INTERVENCIÓN DE IVÁN SANDOVAL CARRIÓN[1]
en la Noche de las Ideas[2]
Quito, 2017-01-26
Buenas noches. Igual que Stephan (Vinolo)[3], yo también me estaba preguntando qué hago yo aquí o por qué estoy yo aquí. Porque la sensación que empiezo a tener me recuerda mucho una caricatura de Sempé[4]. Sempé es un caricaturista francés muy conocido. En la caricatura hay un debate en la televisión francesa entre intelectuales acerca de algún tema en la cadena nacional y en una cabañita por ahí, no sé si en las aldeas o en los Pirineos, no sé dónde, hay una pareja de campesinos de la tercera edad que están mirando el debate. Y entonces el moderador dice a sus invitados y dirigiéndose al público: “Seguramente en este momento todos nuestros televidentes se están preguntando cuál es el lugar del sujeto en la postmodernidad”. Sí, seguramente todos los televidentes se están preguntando eso.
Quisiera leer una frase sacada de un cuentito, escrito y publicado en 1767 por un francés. El cuento se trata sobre un salvaje, un indígena del Canadá que desembarca en Francia, ahí en la Bretaña. Entonces es recibido por los pobladores de una aldea pequeñita que se maravillan de lo bien que habla el francés este indígena, este hurón del Canadá. Y entonces lo reciben cordialmente y le ponen un nombre: “El ingenuo”, y entonces discuten acerca de las lenguas y en determinado momento el relator dice: “Disputaron un poco acerca de la multitud de idiomas y quedaron acordes en que, sin el acontecimiento de la Torre de Babel, no se hablaría más que el francés en todo el mundo”. Puede ser el francés, puede ser el inglés, puede ser el alemán, el mandarín, cualquier lengua. Esto escribió y publicó Voltaire[5] en 1767, “El ingenuo”.
Estaba pensando que sí, hay mucha innovación, mucha tecnología, pero hay ciertas cosas que no han cambiado demasiado. Cuando Amparo (Ramón)[6] me hizo una invitación que no pude rechazar, así a lo Marlon Brando más o menos, no la pude rechazar porque además me sentí “picado” por el tema y por la lectura de la invitación tal como nos la llegó a todos por el Internet. Y entonces, un tema y un texto, un argumento de la invitación. Yo lo considero provocador, que no es lo mismo que provocativo. Y entonces, yo dije: “¡¿Cuál mundo común pues?! ¿Cómo así? ¿A quién se le ocurre? ¿Desde dónde? ¿Quién lo propone?”. Porque una cosa es proponer un mundo común desde un lugar en el que uno puede tener la certeza de que puede viajar por todo el mundo, o por casi todo el mundo y no le van a pedir visa. Y otra cosa es proponerlo, desde otro lugar, en donde uno no puede hacer eso. Probablemente el 99% de la población mundial jamás podrá viajar por este mundo, por este planeta si por “mundo” entendemos el planeta, al menos que sea el presidente de la República sobre todo si está por terminar su mandato, o millonario, o diplomático, o navegante solitario, o ciclista trotamundos; o caso contrario, no. Entonces, resulta irónico hablar de un “mundo común” cuando no podemos desplazarnos libremente por el planeta. En el argumento que nos leyó en parte Amparo se habla de un “universo de interacción que no presupone lugares absolutos de jerarquías, sino que incluye la contradicción y la diferencia como elementos de un nuevo orden”. Según esto, lo más coherente habría sido que se nos convoque para hablar de un mundo diverso, no de un mundo común.
