DEL DICO AL FRACASO
Por Sébastien Dauguet
2022-10-28
La llamada cuestión racial es un tema fundamental en la escritura de Toni Morrison, pero se declina de manera diferente a lo largo de la obra.
Los callejones sin salida del Yo soy
En su última novela, Délivrances[1], se ilumina con la formulación «Yo soy lo que digo»: una madre reivindica su piel clara heredada de su abuela como signo de superioridad y sufre por el hecho de que su propia hija nació con piel de ébano. El texto está compuesto por fragmentos de voces que son ante todo confesión y denuncia, tomando al lector como testigo. La madre sostiene que el color de su hija es una desventaja. No se trata de dejar que su vínculo brille demasiado. Ella se niega a que la llamen «Mamá» y elige el nombre de «Sweetness» para pasar desapercibida. La toxicidad de esta madre no está exenta de consecuencias y conduce a decisiones desastrosas. Para ganar orgullo, Lula Ann, cuando era niña, acusa a una mujer inocente de actos pedófilos, lo que la lleva a prisión. De adulto, se separa y toma el nombre de «Bride«. Está construyendo una carrera en la industria cosmética para encontrar una identidad que se mantenga y unirse a lo que cree que es su ser profundo. Su oscuridad se convierte en un activo que explota, pero, sin embargo, apela constantemente al Otro, cuya mirada convoca para encontrar la confirmación de su éxito. Esto no está exento de pruebas, de las que se hará eco el amor por un hombre secreto y misterioso, esquivo.
Los poderes de la lengua
¿Cómo podemos vivir separados cuando tenemos que vivir juntos? ¿Cómo podemos convivir cuando somos diferentes? ¿Cómo podemos ser nosotros mismos cuando estamos entre otros? Si Booker, el hombre amado, sigue vivo en los libros y en el conocimiento, muchos rastros de la sociedad contemporánea atraviesan la narración, cuestionando el lugar de la esfera intelectual en su anudado a la realidad del goce de uno y otro. Frente al auge del racismo, con una lógica del yo ideal que se eleva al cenit, sólo el apoyo de un lazo social suficientemente flexible -que sea capaz de alojar el sinthome de cada uno- puede hacer barrera tanto la soledad de los Uno-solos y a la dimensión transgresora de la pulsión. El Otro no existe, la verdad está ausente, «Yo no soy lo que creo que soy», Toni Morrison apunta ahora a otra articulación del significante y lo real. La denuncia ya no es tan frontal como en L’Œil le plus bleu[2], tiene en cuenta los poderes de la lengua, las posibilidades de desplazamientos que engendra. Después del tiempo de impotencia, Lula Ann descubre la dimensión de lo imposible, que es, por su parte, la fuerza motriz de las autotransformaciones en la relación con el otro. Huelga decir que la imagen y el lenguaje están, por lo tanto, radicalmente inconexos.
* Douguet S., Du dico au ratage – Ecole de la Cause freudienne
[1] Morrison T., Délivrances, ParÍs, 10/18, 2016.
[2] Morrison T., L’Œil le plus bleu, París, 10/18, 2008.
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