Lo Cómico del Amor – por Hélène Bonnaud – 2025/05/09

LO CÓMICO DEL AMOR

Por Hélène Bonnaud

2025/05/09


Para Lacan, «el amor es un sentimiento cómico».[1] Esta es una afirmación que puede no gustar a todo el mundo. Para muchos, el amor es sobre todo trágico, excepto en las llamadas comedias de bulevar que siempre han escenificado lo grotesco de las situaciones amorosas, especialmente cuando pasan de dos personajes a tres, ocupando el tercero el lugar de un elemento perturbador. En efecto, lo cómico proviene de la pareja en sí, tomada como lo está en su dúo, o más bien en su duelo, pero que explota de goce cómico cuando llega a ser perturbada o manipulada por un tercero que se involucra. Lacan indica que lo cómico es la relación dual misma, mientras que el ingenio requiere del Otro, en la forma de la tercera persona que autentifica su carácter cómico. A partir de ahí, podemos preguntarnos si la comedia no es el parangón de la situación amorosa, que pasa de la relación dual a la necesidad del Otro para sacar a relucir el ingenio, y así pasar de lo cómico al ingenio, más sutil. 

De la verdad

La pareja produce un efecto cómico tan pronto como exageran su verdad de pareja. ¿Cuál es la verdad de la pareja? Es el Otro Sexo. No olvidemos que Lacan puso la verdad del lado de la mujer. Incluso la convierte en la «hora de la verdad»[2] del hombre, lo que supone que, para él, ella detenta un saber sobre lo que él tiene y que ella no tiene. De ahí la situación de choque entre estos dos partenaires, uno de los cuales tiene, o más bien cree tener, ahí donde la mujer es no-toda, y lo convierte en un misterio. Freud pregunta: «¿Qué quiere una mujer?» y esta sigue siendo su pregunta al final de su largo camino. 

Sublimación

Pero lo que más queda expuesto en el amor es el modo en que se encuentra con el Otro de la palabra. En cierto modo, el amor no tiene ninguna posibilidad de saberse, si no se dice. De ahí los múltiples malentendidos que engendra, siendo la interpretación su dominio privilegiado. Para uno, una mirada amorosa hace signo, para el otro, un gesto, una sonrisa, una palabra. En resumen, los signos del amor son interpretables a la luz del deseo que está en juego. El amor se interpreta, es decir, quiere decir. ¿Significa esto que el amor quiere decirse? Una vez más, puede que no quiera decirse a sí mismo y se quede sumido en el sufrimiento. Amar en la sombra, sin que el Otro lo sepa, asume entonces el relieve de lo más romántico del amor, de permanecer invisible, inefable, prohibido, imposible… Puede tomar la forma de sublimación. Amamos un objeto inalcanzable, pero también podemos amar este objeto como el Otro de nosotros mismos. Hoy en día, una fórmula hace furor: «la mejor versión de mí mismo», que establece la versión sublimada como posible y lleva el narcisismo del amor al punto de la comedia absoluta.

Recíproco

Lacan dice, sin embargo, que «el amor es siempre recíproco».[3] ¿De qué manera sería? En primer lugar, porque está el inconsciente, dice. Y el inconsciente se articula con el deseo del Otro. A partir de entonces, el amor se dirige al Otro y puede causar estragos. Jacques-Alain Miller da una explicación capital: el amor que te tengo no es solo asunto mío, sino que también te concierne porque hay algo en ti que me hace amarte[4].  Pero, ¿dónde estaría lo cómico en esta reciprocidad? Quizás en el hecho de que del objeto que está en ti y que me hace quererte, no tengas la menor idea. No lo conoces, y tal vez incluso sea un completo extraño para ti. Es este punto el que amo en ti y que me toca hasta el punto de que «te amo, pero, porque inexplicablemente amo algo en ti más que tú, el objeto a minúscula, te mutilo«.[5] Es en la mutilación del objeto donde se puede alcanzar la dimensión cómica, pero sería una comedia chirriante, ya que el objeto a que vendría a serme mutilado, en ningún caso, quiero perderlo. El falo encuentra aquí su dimensión como objeto a ser tomado o destruido según el caso y, sobre todo, que no se puede compartir. «No hay relación sexual.»

