«Este Amor es en el Fondo Devastación» – por James Fisher – 2025/02/25

“ESTE AMOR ES EN EL FONDO DEVASTACIÓN”[1]

Por James Fisher

2025/02/25


¿Cómo puede una mujer arriesgarse en la aventura del amor sabiendo que, desde la perspectiva del fantasma masculino, es sólo un objeto? Si esta pregunta surge para Lacan de las tablas de la sexuación, adquiere un contorno verdaderamente radical en las obras literarias de la escritora austríaca Elfriede Jelinek, obras concebidas en gran medida como una lucha entre los sexos.

Tomemos el ejemplo de su novela autobiográfica El pianista. Profesora de música a punto de cumplir cuarenta años, Erika Kohut sigue viviendo con su madre, con la que comparte todo, hasta la cama. Su encuentro con un estudiante, Walter Klemmer, despierta sentimientos de amor y nace un deseo: ser liberada de lo que percibe como sumisión a su madre. Sin embargo, su encuentro llevará la marca de este Otro materno devastador en todos los sentidos. De hecho, si la madre espera a Erika al final del día como una leona espera a su cordero -¡mientras prepara un asado con cebolla![2]-, Klemmer la considera como «un manojo de huesos y piel»[3] que quiere desenvolver para revelar la carne (das Fleisch). Erika se considera un cadáver, una nada, un agujero.[4]

Es en tales circunstancias que decide expresarse por escrito, pero la carta que le da a su amante refuerza su condición de objeto en escenarios masoquistas. «Hunde tus rodillas en mi cuerpo», exige, entre otras cosas. Cuando el amante Klemmer se ve obligado a cumplir algunas de estas órdenes y llega a su casa para violarla, Erika, devastada, entra en acción, perforándole el hombro con un cuchillo.

En realidad, no se trata de un masoquismo en sentido estricto, sino de un intento de hacer que el cuerpo exista. ¿Qué otra lectura podemos considerar si consideramos que Erika, y Jelinek misma, utiliza la palabra escrita para comunicar sus demandas? Como dice Jelinek, su proyecto de encontrar un «lenguaje femenino de la sexualidad» conduce a un callejón sin salida «porque en el nivel de la sexualidad, la mujer es un objeto y no un sujeto»[5]. Su escritura es lo que viene en lugar de una lengua perdida, y sólo reproduce un Otro que reconoce tanto en su madre como en el patriarcado austriaco. Según sus palabras, al articular algo de la sexualidad a nivel del lenguaje, no es objeto sino sujeto, no es femenino sino masculino. La escritura rompe la diferencia entre el enunciado y la enunciación, entre un «hazme tu objeto» y un «soy yo el que te dice lo que es ser un objeto».

Si «[e]l secreto del masoquismo femenino es la erotomanía»[6], la literatura de Elfriede Jelinek muestra a qué pueden conducir los fracasos, más que devastadores, al amor cuando se excluye S(Ⱥ).


*Fisher J., NLS-Congress 2025 — « Cet amour est au fond anéantissement »

[1] Jelinek E., La Pianiste, trad. Y. Hoffmann et M. Litaize, Paris, Actes Sud, coll. Thesaurus, 2008, p. 223.

[2] Ibid., p. 167-168.

[3] Ibid., p. 168.

[4] Ibid., p. 165-166.

[5] Traducción a partir del documental: Elfriede Jelinek. A Portrait, Nobelmedia 2004. https://www.youtube.com/watch?v=fxeEpHMYtUw&t=1412s.

[6] Miller J.-A., El hueso de un análisis, Buenos Aires, Tres Haches, 1999.

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