Jacques-Alain Miller en su discurso de clausura trae una frase de Lacan de 1978: “Todo el mundo es loco”, frase que se completa con “es decir delirante”. Es una frase que Miller extrae de la página 278 del número 17/18 de la revista Ornicar?, primeramente llamado El boletín freudiano. Algunos de los puntos de su conferencia ya los trabaja en su curso 2007-2008 titulado de la misma manera, sobre todo en las clases del 4 y 11 de junio de 2008.
Paralelamente a la calificación de Lacan del psicoanálisis como un delirio el 11 de enero de 1977, como un delirio científico, la elucubración de saber -pues nada hay que añada un S2 a un S1 de manera necesaria- se presenta como el delirio por excelencia. Por ende, un análisis no podría avanzar hacia los trozos de real sin elucubrar sobre el saber y la verdad, su parte delirante. Es decir, el análisis debe dirigirse hacia el horizonte de lo real como sinthome con un consecuente savoir-y-faire, reduciendo el delirio, pero con cierto embaucamiento. Recordemos que Lacan opera con una tríada: la tríada delirio- debilidad-embaucamiento. ¿Dónde quedaría la debilidad? Del discurso de Miller surge la pregunta: ¿acaso la despatologización y la libre elección de los estilos de vida basados en una mismidad [mêmeté], basadas en un “Yo soy lo que digo” son las vías débiles para el desconocimiento [méconaissance] y una nueva dificultad para la praxis analítica?
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