CONTRA LA LEY 385
Por Francesca Biagi-Chai
2025/12/08
El artículo titulado «La eliminación del psicoanálisis nunca ha mejorado la atención, pero ha empobrecido la idea de lo que es un ser humano», fue publicado en Le Monde el 4 de diciembre de 2025.
Leer este artículo me llevó a plantearme una pregunta: en una época en la que se usan mal las palabras y donde fake y la verdad se mezclan sin ley, ¿cómo podemos hablar manteniendo la brújula de lo real, es decir, la consecuencia de los decires? Me pareció poco visible en este artículo de tres partes.
En primer lugar, el título es sorprendente. «La eliminación del psicoanálisis nunca ha mejorado la atención», ¿así que había desaparecido? A lo que se suma el uso de la negación, esperando que esto no lo convierta en una denegación. El artículo comienza con fuerza introduciendo una cuestión fundamental relacionada con la vida y la muerte: pasajes al acto y atentados. Pero esto se detiene con una pura afirmación del interés por las psicoterapias y los psicoanálisis.
Uno habría estado más dispuesto a esperar algo como: la palabra no es un apéndice, no precede al ser, la funda y, se podría decir, la sintomatiza le guste o no. Así, cuando está al borde de una ruptura lenguajera y el goce está listo para aparecer en su filo mortal, el psicoanálisis es el único que puede permitirle no construirse, como se dice, sino alienarse de nuevo del lenguaje, hacer lazo contra el acto. En efecto, en este momento de separación que identifica como tal, el psicoanálisis no es una simple escucha sino una intervención para recuperar al sujeto en vía de desaparición en su acto.
¿Por qué considerar que la urgencia de la época, vinculada al llamado «malestar en la civilización», conduce a «experimentar una forma de toxicidad en la relación con el otro»? ¿No es esto responder a los significantes del amo moderno con un significante del propio amo con valor de teorización? ¿No es consentir a esto igual que tener que ofrecer solo la palabra «dignidad» para dar cuenta de la clínica?
Finalmente, no habría sino lo «pulsional», como esto parece estar extendiéndose, así como la trampa del vacío forclusivo de la psicosis que nuestra sociedad quiere ignorar y que le retorna, de hecho, como un búmeran en actos. La palabra psicoanálisis no puede balbucearse ni repetirse, ni siquiera servir como argumento tautológico; esto es a lo que se opone la lógica de lo real con lo imaginario y lo simbólico de la orientación y de la acción psicoanalítica lacaniana.
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