UNA HOJA SE VUELVE VENTANA
Por Véronique Servais
2025-01-17
Es con la experiencia de la cura y del control, cruzada con la enseñanza de Lacan, J.-A. Miller y algunos otros, a los que intentamos, durante un taller semanal en una institución orientada por el psicoanálisis, tratar el goce que recorre los cuerpos de algunos de los sujetos acogidos.
Este taller de «escritura, dibujo, lectura», tal como se presenta a los jóvenes, constituye un tiempo y un lugar que vuelve cada semana: el retorno del mismo permite identificar lo que surge y lo que varía en las producciones de un sujeto.
El estudio se presenta como una ventana recortada en el tiempo y el espacio, y como una ventana que enmarca la sustancia gozante que, de otro modo, gira, huye, se desliza o, por el contrario, es compacta, congelada. La invitación a participar en el taller es una oferta que exige desprenderse de lo que se está gozando, consentir en dejarse llevar por el movimiento de las palabras y del cuerpo del hablante, cruzar umbrales, colocar el cuerpo frente a un pequeño material dispuesto en unas mesas de una u otra sala contigua. Poco a poco, para cada persona, el volumen sonoro y el campo visual se reducen y se orientan en una hoja de papel elegida (blanca, cuadriculada, lista para ser coloreada o leída).
Durante este espacio-tiempo suspendido de la sesión de taller, cada persona se da a la tarea de depositar, extraer, dar forma al goce informe que lo atraviesa en una hoja de papel que se convierte en ventana por lo que allí sucede.
Para algunos, el apoyo de la pantalla del ordenador o teléfono móvil prestado en el que aparece la imagen de un personaje elegido es necesario para dibujar a mano alzada. Algunos están en el trabajo sin que se requiera la proximidad del cuerpo acompañado de unas palabras de apoyo por parte del trabajador. Otros se ponen a trabajar gracias a un poco de ayuda del orador o de un pasante.
En sus dibujos y escritos, una joven da testimonio de una relación con el cuerpo fragmentado, pero que se recoge en esta ventana que es la hoja de papel. Algunas de estas partes del cuerpo dibujadas pueden ser identificadas y nombradas por ella, otras no. Sus producciones también dicen que es con el Otro que se hicieron: su escritura singular incluye el «es» y separa la «critura».
Otro, que suele sentirse particularmente atacado por la mirada, concentra en la hoja el dibujo de un rostro con una mirada penetrante pero desplazada, localizada y enmarcada.
Un niño, muy irónico en su relación con el Otro, se defiende de la más mínima manifestación de deseo: cuenta los cuadraditos para dibujar, de forma idéntica auntutorial, un Spiderman pixelado. La pantalla que constituye el modelo proyecta el deseo del Otro, luego se convierte en una ventana cuando dibuja este personaje en la hoja. Constituido de manera diferente gracias a su dibujo, este joven no se encuentra trepando por los muros de la institución.
Por último, otra participante, que descubre que todo lo que produce es «basura», colorea princesas, vistiendo así esta «basura» de una manera diferente. Escoge princesas cuyo nombre de pila está ligado al suyo, lo que le hace sonreír, y le da por un tiempo otra imagen de sí misma.
Si la hoja se convierte en una ventana a través de la cual se presenta el objeto aquí, un cuerpo allá, no es fácil pasar a la ficción como una pequeña elaboración simbólico-imaginaria. Sin embargo, una persona que dibuja sus «sentimientos» por medio del mismo animal, puede entonces desplegar sus preocupaciones amorosas: no se trata de incitar al delirio o de unirse a lo que se desarrolla en sus pensamientos, sino de circunscribir un pequeño tiempo de enunciación dirigido al interviniente.
A veces también hacemos fotos de ciertas producciones, resaltando, para el sujeto en cuestión, la belleza que se ha logrado: una belleza que solo tiene sentido por el lado de otro uso del goce, un uso que es absurdo, fuera de lo común, singular. El goce así desplazado, bordeado, en el borde de una línea, una línea, un contorno, una letra toca, da en el clavo en el hablante.
Hoja, ventana, forma, ficción, hilo, foto: otros tantos significantes lo suficientemente limpios del fantasma del hablante, lo más cerca posible de la letra, de su escritura, de su sonido, para ir al encuentro de lo que se goza en otro parlêtre.
*Sevais V., Une feuille devient fenêtre – JIE8 – Rêves et fantasmes chez l’enfant
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