AVATARES DE LAS IDENTIFICACIONES
Por Gil Caroz
2023-04-12
Si nos referimos a dos de las significaciones del vocablo avatar, aquellas de evento desafortunado y de transformación, las identificaciones y los avatares van de la mano. No hay identificación tranquila e inmutable. El psicoanalista a menudo es testigo de esto cuando un sujeto le demanda que restaure una identificación que ha vacilado. Porque si la identificación es una primera modalidad de relación con el Otro, el hecho es que es un elemento que cubre la barra que golpea al sujeto de una división, y este agujero puede resurgir detrás de esta cobertura. Además, si la identificación se hace siempre de un significante tomado del Otro, también se correlaciona, de una manera u otra, con un goce. El bigote de Hitler, como rasgo unario que condensa su «pequeñísimo plus-de-goce»[1], es un ejemplo paradigmático de un significante investido de goce alrededor del cual se organiza la identificación de una masa. Ahora bien, significante y goce son dos elementos heterogéneos. Su articulación no siendo nunca perfecta, solo puede producir avatares.
Una cura analítica es en sí misma un avatar de las identificaciones, ya que las transforma. Cuando el ser del sujeto deambula de un significante a otro sin poder registrarse bajo un S1 que lo apacigüe, el análisis los consolida. Cuando, por el contrario, el sujeto se congela bajo uno o más significantes que lo obligan a una relación monolítica con el mundo, el análisis afloja las identificaciones. En este caso, el viaje de un análisis puede describirse como ir de la identificación a la desidentificación. Al final de una cura, el sujeto encuentra un uso de la identificación más allá de la determinación; se convierte en un instrumento a su disposición.
Entre el Ideal del yo y el objeto a
La teoría analítica de la identificación tiene un pie en la clínica y otro en las identidades colectivas, tal como se manifiestan durante los momentos salientes del malestar en la cultura. En la época de Freud, los significantes de identificación fueron tomados de un Otro consistente en el cual el padre era el modelo. Como muestra el grafo del deseo, la identificación se construye a lo largo de un camino que comienza desde S y termina en I(A) [2]. El Ideal del yo se presenta aquí como el único significante de identificación. Las tres famosas identificaciones descritas por Freud en “Psicología de las masas” son parte de este modo de vinculación a un Otro consistente: identificación con el padre del Edipo; identificación con el rasgo unario que implica tanto la represión como el inconsciente; e identificación histérica por el síntoma que hace epidémica.[3]
La referencia al padre del Edipo, padre modelo, es solidaria con otra, la del padre gozador de “Tótem y tabú”. El Ideal del yo, I(A), y el objeto a parecen recubrirse[4], y el goce se encuentra negativizado por la castración. Sin embargo, desde el principio Freud señala una ambivalencia entre el amor y el odio hacia el padre, que es sólo una metáfora de la raíz pulsional en la base de toda identificación: una pulsión oral que empuja a destruir el objeto amado devorándolo. Es probable que esta ambivalencia se convierta en un trastorno cuando este goce desborda el Ideal y lo socava, o, para decirlo de otra manera, cuando la consistencia del I(A) se convierte en inconsistencia, en I(Ⱥ) [5]. Es entonces un evento desafortunado, un avatar, que puede llevar al sujeto al analista.
Con Lacan, la identificación debe considerarse a la luz de la era del Otro que no existe y el ascenso al cenit del objeto a. En esta era cuya lógica es la del no-todo, el significante-amo de la identificación ya no puede ser único, está pluralizado. Como resultado, las identificaciones se ven socavadas, sus avatares se multiplican. Los agentes de la castración se debilitan y el goce, en lugar de ser reprimido o anulado, está presente y positivamente como plus-de-goce: «por un lado», dice Jacques-Alain Miller, «el plus-de-goce manda; por otra parte, […] las identificaciones se sustituyen por una evaluación homogénea de las capacidades»[6]. Con el declive del padre, el cientificismo vino a reemplazar a la ciencia. Ahí cuando la ciencia produce un sujeto dividido en busca de un significante que lo represente, la evaluación propone una identidad prêt-à-porter para este sujeto, siempre que consienta en ser reducido a un objeto medible.
El significante de la identificación y su ausencia
La identificación con el síntoma, que puede esperarse al final de un análisis, concuerda con esta era del Otro que no existe, porque una vez que el Nombre-del-Padre es pluralizado o sobrepasado, el síntoma que se ha convertido en sinthome proporciona al sujeto una base aceptable en la existencia. No se trata de un solo punto de capitón, como el Nombre-del-Padre, sino un anudamiento improvisado entre, por un lado, significantes-amos organizados en series que tienden hacia el infinito y tienen un valor de nominación y, por otro lado, el ceñimiento de un objeto con valor de goce[7]. Cabe señalar que esta identificación con el síntoma debe distinguirse de la identificación por el síntoma, en juego en la epidemia identificatoria descrita por Freud en su famoso ejemplo del internado para niñas.