Ridículo

Por último, el amor es dar lo que no se tiene. Aquí, este don es enigmático, ya que se trata de dar la castración, a la cual no se puede estar seguro de haber consentido. Pero, cuando esto sucede, lo cómico ocurre en hombres que luego se encuentran algo privados y, por lo tanto, feminizados. Lacan habla de la «sombra del ridículo»[6] que pesa sobre el término virilidad, «en cuanto viril, el hombre es siempre más o menos su propia metáfora».[7] A las mujeres les haría gracia, pero la seducción amorosa pasa por esos juegos de prestidigitación del objeto del que los comediantes han sabido sacar provecho y que, hoy en día, se caricaturiza más para mostrar su decadencia. La deconstrucción obliga.  

La carta

Finalmente, el amor está escrito. Es este nudo entre el significante y el saber lo que le da su legitimidad. Por otra parte, Lacan hará de ella un Seminario bajo el título Aún, que alberga tanto la cuestión del amor como la del goce. Pero si este Seminario nos ilumina sobre el amor es porque pone el amor en el lado de la carta. ¿Está la carta de almor en el registro de lo cómico? La «l» luego de la «a» es probablemente una notación similar al ingenio. El alma es convocada allí. Sin duda, el amor [amor] está más cerca del alma que de la muerte [mour], cuya rima debe conservarse con siempre para satisfacer a los amantes, mientras que este mour se oye ya como un soplo para decir en el lenguaje mismo del amor que concuerda con la muerte. Almorir podría ser la canción del amor eterno o la versión del amor que conduce a lo cómico. Porque la muerte tiene su necesidad en el asunto. Amamos de verdad cuando corremos el riesgo de morir por ello, o cuando juramos amar hasta el final de nuestras vidas, la muerte, el amor[8], vendrá a separarnos. Aquí es, sin duda, donde lo cómico puede llegar a hacer signo. En este juego de equívocos, no olvidemos el escrito de Lacan en el Seminario «L’insu que sait de l’une bévue s’aile l’a mourre».[9] Nos encontramos con el objeto a que se desprende, dejando lo equívoco de lalengua al difunto. Oír el verbo conjugarse conduce irremediablemente a esto. 

Lo virtual y el resto

Hoy en día, el amor pasa a por lo virtual. Se escribe a través de aplicaciones que ocultan el enigma propio de los algoritmos para hacernos creer que allí puede producirse un encuentro romántico. Después de todo, las palabras siguen teniendo los mismos poderes, solo cambian las modalidades del encuentro. ¿Hay efectos cómicos en los intercambios? No hay duda de que sí, ya que, entre lapsus, ingenios y humor, también hay lapsus de escritura, y otros equívocos. En el mejor de los casos, la palabra se convierte en un poema o pierde su oportunidad. Basta con dejarse llevar por el poder de los significantes, en su propio efecto de goce sobre aquel que nos lee. El amor se escucha. Todas las canciones de amor nos lo indican. «Palabras, palabras, palabras», canta Dalila, cuando Francis Cabrel grita su «La quiero a morir» que ha dado la vuelta al mundo. Y para cada uno de ellos, una canción de amor ha estado ligada a su historia de amor. Un resto cómico quizás…


*Bonnaud H., Le comique de l’amour – J55

[1] Lacan J., El Seminario, libro V, Las formaciones del inconsciente, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 140.

[2] Lacan J., El Seminario, libro XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 33.

[3] Lacan J., El Seminario, libro XX, Aún, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 12.

[4] Cfr. Miller J.-A., « La psychanalyse enseigne-t-elle quelque chose sur l’amour ? », palabras recogidas por Hanna Waar, Psychologie magazine, n° 278, octubre 2008.

[5] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 276.

[6] Lacan J., El Seminario, libro V, Las formaciones del inconsciente, op. cit., p. 201.

[7] Ídem.

[8] N.d.t. : la mort [la muerte] es homofónico de l’amor [el amor]

[9] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre ». Inédito.

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