Una Fábrica del Velo del Pudor – por Aurélia Verbecq – 2025/03/30

UNA FÁBRICA DEL VELO DEL PUDOR

Por Aurélia Verbecq

2025/03/30


El arte debe ser aprehendido en su contexto y permite una lectura anticipatoria de los efectos de nuestra contemporaneidad. Al estudiar el enfoque artístico del artista visual Ernest Pignon-Ernest, es necesario aprender a encerrar y revelar fragmentos de goce que, por estructura, no pueden ser capturados. El proceso artístico informa el proceso analítico. En nuestro tiempo, ¿podría equipararse lo bello con la ética utilizando el velo del pudor?

Una escritura del lugar

Ernest Pignon-Ernest realiza intervenciones in situ en las paredes de lugares urbanos. Su técnica consiste en dibujar a mano alzada sobre hojas de papel que se montarán y pegarán en la pared de un lugar previamente elegido. Su proceso, que hace que la imagen rezuma de la pared, tal y como se ha definido su obra, es el punto singular de este acto creativo. El dibujo está intrínsecamente ligado al lugar de su inscripción. Ernest Pignon-Ernest trabajó para adaptar los dibujos de la pared para que el collage de las hojas encajara en las curvas y rugosidades del soporte. Lo real del acontecimiento, hasta entonces olvidado o silenciado, se revela así en un escrito. Para él, dibujar es revelar la realidad del lugar y, en el mismo gesto, vincular el pensamiento y la mano.

La huella humana es un punto de trabajo: «Tuve la idea», confiesa, «no de representar cosas, sino de llevar signos directamente al paisaje mismo».[1]

La belleza como velo de modestia

Lo bello es un baluarte contra lo real. Señala también la proximidad del goce y lo real de la muerte, del sexo, del cuerpo, donde se puede convocar el horror y lo obsceno, en un mundo donde las imágenes se superponen, se muestran, incluso se exhiben.

A través de su deseo, Ernest Pignon-Ernest se enfrenta al goce y maneja lo imposible para escribir y expresar lo real, no sin hacer eco de lo que Jacques-Alain Miller señala en su nota al final del Seminario de Lacan, libro XXIII: «La ética esbozada en Le Sinthome se completa con una estética».[2]

A partir de lo que él llama la intervención de los signos, el artista nos hace experimentar lo que es la belleza en la medida en que está ligada al pudor. El afecto de lo bello no es un concepto, y la obra como causa singular viene a trazar un real con la que el artista trata de lidiar. El acto creativo, su realización del signo a través de su gesto artístico, vinculando dibujo y lugar, pone un velo sobre el horror del sujeto tratado a la vez que señala lo real del acontecimiento del lugar. En ello, se sirve de una ética de lo bello que encierra el goce con un velo de pudor. De un afecto singular, lo bello pasa a lo universal en cuanto ligado al acto ético de la confección de este velo.


*Verbecq A., Une fabrique du voile de pudeur – L’HEBDO-BLOG

[1] Pignon-Ernest E., Face aux murs, Paris, Delpire, 2018.

[2] Miller J.-A., « Notice de fil en aiguille », in Lacan J., Le Séminaire, livre XXIII, Le Sinthome, texte établi par J.-A Miller, Paris, Seuil, 2005, p. 244.

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