Encaje – por Mercedes Rouault – 2025/01/28

ENCAJE

Por Mercedes Rouault

2025/01/28


La pérdida de un ser querido representa una prueba subjetiva que sumerge al sujeto en el dolor de la ausencia, al mismo tiempo que lo pone al borde de un abismo donde reina el caos del sinsentido.

Duelo es el nombre del trabajo a largo plazo que comienza tan pronto como se abre la grieta en lo real, solicitando todas las herramientas simbólicas e imaginarias a disposición del sujeto para tratar de reparar esta brecha, para reconectar lo que se ha deshecho. «Hay una absoluta puesta en juego de todo el sistema significante en torno al más mínimo duelo».[1]

Se trata de un trabajo de tejido que pone a prueba la insuficiencia de los significantes para dar respuestas a lo real de la muerte. Todos los significantes que gravitan en la historia del sujeto llegan a agitarse en torno a este agujero, demostrando, uno a uno, ser insuficientes para responder a esta contingencia traumática. Es un momento de soledad específico de la observación radical de la impotencia del Otro.

El caos producido por este real inasimilable, este imposible, se convierte en causa de una repetición, de un intento de escritura que llevará la impronta singular del saber hacer de cada uno frente a lo real. Sin embargo, si el duelo es realmente una obra que seguirá las huellas del encuentro primordial con el lenguaje y la pérdida resultante para cada sujeto, requiere algo nuevo.

En este «cruce salvaje y transitorio de S(Ⱥ)»,[2] el trabajo consiste en crear nuevos puntos de apoyo significantes, incluyendo los significantes específicos del vínculo de amor con el difunto, permitiendo también una continuidad de este vínculo. En un bricolaje hecho de rituales ofrecidos por el Otro, e invenciones singulares, la metáfora del amor encontrará una continuidad, en una nueva forma, en un nuevo lugar íntimo.

Un tejido, elaborado no sin el Otro, dentro del circuito del deseo del Otro.

Esta dolorosa travesía, que uno tendría que pagar con su propia carne, también puede ser un momento fructífero para dar un paso más hacia lo más singular e íntimo que sirva de ancla al sujeto. Este significante del que carece el Otro y que lo hace impotente, «sólo se puede pagar con la carne y la sangre».[3]

Como un fino encaje, delicado y robusto al mismo tiempo, el trabajo del luto permitirá velar el agujero sin la pretensión de llenarlo. Un tejido frágil que habrá que retomar una y otra vez con los significantes del deseo que lo vinculan con el Otro ausente.


*Rouault M., NLS-Congress 2025 — Dentelle

[1] Lacan J., El Seminario, libro VI, El deseo y su interpretación, Buenos Aires, Paidós, 2017, p. 372.

[2] Adam R., « Défaire le deuil », La Cause du désir, # 96, 2017, p. 54.

[3] Lacan J., El Seminario, libro VI, El deseo y su interpretación, op. cit., p. 371.

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