El Objeto al Mando – por Fabián Fajnwaks – 2025/06/01

EL OBJETO AL MANDO

Por Fabián Fajnwaks

2025/06/01


Una pequeña mutación ha tenido lugar en la civilización desde que Freud escribió Massenpsychology en 1921. Esto nos permite leer de manera diferente la estructuración de las masas[1] en la época del Un-dividuo[2], según el feliz término propuesto por Jacques-Alain Miller. Es el objeto a mismo el que encarna la nueva versión de los líderes, en la  forma agalmática de los influencers y otros líderes de opinión o en su forma de desecho, en la política, donde el líder se convierte en el depositario del odio de las masas al encarnar esta función. En ambos casos, el líder de la vieja masa freudiana[3]da cuerpo al plus-de-gozar de los miembros de la masa a partir de su propio plus-de-gozar y no en tanto Ideal (Freud), o personificando al significante-amo tal como Lacan había permitido leerlo.

Al lugar que Fre-d le dio al líder como un objeto que encarna los ideales del yo de cada miembro de la masa, Lacan sustituye al significante amo formalizando el discurso que le da consistencia. El líder, objeto de investidura libidinal de  los yoes que forman parte de la masa en el artículo de Freud, se convierte en un S1 en la teoría lacaniana del lazo social. Lacan hace del pequeño bigote de Hitler un ejemplo de esta insignia, una insignia que ubica al significante-amo por encima del objeto a, según el matema propuesto por J.-A. Miller en su curso Los signos del goce[4]:

S1

a

De este modo, la insignia permite dar la verdadera estructura de la masa, situando el objeto plus-de-gozar como la verdadera causa que anima a la masa y que encuentra su vector en el significante-amo. En la civilización de los Unos-solos, los significantes amos tienden a desvanecerse en nombre de un goce sin velo, o poco velado.

Las versiones del líder como objeto plus-de-goce toman la forma de los portavoces de los drop-outs de la economía de mercado: populismos de derecha e izquierda en Europa con la polarización de posiciones que las últimas décadas han permitido constatar[5]. No son tanto sus recorridos personales lo que cuenta en el Viejo Continente sino la forma oportuna y pertinente en que estos líderes se hacen eco de los discursos que designan a los enemigos; esto de acuerdo a los mecanismos de segregación que operan en cada uno de los sectores que buscan representar.

En las Américas, el recorrido personal es más importante como explicación de lo que llevó al líder a ocupar esta posición y, en consecuencia, como validación de la misma. En EE.UU., la versión agalmática prevalece con Barack Obama o la del perdedor regenerado con George W. Bush, renacido, y Donald Trump que ha fracasado en casi todas sus grandes empresas inmobiliarias. Mientras que en América Latina prevalece la versión vocera del odio de clase con Jair Bolsonaro y Javier Milei, quien materializa la esperanza de los miembros de la masa de poder regenerarse a su vez desde su condición de despilfarro del capitalismo. Hay que recordar que Donald Trump fue reelegido en gran parte por las víctimas de la gradual desindustrialización de los EE.UU. y la crisis de las hipotecas subprime, prometiendo reindustrializar el país. J. Bolsonaro, por su parte, se hizo eco del peligro que corren las clases adineradas al ver que los miembros de las clases más desfavorecidas acceden a algunos de sus privilegios, coto de su goce. J. Milei ganó las elecciones con la promesa de una (neo)liberalización completa economía y dar trabajo a las víctimas de la casta de los anteriores gobernantes corruptos.

Surge entonces una lógica: a partir de la proyección del objeto a de cada miembro de la masa, el líder encuentra su legitimidad para ocupar este lugar desde su propio estatus de objeto o desde la resonancia del plus-de-goce que encarna. Los neofascismos contemporáneos ciertamente encuentran su razón de ser en esta estructura de masas.


*Fajnwaks F., L’objet aux commandes – L’HEBDO-BLOG

[1] Mantenemos aquí este término adoptado por los traductores de Freud sin distinguir masa de multitud que el francés permite y según la argumentación de J.-C. Milner, ver la nota 3 aquí abajo.

[2] Cfr. Lacan J., El Seminario, libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, contratapa.

[3] Cfr. Milner J.-C., « Foules et idéologies religieuses », Cités, n°62, julio 2015, pp. 157-170.

[4] Miller J.-A., Los signos del goce, Buenos Aires, Paidós, 2010.

[5] Debo esta idea a las conversaciones con Pierre Sidon, que sea agradecido aquí.

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