GOCE ORAL Y OBJETO VOZ
Por Katty Langelez-Stevens
2025/11/16
La clínica de campo nos lleva a constatar que los autistas tipo Kanner, mudos o poco habladores, suelen ser también el escenario de una pulsión oral devoradora. La comida, y a veces incluso los objetos no comestibles, deben ingerirse de forma irreprimible y glotona. Trabajando sobre el objeto voz en el autismo y constatando su no-cesión[1], me pregunté sobre los vínculos que articulan el objeto oral y el objeto voz, ya que ambos comparten un lugar común: la boca.
La boca detrás del cerco de dientes
En el Seminario X, Lacan nos dice: » Todos conocen […] los vínculos del estadio oral y de su objeto con las manifestaciones primarias del superyó. Al recordarles su conexión evidente con esta forma del objeto a que es la voz, les indiqué que no podía haber concepción analítica válida del superyó que olvide que, en su fase más profunda, es una de las formas del objeto a.»[2]
Aunque Lacan afirma el vínculo entre el objeto oral y la voz como prueba, debe señalarse que, al igual que la carta robada, esta prueba nunca deja de eludirnos. Estos dos objetos se encuentran en la misma zona del cuerpo: la boca, detrás del cerco dental. La boca devora y emite el sonido que sale de la garganta. La boca absorbe la leche del pecho que puede tomarse con las manos. La boca escupe el sonido con el que forma los significantes para transformarlos en palabras. Originalmente, la boca llena de dientes muerde para matar y alimentar. El aullido que escapa de la boca del lobo nos hela la sangre y nos recuerda esa amenaza primitiva que encontramos en los cuentos infantiles: la de ser devorados, sin olvidar el deseo de ser devorado, como lo ilumina La Chèvre de monsieur Seguin.
El significante vocalizado
Pero el lugar de la voz es también el oído que no es posible cerrar y en el que es necesario un vacío para que resuene. Lo que importa, por supuesto, no es el vacío físico, sino el vacío del Otro – el ex-nihilo (el Otro barrado).
Así, la conexión inevitable entre ambos objetos, la voz y el oral, está en el principio mismo de la construcción de la defensa autista a través del mutismo. El objeto voz no puede entregarse sin activar la amenaza de devoración. No es la madre lo que es un cocodrilo, sino la lengua en sí, en la medida en que para que se pronuncie el significante debe ser vocalizado. El significante vocalizado activa el corral de los dientes que petrifica al sujeto amenazado. Esto hace que los niños autistas sean alérgicos a la voz del Otro que sale por la boca, especialmente si la boca aúlla, grita o habla más alto. Susurros y tarareos hacen posible lidiar con la amenaza de este Otro demasiado real gracias a su goce oral no barrado. Por eso la música puede hacer borde, pero corre el riesgo de aislar aún más al sujeto. Al protegerle de la intrusión del goce oral del Otro, la música calma, pero aísla aún más al autista sin necesariamente proporcionarle una solución sinthomática.
*Langelez-Stevens K., Jouissance orale et objet voix – L’HEBDO-BLOG
[1] Cfr. Maleval J.-C., El autista y su voz, Madrid, Gredos, 2011: “El objeto del goce vocal, no habiendo sido extraído, permanece amenazante para el autista.
[2] Lacan J., El Seminario, libro X, La angustia, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 318.
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