Conversación hacia el XII Congreso de la AMP – con Éric Laurent – 2020-05-20

CONVERSACIÓN HACIA EL XII CONGRESO

DE LA AMP SOBRE EL SUEÑO

Por Éric Laurent

París, 2020-05-20

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Éric Laurent dialoga con Deborah Gutterman-Jacquet, Anaëlle Lebovits-Quenehen y Luc García en lo que concierne a los 5 siguientes puntos: 1. Reescritura constante del inconsciente estructurado como un lenguaje. 2. Hacia quién se dirige Freud. 3. ¿Cuál es la especificidad del sueño? 4. El lugar del sueño 5. Seguir y separar.

Reescritura constante del inconsciente estructurado como un lenguaje

Digamos que la reescritura constante por Lacan de la proposición de partida “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” no cesó de declinarla de manera extraordinaria con tipos de topología -que Jacques-Alain Miller mostró bien en sus cursos-, es la manera en que Lacan hizo deslizar la expresión por contigüidad, por una suerte de metonimia constante y en un momento dado él puede pasar al reverso de ella y no nos damos cuenta de nada y de pronto dice: “Es ‘el inconsciente estructurado como un lenguaje’ como siempre lo dije”. Simplemente ya no quiere decir la misma cosa que el lenguaje estructurado por la lingüística, -digamos- la de los primeros respaldos en Lévi-Strauss y Jakobson, en la que enseguida Lacan hizo jugar el rol del lenguaje a partir de los tropos: a partir de la metáfora y la metonimia, a partir de lo que permitía al menos varios efectos de sentido; y no simplemente del binario significante-significado. Si no, liberarse de ello, al contrario, para jugar al máximo esa inclusión del efecto de sentido en lo que será transformado en goce-sentido y que permitiera esa inscripción primeramente del goce -digamos- como letra.

Primera consecuencia efectivamente sobre el sueño es que esta inclusión, la manera en la que Lacan hace jugar la metáfora y la metonimia, en los comentarios del sueño de la inyección hecha a Irma, desde el inicio, ya no se trata en lo absoluto del binario texto aparente del sueño e interpretación del texto inconsciente que viene a ser una forma de metalenguaje sobre el sueño. Lo que Lacan, en el sueño de la inyección hecha a Irma despliega, es una estructura del sueño en el deseo que conlleva el sueño de cierta manera es consciente, como Freud sueña. Sueña, en efecto, y lo dice muy rápidamente: quiere desculpabilizar a Fliess. Esa es su intención consciente. Y el sueño es un sueño, en efecto, en el que se libera de su culpabilidad. Pero, en lo más profundo, Lacan restituye que más allá de liberar a Fliess, disculpar a Fliess, se trataba de disculparse a él mismo, a Freud, de haber quebrado el tabú del secreto y de haber encontrado que el sueño era un sueño en el que finalmente surge una fórmula, la trimetilamina, esa fórmula que es la clave de todo. Y Lacan dice que es delirante, que perfectamente podría ser delirante. Pero no es delirante porque Freud se dirige a nosotros y nos dice que quiso liberarse de la culpabilidad de haber levantado el velo acerca de lo que el sueño quería decir. Y que, en efecto, el inconsciente estructurado como un lenguaje, con una última palabra, dice que, si Freud se hubiera quedado solo en una esquina o hubiera comenzado una enseñanza esotérica, eso hubiera revelado una demencia.

Hacia quién se dirige Freud

Anaëlle Lebovitz-Quenehen: Finalmente, no es delirante porque Freud, en cierta manera, sueña para nosotros. No es solamente que nos expone su sueño, es que podemos suponer que el sueño fue hecho para que nos lo exponga, justamente. Hay esa dimensión de la inclusión del Otro en el hecho del sueño en sí.

Éric Laurent:

Es el tema de la reelaboración por Lacan de lo que fue el autoanálisis de Freud. Es que no se dirigía a Fliess, se dirigía a nosotros. Y el dirigirse a nosotros fue lo que lo llevó en su aventura, todo lo que iba a seguir después: “Tú eres aquel que me seguirás”, “Tú no lo sabes”, pero es así. Y en el fondo, efectivamente, es un tema de aquel que escoge el no quedarse solo, como para los matemáticos o como Cantor. Finalmente, no se quedó solo. Y evidentemente, la interpretación que Lacan hace del sueño de la inyección sobrepasa en mucho la oposición -digamos- entre lo latente y lo manifiesto como binario que fundaría la interpretación del sueño. Es decir, es una sublimación propiamente hablando que se devela; que el sueño en sí es una sublimación del deseo de Freud que está ahí indicado en esa moterialité[1] final. Y que finalmente, es toda la apuesta de saber dónde Freud se hubiera despertado en la Inyección, cuál es el punto exacto de despertar.

Anaëlle Lebovitz-Quenehen: En todo caso no es el punto de la primera angustia.

La especificidad del sueño

Anaëlle Lebovitz-Quenehen: ¿Y hay una especificidad del sueño más allá de su relación con las palabras en la cura?

