CONTRA EL AMOR, ¡LA NECESIDAD DEL SÍNTOMA!
Por Mihalis Manoussakis
2025/03/04
Margarita, la Señora de las Camelias, vive en la opulencia y se comporta según sus propias leyes. Su vida, a todo galope, se verá truncada por el encuentro con Armand, que se enamora de ella a primera vista. Hace todo lo que está en su mano para conquistarla sin comprar sus favores. Marguerite se burlaba de los hombres ya que, en su transacción comercial, no entregaba sino su cuerpo. Armand, por su parte, la invita al juego del amor. De esta manera, redefine el significante mujer y la constituye como una mujer que puede ser amada. A través del amor, Armand ofrece a Marguerite otra perspectiva sobre su soledad, que decía que «en cuanto ya no podemos servir a la vanidad ni al placer de nuestros amantes, nos abandonan»[1], detrás del «velo de oro»[2] se esconde una vida marcada por el dolor y la soledad.
Marguerite tiene miedo y huye de su propio deseo. Ya se ha dado cuenta en su carne de que su «vergonzosa profesión»[3] de cortesana no es más que el precio a pagar por su propio fantasma: una mujer sólo puede ser objeto de transacción comercial. Su romance continúa. Marguerite renuncia a su antigua vida y consiente lo inédito; la gloria del amor y el sentimiento de la vida la abruman de repente.
Pero el padre de Armand ha prometido la mano de su hija a una familia respetable. Cuando se entera de que su hijo y Marguerite viven juntos, comprende que está a punto de estallar un escándalo que deshonrará su nombre. Se encontró en secreto con Marguerite, la tomó en sus brazos, rogándole que salvara el honor de su hija. La camelia que estaba a punto de florecer «renunciará al deseo sólo por el signo de afecto de un padre»[4]. Ella se da por vencida y luego corre hacia su perdición. «En el momento en que Marguerite renuncia, parece que aparece en la verdad de su ser, que muestra el fondo de su posición subjetiva»[5]. Ella responde al núcleo de su síntoma: estar solo, abandonado, en la posición de una cosa ofrecida a los caprichos del Otro. Marguerite es enviada de vuelta a su significante traumático: hija única.
En el encuentro amoroso se trata sobre todo de pasar por el discurso del amor, es decir, de alejarse de la reiteración sintomática en favor del encuentro, de un discurso por inventar. Marguerite elige el camino de la necesidad de su síntoma y no el lado de lo contingente en su afinidad con lo real. Termina retrocediendo ante el encuentro con la contingencia y renuncia al amor.
*Manoussakis M., NLS-Congress 2025 — Contre l’amour, la nécessité du symptôme!
[1] Dumas (fils) A., La Dame aux camélias, Paris, Gallimard, 2018, p. 110.
[2] Ibid., p. 112.
[3] Ibid., p. 130.
[4] Lebovits-Quenehen Α., « Splendeur et misère de Violetta », Lacan Quotidien, n° 601, 2016.
[5] Ibíd.
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