¡PADRES EN ENTREDICHO!
Por Valeria Sommer-Dupont
2022
La actualidad está repleta de padres exasperados, fatigados, al borde del burn-out parental, un término que se refiere a los padres con mala eficacia parental[1]. Niños terribles, tiránicos, opositores, intolerantes a la frustración, a la relación con la pulsión. Maestros abrumados por el niño-terrible, empujados a identificar los trastornos de los «estudiantes DIS y con trastornos de TDAH[2]«, como lo demuestra la cantidad de recursos y capacitaciones puestos a disposición por la Educación Nacional para los maestros. Prevén diagnósticos que incitan a los padres a validar eso mediante una «evaluación neurológica».
Niño multidis… Sí, ¡es severamente disfuncionales!
¿Cuál es el resorte detrás de esta exasperación parental? ¿Qué tienen de insoportables los niños? ¿Cómo acoger las demandas y preocupaciones de los padres y los síntomas de los niños?
«Padres [parents]»
¿Qué es un padre [parent]? En la era de «la evaporación del padre»[3], nada podría ser más obvio y borroso al mismo tiempo. Algunos dicen que para ser padre [parent], basta con «escuchar sus propios instintos», pero también que no se nace padre, te conviertes en uno, porque «la llegada de un bebé es también el nacimiento de un padre[parent]»[4]. Con su programa de «primeros mil días», el gobierno francés ofrece apoyo a la parentalidad, un neologismo que Marie-Hélène Brousse señala que «pertenece a la era de los Unos desarticulados y dispersos»[5], un momento en que el encuentro del discurso capitalista y el discurso de la ciencia cuestiona la llamada familia tradicional que se une a otras formas de «hacer familia» o, para decirlo con el vocabulario en boga, «formas de ser y vivir el propio estatus de padre [parent].»[6]
Así en el siglo XXI, el juego de las 7 familias se reactualiza, integrando, junto a la suegra y el suegro, otros inventos surgidos dentro de los grupos humanos, para nombrar a los familiares: «Dejo que me llame mamimos» confiesa un asistente familiar, «Yo soy papá 1 y él papá 2», «Y soy la mamá bono». Contemos también a las madres que se arrepienten de ser madres[7], a los adultos que se reivindican como child-free y, por qué no, a «todos los terrícolas», como propone Dona Haraway, feminista antiespecista.[8]
La parentela en entredicho
En 1977, Lacan evocó el libro La parenté en question, editado por el antropólogo Rodney Needham, y especificó que «La parenté en question destaca que es de lalengua de lo que se trata»[9]. Una frase corta con múltiples consecuencias, que contiene una nueva concepción del parentesco, lo más cercana posible a la definición del inconsciente como parlêtre que nos invita a repensar la clínica.
En La parenté en question –sintagma cuya precisión celebra Lacan– el parentesco se entiende como un hecho del lenguaje, articulado y estructurado como una pregunta. Siguiendo la estela de Las estructuras elementales de parentesco y de la lingüística estructural de Claude Lévi-Strauss, leemos aquí la filiación en su dimensión simbólica. La combinatoria significante domina las relaciones de parentesco, determina los «complejos familiares» específicos de cada uno. A través de su lectura estructuralista y lingüística del complejo de Edipo, Lacan libera el vínculo parental de un determinismo biológico y de los espejismos imaginarios en los que habían caído los postfreudianos: no hay nada natural en el lazo humano, un lazo es un hecho del discurso, una ficción que inscribe al sujeto en el Otro, dándole sentido en el lazo social. El complejo de Edipo no es otra cosa que el nombre de este cuestionamiento, una narrativa que organiza el amor, el deseo y el goce, regulando así la existencia humana. Entonces, el cuestionamiento del Nombre-del-Padre se abre a la pluralización de los Nombres del Padre. No hay Un parentesco, son muchos y variados, cada uno con su propia pregunta, su verdad y su modalidad de goce.
Un paso más allá: es de lalengua de lo que se trata…
Con este concepto de lalengua, Lacan sienta las bases de un parentesco más allá -o más acá- de la novela familiar, distinguiéndose así del estructuralismo, el funcionalismo y el deconstruccionismo. Porque no es ni el lenguaje ni el discurso lo que está en juego en el parentesco en cuestión, sino la lalengua. Lalengua no se deconstruye a sí mismo, no tiene nada que ver con el diccionario, tiene que ver con el cuerpo.
Si el lazo parental no es ni natural ni divino, tampoco es un producto discursivo puro desconectado de un cuerpo sexuado. Una opacidad resiste, irreductible. Situemos aquí, en esta opacidad que se resiste a la deconstrucción, el «deseo no anónimo» o el «interés particularizado» que el padre [parent] tiene en el niño, y del que Lacan habla en su «Nota sobre el niño», se trata de «lo irreductible de una transmisión, que es de un orden diferente al de la vida según la satisfacción de las necesidades.»[10]
A la luz de lo real, no hay relación entre padres exasperados e hijos terribles, entre la queja de unos y el síntoma de otros. ¡No hay intersubjetividad! El punto de exasperación de un padre no se encuentra en el niño, en un exterior objetivo que estaría desconectado de la propia subjetividad del padre. Entre lo que dice uno y lo que escucha el otro, hay una brecha donde se encuentra el malentendido fundamental. Cada ser hablante tiene que lidiar con su propio insoportable. Sería apropiado decir que el padre está exasperado con el niño. Eso lo exaspera. Él se hace exasperar por él -si se me permite este fuerzamiento gramatical.
