LOS NACIONALISMOS: LA IDENTIDAD COMO MEDICAMENTO Y COMO VENENO[1]
Por Charles Melman
2020-09-05
Marie-Christine Laznik:
Buen día, queridos amigos. Me llevó unos cuantos minutos el conectarme al Zoom del Dr. Melman con el Instagram mío y de ALI. Creo que ahora ya podemos trabajar. Me siento muy feliz que la gente pueda recibir al Dr. Charles Melman. Recordaba que un poco más de un mes antes de los atentados de Charlie Hebdo, Charles Melman me llamó a mí y a mi marido diciendo que había una radicalización muy peligrosa de una parte de jóvenes que, en nombre del islam, van ha producir seguramente atentados. No se equivocó. Sucedió un mes después. Dijo que pensemos en algo, que reaccionásemos juntos. Yo le dije al Sr. Melman que sería importante que lo hiciéramos con los musulmanes. Dijo que se trataba exactamente de eso. Eso conllevó el Congreso de febrero de 2018, acerca de la radicalización de los jóvenes, con el patrocinio de Radio Maroc. No era posible que fuese de otra manera, era muy peligroso. Y eso conllevó a que pudiésemos pensar juntos y producir cosas juntos. Eso es lo que les decía a los brasileros, que cuando hay situaciones dramáticas, siempre me contacto con el Dr. Melman y él siempre ha respondido con su presencia. Por eso hoy estoy muy feliz de recibirlo ante todo esto que sucede, más en Brasil que en Francia y que nos conmueve para que pueda darnos ideas de lo que un psicoanalista puede pensar de la situación actual. Sr. Melman, tiene la palabra.
Charles Melman:
Primeramente, debo decir, al escuchar a Marie-Christine, que me encanta escuchar la lengua brasilera porque tiene una musicalidad excepcional. Y me da la impresión de, yo que estoy en París, pasearme por un magnífico bosque exótico repleto de aves y colores magníficos. Evidentemente no sé muy bien a quién me dirijo hoy. Les agradezco estar aquí. Pero lo que supongo que les reúne estar aquí es la preocupación de saber si la percepción que nosotros tenemos del psiquismo humano nos permite comprender mejor y actuar sobre los fenómenos políticos contemporáneos, que son tan catastróficos como los que en 1925 hacían escribir a Freud escribir Psicología de las masas[2]. Entonces, entrando en el tema, preguntémonos: la identidad, ¿en qué se sostiene? La respuesta es tan fácil como evidente. La identidad de cada uno de nosotros se sostiene de su nombre propio, el apellido de la familia en tanto que lo inscribe en un linaje y este linaje en sí lo inscribe en un grupo lingüístico -esté constituido en una nación o no-. Por ejemplo, si me apellido Poirié, soy probablemente de un grupo lingüístico francés; si me llamo Pereira, probablemente a un grupo lingüístico portugués. Y es a este nivel que comienzan las dificultades.
Para hacer un poco de teoría. Sabemos, con Lacan, que el nombre, el significante representa al sujeto para otro significante. Es una formulación de una audacia considerable ya que uno siempre acerca el nombre a la cosa, y he ahí que Lacan nos dice que el significante representa a un sujeto -no para otra persona- sino para otro significante. ¿Es el sujeto el que nos confiere nuestra identidad? Es una identidad secreta, aquella de un deseo que es insabido para nosotros mismos. Pero si el nombre propio es un significante -si es un apellido-, y si aquel que me da mi identidad, yo diría que éste lo transforma el significante en un signo.
Marie-Christine Laznik:
Sr. Melman, le quiero contar una observación. En Brasil, las personas no saben los apellidos de los otros. Es solo el nombre de pila que funciona. Es una cosa muy rara.
Charles Melman:
Respondo enseguida. Es parecido a los Estados Unidos porque, justamente, los apellidos separan a las personas y no las reúne. Y entonces, prefieren hacerse reconocer por el nombre de pila ya que justamente les dispensa de esa pertenencia específica a un linaje de identidad. Pero lo que quería decirles es que el nombre propio, cuando es propio, transforma el significante en un signo. Es decir, que, al dar mi identidad, me transformo en una cosa para alguien. La identidad me transforma en una cosa puesta al servicio y condenado a la obediencia al ancestro de mi linaje. ¿Está de acuerdo, Marie-Christine, con eso?
