas instituciones. En estas instituciones en las que se practica el psicoanálisis lacaniano, cada vez más se toma en cuenta el objeto hoy en día. Está presente la idea de que hay que apoyarse en los objetos y no quitárselos -como se hace en las instituciones orientadas por las TCC-; que hay que acompañar al sujeto en su modo de goce; que hay que favorizar sus invenciones -cualesquiera que fueran-.
En relación con la clínica individual del autismo, es poco frecuente que un autista haga una demanda a un psicoanalista. Además, cuando lo hacen, constato que al menos un 50% de los casos son psicóticos que se llaman autistas. Pero cuando viene un verdadero autista, en general, es por medio de sus padres. Es muy poco frecuente que sean ellos por sí que lo hagan.
¿Es posible hacer una cura psicoanalítica del autismo? Sí, sin duda. Ha sido hecha, pero es poco frecuente. Hay una especificidad de la transferencia -intenté desarrollar eso en un capítulo del libro, “La transferencia del autista”-, es una transferencia primeramente obstaculizada. No está de entrada. Es necesario llegar a hacerse aceptar como borde del autista. No está de entrada y a veces puede llegar a advenir. Y cuando adviene, puede ser fusional. Muchos constatan ese lado fusional durante un tiempo en la transferencia autística. Jacqueline Léger -una autista de alto nivel que hizo un largo análisis-, en un momento dado pasó la noche en la escalerilla de su analista. Ella quería quedarse en su casa, etc. Y muchos han subrayado ese lado fusional en un momento.
Y luego, cuando evoluciona, esto se apacigua. Se vuelve menos fusional. El analista es puesto entonces en el lugar de alguien que puede dar consejos. Hay un costado un poco educativo en ese momento. Mahler lo decía ya y yo también lo he constatado. Por ejemplo, dicen: “¿Cómo acercarse a las chicas?”, “Me dijeron esto, pero no comprendo. ¿Qué quiere decir?”, etc. Ahí, hay un lado con los autistas de Asperger en los que uno se pone a debatir acerca de diversas cosas. Ellos confían en uno en ese momento y toma un estilo muy diferente con la transferencia del neurótico. No se trata de interpretar. Se trata más bien de ayudarlos a construir su mundo, de ayudarles a hacer con su modo de goce, su interés específico.
Por ejemplo, con un niño que se interesaba en las plantas carnívoras, sucedía que durante la sesión iba a investigar en una enciclopedia acerca de las plantas carnívoras. Yo aprendía muchas cosas acerca de ese tema. Entonces, se trata de valorizar el interés específico, lo que es el aspecto de la cura en ese momento. Pero esto depende, por supuesto, del nivel en el que se encuentre el sujeto en el espectro. Esta tarde, cuando recibo a otro que no habla en lo absoluto, no podía trabajar en el interés específico -porque no lo había-. Introduzco objetos que no están muy investidos. La única cosa que logra investir -algo que sucede a menudo con los autistas severos- es la música. Entonces, usamos objetos musicales. Pero es un sujeto que no tiene borde y, por ende, es muy difícil trabajar con él. Esto es lo que más se ve en las instituciones.
Rose-Paule Vinciguerra:
Yo quisiera plantear una pequeña pregunta. Acabo de descubrir el libro de Jean-Claude Maleval con mucho interés. Tú evocaste a propósito del caso de Bettelheim -creo- las bandas que hacen frontera. ¿Harías tú una distinción entre frontera y litoral?
