Del Mito Lacaniano de la Libido – por Laura Sokolowsky – 2025/04/30

DEL MITO LACANIANO DE LA LIBIDO

Por Laura Sokolowsky

2025/04/30


Freud creía que las pulsiones son seres míticos, grandiosos en su indeterminación. Evocando esta dimensión mítica de la teoría de las pulsiones de Freud, Lacan ofrece su propio mito de la libido o mito de la laminilla.

En el capítulo del Seminario XI titulado por Jacques-Alain Miller «La sexualidad en los desfiles del significante», Lacan nos recuerda que la división sexual reina sobre la mayoría de los seres vivos asegurando la supervivencia de la especie. Esta división sexual es correlativa a la muerte de los individuos porque algo se pierde en la reproducción sexual. Es esta parte perdida de la vida, ligada al sexo y a la muerte, la que está en juego en el mito inventado para representar la libido como un órgano irreal.

Este mito comienza con el huevo de un individuo vivíparo y este huevo, que se desarrolla en un vientre, no tiene cáscara. Digamos para simplificar que se trata de un embrión humano. Al nacer, cuando se corta el cordón umbilical, el recién nacido no se separa del cuerpo de la madre, se separa de la placenta como un órgano temporal que le permitió evolucionar durante la gestación.

Lacan nos pide imaginar que, en el momento de la ruptura, en lugar de ser desechada con otros desechos quirúrgicos, esta membrana del huevo vuela. A este órgano que se escapa como lo haría un fantasma, le da el nombre de laminilla. La laminilla es extra plana, va a todas partes, se cuela por debajo de las puertas, se nos pega a la cara mientras dormimos. Por decirlo de otra manera: la laminilla evoluciona como un  alienígena inquietante, sin límites ni barreras simbólicas, nada la detiene. Corresponde no sólo a lo que se pierde al nacer, sino que es, nos dice Lacan, lo que el ser sexual pierde en la sexualidad, es decir, esa parte de los vivos que se pierde para siempre al ser sometida a la reproducción sexual. 

La laminilla es el nombre de la libido lacaniana definida como «puro instinto de vida, es decir, de vida inmortal»[1]. Es la pulsión que no necesita tener cuerpo, «una vida simplificada e indestructible»[2]. Lacan especifica además que los objetos a son representantes de la libido, que no son ellos mismos esta vida indestructible, que son figuras de ella. Los objetos a, pecho, heces, mirada y voz, son objetos transferibles, parte de sí mismo de la que el sujeto se ha separado irremediablemente.

Al inventar este mito de la laminilla, Lacan hace palpables los desplazamientos de la libido. Es una ficción que pretende hacernos aprehender, en forma discursiva, un real inefable por otros medios.


*Sokolowsk L., Du mythe lacanien de la libido | FIPA

[1] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 205.

[2] Ídem.

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