UN CÓMICO INAUGURAL
Por Guy Trobas
2025/11/04
El descubrimiento de Freud del inconsciente no es cómico, si nos atenemos al registro del saber con el que lo formaliza por primera vez. Este registro -el ideal científico, nos dice Lacan[1]– tiene un nombre: asociacionismo, hijo del empirismo de Locke, que en el siglo XIX dominó la supuesta ciencia de la mente, que era a la vez filosofía y psicología austeras.
Freud estaba completamente imbuido de él: fue una de las contribuciones de las conferencias de Brentano a su formación intelectual. Una prueba contundente de ello nos la da su adopción, para definir la génesis de los síntomas histéricos, de las tres reglas asociacionistas de Hume[2], como tales: la «relación de causa y efecto» para su teoría del trauma en lo real, la «contigüidad» y la «semejanza» para su concepción de los dos mecanismos para determinar los materiales formales de los síntomas, reglas que renombró como «coincidencia fortuita o simultaneidad» y «comunidad significativa o por concepto».[3]
En esta orientación primaria de Freud, que se expone ampliamente en Estudios sobre la histeria, puede hablar así de «conversión asociativa» o «creada asociativamente», entendiendo siempre la noción implícita de asociación según dicho asociacionismo.
Pero aquí está la cuestión: en las últimas seis páginas del capítulo «Historiales clínicos»[4], Freud, siempre atento a las palabras de los sujetos histéricos, señala por primera vez que existe un vínculo entre los significantes utilizados en sus quejas y sus síntomas de conversión. Y luego leemos el debate epistémico que lo divide: ¿esta «simbolización»[5], como él dice, solo tiene una función de acentuación subjetiva de los síntomas o está involucrada en su génesis? Sorprendido por su ideología asociacionista, Freud, muy dudoso, terminó por darse por vencido: sí, es posible, puede haber una conversión por simbolización. El adjetivo que me viene a la mente entonces, con respecto a la ambigüedad del significante Auftreten (caminar/presentarse) en juego en el florecimiento de una conversión histérica en Madame Cäcilie, es komisches, que significa a la vez cómico y divertido.[6]
Esta es, pues, la palabra que viene a la mente de Freud ante la inesperada ruptura epistemológica que se abre ante él, la del inconsciente estructurado como lenguaje. Se aventuró en él, al principio en silencio, durante tres o cuatro años, hasta sus escritos «canónicos» sobre el olvido de los nombres propios, sobre los sueños y sobre las ocurrencias. Con el énfasis en este afecto, tocamos precisamente la dirección que Lacan nos indica con fuerza respecto al retorno a Freud: no se trata solo de volver a la historia de las nociones que «se amortiguan» sino también a sus «fundamentos subjetivos».[7]
*Trobas G., Un comique inaugural – J55
[1] Lacan J., “La ciencia y la verdad”, Escritos, tomo 2, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2018, p. 820.
[2] Hume D., Abrégé du traité de la nature humaine, Paris, Aubier Montaigne, 1971, pp. 86-87.
[3] Freud S., “Estudios sobre la histeria”, Obras completas, tomo II, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, p. 188.
[4] Ibíd., p. 167.
[5] Ibíd., p. 193.
[6] Ibíd., p. 192.
[7] Lacan J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Escritos, tomo 1, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2018, p. 234.
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