El ultimísimo malestar en la cultura nos confronta con una identificación con la era de la dico que fue el título de las 52 Jornadas de la Escuela de la Causa Freudiana «Yo soy lo que yo digo». En la última conferencia de UFORCA, seguida de una publicación bajo el título La Solution trans, J.-A. Miller allanó el camino para una nueva teoría de la identificación adaptada a nuestro tiempo. Así, señaló, en relación con uno de los casos presentados, que el S1 «como significante de identificación, donde la posición subjetiva se identificaría con el cuerpo», «levantó el campamento»[8]. Sin convertirlo en el paradigma de la transición, podemos suponer que esta ausencia de identificación S1 se encuentra en otros casos contemporáneos. Un conjunto vacío viene en lugar de S1, y es una serie S2, S3, S4, S5… que está investida, buscando un significante para llenar este vacío de significante de identificación. Estamos lejos del Otro consistente de la época de Freud. En resumen, ya sea el Otro simbólico como tesoro de significantes o el cuerpo como Otro, el sujeto no encuentra apoyo para identificarse. En ausencia de una respuesta del Otro, es probable que se hunda en la disforia. A esto, el sujeto intentará responder bien por un significante tomado de las series S2, S3, S4, S5…, y que sería un nuevo nombre, o bien por una modificación del cuerpo, o ambas.
Una identificación plegada hacia atrás en el eje imaginario
Esta lectura en tres pasos de la clínica de avatares de identificaciones no nos hace olvidar otros ángulos, y en particular la distinción entre identificación imaginaria y simbólica en la que Lacan insiste[9]. Partamos de la idea de que, como dice Lacan, «lo concreto en nuestra experiencia en materia de identificación es una identificación de significante»[10] y esto, incluso si, como hemos visto, es un significante articulado con el goce. El paradigma de esta identificación simbólica, como hemos visto, es la identificación con el Ideal del yo. Pero ocasionalmente cae en el eje imaginario y, en este caso, nos enfrentamos a una identificación con el yo ideal en lugar del Ideal del yo. En este eje, tenemos toda una declinación de modos imaginarios de identificación que va desde el simple yo fuerte hasta el yo megalómano a través del yo narcisista. En estos casos, la identificación no tiene el apoyo de la metáfora paterna. En ausencia del Nombre-del-Padre, la identificación imaginaria se exacerba.
Este efecto de la exclusión del Nombre-del-Padre en el registro imaginario de identificación se capta en la indicación de Lacan en relación con el Presidente Schreber, considerando que, «a falta de poder ser el falo que falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres.»[11]. Esta solución es elaborada por la obra del delirio schreberiano y cristaliza en la idea megalómana de ser la mujer de Dios.
La identificación no es una encarnación
Hay, sin embargo, un matiz que debe aclararse: el ser del sujeto y su identificación deben distinguirse. La identificación es una cuestión del significante, dijimos. Ahora bien, cuando Lacan habla aquí de «ser el falo», no se trata del falo como significante que representa al sujeto para otro significante, que sería del orden de identificación, sino de un sujeto que es el falo, que lo encarna por su ser, sin distancia del significante. Esta distinción entre identificación y encarnación es aún más clara en un pasaje de Lacan de su «Nota sobre el niño»:
«La distancia entre la identificación con el ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre, si ella no tiene mediación (normalmente asegurada por la función del padre), deja al niño abierto a todas las capturas fantasmáticas. Deviene el «objeto» de la madre, y ya no tiene otra función que la de revelar la verdad de ese objeto.
El niño realiza la presencia de lo que Jacques Lacan designa como objeto a en el fantasma.” [12]
Por lo tanto, identificarse con el Ideal del yo y realizar la presencia del objeto son dos posiciones distantes entre sí. El primero implica que el significante representa al sujeto al Otro, el segundo es el efecto de la imposibilidad de desprenderse del significante de la identificación. Es un avatar de identificación.
*Argumento del Coloquio UFORCA 2023.
[1] Lacan J., El Seminario, libro XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 18.
[2] Cfr. Miller J.-A., en Miller J.-A. & Laurent É., «Les pathologies contemporaines de l’identification : les pensionnats», Letterina, Nº 16, mayo de 1997, pág. 14.
[3] Cfr. Freud S., “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 2003.
[4] Cfr. Malengreau P., Problemas de curación e identificación. Una dificultad para la interpretación, Ostende, Ostenditur VZW, 1995, pág. 29.
[5] Cf. Miller J.-A., en Miller J.-A. & Laurent É., «Pathologies contemporaines…», op. cit., p. 14.
[6] Miller J.-A., «Une fantaisie,» Mental, No. 15, febrero de 2005, p. 13.
[7] Laurent É., « L’impossible nomination, ses semblants, son sinthome », La Cause freudienne, nº 77, febrero de 2011, pp. 69-84, disponible en Cairn.
[8] Miller J.-A, en Miller J.-A. (s/Dir.), La Solution trans, París, Navarin, 2022, p. 123.
[9] Cfr. Lacan J., El Seminario, libro IX, «La identificación», lección del 15 de noviembre de 1961, inédita.
[10] Ibíd., lección del 22 de noviembre de 1961.
[11] Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos, tomo 2, México, Siglo XXI, 2009, p. 541.
[12] Lacan J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 394.