EL AMOR, ¡ES LA ANGUSTIA!
Por Véronique Voruz
2025/01/07
¿Por qué el amor descarrila más fácilmente a las mujeres? La angustia, seminario que reinventa el psicoanálisis a partir del concepto de objeto a, arroja nueva luz sobre esta cuestión[1]. En ella, Lacan establece una serie de sorprendentes posiciones femeninas con respecto a la llamada pareja amorosa: «la fantasía de Don Juan», «el miembro perdido de Osiris, […] objeto de la búsqueda y custodia de la mujer», «este tipo de puta ruda de la que Santa Teresa de Ávila nos da el más noble ejemplo», «la amante de los sacerdotes» y finalmente, «un paso más, y es la erotómana»[2]. Estas diferentes modalidades de la relación fantaseada con la pareja son situadas por Lacan bajo el sintagma del «problema difícil de la relación con el a para la mujer». Atrás quedaron las teorías que atribuían complicaciones en la vida amorosa de las mujeres a la falta.
Lacan da una pista para leer esta serie. En una película proyectada poco antes en la Sociedad Psicoanalítica de París, evoca el comportamiento de la niña frente al espejo: su mano «pasando rápidamente por la gamma de la unión del vientre y los dos muslos, como en un momento de vértigo frente a lo que ve»[3] – ve, en efecto, que lo que tiene no se puede ver. No falta, por tanto, excepto en el campo escópico. El objeto a puede ser identificado así como una perturbación del registro imaginario en la medida en que la experiencia psíquica que se hace de él no es especularizable. De ello se deduce que la mujer tiene una relación más real con este algo que, aunque no especularizable, existe, mientras que en el lado masculino, la visión del «pequeño grifito problemático»[4] difumina el estatuto de este resto de goce no mortificado por la acción de lo simbólico que es el objeto a.
En este Seminario, pues, aparece lo que se convertirá en goce como no negativizable. En él, Lacan da cuenta lógica de los intentos femeninos de lidiar con este resto, que no está regulado por el campo escópico, ni puntuado por la detumescencia del órgano peneano. Este tratamiento es cada vez más imaginario: la figura de Don Juan asegura a la mujer que tiene un órgano que no se le puede quitar (como ella), el miembro perdido de Osiris representa el objeto a (desmontable del cuerpo) detrás del falo, los místicos hacen un imaginario con Dios, el amante de los sacerdotes querido por Clérambault ama lo que no puede gozar, y en el punto más avanzado de la «bancarrota del amor»[5], el erotómano tiene la certeza de que él mismo es el objeto del amor del otro. A partir de estas estrategias femeninas de la relación conel a, Lacan deducirá en el Seminario XX la condición del amor del lado mujer, ya sea porque se la ama –la estructura erotómana del fantasma femenino: «que yo sea su objeto.»[6]
En este sentido, la sustitución del término encuentro por el de amor en nuestro campo subraya la posibilidad, altamente contingente, de una modalidad de relación con la pareja amorosa liberada de la aspiración por los fantasmas, una aspiración que le da su carácter monstruoso. Este camino es el trazado por Lacan en el Seminario XVIII, apostando a que la escritura de los impasses de la relación entre goces[7] pueda permitir una lectura despatética de las andanzas del amor.
*Voruz V., NLS-Congress 2025 — L’amour, c’est l’angoisse !
[1] Este texto está inspirado en la lectura de Neus Carbonell en el marco de un seminario de trabajo sobre el Seminario X.
[2] Lacan J., El Seminario, libro X, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 220.
[3] Ibíd., pp. 220-221.
[4] Ídem.
[5] Lacan J., « Conférences et entretiens dans des universités nord-américaines, Yale University, Kanzer Seminar », in Scilicet 6/7 «la psicosis es una suerte de quiebra en lo que concierne al cumplimiento de lo que se llama “amor”», París, Seuil, 1976, p. 16.
[6] Miller J.-A., El hueso de un análisis, Buenos Aires, Tres Haches, 1999.
[7] Cfr. Lacan J., El Seminario, libro XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 139.
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