EL ANALISTA ANTE AL PSICOSIS EN LA PRESENTACIÓN DE ENFERMOS
Por Laura Valcarce
2023/12/07
Laura Valcarce:
Bueno, gracias, Raúl [Castañeda]. Buenas noches. En principio quiero volver a agradecer esta invitación, a ti Raúl y a Susana [Dicker] por formar parte de este espacio de cierre de esta actividad.
Justamente, son dos preguntas que hacen el nudo de lo que fue la investigación sobre las presentaciones de enfermos y la inclusión de Lacan “a título de psicoanalista”, tal como lo afirma en la conversación de Daumezon[1], la introducción del deseo del analista en el dispositivo de las presentaciones es aquello que modifica radicalmente este dispositivo heredado de la práctica médica. Entonces, se trata de la inclusión de un elemento nuevo que lo va a alterar que lo va a alterar al dispositivo de un modo radical, tanto en el desarrollo de la entrevista como en la presentación en su totalidad. Esto para mí fue bastante novedoso cuando empecé a leer las presentaciones y tomé como referencia de las presentaciones médicas o las presentaciones de Charcot y de Clérambault porque en las presentaciones al servicio del discurso médico no se establecía esa distinción entre estos dos momentos. Por eso digo que lo modifica radicalmente en el punto de la entrevista y en la presentación de su totalidad. Entonces, ¿dónde se localiza esta modificación radical? En dos puntos fundamental: la apuesta a un sujeto en el lugar del entrevistado, es decir se crea un lazo nuevo entre el entrevistador y el entrevistado que deja por fuera la mostración -este es un punto central-. Muchas veces las críticas al dispositivo de mostración de enfermos se hacen considerando la mostración en juego y es algo que, desde la perspectiva del discurso analítico, se excede totalmente. No está en juego ahí la mostración.
Y, por otro punto, la división de la mostración en dos instancias que son muy precisas que es la entrevista y el comentario. La entrevista cuando está el entrevistador, entrevistado y la asistencia y luego cuando el paciente se retire y comienza el comentario. Entonces, estos tres componentes del dispositivo -entrevistador, entrevistado y asistencia- tienen funciones distintas -y es algo de esto que retomaba Susana- en la primera instancia y en la segunda. Muy rápidamente, el entrevistador en la primera instancia está allí a título de analista, en posición de objeto. Entonces, el único sujeto es el paciente, el entrevistado. Y la asistencia está en una posición de terceridad éxtima. Y, luego, en la segunda instancia, cuando el paciente se retira, el entrevistador pasa de este lugar de analista a la posición de sujeto y ahí se pone al trabajo de una elaboración colectiva. La asistencia en un lugar de sujeto en las presentaciones de Lacan era fundamentalmente -Lacan dice- sus analizantes.
Entonces, una hipótesis que orientó el recorrido es que las diferencias que se localizan en ambos dispositivos -tanto para la práctica médica como para el psicoanálisis- no responden a una particularidad que está otorgada por la técnica, sino que se fundan en éticas diferentes. Y aquí tomo la perspectiva de la ética del psicoanálisis.
Entonces, Lacan va a agregar este dispositivo del campo de la enseñanza médica, pero este antecedente médico no va a constituir un obstáculo para que se incluya allí a título de psicoanalista. Es claramente lo que destaca en este texto inédito que es “La conversación de Daumezon”. Entonces, el lugar del entrevistador es un elemento central, una pieza clave que va a permitir la modificación del dispositivo en tanto crea las condiciones para el surgimiento de un sujeto del lado del entrevistado, del paciente. Y la apuesta a un sujeto, a su vez, va a dejar por fuera la mostración. Lacan no toma a los integrantes de la asistencia como sus interlocutores, lo que sí ocurría muy claramente en las presentaciones de Charcot. En las presentaciones de Charcot, Charcot se dirige al paciente, le hace una pregunta, el paciente responde y detiene el diálogo con el paciente y se dirige a los integrantes de la asistencia. Entonces, en esa alternancia en su posición en la secuencia del comentario, de la pregunta, de la indicación al paciente y la posterior mostración y comentario a la audiencia, va a ser la base de lo que constituye el positivo para la práctica médica. Es el estilo directo que hace las preguntas al paciente y el estilo indirecto cuando le habla a la asistencia estando el paciente ahí presente en tercera persona, como si no estuviera ahí. Se dirige al público explicándole algunas cuestiones teóricas. Es una suerte de clase, posición teórica sobre lo que había observado en el paciente. Entonces, la posición respecto del saber apunta a verificar un saber teórico que se constituye como ejemplos ilustrativos de la enseñanza. Entonces, pasa a hacer determinada serie, qué síntomas se pueden ubicar en una serie.
