Tres Preguntas a Jacques-Alain Miller – por Corinne Rezki – 2024/02/04

TRES PREGUNTAS A JACQUES-ALAIN MILLER

Por Corinne Rezki

2024-02-04


Corinne Rezki:

En 1946, en «Acerca de la causalidad psíquica»[1], Lacan, ya percibiendo el riesgo que corría la psiquiatría de buscar la causa de la locura en la neurología, da cuenta del declive de la clínica psiquiátrica. Entonces, ¿la ecuación sería: «todo el mundo está loco + causa neurológica = despatologización»?

Jacques-Alain Miller:

La despatologización contemporánea no es sólo la consecuencia de la disolución de la clínica debido al DSM y a la promoción de la droga como clave universal del «trastorno mental». Proviene de la mutación epocal de la civilización occidental, reelaborada de arriba abajo por el régimen del individualismo radical. En el pasado, se hacía una distinción entre lo normal y lo patológico. Una vez que lo normal se deconstruye como una «norma-masculina», lo patológico deconsiste.

Las patologías de antaño están condenadas a convertirse en «estilos de vida».

La despatologización de hoy es heredera de la que ya operaba en el «Acerca de la causalidad psíquica» de 1946, que es una despatologización existencialista. De hecho, esta última quiere que la locura –Lacan no dice «psicosis»– sea una cuestión de la libertad del sujeto, de «la decisión insondable del ser».

¿Cómo no reconocer en ella un eco de esta «elección original» en la que se basa el Baudelaire de Sartre, cuya publicación en Los Tiempos modernos precedió unos meses a la de «Acerca…»?

Si Lacan se distancia de la «causalidad metafísica» atribuible al filósofo, sin embargo, se inspira en ella para disolver la llamada «causalidad orgánica» de la locura con el fin de sustituirla por las funciones de la libertad, «su filo minúsculo» y su «consentimiento inaprehensible».

Lacan no oculta su deuda con la escuela existencialista ya que admite seguir el «método fenomenológico» de Merleau-Ponty, en la medida en que ésta «considera la experiencia vivida antes que cualquier objetivación». De ahí una primera distinción entre el sujeto y el yo: este último no es más que una objetivación del primero.

Es demostrable que la emergencia de la instancia lacaniana del sujeto es correlativa a una despatologización radical del acontecimiento psíquico.

Corinne Rezki:

En el Seminario IV, página 127[2], Lacan escribió sobre el loco: «el mundo instituido de las Islas Británicas indica a cada uno que tiene derecho a estar loco, a condición de que permanezca loco por separado [porque] aquí es donde comenzaría la locura, [para] imponer su locura privada a los demás». ¿Qué tiene que ver esta definición con el tema del Congreso?

Jacques-Alain Miller:

Esta es una tesis sobre Inglaterra y sobre los fundamentos de la tolerancia, de la que ha dado la teoría y el ejemplo al mundo. Véase la Carta de Locke sobre la tolerancia; su influencia en Voltaire; Spinoza le precede (Tratado teológico-político).

La idea es que aceptemos soportar las creencias del otro a condición de que no éste no se ciña a ellas lo suficiente como para imponérmelas, ni tampoco que se dedique a hacerme renunciar a las mías. La tolerancia presupone que nadie pretenda comunicarse con un Absoluto y amarlo locamente. Entonces, creer, sí, pero con moderación, no del todo. El creer es, por lo tanto, ambiguo, ya que no creer es un momento del creer.

De ello se deduce que tu creencia es siempre peculiar para ti. No puede pasar al registro de «para todo x», es decir, de lo universal.

Sin embargo, es en esta solución de la continuidad, es decir, en la impotencia de lo particular para alcanzar lo universal, donde Lacan, con Hegel, ve «la fórmula general de la locura» (ver «Acerca de la causalidad psíquica»).

Esta contradicción puede explicarse si sustituimos la creencia mitad carne, mitad pez, que compete a lo imaginario, la creencia delirante que, en sí, tiene que ver con un real.

Aquí se inscribe la frase «Todo el mundo está loco». La locura en cuestión es la de cada uno, uno por uno. Tiene que ver con el fantasma en la medida en que éste determina en cada persona su concepción del mundo, que en nada se parece a otro, y su singular sentimiento de la vida. En esto, es una «locura privada». Colectivizarla es pasar del fantasma al fanatismo.

A Lacan le sorprendió que su Seminario reuniera a tantos oyentes. Como director de la escuela proscribió cualquier vida grupal en su Escuela, cuya gestión dejaba en desorden.

Corinne Rezki:

Este tema resuena con una actualidad candente. ¿Cuál es el resorte del carácter visionario que se le atribuye a Lacan para algunas de sus declaraciones? ¿No está enraizada en la sutileza de una referencia lógica de las tribulaciones del parlêtre?

Jacques-Alain Miller:

Lacan comenzó formalizando a Edipo bajo la especie de la metáfora paterna y estableciendo el Nombre-del-Padre como el significante-amo indispensable para humanizar y normalizar el deseo.

Posteriormente, pudo constatar en su práctica la desintegración del patriarcado y la promoción del objeto (a) donde estaba el S1. Extrapoló una nueva clínica a partir de ella, y muy pronto anunció el derrocamiento del viejo orden de cosas en la civilización occidental.

Esta perspectiva no le entusiasmaba. El título de su Seminario XIX lo indicaba discretamente: tres puntos suspensivos seguidos de «o peor». Era el Padre el que así se eludía. «Padre o peor» es donde estamos.


*Rezki C., Trois questions à Jacques-Alain Miller – L’HEBDO-BLOG. Último acceso: 2024-02-05.

[1] Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos, tomo 1, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2018.

[2] Cfr. Lacan J., El Seminario, libro IV, La relación de objeto, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 129.

Respuesta

  1. Avatar de La Locura de Cada Uno – por Adriana Campos – 2024/02/06 – PSICOANÁLISIS LACANIANO

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