Marie-Christine:
Sí, pero lo que choca, en el Brasil, aún estando en una supervisión en psicoanálisis, estamos obligados a decir: “¿Cuál es el apellido del paciente del cual habla?”. Porque eso no sucede.
Charles Melman:
Es el tema que voy a evocar muy rápidamente a propósito del Brasil porque si el nombre propio me inscribe en un grupo lingüístico portugués, o que sea brasilero, eso plantea esencialmente la pregunta de mi relación a mi identidad con ese nombre propio.
Quería, enseguida, hacer notar esto que creo que no es siempre subrayado. Es que la identidad, hace de ustedes -no un sujeto, es decir alguien llevado a reflexionar- sino una cosa encargada de obedecer, obedecer al antepasado del linaje, incluido los padres y los abuelos, y entonces situarse en su servicio como si fuera inmediatamente, no ya una persona viviente, sino un muerto.
Ustedes saben que hay una reflexión filosófica, en particular a partir de Heidegger, que dice si tenemos un ser, es un ser-para-la-muerte. En lo que me concierne, hay que explicar esa situación como ligada justamente a la cuestión del nombre propio, de la identidad del nombre propio. Si lo que les cuento es verdadero, no hay que sorprenderse de que finalmente Heidegger haya desarrollado esa filosofía del ser-para-la-muerte haya podido revelar sus simpatías por el nazismo.
Hay dos preguntas que quisiera abordar con ustedes a propósito de la identidad. Ya que cuando ustedes la evocaron -a propósito del uso del nombre de pila- hay evidentemente un problema mayor de identidad en el Brasil. Primeramente, porque en la lengua portuguesa que sirve de base, hay muchas palabras de origen extranjero, como lo confirmó una vez más esta mañana Angela Jesuino a quien la interrogaba acerca de este tema. Hay evidentemente palabras de origen indígena, guaraní; hay palabras de origen africano; hay de palabras de origen árabe, y también hay palabras de origen hebraico. Y como lo sabemos, esas palabras de origen antaño identifican los lugares ya que son topónimos; identifican plantas; parece que para designar los glúteos en el Brasil se usa una palabra de origen africano –bunda-; así, cómo participaciones lingüísticas tan diversas manifiestan igualmente el ritmo y el tiempo de la lengua pueden, no obstante, llevar a una unidad identitaria.
Entonces, el tema que evoqué, aquella de lo que hace unidad para ese pueblo se volvió aún más complicada por el hecho de que el origen es siempre un origen mítico. Es siempre un mito. El origen de la Grecia es obviamente mítico. Los ancestros que Roma se inventó son nada más que un puro mito. El origen de Francia, no voy a insistir en ello, es perfectamente mítico. Es lo que hace la unidad de la Francia. Para el pueblo del Brasil, el origen es histórico, fáctico y presente. Son evidentemente los colonizadores portugueses. ¿Cómo, entonces, llegar a encontrar su unidad cuando todos los que fueron delegados a la función de dirigir el país van a tener tendencia a situarse en el lugar y, según el modelo, de los que fueron los amos extranjeros -y tratar su propio pueblo como extranjero-?
¿Qué diría usted, Marie-Christine?
Marie-Christine Laznik:
No son cosas de las cuales tenemos la costumbre de hablar en Brasil.
Charles Melman:
En Algeria tampoco se habla de eso. Hay que ver cómo un gobierno nacionalista se comporta al respecto de su propia gente. Continúan tratando a su pueblo como si fuera un pueblo extranjero.
Marie-Christine Laznik:
Algo que me dicen mucho es que se habla de racismo en Brasil como una de las dificultades. Es lo que me están mandando bastante a través de la pantalla.
Charles Melman:
Se habla de racismo porque desafortunadamente eso hace parte de la cultura constitutiva y constituyente del país en sí, como si, cuando se está en posición de amo, solamente se pudiese considerar la vida del otro como la de un extranjero y como alguien que pertenece a una raza diferente.
Entonces, para no ser muy largo y complicado, quisiera subrayar un punto que me parece esencial y que desarrollaré enseguida a propósito de la identidad, no nacional, sino femenina. ¿En un país quién es el guardián que está preocupado por la identidad: el amo o el pueblo? Creo que es fácil hacer notar que el amo privilegia antes que nada una identidad de clase. Es decir que estima, funciona como si no hubiera ningún problema identitario entre él y el amo económico, financiero, tecnológico de los otros países. Es decir que la paradoja es que el amo que supuestamente es representando, es delegado por el ancestro de referencia no tiene un interés anudado a la cultura de la identidad. Es fundamentalmente cosmopolita. Siempre deslocalizó, incluso antes de las deslocalizaciones sean efectivas.