¿Qué es el mundo? Si entendemos por mundo, en este caso, representación y sentido o sentido y representación, es imposible que haya un mundo común. Vivimos avocados a una realidad efectiva, aumentada o no[7], pero realidad efectiva que nos dice que Trump ganó las elecciones, es el presidente, se posesionó, hubo un terremoto no sé dónde, etc., etc., etc.; pero la realidad efectiva que es aparentemente compartida por todos se transforma inmediatamente en realidad psíquica para cada uno. Es decir, como dice Freud, o como decía Freud, en el fondo lo que hay la realidad psíquica. Es el hecho de que cada uno lee, interpreta y confiere sentido a los acontecimientos del mundo de acuerdo a su propia lectura, de acuerdo a su propia significación, de acuerdo a sus propias experiencias y su propia historia. Es decir, de acuerdo con el inconsciente, al inconsciente y cómo opera en cada uno, al sujeto del inconsciente que anida en cada uno. Desde esa perspectiva, no hay un mundo común. No podemos entender ni leer la realidad de la misma manera, todos, ni siquiera de una misma cultura y ni siquiera de una misma lengua por más que los políticos se propongan imponernos una lectura oficial. Entonces, si quisiéramos, suponiendo que quisiéramos construir un mundo común, porque esta realidad psíquica en sujetos del inconsciente, con un inconsciente estructurado como un lenguaje, es algo universal, o es una hipótesis universal; es una hipótesis universal que funciona, por un lado, de acuerdo a cada lengua, es decir, los chistes solo pueden entenderse dentro de los hablantes de una misma lengua. Es muy difícil traducir los chistes, por tanto, para construir un mundo común tendríamos que comunicarnos en esperanto, esa lengua artificial en la cual no se puede hacer chistes porque el esperanto suprime la equivocidad, propone la univocidad. No se puede hacer chistes, no se puede soñar, no se puede tener fantasías. Por otra parte, si por “común” entendemos una propiedad compartida, uno no es común por supuesto, ni siquiera el país es común, ni la ciudad es común, ni el barrio es común. Hay espacios privados, hay espacios reservados. No podemos deambular libremente, no podemos desarrollar un sentido de propiedad, de pertenencia acerca de todo. Yo vivo en un barrio en el que se ha constituido un chat al que estamos conectados todos los vecinos. Es un chat que es, por un lado, de seguridad en el que nos comunicamos rápidamente y comunicamos a la policía acerca de las novedades que se presentan el barrio. Y, por otra parte, es un chat también para propuestas o noticias acerca de la comunidad, iniciativas de aseo, de alumbrado, etc., etc. En estos días, se ha reproducido en mi pequeño barrio y en ese pequeño chat lo que pasa en todo el país. A una señora se le ocurrió preguntar si alguno de los vecinos tendrá una sala suficientemente grande como para organizar un comité de apoyo al binomio Lasso-Páez. Ardió Troya. Entonces, inmediatamente los insultos, la propaganda. Es decir, si en una pequeña comunidad reproducimos lo que pasa en el país, en la realidad nacional, en el barrio, en la manzana, ¿de qué mundo común estamos hablando?
Quisiera referirme a un aspecto a unas líneas de la invitación que recibimos que me ha dejado realmente inquieto. Se nos ha invitado para examinar la posibilidad de la construcción de un mundo común, el mismo que sería según reza la invitación: “un mundo simple, lleno de certidumbres, predecible, mecánico e igualitario”. ¿Leyeron eso? ¿Sí? ¿Se fijaron en eso? ¿Realmente están hablando en serio? Porque es una provocación, o es un mundo en el que le gustaría vivir al Dr. Sheldon Cooper[8], personaje en La Teoría del Big-Bang. Un mundo común, predecible, mecánico e igualitario, pero el Dr. Sheldon Cooper es un personaje muy especial, no es para nada igualitario, es un personaje excepcional, al que se le puede chantar por lo menos tres diagnósticos según la psiquiatría norteamericana, según el DSM-5.
Pero bueno, volvamos al tono académico. ¿Para qué un mundo común? Por el enunciado, yo deduzco que ésta es una propuesta que viene de un cierto lugar. Y cuando hablo de lugar, por un lado, puedo hablar de un lugar geográfico, pero también puedo hablar de un lugar de enunciado o de enunciación; un lugar de enunciación dentro de un determinado discurso. Por esta enunciación yo deduzco que la propuesta viene de un agente de discurso que ignora o suprime la hipótesis del inconsciente o la hipótesis del sujeto del inconsciente. El sujeto del inconsciente, eso que anida en cada uno de nosotros y que no es certero, ni predecible, ni mecánico, ni igualitario, ni simple. Ese sujeto del inconsciente que siempre nos sorprende el rato que menos lo esperamos a través de los lapsus o de los actos fallidos, logrados como también se los llama. Esta mañana escuché a alguien decir que ha visto el debate y que ha decidido que le encanta Cynthia Viteri para las próximas erecciones[9]. (Risas del público) Por una letra, de eso se trata el inconsciente, de cómo una letra hace la diferencia, de cómo se sostiene en esa letra.
