Hacer el Amor Más Digno – por Réginald Blanchet – 2025/01/21

HACER EL AMOR MÁS DIGNO

Por Réginald Blanchet

2025/01/21


Del argumento de Patricia Bosquin-Caroz para el Congreso de la NLS, extraigo la siguiente proposición: «En su ‘Nota italiana’, Lacan expresó el deseo, a propósito del psicoanálisis, de ‘agrandar los recursos gracias a los cuales llegaríamos a prescindir de esta molesta relación para hacer el amor más digno que la abundancia de parloteo que constituye hoy día’».[1]

La tesis central de Lacan es, en efecto, que el amor no es hacer uno. Epistémico, dice lo que el amor no puede ser desde el punto de vista del saber psicoanalítico. Ético, en consecuencia, decreta lo que no debe ser.

A pesar de las formas extremas que puede adoptar el amor, que pretende ser «unitivo», como señala Jacques-Alain Miller[2], ya sea en el amor apasionado, en la locura del amor o en la erotomanía delirante, lo cierto es que la fusión de dos en uno es imposible: lógicamente imposible. El goce es por naturaleza «goce Uno», es decir, específico de cada individuo. El amor es propiamente un muro, es decir, el muro que separa. Esta es su real. Es imposible que sea de otra manera. El amor-pathos no será más que ilusión.

Sucede que un modo de goce es común a muchos. Pero el goce constituye una relación en un contexto de no-relación. La relación entre dos goces que se convienen mutuamente nunca es total. Es limitada, aleatoria, relativa y transitoria: es contingente. Y lo contingente queda sujeto a la regla de lo imposible.

Está ahí el hecho del amor-acontecimiento. El amor, de hecho, es el acontecimiento que se produce cuando dos goces encuentran la manera de anudarse. El anudamiento es sinthomático: es el sinthome el que hace relación, y el amor no es otra cosa que esta «relación intersinthomática».[3]

Porque amar es inevitablemente gozar de amar. Freud, de hecho, establece la libido sexual en el corazón de las dos corrientes, tierna y sensual, que ve entrelazadas en el amor. Del mismo modo, Lacan toma como testigo el lenguaje que nos hace decir al elegido de nuestro corazón «Te amo» como decimos al mismo tiempo «Amo el fricasé de cordero». «Te voy a morder», volvemos a decir y con qué codicia, al niño que nos hace derretirnos. Lo pulsional está en el corazón de lo sublime. A veces el niño se alarma y quiere protegerse de ello con todas sus fuerzas.

Amar no puede ser, por tanto, «hacer un todo». Pretenderlo es no querer saber nada de lo real del goce Uno que nos vuelve exiliados sin retorno. Es la negación (neurosis), la desmentirla (perversión) o la forclusión (psicosis). La miseria del amor (su «indignidad») cuando sucumbe a nuestro real de sustancias gozantes. El reto está ahí: ¿cómo producir un síntoma que haga valer la asunción subjetiva del agujero de lo simbólico donde no se escribe la relación sexual? Hablar de amor podría, por tanto, extraerse de la «profusión del parloteo»[4] y de la arrogancia del blablá, que en esta ocasión no excluye ni la imbecilidad ni la abyección[5] a modo de defensa y recurso ante lo imposible de decir – la abyección concierne expresamente, precisa Lacan, al discurso «moralista-religioso» de estos «buenos habladores [de psicoanalistas][6] que nos dicen que la madurez genital es el lugar del don»[7] y, en consecuencia, profesan que el amor cumplido es la oblatividad.[8]


*Blanchet R., NLS-Congress 2025 — « Faire l’amour plus digne »

[1] Lacan J., “Nota italiana”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2021, p. 331.

Cfr. Bosquin-Caroz P., Amores Dolorosos – Congreso NLS 2025 – por Patricia Bosquin-Caroz – 2024/05/12 – PSICOANÁLISIS LACANIANO

[2] Ver su respuesta a la pregunta “¿Por qué hay que hacer el amor más digno?” en el décimo tercer minuto de la emisión “Reinventar el pase” difundido el 2023/06/25 en Lacan Web TV.

[3] Lacan J., « Conclusions du IXe Congrès de l’École freudienne de Paris » (1978), La Cause du désir, no 103, 2019, p. 23.

[4] Lacan J., “Nota italiana”, Otros escritos, op. cit., p. 331.

[5] Lacan J., Je parle aux murs, Paris, Seuil, 2011, p. 112.

[6] Lacan reiteró varias veces su crítica acerba de las posiciones de Sacha Nacht y de Maurice Bouvet.

[7] Lacan J., El Seminario, libro X, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 104.

[8] Ídem.

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