Del mismo modo, las razones por las que un niño sería «terrible» no se encuentran en lo que los padres dirían sobre su hijo, desde un exterior objetivo.
El niño nunca es conforme a la idea que los padres tienen de él, es un hecho de estructura. En este sentido, siempre será terrible. Ningún ideal se ajustará al objeto que uno es. Pero más que eso, todos somos insoportables, debido a nuestra llegada al mundo en la posición de objeto. El niño es antes que nada objeto a[11], propone Lacan, objeto que cae del cuerpo de la madre. El niño como objeto pone en entredicho al parentesco, en el sentido de que revela la trivialidad de su carácter ficcional.
Desaplanar la parentela
Lacan cuestiona el parentesco, invitándonos a reflexionar sobre el lugar dado en la etiología de los síntomas a la historia familiar: «¿Por qué todo se hunde en el parentesco más plano? ¿Por qué las personas que vienen a hablar con nosotros en psicoanálisis sólo nos hablan de esto?»[12]. En los años setenta, estas preguntas tienen un efecto de despertar frente al delirio «familiarista» en el que algunos psicoanalistas dormitaban con un uso psicologizante y tranquilizador del mito de Edipo: la madre está pegada al niño, no ha cortado el cordón, el padre no puede hacer cumplir la ley… Esta es otra forma de entender a la parentalidad en entredicho: los padres [parents] involucrados y en entredicho.
En la etimología de la palabra «exasperado», hay un vínculo con la aspereza: el término proviene del latín exasperare que significa «hacer rugoso, áspero», y, figurativamente, «irritar» «hacer más intenso»»[13]. Es una palabra que evoca el cuerpo, la materia. La aspereza es lo que es áspero, desigual, lo que carece de armonía. El participio presente «exasperante» toma el significado de «muy irritante», hasta lo «insoportable.»
En nuestro tiempo, donde todo parece estar envuelto en los diagnósticos más planos, el psicoanálisis, como discurso sostenido por el deseo del analista, resulta ser un baluarte contra la razón moderna cuyo sueño genera monstruos terribles. Exploremos la parentalidad exasperada, exploremos los lazos ásperos que cada ser hablante tiene con la lengua, acojamos lo que dicen los hijos y los padres, no como índices de disfunción, sino como una forma singular de hacer familia[14]. El parentesco en cuestión nos lleva a cuestionar de qué afiliación poética cada niño es poema.[15]
*Dupont-Sommer Valeria, Argument #1, Argument #1 – Institut Psychanalytique de l’Enfant du Champ freudien (institut-enfant.fr). Último acceso : 2022-11-05.
[1] Cf. Roskam et Mikolajczak, Le burn-out parental. Comprendre, diagnostiquer et prendre en charge. Deboeck supérieur, marzo 2018.
[2] Título de un documento de la fuente CANOPI.
[3] Lacan J., « Note sobre el padre », La Cause du désir, # 89, marzo 2015, p. 8.
[4] https://www.1000-premiers-jours.fr/fr, op. cit.
[5] Brousse M.-H., « Un néologisme d’actualité : la parentalité », La Cause freudienne, # 60, junio 2005, p. 123.
[6] Définición de « parentalidad » en el website 1000 premiers jours.
[7] Cf. Thomas S., « Les pieds sur Terre. Mal de mère(s) », France Culture, 6 de octubre de 2021, disponible en podcast en el website de France Culture.
[8] Haraway D. “Todos los terrícolas son parientes cercanos, en el sentido más profundo”. Bajo el eslogan :« Hechas de Padres, sin hijos » es cuestión de « demoler los lazos de la genealogía con la parentela (kin), y de la parentalidad con las especies».
[9] Lacan J., Le Séminaire, Livre XXIV, L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre, lección del 19 de abril 1977, Ornicar ?, n°17-18, París, Lyse, 1979, p. 12.
[10] Lacan J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 393.
[11] Lacan J., El Seminario, libro XVII, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 192. “El objeto a es lo que todos ustedes son, en tanto están puestos ahí – cada uno el aborto de lo que fue, para quienes le engendraron, causa del deseo. Y ahí es donde ustedes deben reconocerse, el psicoanálisis se lo enseña”.
[12] Lacan J., El Seminario, libro XXIV, « L’insu que sait de l’Une-bévue s’aile à mourre », lección del 17 de mayo de 1977, inédito.
[13] Rey A. & al., Diccionario histórico de la lengua francesa.
[14] Cf. La Petite Girafe, # 24, Se faire sa famille, septiembre 2006.
[15] Lacan J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI”, in Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 599.