COMER – LA PULSIÓN ORAL EN EL NIÑO
Argumento de la IX Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño
Por Ligia Gorini
2025/11/10
«¿Qué es una demanda oral?».[1] La demanda de ser alimentado, tan pronto como se transmite por el lenguaje y se dirige a otro, apunta a algo más que la simple satisfacción de una necesidad. Constituye el primer vínculo entre el hombrecito y el Otro. Es en la brecha entre la necesidad y la demanda donde se aloja el deseo.
El primer descubrimiento de Freud sobre los objetos del niño se relaciona con la oralidad. Así, la succión (ludeln) «consiste en un contacto de succión con la boca (los labios), repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición».[2] Es un artificio creado por el niño para obtener una satisfacción ya experimentada, derivada de esta «unión más radical»[3] con el Otro materno y desde entonces rememorado. La lengua, los labios, el dedo, el chupete no son sustitutos del pecho, sino objetos puestos al servicio de una satisfacción sustitutiva.
Lacan evoca el sueño de la pequeña Anna Freud, en el que alucina los dulces que le habían sido prohibidos, para mostrar que «no hay una pura y simple presentación de objetos de necesidad»[4], sino de objetos deseables. La niña no tenía mucha hambre, pero soñaba con lo que le hubiera gustado comer.
¿Qué podemos decir de un niño que no para de comer, como un Gargantúa, este pequeño glotón insatisfecho, alimentado por miles de vacas? ¿Cómo podemos interpretar los placeres de la boca -chupar, lamer, mordisquear, saborear- para explorar el mundo, desearlo o tratar de alejarlo?
«No hay ningún fantasma de devorar […] que no consideramos que implique […] una investidura»[5], en la que se manifiesta el miedo a ser devorado. Lacan insiste en la reversibilidad de la pulsión: comer, ser comido, hacerse comer constituyen las tres etapas de la pulsión oral.
Así, Hansel y Gretel[6], atraídos por una irresistible casa de pan de jengibre que no dudan en morder, son capturados por «una bruja devoradora de niños»[7], pero terminan dando la vuelta a la situación empujándola al horno, donde es devorada por las llamas.
En el otro extremo está el niño que no come, que deja de comer. A veces, el rechazo de la comida aparece como un límite a un exceso proveniente del Otro, como la única solución para preservar el propio deseo. La anorexia de los jóvenes adolescentes lo atestigua. El objeto, en este caso, no es la comida, sino la nada. Esto no quiere decir que la anoréxica no coma nada. Lacan enfatiza: «en la anorexia nerviosa, el niño come esa nada».[8]
En «La teoría del partenaire»[9], Jacques-Alain Miller propone que la anorexia es una cuestión de separación, con el rechazo del Otro en primer plano, mientras que la bulimia está del lado de la alienación, con el vínculo con el Otro en primer plano.
¿Y qué se puede decir de una boca «cosida», aparte de que muy a menudo el silencio encarna «la instancia pura de la pulsión oral, cerrándose sobre su satisfacción»[10]? ¿Cuál es la relación entre la palabra, el lenguaje y la pulsión oral?
La pulsión oral también se manifiesta en la glotonería del superyó: voraz, insaciable. Para Lacan, esta glotonería «es estructural, no el efecto de la civilización, sino el ‘malestar (síntoma) en la civilización’».[11] El superyó no es simplemente el resultado del comportamiento del entorno del niño o de sus padres. Es importante recordar esto en un momento en el que nos gusta hablar de disciplina o educación positiva. Considerar el superyó como estructural nos permite abordar la cuestión de la culpa de una manera diferente y medir sus efectos a veces devastadores en el niño.
En otra nota, ¿cómo podemos abordar la dependencia a las drogas y la toxicomanía hoy? ¿O incluso este consumo devorante de pantallas y redes sociales?
¿Qué podemos decir de las posibles formas de sublimación de la pulsión oral a través de la incorporación del significante, como sugiere Lacan a partir de la expresión «comerse el libro»[12], tomada del Apocalipsis de San Juan? ¿Cómo llega al niño el deseo de saber, la «curiosa codicia»[13] tan decisiva en su desarrollo individual?
Todas estas son preguntas presentes en la clínica del niño y del adolescente, que deben ser exploradas sin moderación.
Como nos recuerda el monstruo Chapalu: «Quien come no está solo».[14]
¡Nos vemos en la próxima Jornada del Instituto Psicoanalítico del Niño del Campo Freudiano, el 20 de marzo de 2027!
*Gorini L., MangerLa pulsion orale chez l’enfant – Institut Psychanalytique de l’Enfant du Champ freudien
[1] Lacan J., El Seminario, libro VIII, La transferencia, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 231.
[2] Freud S., “Tres ensayos sobre teoría sexual” (1905), Obras completas, tomo VII, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, p. 163.
[3] Lacan J., El Seminario, libro VIII, La transferencia, op. cit., p. 233.
[4] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 161.
[5] Lacan J., Le Séminaire, livre XII, Problèmes cruciaux, texte établi par J.-A. Miller, Paris, Seuil/Le Champ freudien, 2025, p. 134.
[6] Cfr. Grimm J. & W., « Hansel et Gretel », Contes de l’enfance et du foyer, Paris, Gallimard.
[7] Bettelheim B., Psychanalyse des contes de fées, Robert Lafont, Pocket, 1976, p. 253.
[8] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., p. 110.
[9] Miller J.-A., « La théorie du partenaire », Quarto, no 77, julio 2002, p. 17, rééd. Pharmakon, no 4, mayo 2023, disponible en pharmakondigital.com.
[10] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., p. 187.
[11] Lacan J., “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2021, p. 556.
[12] Lacan J., El Seminario, libro VII, La ética del psicoanálisis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2017, p. 350.
[13] Lacan J., “El triunfo de la religión”, Mi enseñanza y otras lecciones, Buenos Aires, Paidós, 2022.
[14] Apollinaire G., L’Enchanteur pourrissant, Poésie/Gallimard, Paris, 1992, p. 49, citado por J. Lacan, in El Seminario, libro III, Las psicosis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2017, p. 460.
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