La Consistencia del Mandamiento: Santa Teresa de Lisieux – por Isadora Escossia – 2025/10/05

LA CONSISTENCIA DEL MANDAMIENTO: SANTA TERESA DE LISIEUX

Por Isadora Escossia

2025/10/05


Las leyes, regidas por la instancia del superyó, se encuentran en la enseñanza de Lacan sometidas al yugo del imperativo del goce. «¡Goza!» [1],esto es lo que dice el superyó, nos explica en su Seminario Aun. Teresa Martín, santa carmelita, nacida en Alençon en 1873, era la hija menor de una pareja exaltada en su piedad. El Carmelo será el destino de todos los hijos de la familia, pero la santidad estará reservada a los padres y a Teresa. Su vida, descrita en su autobiografía Historia de un alma, está marcada por el mandamiento del amor: absoluto, divino, total.

Un destino

Designada muy pronto como «predestinada», Teresa tomó la ley literalmente. «Desde los tres años, comencé a no rechazar nada de lo que Dios me pedía»[2], escribió. El ideal de santidad, presente en su familia desde antes de su nacimiento, se impone como destino y se entrega a él de todo corazón. La función de «nombrar a», de la que Lacan nos explica que «la madre es suficiente […] designar el proyecto, hacer la huella del mismo, indicar el camino»[3] se ilustra aquí con el significante «santa». Hija piadosa, Teresa llegó a desear la muerte de su madre para que ésta pueda «ir al cielo», a Dios. A la edad de seis años, tiene una visión de su padre, revelándole un mensaje cuyo sentido está por venir. Cuando su hermana se fue al Carmelo, Teresa experimentó un colapso corporal, seguido de un episodio en el que una estatua de la Virgen le sonrió y la curó.[4]

El amor divino

La entrada en el Carmelo a la edad de quince años ordenó a Teresa y fomentó una forma de vínculo social, ahí donde la escuela la había llevado al aislamiento. Pero esta inscripción, apoyada por el voto de obediencia, la llevó a desempeñar una función puramente profesional. «Cuando soy caritativa, es solo Jesús quien actúa en mí»[5], escribe. El amor exige, manda, y Teresa lo tomará literalmente, hasta el punto de hacer de su vida una «Ofrenda [de sí misma] como víctima de un holocausto al Amor misericordioso de Dios» [6], permitiéndonos captar la relación de amor con el Uno.[7]

Su «certeza de que después de la muerte, todavía se puede trabajar en la tierra por la salvación de las almas»[8] atestigua lo que Lacan señala como característico de los místicos: «experimentan la idea de que debe haber un goce que esté más allá».[9]

El superyó lacaniano es una instancia que radicaliza la ley. Ahora, frente al «carácter infinito del amor divino, el amor humano no puede responder porque es necesariamente limitado».[10] Teresa parece estar anclada a un superyó real e implacable. El ayuno, la autoflagelación, el éxtasis, la grafomanía tienen como objetivo arreglar un cuerpo que lucha por aguantar. La loca ley del superyó[11] se presenta a Teresa llena de sentido real. Salvar almas en nombre de Dios es el nombre de la coacción indicada por la voz divina, que parece dotarla de cierta consistencia, a través de su certeza de existencia eterna.


*Escossia I., La consistance du commandement : Sainte Thérèse de Lisieux – L’HEBDO-BLOG

[1] Lacan J., El Seminario, libro XX, Aún, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 11.

[2] De Lisieux T., citada por J. Chalon, in Thérèse de Lisieux. Une vie d’amour, Paris, Flammarion, 1997, p. 35.

[3] Lacan J., El Seminario, libro XXI, Les non-dupes errent, lección del 19 de marzo de 1974. Inédito.

[4] Cf. De Lisieux T., « Sainte Thérèse de l’Enfant-Jésus et de la Sainte-Face », Histoire d’une âme. Manuscrits autobiographiques, Paris, Éditions du Cerf, 2012, pp. 70-71.

[5] Ibíd., p. 219.

[6] De Lisieux T., « Offrande de moi-même comme victime d’holocauste à l’Amour miséricordieux du Bon Dieu », Œuvres complètes, Paris, Éditions du Cerf, 1992, pp. 276-278.

[7] Lacan J., El Seminario, libro XX, Aún, op. cit.

[8] De Lisieux T., citada por J. Chalon, in Thérèse de Lisieux. Une vie d’amourop. cit., p. 250.

[9] Lacan J., El Seminario, libro XX, Aún, op. cit., p. 92.

[10] Campos A., Ce que commande le surmoi : impératifs et sacrifices au XXIe siècle, Rennes, PUR, 2022, p. 241.

[11] Cfr. Miller J.-A., « Clinique du surmoi », Mental, n° 50, p. 20.

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