AMOR Y TRANSFERENCIA EN TIEMPOS DE LO REAL
Por Adriane Barroso
2025/03/11
Como toda producción de significantes, el amor transferencial puede ser pensado como bordado en los límites del núcleo fundamental de lo real[1], concediendo solo un acceso limitado a ese real. En consecuencia, la invitación del psicoanalista a un analizante a hablar libremente y dar sentido a lo que dice a través de la transferencia es una invitación a ser inevitablemente engañado[2] por el lenguaje, «[…] para alcanzar, como nota final, un resto que sólo puede ser circunscrito. El amor permanece arraigado en el resto como real. Y, de nuevo, es por eso por lo que el amor es doloroso».[3]
A pesar de señalar las limitaciones de la postura simbólica y aumentar la orientación hacia lo real en su última enseñanza, Lacan nunca dejó de enfatizar la importancia central del amor —y de la transferencia como una de sus modalidades— dentro del discurso del psicoanálisis.[4] El amor conduce al ser hablante de la satisfacción autoerótica al reconocimiento del Otro, permitiendo el goce para consentir el deseo.
El analista actúa como un Otro único que no responde exclusivamente a la demanda de amor dirigida hacia el sentido. En cambio, también encarnan la posición del objeto a, causa del deseo, sin intentar suturarlo, actuando así como un nudo entre lo simbólico y lo real. La conexión entre el sentido y el goce fomentada en la experiencia psicoanalítica buscará en última instancia desentrañar los dos, un proceso que Miller describe como renunciar a la verdad después de haberse enamorado de ella a través de la transferencia[5]. Las políticas del deseo y del goce, así como las del síntoma y del sinthome, no son meramente opuestas; más bien, el segundo demuestra las limitaciones del primero al mismo tiempo que las inaugura après-coup. Dentro de esta perspectiva, el inconsciente transferencial es más ético que óntico. La cuestión no es si existe, sino qué acto podría darle lugar retrospectivamente.[6]
Esta interrelación intrínseca explica por qué Lacan nunca despertó completamente al psicoanálisis del sueño —y de las limitaciones— del sentido y del lenguaje[7]. Como concluye Gorostiza[8], la perspectiva de una práctica clínica sin la instalación previa del sujeto supuesto saber significaría un cortocircuito, restringiendo el ser hablante a su cuerpo y al goce que de él se deriva.
Incluso cuando la interpretación de los síntomas ya no es el objetivo final de un análisis, sigue funcionando como un punto de entrada fundamental, un camino potencial hacia la experiencia psicoanalítica de lo real (aunque no exclusivamente, como aprendemos de la psicosis, por ejemplo). Amar el inconsciente es un camino que puede llevar al sujeto a enfrentarse finalmente al dolor derivado de las limitaciones del lenguaje y el amor en su papel de bordear, acceder y abordar lo real.
*Barroso A., NLS-Congress 2025 — Love and Transference in the Time of Real
[1] Miller J.-A., Piezas sueltas, Buenos Aires, Paidós, 2013.
[2] Lacan J., El Seminario, libro XXI, Les non-dupes errent, lección inaugural. Inédito.
[3] Loose R., Amor y Discursos – por Rik Loose – 2024/11/26 – PSICOANÁLISIS LACANIANO
[4] Ídem.
[5] Miller J.-A., Piezas sueltas, op. cit.
[6] Lacan, J., El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2005.
[7] Miller J.-A., Piezas sueltas, op. cit.
[8] Gorostiza, L., “A nobreza do sintoma,” Latusa Digital, no. 21, marzo 2006. Disponible en línea.
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