La dirección que toma la práctica médica para la entrevista se va a establecer de acuerdo con determinados datos que el entrevistador pretende encontrar. Entonces, cuando encuentra un dato que es lo suficientemente relevante como para detener la entrevista, deja de hablar un momento con el paciente y se dirige a la asistencia y allí lo destaca. En todo esto, ¿cómo el paciente es nombrado? Es nombrado a partir de su síntoma: “Les presento a mi mudo de hoy”, “Este paciente tiene parálisis facial” y demás. El paciente queda identificado a su sintomatología, más en una posición de objeto. La apuesta a un sujeto deja por fuera toda esta perspectiva de la mostración.
Miller retoma este punto en “Enseñanzas de la presentación de enfermos”. Dice que, si bien no existe ninguna barrera entre Lacan y el paciente y la asistencia ahí presente, dice que ahí una suerte de cápsula transparente que aísla a Lacan y a su enfermo. Les leo la cita: “Sostenido por una tensión invariable perceptible en la inmovilidad casi de quien pregunta”. Y esto crea una suerte de cápsula transparente en donde se crea una suerte de intimidad en el diálogo, que es un diálogo entre dos a pesar de que está el público presente. Muchas veces, los pacientes cuentan cosas que nunca han contado en los tratamientos individuales. De acuerdo con mi experiencia, esto suele ocurrir bastante, tanto cuando hice las presentaciones como cuando formé parte del público como integrante de la asistencia.
Entonces, la posición del entrevistador desde esta perspectiva de la inclusión del deseo del analista en el dispositivo produce también una modificación también en el lugar del entrevistado. Y esto justamente va a crear una diferencia cualitativa con respecto a las presentaciones médicas. Y se produce, entonces, este pasaje de una posición de objeto -el enfermo- a una posición de sujeto. Hay una apuesta del surgimiento del sujeto. Y algo que es fundamental es que el saber va a estar de su lado. Entonces, si el saber está del lado del paciente, en todo caso quien entrevista intentará crear las condiciones para el despliegue de este saber justamente en la perspectiva de dejarnos enseñar. En la práctica médica, el saber está del lado del entrevistador, del maestro que constituye la figura, como retoma Foucault, de maestro y de enseñante. Es al mismo tiempo enseñante de los alumnos y quien dirige ahí el tratamiento.
En las presentaciones al servicio del discurso analítico, la dirección que toma la entrevista se va a orientar por una ética que va a ordenar, va a comandar la posición. Las preguntas -tomo las presentaciones de Lacan- apuntan a localizar la posición subjetiva del entrevistado. Y, en esta perspectiva, Éric Laurent dice que no se le hacen cosquillas a cualquiera. Y es muy interesante esto porque hay cierta prudencia o cierto riesgo que puede tomar el entrevistador y decide hasta dónde pregunta, hasta dónde avanza, en qué punto se detiene. Y para esto no hay un protocolo. No tenemos un protocolo que nos indique previamente hasta dónde llegará la entrevista. Es a partir del encuentro, de lo que ahí se produce, de la escucha, desde ese paciente que el analista y el entrevistador ahí interviene.
A partir de las presentaciones de Lacan, yo recorto algunos puntos que para mí marcaron una orientación para la posición del entrevistador, sin por eso subsumirse una técnica. No se trata de una técnica, sino de orientar una posición. Una de ellas es el no-comprender -lo tomo así en el recorrido que hice-, el respeto absoluto por la singularidad, la extracción de detalles a partir de lo que dice el paciente -es esto que decía antes: que el saber está del lado de quien consulta- y la noción de realidad en juego. Estos son puntos a tener en cuenta a la hora de pensar la posición del analista en las presentaciones.
