EL CALDERO DE LAS SIMULTÁNEAS
Por Sophie Gayard
2025/10/11
El habla humana es como un caldero agrietado donde golpeamos melodías que hacen bailar a los osos, cuando nos gustaría suavizar las estrellas.
Gustave Flaubert, Madame Bovary
Sin duda está usted familiarizado con el apólogo del caldero prestado, que el prestamista se queja de que le ha sido devuelto con agujeros. Freud lo pone como ejemplo del hecho de que ciertas historias divertidas o incluso ingeniosas, construidas en el modo de la sofistería, derivan su efecto cómico del «modo de pensar del inconsciente»[1] que se revela en ellas, como en el sueño.
Efecto cómico
El prestatario de dicho caldero, acusado de haberlo agujereado, se defiende vigorosamente afirmando que, primero, no lo tomó prestado, que, en segundo lugar, ya estaba agujereado, y que, en tercer lugar, lo devolvió en perfectas condiciones. Todos los elementos de una cierta tensión dramática están ahí: una disputa entre dos interlocutores opuestos, una historia de préstamo y devolución, una acusación, una supuesta falta y posible culpabilidad, una defensa razonada, buena o mala fe, la situación problemática de la verdad… ¡Un caldero en forma de barril de las Danaides, perforado y siempre esquivo! Sin embargo, es un efecto cómico el que surge, debido al uso simultáneo de argumentos, cada uno de los cuales es ciertamente correcto pero que, puestos en serie, se anulan entre sí. Aquí es donde leemos la marca del inconsciente, este inconsciente «palabra tan rara»[2], que también es probable que sea divertido.
Un lugar vacío, un signo de un real
Es esta historia la que sale de la pluma de Freud cuando analiza el sueño inaugural del psicoanálisis, el de La inyección de Irma, durante el cual se acumulan las justificaciones por las que trata de exonerarse de cualquier falta en el tratamiento de su paciente. Con un escenario posiblemente trágico, un recurso cómico mediante el cual el inconsciente encuentra algo que decir… y un problema real, como siempre ocurre con la clínica. Agreguemos: una cuestión ética, no solo porque el universo de la culpa y el plano de la verdad son convocados a él, sino porque el análisis de este sueño y su extraña lógica del caldero emerge como una especie de certificado de nacimiento del psicoanálisis mismo, que lleva a Freud a decirnos.
Lacan reconoce «todo su valor como ironía, pero que es ejemplar aquí cuando se trata de la función de los analistas, y el uso que hacen de su lugar».[3] Se trata, especifica, de «dejar vacío el lugar del caldero» en la práctica analítica. Porque este caldero perforado, al presentarse como una paradoja, es un signo de un real, de algo que no se puede ajustar, de un agujero ineludible, incluso cuando intentamos olvidarlo y no queremos tener nada que ver con él. Es este camino del saber y sus peligros a veces cómicos los que las J55 nos invitan a explorar.
Caldero burbujeante
Desde hace varios meses, el comité organizador de los simultáneos está inmerso en lo que también resulta ser un caldero burbujeante, el de las muchísimas propuestas de textos clínicos que le han llegado: una mina de oro que este caldero, freudiano, como debe ser, y lacaniano en su orientación, para dar testimonio de la riqueza de la clínica psicoanalítica y para arrojar luz sobre cómo y en qué surge a veces lo cómico, más a menudo de lo que uno imagina, en el curso del discurso, este discurso humano que Flaubert comparó sorprendentemente con un caldero agrietado.
*Gayard S., Le chaudron des simultanées – L’HEBDO-BLOG
[1] Freud S., “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905), Obras completas, tomo VIII, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, p. 195.
[2] Lacan J., “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2021, p. 537.
[3] Lacan J., El Seminario, libro XIV, La lógica del fantasma, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2023.
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