Por ejemplo, hoy en día Zuckerberg que es el dueño de Facebook, ¿es americano o es chino? En la medida en que es capaz de ganar más dinero gracias a China y a sus 1’300’000.000 de chinos comparados con los 300’000.000 americanos, está totalmente opuesto a las medidas que podría tomar el gobierno americano cuando se oponen al comercio con China. Entonces, la pregunta por la identidad del Sr. Zuckerberg podría plantearse. ¿Es americano todavía o es chino? Los que se interesan en eso saben muy bien que los grandes grupos tecnológicos americanos pueden parecer más defendidos en sus comercios con sus países con la China por el gobierno chino que por el comercio con sus propios países. Aún si ese comercio puede poner en peligro su propio país.
Entonces, la primera paradoja que hay que subrayar es que los defensores de la identidad nacional no son hoy en día los amos de la economía, sino los que no tienen dificultad en haber desaparecido su identidad nacional, con el riesgo, claro, de someterla a una potencia extranjera.
Entonces, ¿es el pueblo el guardián de la identidad nacional? No hay ahí, paradójicamente, ninguna duda. Evidentemente, el marxismo y el comunismo conceptualizaron una solidaridad entre clases obreras. Pero, si ponemos atención a la historia, se ve bien que son las clases populares que desean un amo todopoderoso más bien del tipo dictatorial y que, al mismo, le daría a cada uno una satisfacción narcisista plena y podría asegurar una igualdad perfecta entre los ciudadanos. Parece, como ustedes lo saben, que eso se llama el populismo hoy en día. Es decir, es he llamado a una autoridad nacional bastante fuerte para asegurar a los ciudadanos un narcisismo reparado y la igualdad entre sus miembros. Y como de costumbre, evidentemente son los amos tradicionales que se sirven de esa aspiración popular para reforzar su poder personal, acariciando al mismo tiempo el narcisismo del pueblo y, de la misma manera, la igualdad finalmente lograda entre los ciudadanos gracias, entre otras cosas, a la explotación del racismo. Es decir, la expulsión de todos aquellos que son diferentes. Hay un tema esencial -diría-, que la cuestión de la identidad en general está vacía. Es la cuestión de lo que es una identidad para una mujer. En efecto, ¿hay una identidad que le daría su identidad de mujer? Porque no podemos olvidar que, con esa ley antropológica de los intercambios de mujeres, una mujer está siempre destinada a ser migrante y extranjera. ¿Cómo se desenvuelve con eso ella? Ella se desenvuelve, primeramente, poniéndose al servicio del amo, en particular para tener hijos. Y, al servicio -discúlpenme por la crudeza del término- de su virilidad del amo, pero nunca olvida su culpabilidad de nunca haber favorecido la virilidad de su propio linaje, la de su padre. Lo que hace que una mujer va a tener la elección entre dos posiciones: o bien ocupa ese lugar esencial que quien individualizó fue Lacan, es decir el lugar del Otro -solo Lacan reconoció un lugar que al mismo tiempo no es aquel de lo mismo y que no es del extranjero-; una mujer no es la misma que un hombre y tampoco es su extranjera, y, por tanto, viene de otro padre [de ella]. Es ese el estatuto del Otro. Y es un estatuto esencial para ser reconocido porque no es raro, siendo un poco clínicos, constatar que una mujer va eventualmente a consentir ser el Otro del hombre, es decir, darle hijos y una vez que el ciclo terminó, regresar a su linaje de origen, es decir la fidelidad a su propio padre y volverse frente a ese hombre, desde ese punto de vista, no un Otro sino una extranjera. Evidentemente, esa dualidad entre ser Otra y ser extranjera puede estar presente la vida entera, en particular acerca de la cuestión de saber qué será el linaje de los hijos, ¿van a inscribirse en el linaje paterno o materno?