Entonces, Lacan no hablaba del lugar de ningún maestro y de ningún ideal a seguir. Y la entrevista no pretendía ser un modelo a imitar. Las intervenciones claramente demuestran que el saber está del lado del sujeto. Por ejemplo, a la Sra. S le dice: “Usted es quien puede decir de qué se trata porque es usted quien lo experimentó”. Se ve claramente que el saber no estaba del lado de Lacan, sino del paciente y que es necesario que se ponga a hablar para localizar algo de eso. A Primeau le dice: “No veo por qué no darle la palabra. Usted sabe muy bien lo que le ocurre”. A la Srta. B, cuando ella le decía que había contado varias veces lo que sucedió, dice: “Se lo voy a contar otra vez”. Y Lacan dice: “Es necesario contar las cosas. ¿Quién puede hacerlo por usted?”.
En este punto, también es muy interesante cuando Charcot entrevistaba a los familiares. ¿Por qué nosotros no podemos entrevistar a un familiar en el lugar del paciente? Porque lo que nos interesa localizar es qué posición tiene alguien dentro de lo que está diciendo. No es la realidad objetiva dada de antemano. Sí se puede entrevistar a un familiar, pero no en el lugar de lo que diría el paciente.
Desde esta perspectiva, se recorta esta posición que Lacan retoma en “De una cuestión preliminar”, la sumisión completa a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo, lo que le permite en la presentación de enfermos cuando lee el significante “Marrana” el poder localizar esa perla. Es a partir de la posición que tenía que pudo extraerlo.
Otra cuestión es no comprender. Lacan dicen en el Seminario III directamente: “Comprenden. Hacen mal”. Y es muy interesante en las presentaciones cómo va situando, por ejemplo, a Primeau aquella palabra impuesta cuando escucha voces, de por qué las llama voces, intentando precisar y localizar bien este punto.
No lo voy a retomar ahora para dar lugar a la conversación y poder avanzar un poquito más en lo que había preparado, pero una presentación de enfermos que hace Jacques-Alain Miller que está en el libro de UFORCA La conversación clínica es la presentación de la ceremonia. Y es muy interesante -si tenemos tiempo puedo retomar una cuestiones- algunas intervenciones que hace Miller intentando localizar algunos puntos muy precisos respecto de los fenómenos -es esto que tomaba Susana [Dicker]-, cuáles son esos fenómenos que podemos localizar y la precisión de esos detalles.
Entonces, el analista ante la psicosis hoy en esta conjunción del deseo del analista y la ética del psicoanálisis, en 1979 en la conversación de Daumezon, en este mismo texto, Lacan destaca la atención que le prestó al discurso de Aimée en 1932 y dice que no se distingue de lo que hizo después. Puedo leer brevemente este punto:
“Es muy evidente que describiendo las cosas así a propósito de mi paciente de esa época, no tenía las categorías que tengo ahora”, este texto es de 1970 y él está referencia a Aimée en 1932, “no tenía ninguna idea del objeto en ese momento. Pero es completamente sorprendente que, cuando hice este trabajo que salió en 1932, tenía entonces 30 años, procedí con un método que no es sensiblemente distinto de lo que hice después. Si se relee mi tesis, vemos esta especie de atención dada a eso que fue el trabajo, el discurso de la paciente, la atención que le presté es algo que no se distingue de lo que pude hacer después.”
Esto me resultó muy interesante: la posición frente al discurso en Lacan de los años ’70, última enseñanza que es el Lacan del inicio, podemos decir un Lacan psiquiatra en 1932 donde había un marcado interés por la psicosis que marca los inicios de su formación respecto de la tesis sobre Aimée, los desarrollos sobre la folie à deux y, en ese punto, el retorno a Freud, el no retroceder ante las psicosis. Es en el retorno de Freud donde se marcan las coordenadas de no retroceder ante las psicosis. Y destaca los desarrollos de Clérambault, su maestro en psiquiatría.
