Poner un Anzuelo al Dico – por Valeria Sommer-Dupont – 2022/11/08

PONER UN ANZUELO AL DICO

Por Valeria Sommer Dupont

2022-11-08


En una lección del Seminario «L’Insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre», Lacan comparte con el público un error de concordancia de género que cometió en un restaurante: «La señorita está reducido a comer sólo cangrejos de río nadando».[1]

Un lector informado, al juzgar la frase de acuerdo con la regla que requiere que el participio que sigue al verbo se asigne al género del sujeto, señalaría aquí un uso incorrecto en la concordancia de género. Y en aras de la comprensión, podría exigir aclaraciones: La señorita está reducida a eso, ¿quiso decir? ¿O tal vez el señor está reducido? Y si desde un punto de vista el cuestionamiento es correcto, desde otro, ¿es cierto? ¿Cómo podemos juzgar, estimar, lo que suena atolondrado entre idiomas? ¿Que, a través de un deslizamiento de la lengua, pasa de contrabando de lo femenino a lo masculino y viceversa, descomponiendo la identidad de género y semántica, ignorando la regla, el código, la norma? ¿Es un error ortográfico o de otro tipo? ¿Es esto excesivo? ¿O algo más?

A lo largo de este Seminario, Lacan se esfuerza por mostrar cómo el inconsciente, que escribe Une-bévue, no es un in-debido, no es una falta.

Decir algo falso no es mentir, dice Lacan en este Seminario, acerca de la Verneinung: «lo que la Verneinung suele reconocer es que hay que decir algo falso, para lograr transmitir una verdad». Lacan precisa que, salvo en el raro caso del psicoanálisis, la Verneinung como verdad no tiene demasiados adeptos.

Más adelante en este mismo Seminario, Lacan da otra forma de leer el desatino: concebir la falla como un puro nudo de una palabra con otra. Un nudo puro de una palabra con otra, este sería la única significaición de lo que tropieza, del Un-tropiezo, es decir, del inconsciente. La significación que, especifica Lacan, no es el sentido -que puede ser doble- es una palabra vacía, un puro nudo sin sentido, un sentido blanco[2] [sens blanc] (homofonía de semblante).

En otra lección de su curso, Lacan plantea subrepticiamente otra pregunta a propósito del género: animado por «una señora Kress-Rosen» a explicar la diferencia entre el lapsus y el error grosero, Lacan pregunta si «ella estaba allí entre lo que se llama auditoras, y no veo por qué pondría este término en femenino ya que no tiene sentido, no tiene ningún sentido válido».[3] No sin ironía, Lacan utiliza el artículo indefinido «una» antes de «señora» y cuestiona el uso del género femenino para referirse a lo que sería un todo, «las auditoras». Lacan responde en acción a la pregunta que se dice que la señora Kress-Rosen hizo el día anterior en su discurso titulado «Lacan: ¿lingüistería o lingüística?». Un pequeño  happening lacaniano con el que expresa su elección: el conjunto femenino no tiene sentido y esto implica cortar las amarras de la lingüística y la visión demasiado occidental[4] –euclidiana y binaria– de la letra. Lacan especifica que no hay nada que permita a un hombre reconocer a una mujer: no hay relación sexual.

Une-bévurier el género

Lituraterrir[5] y une-bevurier[6], Lacan hace verbo de estos sustantivos en dos ocasiones. Frente a la exigencia actual que pesa sobre el lenguaje de que queremos ser inequívocos, transparentes, verdaderos y exactos sobre la identidad del parlêtre, la opción lacaniana se almorra, una homofonía que, equivocando ala, amor, ser y juegos de azar, hace temblar el sentido blanco. No deberíamos ver aquí ningún tipo de moralidad benévola. «Arrugar las palabras: usar una palabra para un uso distinto de aquel para el que está hecha»,[7] para captar el punto en que lo singular de la enunciación deshace lo universal, como señala Lacan sobre la caligrafía oriental, la mano con su gesto singular aplasta lo universal[8]. Acontecimiento de cuerpo. Más diverso que esto, imposible. Papeludun, Hun-En-Peluce, es más diverso que el particular (caso p-articulado de un universal) y aún más diverso que la minoría (que por definición se posiciona en relación con una mayoría). Lo singular nos invita a readaptarnos cada vez a lo real que la letra implica en su inmanencia contingente y en su relación exclusiva con el significante. Haiuno y nada más, nos invita a situarnos en el nivel de la existencia, positivo, puntual y afirmativo, a dejarnos interpelar por lo que existe y no solo por lo que falta.

Así, no sabemos nada sobre el sujeto que dice yo soy lo que digo, sobre el placer que un sujeto específico deriva de ello, sobre el deseo que lo involucra. No se trata de tomar el dico  a nuestro favor de una manera literal o normativa. Lo único decisivo es la condición litoral, argumenta Lacan en «Liturraterre», nos corresponde a nosotros insertar el inconsciente en el dico, pescarlo con anzuelo, en el Une-bevurier, en el literaturrir.

Homo, trans y herético, la orientación lacaniana ofrece una alternativa radical para decir lo que soy. El gusto y la práctica de esta lengua implica transitar el propio malentendido con el goce, único y exclusivo, para invertir el horror del saber en causa.[9]


*Sommer-Dupont V., Hameçonner le dico – Ecole de la Cause freudienne

[1] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre », lección del 14 de diciembre de 1976. Inédito.

[2] Cfr. ibíd., p. lección del 10 de mayo de 1977.

[3] Ibíd., lección del 15 de marzo de 1977.

[4] Lacan J., “Lituratierra”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2021.

[5] Ibíd., p. 29.

[6] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre », lección del 17 de mayo de 1977: “El hombre, él Una-tropieza a troche y moche.

[7] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre », lección del 17 de mayo de 1977. Inédito.

[8] Lacan J., “Lituratierra”, Otros escritos, op. cit., p.

[9] Cfr. Miller J.-A., El banquete de los analistas, Buenos Aires, Paidós, 2010.

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