Éric Laurent:

Pienso que sí hay una especificidad del sueño. Pero esta especificidad del sueño, si tomamos los últimos cursos del último Lacan, para así tener los dos polos, es lo que llamé con mi pequeña contribución en la jornada hacia del Congreso de la AMP en enero, El esp de un sue, que es la misma problemática que El esp de un laps. Es decir, el momento en el que, en el sueño, en el momento en el que estamos en el lapsus, ahí se está en el inconsciente, lo sabemos, y desde que intentamos ataparlo -a esta formación-, cuando intentamos darle un sentido, cuando le prestamos atención, ahí se sale del inconsciente. De ahí la idea que en efecto, captar las formaciones del inconsciente en su conjunto -lapsus, sueño, chiste, etc.-, captarlas cerca del esp -es decir en el momento en que se producen, en el momento en que ahí ya no hay nadie[plus personne]- es el lugar de ya nadie, es allí el lugar donde la práctica en efecto Lacan apuntó -digamos- el afirmar cada vez más como el lugar de nadie, el momento donde el sujeto no puede -digamos- intentar adormecerse de significación.

El lugar del sueño

El sueño viene de un lugar en el que aparentemente el locutor se ausentó, para soñar. Es toda la cuestión también, de que allí es todavía necesario que aquel que aporta un sueño, para él la frontera sueño-vigilia cuenta. Hay un efecto de sujeto que vive su vida en un sueño, en un delirio y para quien la frontera vigilia-sueño no es del todo pertinente.

Anaëlle Lebovitz-Quenehen: ¿Pero no es el estatuto mismo del sujeto cuando sabemos que finalmente uno nunca se despierta sino para seguir durmiendo?

Éric Laurent:

Sí. Hay todo tipo de formulaciones: “Uno nunca se despierta sino para continuar durmiendo”, “Uno nunca se despierta nunca porque el despertar absoluto es la muerte”, “Uno se despierta cuando hay un forzamiento del principio del placer”, etc. Son declinaciones. Sí, digamos que lo sólido de estas verdades se toman desde una faceta cada vez. Hay un gran sólido que es lo que Lacan llama “despertar” es el forzamiento del principio del placer. Lo que la práctica del análisis como forzamiento del principio del placer o del goce de la palabra liberada -digamos-, una palabra que va sobre ruedas puede efectivamente entrar en lo posible: siempre posible de adjuntar otro significante, otra significación, etc.; de acuerdo, pero en un momento dado, Jacques-Alain dice que la práctica del último Lacan es introducir lo imposible. Introducir lo imposible es también el horizonte del despertar. El despertar de esas significaciones posibles, centradas en el punto de goce al que el sujeto está enganchado, apuntar a eso por esa moterialité.

Seguir y separar

Éric Laurent: De entrada, eso es el sueño de Lacan, el de llegar en esa práctica tratar -dando todo ese peso a esa moterialité fuera de sentido- apuntar, tocar, dar en el clavo en el goce del sujeto.

Deborah Gutermann-Jacquet: Pero entonces, eso opone la perspectiva del sueño del “Aquí estás en tu casa” con la de “El lugar de ya nadie”. ¿Se podría considerar que en la especificidad del sueño hay una perspectiva de que en el sueño “Estás en tu casa” y cómo articular eso con “El lugar de ya nadie”?

Éric Laurent:

Muy cierto. Es verdad. Finalmente, para Lacan, en lugar de “Estás en tu casa”, ya no hay el “Estás en tu casa”.

Deborah Gutermann-Jacquet: Él lo desaloja de ahí, de hecho.

Éric Laurent: Es que el sujeto ya no tiene su Heim asegurada, ni su Heimlich tranquila, lo que lo llevaría del lado del principio del placer. “Estás en tu casa” es el principio del placer, y al contrario, en el momento en que está desalojado, lo que viene a hacer obstáculo al sentimiento de “estar en la casa propia”, en efecto el verdadero lugar del inconsciente como lugar fuera, como lugar en que vienen a encontrarse analista y analizante, y que es necesario que la interpretación de un psicoanalista responda a aquella del inconsciente y si está a la altura de la interpretación preliminar del inconsciente desde que la corrige separándola de su aspecto principio de placer. El inconsciente interpreta pero también interpreta también del lado del principio del placer y el analista está ahí para, precisamente, seguir ese litoral y separar lo que está del lado del principio del placer y lo que va contra él, y que es un lugar, en efecto, y en vez de decir que es el lugar de nadie -o más bien de “ya nadie” [plus personne] porque la idea es en relación con nadie, lo que está ya en el Seminario I, ese lugar de nadie. Ese retomar del juego de palabras en Homero que atravesó toda la Antigüedad y que es genial, de Ulises, la artimaña griega personificada, la inteligencia griega personificada. Es cuando ya nadie [plus personne], es un juego de palabras de Lacan, entre una persona en más [en plus] y precisamente la abolición de la persona. Algo que se adjunta en esa abolición dialéctica que se juega y ahí simboliza los diferentes lugares aparentemente en presencia del analizante y el analista. ¿Quién habla en la interpretación? Respuesta: Ya nadie [plus personne]. Y en ese momento, tenemos la producción pura del fenómeno que es inconsciente en tanto que es al mismo tiempo sentido y fuera-de-sentido y que tiene lugar en la sesión analítica del acto.

Perfecto.


[1] N.d.t.: moterialité como condensación entre mot (vocablo) y materialité (materialidad).

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