Entonces el sujeto del inconsciente, eso que existe fuera de la cadena de los significantes, es decir fuera de lo que decimos efectivamente, fuera de lo creemos pensar conscientemente. Y, sin embargo, el sujeto del inconsciente es lo que sostiene el deseo para cada uno. Ese sujeto del inconsciente que no es lo mismo que el yo. La propuesta del mundo común es una propuesta yoica. ¿Qué es el yo? El yo es esta imagen que cada uno tiene acerca de sí mismo, esa imagen con la que cada uno se identifica, eso que cada uno cree que es. Es ese traje oficial que llevamos, que lucimos en las situaciones sociales, en los encuentros académicos de este tipo. Entonces es una propuesta yoica, por un lado, por otro lado, es una propuesta sobre la ilusión de un cálculo, de un cálculo que suprima lo imprevisto y lo indeseable del sujeto del inconsciente. Es una propuesta, yo diría, por los diálogos y las conversaciones que tengo con mis colegas psiquiatras, es una propuesta acorde con las expectativas más optimistas de aquellos colegas míos que han depositado todas sus ilusiones explicativas, terapéuticas, y sobre todo predictivas en las neurociencias, en la psicología cognitiva; se supone que asistimos al siglo de las neurociencias. Hay un libro muy interesante de un filósofo y un neurocientífico, escrito hace 15 años, que se llama Fundamentos Filosóficos de las Neurociencias de Bennett & Hacker; un australiano y un inglés donde ellos hablan de cómo las neurociencias han permitido una expectativa desmesurada, no solamente o no tanto en los neurocientíficos como en el público. El público espera que en el futuro todo se explicará a través de las neurociencias y entonces se podrán construir o se podrán fabricar medicamentos de diseño personal, de acuerdo a la genética de cada uno para curar el tipo específico de depresión o de psicosis que tiene cada uno. Es decir, ya no va a ser necesario hablar, ya no va a ser necesario confrontarnos con el inconsciente. Las neurociencias, gran parche para el yo. Entonces, aunque nos pasamos denunciando los problemas de la humanidad por la globalización, por el cambio climático, por la crisis económica, si hablamos de la propuesta de un mundo común en estos términos, así de lo certero, de lo predecible, de lo mecánico y de lo igualitario, la propuesta de un mundo común vista de esa manera resulta una propuesta globalizadora. Es decir, ¿dónde está eso de la consideración de las diferencias, o de las singularidades? ¿Cómo les vamos a hablar de un mundo simple, lleno de certidumbres, predecible, mecánico, igualitario a los Huaorani? ¿O a los niños y mujeres que cosen la ropa deportiva que nos ponemos, en el Sudeste Asiático? ¿A los huérfanos sobrevivientes de Alepo? ¿A las amas de casa de Pisulí? Resulta torpe, ¿ah? ¿Un mundo simple? Desde que existe ya sea como planeta o como agrupaciones incontables de seres hablantes, el mundo es complejo y siempre lo será por una infinidad de razones, de una complejidad irreductible que no se arregla simplemente hablando, sino que a veces se complica por el simple hecho de que hablamos. ¿Un mundo lleno de certidumbres y predecible? ¿Bajo qué sistema lógico? ¿Bajo qué método de cálculo? Proponer eso es desmesurado, no tiene ningún sentido. ¿Un mundo mecánico? ¿Cómo así? A no ser que hablemos de la mecánica cuántica y del principio de incertidumbre de Heisenberg, en donde no se puede calcular con precisión el lugar del electrón, lo cual es análogo al hecho de que no se puede calcular con precisión el lugar de la emergencia del sujeto del inconsciente. ¿Un mundo igualitario? ¿Cómo así? ¿Igualitario según qué principios ideológicos, según qué religión, lengua, cultura, economía, ideales? La noticia del momento es Donald Trump a nivel mundial, en el mundo común. Hay una leyenda que está en el gran sello de los Estado Unidos, hay un águila que sostiene una cinta con una leyenda que dice “E PLURIBUS UNUM”. ¿Saben lo que quiere decir? En la traducción más simple quiere decir “De muchos, uno”, hacer de muchos, uno. Meryl Streep lo traduciría como: “Hacer uno solo a partir de la diversidad”. Meryl Streep es bien pensada, bien intencionada pero no nos conoce. Y Donald Trump la practica como “hacer uno solo, exclusivamente con todos los que piensan y son como yo”. Lamento no poder aportar nada a la construcción de “un mundo común”. Quizás lo hago mejor cuando me inviten a hablar de un mundo complejo, incierto, dinámico y diverso.
Gracias.
[1] Médico, Psiquiatra, Psicoanalista AMA de la Association Lacanienne Internationale y de a..b..c..dario Freud↔Lacan.
[2] Evento realizado en la Alianza Francesa de Quito el 26 de enero del 2017.
[3] Stephane Vinolo – Dr. en Filosofía y Epistemología, primer expositor en el evento de la Noche de las Ideas.
[4] Jean-Jacques Sempé (17 de agosto de 1932, Burdeos) es un caricaturista francés.
[5] François-Marie Arouet (París, 21 de noviembre de 1694, 30 de mayo de 1778), más conocido como Voltaire.
[6] Moderadora y organizadora del evento de la Noche de las Ideas.
[7] Alusión a la exposición de Nicolás Cuvi, segundo expositor en la Noche de las Ideas.
[8] Sheldon Lee Cooper es un personaje interpretado por Jim Parsons, de la serie televisiva The Big Bang Theory.
[9] Lapsus en el cual algo del sujeto del inconsciente se manifiesta al cambiar una letra en la palabra “elecciones”.