Jean-Claude Maleval:
Sí. No pienso que sean del mismo orden. No pienso que construyera una letra en ese momento. Era un borde lo que construía. Si construye un borde es más bien decir que hay algo del S1 que en efecto funciona, que hay una extracción de goce. Entonces, efectivamente, la cuestión del litoral ¿dónde está? ¿Cómo situarla? Joey tenía dificultades porque no utiliza el significante en ese momento, pero se debe suponer que está potencialmente ahí ya que logra construir un borde. Es una pregunta que yo mismo me planteo: ¿es que hay alienación significante en el autismo o no? Hay opiniones muy divergentes. Yo sostengo que sí hay alienación significante. En este punto, Jacques-Alain Miller y Laurent están de acuerdo también. Hay una entrada en el significante. Hay un S1. En eso todos estamos de acuerdo. La cuestión es que la forclusión recae sobre el significante-amo, no es sobre el S1 completamente solo. Hay S1 completamente solo. Entonces, hay algo del litoral que se pone en marcha. Sí. Ciertamente, podría ser la frontera después de todo. Puede que tengas razón, puede que haya un lazo entre frontera y litoral. Es posible haya algo que ver entre esas dos nociones, aun si no es la letra lo que se pone en primer plano. Allí es un objeto. Y ese objeto implica una extracción de goce.
Hervé Castanet:
Formidable. Gracias, Rose-Paule, por tu pregunta. Anne Ganivet-Poumellec.
Anne Ganivet-Poumellec:
Buenas noches. Muchas gracias. Estaba muy deseosa por escuchar de nuevo a Jean-Claude Maleval. Para mí, lo que intriga es que trato de captar lo que es esa operación de congelamiento y descongelamiento del S1. ¿En los fenómenos de descongelamiento se trata de una distancia que se reduce gracias al borde? ¿Cómo podemos intentar captar este asunto?
Jean-Claude Maleval:
Voy a tratar de hacerlo de la manera más simple, con un ejemplo clínico. Donna Williams dice que en un momento mata a Carole y a Willie. Ella mata a su borde. Los mata porque sufre. Dice que era una mutilación psíquica. Decía: “No soy yo quien hablo. Son mis dobles. Estoy escondida detrás de ellos”. Ella los mata y una vez que lo hace, se plantea la pregunta de qué se ha pasado con ellos. Y tiene esta hipótesis formidable: “Pienso que los he introyectado”. Pienso que es eso el descongelamiento. Es que el S1 estaba situado en el borde, ese doble que hablaba en su lugar, y en el momento en que introyecta a sus dobles -en el momento en que mata a su borde, que los hace desaparecer-, ella habla en su propio nombre. Y entonces va a poder escribir su libro. Al principio era muy angustiante para ella hablar, enunciar en su nombre propio. En la escritura también había algo del congelamiento, pero ella llega a hablar en su nombre propio en ese momento. Ese es el descongelamiento.
Bueno, describí en varias páginas acerca del descongelamiento. Por ejemplo, Williams percibía su cuerpo desde el exterior y de repente experimenta su cuerpo desde el interior. La mano la sentía como una cosa externa y luego experimenta lo que sucede con su mano desde el interior. Ahí hay una introyección. Hay una toma en cuenta de los afectos. Los afectos dejan de ser extraños, dejan de ser difíciles de comprender -como lo eran antes-. Llega a habitar sus afectos al igual que a habitar su cuerpo cuando se produce ese descongelamiento. No muchos autistas llegan a eso, pero muchos autistas de alto nivel describen ese fenómeno. Y llegan también a plantear actos.
Hervé Castantet:
Bueno, llegamos al final. Hay una pregunta de alguien a quien no conozco. Es poco frecuente que pase la palabra a alguien que no conozco, pero ha insistido. Le paso la palabra a Arthur Jennat.
Arthur Jennat:
Buenas noches. ¿Me escuchan? Mi pregunta sería cómo un psicoanalista ayuda a un autista a crearse un borde y si la pluralidad de bordes es deseable para el autista. Gracias.
Jean-Claude Maleval:
La pluralidad de bordes en el sentido de que son sucesivos es deseable ciertamente porque es el caso más frecuente. Un autista tiene varios bordes, pero de manera sucesiva. Puede tener algunos al mismo tiempo, pero en general hay una evolución del borde. Esto es completamente positivo porque cuando abandona uno de sus bordes, hay una pérdida de goce y hay algo de una inventiva que se catapulta en ese momento. Entonces, una pluralidad de bordes es algo positivo.
La primera pregunta era…
Arthur Jennat:
¿Cómo un psicoanalista ayuda a crear un borde al autista?
