El Acto del Analista – por Gil Caroz – 2025/01/25

EL ACTO DEL ANALISTA

Por Gil Caroz

2025/01/25


La tarea del analizante comienza cuando abandona la creencia en la transparencia del cogito cartesiano para sí mismo para consentir a un ser y a un pensamiento sin yo sobre el que no tiene control. El acto que permite el abandono de esta creencia está del lado del analista. Es allí donde es convocado por su acto a producir las condiciones para que el sujeto supuesto saber pueda establecerse. La creencia en la transparencia debe ser sustituida por la hipótesis del inconsciente que sabe y que quiere decir.

La interpretación, cualquiera que sea la técnica, produce el inconsciente. La idea no es que haya un inconsciente en algún lugar que necesite ser revelado; más bien debería producirse en el análisis. Es un acto cuando produce un nuevo significado y barre con el significado anterior.

Partiendo del grupo de Klein desarrollado por Lacan en este Seminario, «La transferencia es el resultado de la operación de la alienación y de la verdad. Como resultado, al «no creo» se le une el inconsciente. Esto da lugar a la frase: «Si no pienso, hay pensamientos inconscientes que se me escapan» y al «no soy/inconsciente» viene el ello. Lo que da «no soy» sino «hay un ello que es». Estos dos pasajes permiten depositar el 4º polo, por un lado, la castración del sujeto, su falta de ser en la medida en que es un efecto del significante, es un efecto de negación (el sujeto está bajo la barra) y, por otro lado, el objeto a, el objeto del deseo, que es una operación de positivación. Esto corresponde al final del análisis porque hasta entonces el binomio «no pienso/eso» y el binomio «no soy/inconsciente» se manifestaban en una búsqueda cada vez más significante, en el contexto de la transferencia. A fuerza de producir sentido una y otra vez hasta el infinito, el sentido producido por el inconsciente pierde su importancia, se desvanece. El sujeto supuesto saber cae y se descubre a sí mismo como lo que Lacan llama «la envoltura del objeto». Este es el momento del acto analítico, el del paso del analizante al analista. El aislamiento de la falta de ser, por un lado, de la castración y del objeto, por el otro, detiene este movimiento infinito.

Lacan añade a este resultado en el Seminario El acto analítico (p.117) que cuando el sujeto psicoanalítico actúa, vuelve a arriba a la izquierda en el grupo de Klein, es decir en lugar del ‘yo no pienso eso’, para volver a iniciar el camino con otra persona. Esto significa dos cosas. En primer lugar, el acto analítico no es el resultado de un «yo pienso». Lo que actúa en el acto es acéfalo, descabezado, dijo Alfredo Zenoni. Agregó que para que la lógica del acto sea producida por un sujeto acéfalo, el acto debe ser acéfalo porque se trata de un real que es anárquico. En cierto modo, un martillo sin cabeza para hacer frente a un real sin ley, lo que no significa que el acto no esté calculado de cierta manera. En segundo lugar, el único ser del agente del acto psicoanalítico es el objeto, el ello. Desde el principio, el analista sabe que es un objeto, esto es lo que Lacan repite todo el tiempo. Sabe que el sujeto supuesto saber no es más que la envoltura del objeto perdido.

El decir ek-siste en lo dicho, está fuera del campo semántico de lo dicho, como explicó Alfredo Zenoni. El decir es una ruptura con todo lo que ya se ha dicho, en esto es un acto. El acto consiste en un rechazo de todo el contexto del Otro tal como existía hasta entonces, para crear un nuevo contexto que haga que después, ya no sea como antes. Esto crea algo nuevo y es en esto que el acto tiene siempre una dimensión escandalosa, de crisis. Esto también se puede decir de algunos Witz. En su texto titulado «Du nouveau», Jacques-Alain Miller comenta el Seminario, Libro V. El Witz es algo nuevo en el decir que se vincula al final del análisis. No es un buen decir retórico que obedece al código, sino un buen decir neológico. En el Seminario V, Lacan habla de la palabra «famillonario» acuñada por Henri Heine para explicar cómo se comportaba su tío con él. «Famillonario» es un neologismo que, al igual que el acto, transgrede los códigos existentes para crear una nueva fórmula lingüística. Por lo tanto, debemos distinguir entre el Witz, que se sirve de una dialéctica significante, equivalente a la producción de sentido y verdad al comienzo de un análisis, y el Witz neológico, que consiste en crear un nuevo significante. El Witz dialéctico depende de la presencia del Otro del código. Por un lado, este Otro en el código identifica el Witz como una transgresión en relación con el código del lenguaje y, por otro lado, una vez pronunciado el Witz, lo inscribe en el código como una ocurrencia y le da cierta legitimidad. Es decir, la ocurrencia es recuperada por el código una vez que el Witz ha producido un reír, ha tenido su efecto. Por otro lado, el Witz neológico es una ruptura con el Otro y en esto, está más cerca de un acto que se hace en cierta soledad, sin el Otro, al menos inicialmente. En un segundo paso, incluso el acto psicoanalítico es recuperado por el Otro y se inscribe de una u otra manera… Esta creación neológica en un análisis responde a una lógica que J.-A. Miller lo describe con gran claridad en un texto titulado «Hacia un nuevo significante» que se encuentra en una colección de textos sobre el pase titulada Cómo terminan los análisis.

El paso por la lógica es necesario si pensamos en un pequeño desarrollo de Lacan en el Seminario XV en el que describe los límites que el uso de Edipo y los otros mitos freudianos del padre imponen a la doctrina analítica. Los mitos hacen que el análisis dé vueltas en círculos, siempre dicen lo mismo sobre la apertura al padre pero no pueden decir nada sobre el goce femenino. Toda una parte del Seminario XV de ‘exploración lógica’ permitirá finalmente a Lacan llegar a las fórmulas de la sexuación y distinguir el goce fálico del goce femenino. El paso del mito a la lógica es el acto de Lacan, su neologismo.


*Caroz G., “El acto del analista”, extractos de la clase dada en la Sección Clínica de Bruselas. Inédito.

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