¿Por Qué la Guerra? – por Daniel Roy – 2022/02/26

Quiero decir unas palabras. No sé si lo diré bien, tan bien como Olena [Samoilova] las ha podido decir, con la distancia necesaria y al mismo tiempo con una presencia con la que nos ha tocado a todos. Básicamente, quisiera medir la proposición que Yuri y Mikael nos han querido hacer, todo lo que hemos escuchado en esas intervenciones. Habría que releer el texto de Einstein, la correspondencia entre Einstein y Freud.

¿Por qué la guerra? En el fondo, me dirijo directamente al final del texto de Freud donde me apoyo para hacer una pregunta un poco diferente: ¿por qué la paz? Antes de la guerra está la paz y esperamos muy rápidamente que vuelva la paz. Ciertamente, no es la misma paz la una y la otra. ¿Cómo querer la paz hoy? Me parece que hoy en día como ayer -así como Freud lo escribía-, querer la paz es consentir a un gasto loco porque no tiene ninguna garantía. Ahí también Olena lo dijo mejor de lo que yo podría decirlo evocando la ética de la elección como una ética que reposa sobre una falla en cada uno de nosotros. Querer la paz es, hoy en día, es querer ir contra un real que no tiene límites. «Contrariar lo real» es una expresión de Lacan en su texto “La tercera”, un real que no se atiene a ningún pacto, a ningún contrato, a ninguna palabra dada. Freud lo nombró pulsión de muerte o pulsión de destrucción. Lacan la hizo más explícito para nosotros con el nombre de goce, como lo recordó para nosotros Alexandre Stevens. Desencadenar hoy ese real no es si consecuencias, consecuencias que no medimos todavía. De ahí la angustia presente en nosotros. Además, no sería un gasto tan loco el encontrar otras vías al goce que la vía de la destrucción: destrucción del otro, destrucción del hermano, destrucción del prójimo, destrucción de los bienes, pero sobre todo, hoy en día, destrucción de la palabra por la palabra.

¿Qué hacer frente a esta destrucción? Me parece que Freud nos da una indicación al final de su texto cuando evoca que el proceso de la cultura -de la civilización- modifica corporalmente. Creo que es lo que evocaba también Mikael [Strakhov] con la cuestión del gusto, algo cambió en nuestros modos de goce. Estos se desplazaron. Esto no compete del bien ni del mal; otros usos de estos están en curso, otros objetos y otras redes que difunden en todo lugar y en todo momento imágenes y palabras. Hemos escuchado muchas quejas de ese cambio, de la invasión en las redes por esos objetos. Son el signo de esa modificación de los modos de goce que hace que tengamos otros medios contra ese real. De hecho, hace muchos años he tenido la costumbre de reunirme con colegas ucranianos y rusos -algunas veces en Moscú, otras en Kiev-. Ahora es en una pantalla que lo hacemos.

Creo en la posibilidad para el psicoanálisis y los psicoanalistas de ir contra la destrucción de la palabra por la palabra -que es un disfraz muy actual de lo real- mediante la acogida o el amparo -como dicen nuestros colegas- de los síntomas o las diferentes angustias que se producen, pero también por la voz. Este acompañamiento produce una elaboración de un saber nuevo en común. Estas palabras de hoy no pueden esconder justamente la inquietud que tenemos por nuestros colegas y amigos y les hago escuchar de nuevo nuestros pensamientos amistosos.

Muchas gracias. Hasta pronto.

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