Jean-Claude Maleval:
No estoy seguro de que se deba ser analista absolutamente para eso. Muchos que están advertidos del funcionamiento del autista -bueno, para estar advertido, evidentemente, hay que tener una cultura psicoanalítica- pueden ayudar a un autista a crear un borde. Es efectivamente una buena pregunta. No estoy seguro de tener la respuesta. Los ejemplos que tengo son de sujetos que estaban parapetados en su mundo y que sufrían de no poder comunicarse y que hicieron el descubrimiento formidable de una máquina que les permitía comunicarse. Eso implicaba que muchas veces eran personas que aprendieron leer por ellas mismas. Pero no sabían cómo comunicar. Y cuando se les propuso varias máquinas, inventaron diversos sistemas de una comunicación asistida, facilitada u otras y que a veces dan resultados asombrosos. Entonces, ahí hay que darles esa posibilidad de comunicar con máquinas porque su tendencia es hablar por el intermediario de un objeto. Puede ser una máquina, puede ser un micrófono para algunos. Pero a menudo es un computador o una pizarra con letras -a las que en ocasiones hay que ayudarles a situarlas-. Ese es un ejemplo de puesta en marcha de un borde que es facilitado por lo que se le propone.
Puede ser que lo que dice Motron sobre esto sea algo cierto. Es necesario ver una actividad de proposición de cierto número de objetos, pero son ellos los que van a escoger.
También, es necesario actuar sobre el modo de goce para permitirles investir un borde. En esto yo no sabría verdaderamente. Mi estudio parte de los autistas de alto nivel antes que de los autistas de Asperger. En estos es más difícil, efectivamente; del lado de los autistas más severos. Partiendo de los autistas de alto nivel se esclarecen un cierto número de cosas. Del lado de los autistas más severos hay muchas sombras todavía. Pienso que de la primera pregunta suya no podría responder muy bien. Hay muchas cosas que aprender desde ese costado, de cómo favorizar la emergencia de un borde en los autistas que no lo tienen. Hay que hacerles proposiciones. Esto no es suficiente, sin duda, pero es ya una condición. Van a ser necesarias otras que aún están por descubrir.
Hervé Castanet:
Podríamos seguir discutiendo mucho, durante mucho tiempo, con decenas de preguntas, etc. Pero hay que tomar en cuenta el tiempo. Ahora ya nos hemos pasado por mucho de lo que estaba previsto. Son las 22:47. Entonces vamos a quedarnos aquí.
Agradezco mucho a Jean-Claude Maleval el haber aceptado a venir a trabajar con nosotros y haber debatido. Agradezco a Nicole Guey y los colegas que intervinieron. Estoy apenado con las personas que seguramente tenían preguntas y no las pudieron hacer. Encontraremos otro momento. Es un work in progress como Jean-Claude nos lo dijo. Entonces, te lo agradezco mucho y agradezco a aquellos que vinieron a esta intervención y que se interrogan acerca del autismo.
Hasta pronto.
Jean-Claude Maleval:
Muchas gracias a ustedes. Hasta luego.
[1] Presentación del libro “La diferencia autística” para la tercera conversación de la Sección Clínica de Aix-Marseille. Vía Zoom. 2022-03-21.
[2] N.d.t.: vivant en el original.
[3] N.d.t.: figé en el original.
[4] N.d.t.: commande en el original.
[5] Papoose es un figurín de un personaje de un niño indio americano.
[6] N.d.t.: fourre-tout en el original.
[7] N.d.t.: en el original “maîtrise” en relación con maître de signifiant maître, significante amo. Es decir, la cualidad de amo.
[8] N.d.t.: se trata de enjambre essaim. En el prefacio del libro La diferencia autística, J.-A. Miller ecribe: (S1)0 —> S1 S1 S1 S1….
[9] N.d.t.: contreinte en el original.
[10] N.d.t.: S1-tout-seul en el original
[11] N.d.t.: gel en el original.
[12] N.d.t.: mots en el original.
[13] N.d.t.: déjà-là en el original
[14] N.d.t.: boucle en el original.
[15] N.d.t.: maîtrisé en el original.
[16] N.d.t.: commande en el original.

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