Respuesta de Patricio Álvarez Bayón durante el Seminario del PEP – 2021/11/11

Patricio Moreno Parra:

Buenas noches, Patricio. En su libro toma los tiempos lógicos para analizar la cuestión de la detención del lenguaje. Analiza los tiempos de lalengua, la letra y el lenguaje. Mi pregunta va del lado del lado del tiempo cronológico porque clínicamente es muy frecuente encontrarnos con padres que testimonian que sus hijos estaban hablando, poseían palabras, articulaban frases, poseían habilidades sociales hasta un momento determinado donde algo sucedió. Ese algo es un enigma. Pero marca un punto donde el niño comienza a dejar de hablar.

Me preguntaba sobre este momento porque si la “inscripción salvaje del síntoma” es un necesario -como aquello que una vez escrito no deja de escribirse-, vemos algo como una “borradura salvaje del síntoma” en este momento. Algo que es teóricamente paradójico, porque dejó de inscribirse. ¿Cómo articular este momento?

Patricio Álvarez Bayón:

Muy buena pregunta. Me parece que es una indicación interesante porque es una indicación muy repetida, muy frecuente ese punto donde el niño tenía algunas adquisiciones del lenguaje. Decía toda una serie de palabras. No solo adquisiciones del lenguaje, sino modos de comunicación: la sonrisa social, toda una serie de cuestiones a nivel de lo simbólico y también a nivel de la expresión afectiva en los niños: la sonrisa, la carcajada. Y se constata en muchos casos en la clínica descrito por los padres cómo eso en un momento se detiene y se pierde. Y se vuelve para atrás. Todo eso que iba por el lado del aprendizaje, de las habilidades sociales, las habilidades afectivas, por un lado y, por otro lado, las adquisiciones de la palabra, se detienen. Eso es interesante porque nos ha llevado en algún momento a la pregunta de si podía de si se podía hablar de un desencadenamiento en ese punto. Con la cuestión del autismo en el sentido de lo invariable del autismo, la pregunta es si se podría situar un desencadenamiento. En muchos casos se puede ubicar ese momento. Me acuerdo un caso en el que fue un cumpleaños familiar y todos gritaban y toda la cosa del bullicio familiar que todos gritan y se ríen, las carcajadas y todo el quilombo y a partir de un momento en que cantaban el “Feliz cumpleaños”, él comenzó como a aplaudir y a hacer como una risa medio mueca y a partir de ahí no paró de aplaudir y hacer esa sonrisa sin parar, y a partir de ahí empezó a aparecer ese efecto de desaparición del lenguaje y de los afectos.

Entonces, en ese punto nos hemos preguntado en algún momento trabajando con Silvia [Tendlarz] si se trataba de un desencadenamiento o qué podría poder ubicarse ahí. Pero me parece que justamente ahí se puede ubicar esa dimensión de cómo el troumatisme se puede situar en esa variación de la que hablaba antes de un trauma sin agujero, de cómo el trauma no produce ese efecto de agujeramiento, ese efecto de falta y de agujero que produce el trauma del lado de la neurosis.

Me acuerdo, para oponerlo a esto, una parte del testimonio de Graciela Brodsky que ella cuenta el recuerdo encubridor de la infancia cuando sus padres la sientan sobre un aparador y se ríen mucho; se ríen de un modo muy festivo porque estaban medio alegres después de una fiesta y se produce ese efecto traumático sobre ella, el efecto de la fiesta como trauma. Bueno, pero justamente ese elemento de la fiesta como traumático permite toda la serie de construcciones a nivel fantasmático, a nivel del lenguaje y a nivel de toda una serie de desplazamientos, de metáforas y metonimias que van a construir una existencia y que un análisis podrá extraer algo. Pero justamente ahí sí podemos ubicar el troumatisme.

Y acá en este punto, en esos niños que de pronto pierden todas las adquisiciones y esos modos de ir haciendo nudo, podemos ubicar ese punto de un troumatisme sin trou.

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