Hay un punto que es crucial para mí que también conversábamos la otra vez en una pequeña reunión con Susana, Raúl y Claudio respecto de la importancia de la psiquiatría clásica -yo creo- para la formación del analista y me parece crucial para la psicosis. Para mí fue un punto central que marcó mi formación, el interés por la psiquiatría clásica en el hospital. Es algo que también trabajamos mucho en la cátedra de psicopatología cuyo profesor titular es Fabián Schejtman. Justamente, el localizar los fenómenos y leer de otro modo estos fenómenos que aislaban los psiquiatras clásicos. Entonces, podemos decir que vuelve a los fenómenos que recortaban los psiquiatras clásicos, los detalles, la fineza clínica, sobre todo la fineza de la psiquiatría francesa, pero empapado con las conceptualizaciones freudianas. Entonces, es esa influencia del psicoanálisis freudiano que le permite leer en la semiología psiquiátrica la estructura significante que parasita al ser hablante, situándolo en el campo del lenguaje. Es en esta línea que se ubican las nociones estrellas de Clérambault, a quien reconoce como su maestro en psiquiatría. Y en el Seminario III: “En una palabra, en el orden de las psicosis, Clérambault sigue siendo absolutamente indispensable.”[2] Y lo retoma hacia al final.
Y esto es retomado por Jacques-Alain Miller en “Efecto retorno” -el texto que también tomaba Susana- quien recorta un pequeño párrafo donde se refiere a la importancia del saber psiquiátrico. Dice en una de las externalidades, la primera:
“Dije esquizofrenia. Esa puede ser la realidad del sujeto, aunque pueda parecer una psicosis ordinaria, pero no va de suya. Lo de la psicosis ordinaria es, entonces, en el punto de vista de ustedes. Una vez que dijeron que es una psicosis ordinaria, traten de clasificarla de un modo psiquiátrico. No deben decir simplemente que es una psicosis ordinaria. Deben ir más lejos y encontrar la clínica psiquiátrica y psicoanalítica clásica. Si no hacen eso -y es el peligro del concepto de psicosis ordinaria- es lo que se llama un asilo de la ignorancia. Eso se transforma en un refugio para no saber.”[3]
Esto me parece muy importante, este “asilo de la ignorancia” justamente porque la semiología de la psiquiatría clásica permite apostar a la clínica, apostar a la elaboración de saber en la vía de que el analista es al menos dos: el que interviene en la práctica y que luego quien puede formalizar aquello que hizo. Entonces, estos pequeños detalles y la triple externalidad -social, corporal y subjetiva- son una brújula para situar el desorden en esta juntura del sentimiento de la vida.
“Hay signos discretos sobre todo en las psicosis ordinaras, en esta época que es como fundamentalmente cada vez se presentan más, que no notamos. Hay soluciones discretas que no reparamos”. Es una referencia a Ansermet. Entonces, “reparar en esas soluciones discretas, recortarlas requiere justamente de una operación de lectura y allí es donde se pone en juego el deseo del analista”. No va de suyo que esto se lea. Es necesaria esta operación de lectura para poder recortarlo.
Entonces, retomo la pregunta de Raúl para finalizar respecto de la ética y del deseo del analista. Son motores necesarios para la realización de presentaciones al servicio del discurso analítico porque marcan una dirección: la localización, la lectura del modo en que cada parlêtre se las arregla con el goce y la relación que cada quien tiene con lo que dice. Creo que más allá del dispositivo de presentaciones de enfermos, inclusive más allá de la clínica de las psicosis, me gusta la orientación de pensar qué es lo que la psicosis enseña al psicoanálisis sobre la estructura misma del lenguaje. Hay muchas referencias con Joyce, la palabra que se impone, el Seminario XXIII.
Bueno, fundamentalmente hasta aquí y después retomaré algunas otras cuestiones.
Raúl Castañeda:
Gracias. Todo un trabajo de cirujano el que nos propones de una fineza quirúrgica.
*Intervención durante la transmisión vía Zoom para la NELcf-Guatemala. Inédito.
[1] Lacan J., “Aportes del psicoanálisis a la semiología psiquiátrica”. Disponible en Internet.
[2] Lacan J., El Seminario, libro III, Las psicosis, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2017, p. 14.
[3] Miller J.-A., “Efecto retorno sobre las psicosis ordinarias”, Revista Consecuencias | Instituto Clínico de Buenos Aires

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