No les hago todos estos señalamientos sino par mostrar dos cosas. Primeramente, desde el punto de vida político, somos enteramente los incautos de la cuestión de la identidad, dicho de otra manera, somos víctimas de una alienación que en la vida pública tanto como en la vida privada nos hace perfectamente estúpidos a causa de un rasgo que pertenece a la humanidad y que por eso vamos a hacer la guerra entre grupos nacionales o entre hombres y mujeres, porque nunca hemos sabido comprender de qué manera funciona -para cada uno de nosotros- la cuestión de la identidad. Parece que seríamos gente progresista, pero las preguntas que nos estamos haciendo hoy ya se planteaban hace 2.200 años a propósito de la guerra entre Atenas y Esparta; es decir, del conflicto entre una ciudad democrática -política antes de ser nacional- y Esparta -una ciudad nacional y perfectamente igualitaria-. No hemos hecho ningún tipo de progreso en relación con ese tema desde 2.200 años.
Entonces, si estas palabras de hoy pueden dar ganas el atacar de nuevo a ese problema, creo que podemos ver que lo que trajo Freud y Lacan permite efectivamente el renovarlos totalmente. Ustedes, ¿qué gustarían decir en referencia a este tema?
Marie-Christine Laznik:
Me gustaría que se retome por qué en el Brasil actualmente el indio y el negro son el objeto de los ataques de aquellos que han sido elegidos para gobernar.
Charles Melman:
La respuesta es clásica. Voy a decir cuáles son los medios de dar a todos los pobres, que tienen el mismo color, la idea de que forman una clase superior. Eso les permite después mejor explotarlos. La situación es exactamente la misma en los Estados Unidos donde el asesinato de los negros por la policía americana va a favorecer la reelección de Trump, porque la mayoría del pueblo americano está de acuerdo en pensar que son ellos mismos esas pobres gentes que constituyen los amos en ese país. Entonces, vamos a decir que el racismo es la enseñanza envenenada que los amos cultivan y, por ende, distribuyen al pueblo.
Plantéense esa pregunta, ¿por qué Hitler tuvo necesidad de desarrollar el racismo en su pueblo? Era el medio cómodo y que no costaba ningún dinero, que no costaba nada al Estado, de dar a cada ciudadano un privilegio excepcional, es decir, el de ser un amo, mientras en verdad era simplemente el pobre soldadito enviado al frente.
Entonces, la cuestión de la identidad siempre ha servido al poder para distribuir para sus ciudadanos un privilegio excepcional y que no cuesta nada para aquellos que están en el poder.
¿Han leído Mein Kampf? Cuando uno lee Mein Kampf, uno se da cuenta que la denuncia de los judíos aparece así sin ninguna justificación. Simplemente el judío es aquel que hay que excluir de la sociedad, lo que hace de mí el representante único, asegurado y excepcional de esa sociedad.
¿Tienen otra pregunta? Si hay unos minutos podemos hablar de ello.
Marie-Christine Laznik:
Hay gente que habla de la educación en Brasil. Dicen que hay que borrar lo que ya estaba ahí, a propósito de los indígenas y aquellos que se han convertido en mercancías para garantizar un enriquecimiento, los negros. Estoy leyendo lo que se dice [en los comentarios], que era ese el problema de Brasil.
Charles Melman:
Sí, pero noten que en los países de América Latina en que los indígenas fueron exterminados, no puede decirse que el racismo haya desparecido. Es decir que el racismo es una virtualidad que siempre se puede explotar enteramente fundado en ese rechazo de distinguir lo Otro y lo extranjero.
Marie-Christine Laznik:
Quería agradecer mucho al Dr. Melman por invitarnos a pensar al releer Mein Kampf y Psicología de las masas. Pienso que son dos textos que tienen que ser leídos casi en espejo para intentar evitar lo peor, intentar evitar lo que llamamos aquí en Europa les anées brunes. Voy a intentar pasar al Dr. Melman las observaciones que fueron hechas y agradezco mucho a todos por su presencia en este en vivo. Hasta pronto.
Charles Melman:
Muchas gracias. Hasta pronto. Le agradezco Marie-Christine.
*Charles Melman es psiquiatra, psicoanalista A.M.A. de la Association Lacanienne Internationale, antiguo alumno y analizante de Jacques Lacan.
[1] Charles Melman. [En línea]. Les nationalismes : l’identité comme médicament et comme poison. Conferencia realizada vía la cuenta de Instagram, el canal de Youtube y el perfil Facebook de la Association Lacanienne Internationale. Septiembre 5 del 2020. Recuperado de: https://www.facebook.com/associationlacanienneinternationale/
[2] S. Freud. “Psicología de las masas y análisis del yo” [1925], en Obras completas, tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2003.
Gracias
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